Extra 2: ♡Hazme tuya♡

N/A: Este capítulo hablará del pasado, en donde Anahí y Aidan empiezan y luego en un calitulo extra más, se hablara de como terminan su relación. Recuerden que todo esto se suscitó en el primer libro, pero aquí les quiero regalar un espacio para que sepan como se dieron las cosas entre ellos y del porque terminaron. Disfrútenlo. Oh, y por cierto, aquí abajo les dejo una imagen de como los imagino yo.😍 Sin más que decir, a Leer.

Aidan:

Cuando la conocí, sentí que dejé de flotar y finalmente puse los pies sobre la tierra. Ella me miró con sus ojos verdes, ese tono esmeralda que me hizo tragar grueso cuando sentí que habíamos conectado. Me encontraba sentado tecleando como loco en la computadora, me había bebido casi una docena de red bull combinadas con aspirina, eso me mantenía alerta y con la cabeza despejada. Todo iba bien, pero sin duda cuando llamaron a mi puerta, el día se puso mucho mejor con ella mirándome al abrir la puerta; y lanzándome un móvil que apenas logré atrapar en el aire.

—Responde la llamada. —ordenó la mujer rubia, en cuanto tuve yo el móvil en mis manos.

—¿Quién eres, linda?

Hizo un gesto de aburrimiento y señaló el móvil.

—Te están esperando en la línea, atiende ya. —dijo de vuelta con voz gélida.

Miré el aparato y vi que había una llamada en curso, así que mirando a la sexy mujer, me llevé el teléfono a la oreja y respondí:

—Diga.

●Tienes que cuidarla, ella es mi hermana menor y su madre no debe saber que está contigo.

Dijo Izan por el teléfono, dejándome asombrado por lo que acababa de decir. Sacudí ligeramente la cabeza y miré a la mujer que me miraba inquisitiva.

—¿Qué? ¿Tu hermana? Yo solo sabia de Ibaí ¿Y quién es su madre? ¿Qué pasó con la tía Indiana? —pregunté sensitivo.

La chica relamió sus labios y echando su melena rubia tras su espalda, dijo mirándome irritada:

—Mira, vengo de un viaje muy agotador como para que tú te sorprendas por algo que sucede hasta en las mejores familias. Así que ahorra tus preguntas sobre de donde vengo y como es que soy una James, y mejor dime que ayudaras a mi hermano. —cruzó sus brazos sobre su pecho.

Miré su equipaje y luego volví a verla a ella, y tengo que admitir que observarla era un deleite para mi vista que me lo agradecía. Así que supuse que tenerla aquí conmigo, seria un beneficio para mis ojos y bueno, el buen samaritano que vivía muy dentro de mí, tambien se conmovió por el caso y decidimos ayudarla. Le sonreí a la chica y respondí:

—No te preocupes, hermosa afrodisíaca, estarás ha salvo conmigo. —le guiñé un ojo de manera coqueta y ella pareció ligeramente sorprendida.

—Sé lo que significa afrodisíaco. —escupió ligeramente molesta.

Sonreí de lado por su reacción, si solo le hacia un cumplido.

—¿Hermosa? —me encogí de hombros y miré el teléfono, recordando que Izan estaba escuchando esto.

La rubia resopló.

—Net, nipridurok. —soltó en ruso, un idioma que evidentemente yo no manejaba pero que si reconocía.

"No, imbécil".

Escuché la risita de Izan tras el teléfono y enarqué la ceja.

—¿De qué te ríes, pendejo? Y tú, guapa, por favor, háblame en inglés porque no te manejo el idioma de las ninfas.

La chica blanqueó los ojos, y luego él se aclaró la garganta y me respondió:

●Te ha llamado imbécil, sé que su acento la pone en evidencia y ya habrás notado que ella es rusa y que su madre es Lenka Egorova.

Casi me ahogué con mi propia saliva. La rubia descruzó sus brazos y se acercó a mí, dejando su equipaje en el marco de la puerta de la entrada y me palmeó la espalda para que me desahogara; literal. Mierda, y aun no la había invitado a entrar, que mal anfitrión era.

—¿Estás mejor? —preguntó ella al verme tranquilo, asentí y levanté el teléfono que había caído al piso y suspiré aun agitado.

Apostaba a que estaba rojo como el culo de un babuino.

●¿Su madre es Fiona? —tosí un poco más, luego pasé mi mano por la frente porque esto no era bueno.

●Lenka es su nombre y sí, es su madre y mi padre, Ilian James, es también el suyo.

Nuestros ojos no dejaron de observarse mientras yo hablaba con Izan por teléfono, luego me giré sobre mis talones y tomé su equipaje llevándolo dentro. Cerré la puerta y finalmente volví a mirarla; la había extrañado en estos tres segundos de no verla. Le sonreí y ella extrañamente me devolvió el gesto.

Se veía aún más hermosa sonriendo.

—De acuerdo, bueno, ya déjame esto a mí, hablamos. —colgué la llamada y dejé el teléfono sobre la mesa del vestíbulo, que era de forma rectangular y angosta.

Miré a la rusa y junté las manos al frente.

—¿En qué nos quedamos?

Y ante mi pregunta ella formó un gesto desinteresado en los labios.

—En que soy media hermana de Izan y de Ibaí y que mi madre es cierta psicópata que obligó a mi hermano ha casarse con ella porque tiene una absurda obsesión por nuestro padre desaparecido. Y el que Izan tenga mucha similitud con el físico de Ilian, eso lo ha puesto claramente en peligro mortal.

Meneé la cabeza a los lados.

—No hablaba de eso. Pero digamos que tienes razón con tu discurso. —sacudí los hombros, porque es que simplemente no podía creer que Lenka Egorova pudiera haber dado a luz a este precioso Angel, siendo que ella era el mismísimo Satanás.

De lo malo viene lo bueno.

—Oh, ya lo recuerdo —chasqueó los dedos —, si me vuelves a llamar afrodisíaca, te cortaré la polla. —formó sus delgados dedos en forma de tijeras y fingió cortarme el pene.

Tragué grueso y volví a sonreírle, aunque esta vez un poco más perturbado por su manera tan desinhibida de describir las cosas. No podía negar que traía sangre sanguinaria corriendo en sus bonitas venas.

—De acuerdo. Aunque no sé que tiene de malo que te llame así, si Afrodita es la Diosa griega del amor y la belleza. —tomé su valija y la llevé hasta la sala.

Ella suspiró y dijo negando la cabeza.

—Estas tan errado, pero permíteme corregirte. Afrodisíaco es un adjetivo que se refiere a algo que estimula o excita el apetito sexual, la libido o promueve las relaciones sexuales, básicamente es como si tú me hubieras propuesto follar con esa palabra. Y sí, la palabra proviene del nombre de la diosa griega del amor, pero claramente Afrodita y Afrodisíaca son dos términos muy distintos. Y ahora que lo sabes, espero que no lo vuelvas a usar en una oración que se refiera a mí.

Demasiada información para procesar. Sacudí la cabeza.

—Solo que sepas que no quise ofenderte, creo que la adrenalina que corre en mis venas por esos energizantes que bebí, ya me estan cobrando factura y no sé lo que digo. —me justifiqué mostrándole una amplia sonrisa.

De igual forma ella sonrió amable con un blanqueamiento de ojos. Luego miró para todos lados y regresando sus ojos a los míos, preguntó:

—¿Y dónde dormiré yo?

Mi departamento era muy pequeño, contaba con la sala que estaba al entrar, un pequeño comedor con dos sillas y la cocina con una estufa y el lavaplatos a un lado. Luego por el estrechó pasillo habían dos recamaras con un espacio muy reducido (una de ellas mi oficina personal) y finalmente un baño en donde digamos que podía cagar y ducharme al mismo tiempo. En fin, pese al poco espacio era acogedor y me gustaba estar aquí.

—Oh, por aquí, sígueme por favor.

La guié a la habitación de invitados, aunque realmente no era como tal una habitación de huéspedes, sino un tipo de oficina que creé con alta tecnología en computación y demás cosas que un Nerd como yo, ocupa para sus delitos cibernéticos.

—¿Duermes aquí? —inquirió ella, mirando la sala de mando que como dije antes, era un centro de trabajo en donde me pasaba la mayor parte del tiempo tecleando, cuando no estaba trabajando en el Oráculo como Himero Hot.

La miré sobre el hombro y negué, abrí el closet que tenia tras un estante lleno de carpetas informativas y finalmente conseguí abrirlo. Saqué un par de mantas extras para cubrir y las llevé en mis brazos. Cuando me giré a verla, vi lo que ella estaba mirando con curiosidad sobre la pantalla principal de mi monitor de trabajo. Tenia varias laptops, computadoras y cámaras de vigilancia en funcionamiento, pero el que ella observara el monitor en el que justo estaba trabajando antes de que ella llegara, me alarmó y llegando rápidamente a ella, me puse enfrente de la pantalla y sonreí nervudo.

—¿Dime qué no viste nada? —exigí con la voz más ronca de lo que pretendía.

Ella apretó los labios y formó una línea recta en ellos, sé que quería reírse de mi estupidez, pero mi mirada intensa sobre ella se lo impidió y negó solo la cabeza. No me miró, prefirió mirar el frigobar que tenia aquí y con el que enfriaba mis cervezas y mis energizantes.

—Vi todo, no sabia que vieras videos pornográficos.

Resoplé un tanto avergonzado.

—Vamonos de aquí y te voy a pedir de la manera más atenta que nunca entres aquí, por favor.

—No planeaba hacerlo. Es perturbador. —se burló.

—Bien, vamos. —tomé la maleta y la llevé a la próxima habitación, encendí la luz y ella observó la cama matrimonial bien tendida, con un pequeño closet con espejo y un buró de lado izquierdo de la cama —. Es mi habitación, pero puedes dormir en ella.

La chica asintió y me miró amigable.

—¿Y tú dónde dormirás?

Le sonreí, porque su tono era preocupante y el que ella se preocupara por mí aparte de mi madre y mi tía Indiana, me hizo sentir algo extraño en el interior. Pero decidí ignorar el sentimiento y me aclaré la garganta y avisé:

—Tranquila, yo no duermo. Así que básicamente la cama es toda tuya.

Abrió los ojos de sobremanera, que en serio creí que sus ojos verdes saldrían de sus órbitas y que solo quedaría un par de cuencas vacías. La tomé de los hombros y al hacerlo, sentí esa extraña conexión indescifrable que me corrió como arena en el calzón, pero por todo mi cuerpo. Creo que no fui el único, ya que ella se alejó como si mi tacto la hubiera quemado y carraspeó.

—¿Eres un vampiro que mira videos porno por aburrimiento?

—¿Qué? ¡No!

—¿Entonces por qué no duermes?

—Porque trabajo mucho. —repliqué apático.

—Sí, claro, creo que jalartela mientras ves pornografía te lleva mucho tiempo.

—Juzgas rápido a la gente, y te diré que yo no necesito masturbarme para liberar estrés, las mujeres me llueven —de acuerdo, ya estaba divagando, así que me relaje y solo dije —: Como sea, no te debo explicaciones, así que piensa lo que quieras porque me da igual.

Ella pareció entender y bajó la cabeza al piso. Mierda, no quería ser grosero con ella pero era verdad, casi no duermo mucho y para liberar estrés he recurrido a la masturbación; y el sueño y la falta de sexo me empieza a afectar el humor. Eso y sumándole que mi trabajo en el Oráculo también me desgasta, aunque últimamente ya no voy tan seguido. No desde lo que le sucedió a Izan.

—Entiendo, lamento si te estresé.

—No me estresas —suspiré y rasqué mi ceja—, de hecho creo que es buena tu compañía, la soledad es perturbadora y deprimente. Aunque seas un poco inmiscuida, me alegra saber que me harás compañía por un tiempo. —dije con sinceridad.

Ella me observó y asintió serena.

—¿Te puedo decir algo sin que te ofendas?

—Bien. —accedí mirándola con los brazos cruzados.

—Es malo para tu salud el que no duermas, Aidan, al final el tiempo cobra lo que le debes y tu cuerpo será el pagador principal.

Hice un gesto en los labios y asentí, porque sí, ella tenia razón, pero los red bull como decían, me daban alas y no tenia ni un poco de sueño. Aunque si me acostara con ella en la cama, tal vez podría conciliarlo y dormir como un bebé... o no. Digo, a la cama siempre se le puede dar otro uso además de solo dormir. Y yo tengo en mente muchas cosas en las que podemos darle uso con esta hermosa mujer, que me mira perturbada.

—No dormiremos juntos, mucho menos follaré contigo —dijo con rapidez, como si hubiera leído mi mente; la miré azorado —. No leí tu mente —explicó de nuevo; ok, me alarmé y la miré sorprendido ¿cómo sabía ella lo que estaba pensando? Ella resopló —. Quita esa cara, me asustas —sonreí forzado y negó aburrida —. Supe lo que querías, porque pensaste en voz alta, genio.

—Oh —arrugué la nariz —. Creo que es por el red bull, me hace pensar en muchas estupideces que a veces no controlo y las termino diciendo en voz alta.

—Ajá. Bueno, gracias por la cama y disfruta de la sala.

Le sonreí socarrón ante sus palabras y sin nada más que decir, salí de la habitación no sin antes desearle las buenas noches.

Anahí:

Un mes después:

Luego de haber visto a Isla en el restaurante y que me dijera tan segura que ese chico trigueño era su novio, me hizo sentir por un momento mal por mi hermano, porque él estaba haciendo todo lo posible por volver con ella; incluso estaba arriesgando su propia vida por conseguirlo.

Pero luego recordé lo confuso que el chico parecía y noté con ello que él no era su novio, tal vez si un amigo y nada más. Aunque claramente a él si le gustaba ella, eso era notorio, llevaba veinte minutos observándolos antes de que me acercara a ellos y él parecía gritarle con los ojos que la quería, pero ella se notaba triste y la mirada son los espejos del alma y ellos no mienten; ella quería a Izan.

Cuando terminé mi jornada, volví al apartamento de Aidan y abrí la puerta, llevábamos un mes compartiendo juntos su hogar, hasta ahora mi madre no había dado con mi paradero, gracias a las identicaciones falsas que el pelinegro creó para mí. Me eran de mucha ayuda y podía desplazarme a mi gusto por la Ciudad de Nueva York, sin estarme cuidando la espalda gracias a su maravillosa tecnología que me mantenía flotando en el ciber como un fantasma al que mi madre no podría ver..

Me dejé caer pesadamente sobre el sofá de la sala, me quité los tacones que usaba forzada y mis pies me lo agradecieron. Tan cansada estaba que la cabeza me dolía y ni siquiera me había quitado el uniforme del trabajo, que consistía en una falda negra lisa arriba de las rodillas, blusa manga larga de vestir con botones al frente y un moño negro sobre el cuello. Era horrendo pero tenia que usarlo como todas las demás trabajadoras. Además de eso, siempre tenia que usar tacones altos y una coleta de caballo bien apretada, pero para mi suerte ya me había despeinado en el camino.

Me incliné al frente y masajeé mis talones con pesadez, ser camarera en un lujoso restaurante era agotador y desgastante, pero tenía que pagar mis propios gastos.

—Déjame ayudarte. —dijo una voz a mi lado, me eché para atrás y me encontré con los ojos verdosos y con motas cafés, de Aidan.

Se sentó a mi lado, su aroma a nicotina y frambuesas me hizo agua la boca. Él tomó mi tobillo izquierdo y lo apoyó sobre su rodilla derecha, luego tomó un poco de ungüento de un frasco y comenzó a darme masajes circulares en la planta del pie, esparciendo el producto en esa área adolorida. Instintivamente dejé de ver su rostro perfecto, milimétrico y super varonil, con esa barba negra perfectamente recortada, sus pestañas espesas y negras junto a un par de líneas pobladas por sus cejas; decidí que era mejor cerrar los ojos y me dejé llevar por su tacto delicado.

Gemí cuando tomó mi otro pie e hizo el mismo procedimiento, comenzando a masajearme de forma circular. Tenia que admitir que Aidan daba unos masajes espectaculares y mis pies estarían eternamente agradecidos con sus manos. Pese a ser un hacker excelente, tenia otras habilidades que no le conocía, como por ejemplo esta.

—¿Mejor? —su voz me hizo despegar la espalda del sofá, abrir los ojos y mirarlo fijo.

Asentí.

Él sonrió y bajo mi atenta mirada, levantó un poco más mi pie y besó el dorso de este, haciéndome tragar saliva con torpeza. Añado que el contacto visual jamas se rompió mientras besaba mi pie. Relamí mis labios y él lentamente bajó mi pie, con su vista ahora puesta en mi boca. Estaba nerviosa, tenia mucho tiempo que no me sentía así, atraída. No desde Artem, mi ex novio de la secundaria con quien había perdido la virginidad y claramente también mi tiempo.

—¿Quieres que te masajeé otro lado? —preguntó seductor.

¡Por las barbas de Merlín!

¿Qué se suponía que debía responder?

Oh, sí, masajeame la entrepierna, porque estoy a punto de venirme solo con mirarte.

¡No! Nunca le diría eso. A la mierda.

—Tócame —deslicé mi mano y le mostré donde necesitaba de su atención —, aquí. —señalé mi zona intima, ¿cuándo me había vuelto tan atrevida?

Aidan sonrió malicioso y tomando eso como una invitación, se lanzó sobre mí, cayendo recostada sobre el sofá con él encima mío. Besó mis labios de una manera profunda y sin aviso, haciéndome sentir más acalorada de lo que ya estaba. Este hombre besaba genial, ¿Dónde habrá aprendido? Su lengua reclamó la mía, mientras que sus manos traviesas tiraron con fuerza de mi camisa blanca del trabajo, haciendo que los botones de esta salieran volando por doquier.

No me importó, por suerte tenia un reemplazo y podría usarla mañana.

Jadeé cuando sus manos presionaron mis pechos de un buen tamaño. Abrí más las piernas, mi falda se había subido hasta mi cintura y eso lo aprovechó para que su polla pegara en mi centro. Dejó de besarme y me miró a los ojos, llevó sus manos a mi cara y acarició el inicio de mi cabello rubio de lado de mis sienes.

—No sabes cuanto tiempo llevo deseando esto. —confesó, pasando sus yemas por mi cara.

Aidan era hermoso, tenia sus ojos verdosos con toques cafés, haciéndolo ver entre mieles y aceitunas. Además estaba tremendamente bueno, el desgraciado.

—¿Crees que esto esté bien? —mencioné, cerrando los ojos y odiándome por sentirme culpable de algo tan natural como el deseo.

—Mírame —lo hice, lo miré de nuevo y preguntó —: ¿Por qué lo pones en duda?

—Es que eres el primo de mis hermanos, ¿es raro que deseemos esto ha sabiendas que ambos compartimos sangre con Izan e Ibaí? —solté con mis manos sobre su duro pecho.

Él no dejó de acariciarme el rostro. Se inclinó y besó castamente mis labios y sonrió tranquilo.

—No es raro, suena complejo pero es completamente natural, nosotros no somos primos de sangre y esto es correcto. Sí, eres la hermana de mis primos hermanos, pero por suerte mi tío sanguíneo no era Ilian James, sino Indiana y con ella no compartes sangre. —besó mis parpados uno por uno de manera dulce.

Ese gesto tan simple me derritió como helado bajo el sol.

—Tienes razón, pero aún así ¿crees que deberíamos hacer esto a escondidas de ellos...?

—Shhh... por ahora lo haremos así. Te prometo que yo mismo hablaré con Izan, ese cabrón me debe muchas y creo que tiene que aprobar esto, le guste o no.

—¿Tiene que aprobar que tengamos sexo? —pregunté confusa y él rió ronco  haciendo que su manzana de Adán se moviera sexy.

—No, me refiero a que él tendrá que aceptar que estamos juntos.

—¿Y lo estamos? —pregunté jugando con la cremallera de su vaquero, inconscientemente. Por suerte no llevaba cinturón y seria fácil sacárselo.

—Me encantaría. —confesó, ahora sus manos se deslizaron por mi cuerpo y sin esperarlo, liberó mi pecho derecho de la copa del sosten.

Gemí y lo aprisioné con mis piernas.

—A mí también. —susurré jadeosa cuando sus dedos tiraron suavemente de mi pezón, sin dejar de verme.

—¿Entonces serás mi novia? —pasó su legua por mi otro pezón, sin dejar de jugar con sus dedos sobre el otro y sin perder el contacto visual.

—¡Ahhh... pídemelo!

Volvió a besarme y contra mis labios, preguntó:

—¿Quieres ser mi novia, Anahí James? —mordió mi labio y luego me embistió sin penetrarme, solo para restregarme su dura erección en el centro de mi feminidad.

Arqueé la espalda por lo satisfactorio que fue sentir lo excitado que estaba por mí.

—Sí, Aidan Brown. Ahora hazme tuya.

Mi ropa salió volando por toda la sala, quedando desnuda frente a él. Sus ojos ahora parcialmente negros, miraban todo de mí con hambre. Sacudí la cabeza y ahora fue mi turno y lo desvestí en un parpadeo. Aidan lucia sexy, tenia unos cuadros bien marcados en su abdomen por el ejercicio que claramente practicaba y esa V en su cadera con fino vello en su ombligo... ¡pfff!

También llevaba algunos tatuajes en su cuerpo y en uno de sus brazos hasta la mano, aunque no tantos como los que llevaba Izan, ya que ha simple vista mi hermano tenia completamente cubiertos ambos brazos y el cuello de estos tatuajes.

Era perfecto.

—Le prometí a Izan que te cuidaría. —atrapé una nota de pesar en su voz,6 aunque también supe que no se echaria para atrás, iba a follarme aunque sintiera culpabilidad.

—Y lo estás haciendo, a tu modo, pero lo haces, me estás cuidando. —atrevida, tomé su verga en mis manos y comencé a masturbarlo lentamente. Aidan gimió varonil y cerró los ojos.

Su polla apenas y cabía en mi pequeña mano; era muy grande y gruesa.

—No creo aguantar, llevo mucho deseándote y temo correrme antes de poderte sentir completa.

—Yo también te necesito ya. —jadeé.

Se colocó el condón y luego se posicionó entre mis piernas y me embistió duro y tendido. Gemí por la invasión salvaje y dejé que me hiciera suya como él sabia. Nuestros gemidos se oían por todo el apartamento, él besaba mis pechos mientras yo arqueaba la espalda. Sus embates eran rudos y profundos, tenia que admitir que Aidan no solo sabia hacer el amor, él también sabia cojer y me lo estaba haciendo de maravilla.

Senti que los ojos se me pusieron en blanco cuando sentí el primer orgasmo llegar, luego otro más y uno más. Grité, mordí su hombro y le enterré las uñas en la espalda y mi cuerpo se sacudió con violencia sobre el sofá. No sabia que estaba pasando, solo sé que él se puso de pie llevándome consigo en los brazos, me paró justo frente en la barra del comedor, hizo que mi pie izquierdo subiera al tubo de un banquillo a modo de que quedara abierta parada. Y lo sentí, se posicionó nuevamente en mi entrada, pero esta vez con su cuerpo detrás del mío y me penetró.

—¡Aaa...idan! —le gemí duro su nombre.

Sentí como se inclinó y sin soltar mis caderas, mordió el lóbulo de mi oreja, luego me pasó la lengua y eso me hizo mover en círculos.

—¡Oh, nena, vas a matarme! —exclamó sin dejar de embestirme, luego apartó mi cabello y besó mi cuello —. Te desperdicie por un mes, no sé como pude controlarme tanto. —estrujó mis pechos y yo gemía.

Cuando terminamos, Aidan me llevó cargando hasta su cama, nos quedamos en silencio reponiendonos de lo que acababa de suceder, abrazados. No estaba arrepentida de esto, porque no fue sexo casual, él me había pedido ser su novia y yo había accedido. Ahora él era mío, tanto como yo era suya y podíamos tener todo el sexo que quisiéramos.

Y así fue, luego de la primera ronda le vino otra y muchas más, mi vagina ardía pero no me importaba si siempre me hacia llegar al limite de la cordura. Parecia que tenia sexo con un profesional, era un hombre con un gran conocimiento sexual y sin duda esto me iba a enamorar.

¿Dónde lo habrá aprendido tan bien?

♧♧♧

Terminé la llamada con Izan, pronto llegaría, le habían salido unos imprevistos pero con la ayuda de esa agente Regina, iba a lograrlo. Mi madre por su parte se iría a prisión junto a Eliana y toda la familia.

Entré a la habitación y encontré a Aidan dormido boca abajo, el pobre había estado trabajando por largas semanas en las computadoras. Finalmente su esfuerzo había tenido frutos y había robado toda la información de lo que mi madre hacia con sus fraudes, tráficos y demás crímenes. Incluso Aidan había logrado encontrar un archivo en el que a mi madre se le acusaba como la principal sospechosa en la desaparición de mi padre, quien hasta la fecha aún no había vuelto.

Sabia muy en el fondo que él estaba muerto, pero quería saber en dónde estaban sus restos. A fin de cuentas, era mi padre y quería darle cristiana sepultura.

—Llegaste —sacudí la cabeza al escuchar la voz adormilada de Aidan. Asentí y él se acomodó quedando boca arriba y estiró su brazo para que me acostara junto a él. Me quiere los zapatos y lo hice, dejando que su calidez me reconfortara —. ¿Vamos al cine? —propuso besando mi coronilla, yo estaba abrazada a su torso y con mi cabeza sobre su pecho caliente.

Sus dedos acariciaban mi espalda baja.

—No, quedemos aquí. —propuse triste.

Aidan se removió y me hizo verlo a la cara.

—¿Qué pasa?

—Hoy hace diez años que mi padre desapareció, jamás lo encontraron y en la información que recabaste recientemente, supe que mi madre tuvo algo que ver con eso. Aunque no me sorprende, aun así duele.

Aidan me estrechó más a su cuerpo, llevábamos tres meses, casi cuatro, juntos y podía decir con seguridad que lo quería y mucho. Besó mi cabello y me acarició el rostro con ternura.

—Vamos, prepararé algo de cenar. —dijo soltándome y sentándose sobre la orilla de la cama.

Lo sentía extraño, posiblemente porque hace dos noches le comenté que yo quería ser madre en un futuro y que quería que él fuera el padre de mis hijos.

Flashback:

—¿Sabes?, he pensado últimamente y me gustaría tener un hijo contigo a futuro.

Se tensó. Estábamos acostados sobre la cama, yo estaba acosatada de lado y él estaba detrás de mí abrazándome. Ambos completamente desnudos porque acabábamos de hacer el amor.

—Estamos bien así, además, porque quieres hijos si ellos solo hacen que el sexo se vuelva aburrido.

Fruncí el ceño y lo miré sobre el hombro.

—Si el sexo se volviera aburrido como dices, entonces los hermanos no existirían. —repliqué apática.

Aidan suspiró y dejó de abrazarme, se puso boca arriba y se quedó acostado mirando el techo decorado con dibujos de las naves de star wars en ella. Su pelo negro, revuelto y húmedo por el sudor luego del sexo salvaje que tuvimos, le hacia lucir sexy.

—Yo soy hijo único, al igual que tú.

Imité su posición y también me acosté boca arriba.

—Soy la única hija de mi madre, pero por parte de mi padre tengo dos hermanos, así que básicamente estas equivocado, porque el sexo no se vuelve aburrido. Al contrario, creo que la relación se fortalece.

—Como sea —se sentó en la cama —. Yo no quiero y no pienso tener hijos en ningún momento de mi vida, así que desiste de esa idea, Any. —y dicho eso se puso de pie y salió de la habitación como Dios lo trajo al mundo.

Fin del flashback:

Y sí, desistí porque lo quiero. No quiero perderlo por algo que justo ahora ni siquiera es un momento para formar una familia. Despejé mi mente de ese recuerdo y me centré en su acción. No creo que sea por eso que pensé, no sé, tal vez la extraña era yo por estar deprimida por mi difunto padre.

—¿Vienes? —insistió mirándome desde la puerta de la habitación.

Suspiré sin darle importancia y lo seguí hasta la cocina. Luego de cenar, nos pusimos a jugar PlayStation en la sala, no supe en que momento eso pasó a tercer plano y ya estaba montada sobre él, besándonos voraces.

En pocos minutos la ropa dejó de existir en nuestros cuerpos. A diario tenia sexo con Aidan, claro, siempre usábamos condón y en mis días de menstruación prefería no hacerlo. No me cansaba de sentirlo dentro de mí, era maravilloso y me hacía olvidar y desechar cosas que no eran sanas para mí. El sexo con él era mágico. Una vez desnudos, volví ha quedar a horcajadas sobre él y comencé a cabalgarlo.

—Me encantas, nena. —dijo con sus ojos viéndome con adoración, mientras se llevaba uno de mis pezones a la boca.

Gemí y eché la cabeza hacía atrás mientras me sostenía de sus hombros y balanceaba mis caderas sobre él.

—¡Ahhh!

—Eso, así nena, muévete así, no pares. —pidió él con la voz perdida y ronca.

Sus manos estrujaban mis nalgas y sus dedos se enterraban en mi piel, mi pelvis no dejaba de moverse en círculos sobre él, luego salté como loca y logré venirme con fuerza.

—¡Ohhh...! —me moví más, Aidan reclamó mis labios y nos besamos mientras ahora él me embestia desde abajo.

Mordió mi labio y apretó con fuerza mi cintura cuando logró eyacular. Nos miramos unos segundos, yo aun montada sobre él, con la respiración acelerada y él sosteniendo mi cadera. Nos sonreímos y nos besamos una vez más.

—Te amo. —confesó en medio del beso, haciéndome echar hacia atrás la cabeza y mirarlo confusa.

Era la primera vez que me decía esas dos palabras.

—¿Qué dijiste?

—Que te amo, Anahí. —repitió con los ojos brillándole de una manera peculiar.

Iba a responderle, pero...

—¡El condón! —me acordé al sentir como su semen caliente se resbalaba por mi interior. Aun estaba sentada con él dentro de mí, pero sus espermas se estaban escurriendo por las orillas de mi orificio.

Aidan salió de mí con brusquedad, se puso de pie mientras yo quedé sentada en el sofá. Me miró serio.

—¡Tú querías esto! —me acusó molesto.

—¡¿Qué?!

—¡Me pediste un hijo y has hecho que olvidaramos usar el puto condón apropósito!

Me sentí indignada por un error que también fue suyo.

—¡Estás bien pendejo, yo no hice esto adrede, fue un error de ambos! ¡Y sí, yo tampoco quiero tener hijos, al menos no contigo, maldito culero insensible! —me puse de pie rabiosa y me dí la vuelta completamente desnuda, iba a volver a la habitación, pero Aidan me alcanzó y me tomó de la cintura por atrás, enredando sus brazos en mí.

—¿Qué quisiste decir que al menos no conmigo? —besó mi nuca y me hizo estremecer.

Era débil si de él se trataba.

—Pues eso, que la familia que quiero no la pienso tener contigo.

—Ni con nadie —amasó mis pechos y pegué mi cabeza a su firme pecho —, eres mía, Any —mordió mi oreja y jadeé —. Tener hijos no nos va a definir como familia, estar juntos sí, eso será nuestro vínculo y nadie lo romperá. Seras mía para siempre.

No podía, tal vez no ahora pero Aidan y yo tendríamos hijos. Ese fue mi sueño desde niña, ser la madre buena que yo nunca tuve, eso quería y lo conseguiría y si no era con él, entonces mi felicidad no seria a su lado.

—Tenemos que decírselo a Izan. —susurré al recordar que mi hermano aun no sabia lo que pasaba entre su primo... y yo.

Como le explicaría que Aidan además de ser su primo, ahora también era su cuñado. Y que yo, siendo su hermana, ahora también era algo así como su prima.

Que complicado sonaba, pero la situación no era así. O bueno, sí.

—Tranquila, ya se lo he dicho a Izan, sabe que estamos juntos, que no pienso dejarte nunca y que te amo con todas mis fuerzas.

Me tensé.

—¡¿Qué?! —me giré a verle sintiéndome abrumada por la noticia.

Aidan suspiró y cogió mi rostro.

—No se ha molestado, solo no quiso que entrara en detalles y me pidió que te cuidara, cosa que sigo haciendo y muy bien. —me guiñó cómplice y me besó castamente.

Resoplé y me aparté de él.

—Teníamos que decírselo juntos, no puedes hablar de mi vida privada sin que yo esté presente, Aidan.

—Tienes razón —me abrazó por la cadera, se inclinó y besó mi hombro —, lo lamento. No lo planeé, simplemente la oportunidad se dio y no dudé en comentárselo.

Apreté los labios y decidí que ese no era motivo para enojarme con él y le eché los brazos al cuello y su pecho rozó el mío, haciéndome tensar. Ya que ambos seguíamos desnudos.

—Me da gusto que lo haya aceptado.

—A mí también, nena.

Anahí y Aidan, jugando PlayStation antes de terminar follando en la sala.🤭🍆🥵🥰

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top