40:♡Decisiones♡

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N/A: Capítulo dedicado a yulii0012 Gracias por el interés que le muestras en base a las actualizaciones del libro, espero que el capitulo te guste y le des amor.🥰❤🙏🏼💐

***

Horas antes del incidente:

Cuando desperté, me di cuenta de dos cosas; la primera, Isla no estaba a mi lado y la segunda, estaba canalizado con suero en la habitación de un hospital. Esto no estaba bien.

—¡Hola! —grité con la voz pastosa.

Al siguiente minuto la puerta se abrió y una enfermera en compañía de un doctor (y no cualquier doctor), entraron para mi revisión.

—Buenos días, Izan. —saludó el médico.

—Dave. —dije con acidez.

El ojiazul sonrió, le dio algunas instrucciones a la enfermera y ella comenzó a revisar las maquinas y el suero que estaba conectado a la vena de mi brazo izquierdo. Dave por su parte, sacó su estetoscopio y se inclinó para revisarme.

—Necesito revisar que todo este bien, así que relájate y déjame hacer mi trabajo. —mencionó con recelo.

Sin decir nada, lo deje revisar mis palpitaciones, el marido de Isla estaba centrado en lo que escuchaba y yo estaba que me moría del coraje por saber que Isla y él, aún estaban casados.

—Parece que todo está en orden. —espetó, colgando su estetoscopio al rededor de su cuello.

Ambos nos miramos, mientras la enfermera escribía lo que las maquinas mostraban en la libreta que llevaba; ajena a nuestras miradas mordaces.

—Anhara, ve a ver como sigue el paciente de la habitación 345, en un momento te alcanzo. —habló Dave, sin dejar de mirarme mientras le pedía aquello a la enfermera.

—Sí, doctor Malfoy.

Cuando ambos quedamos solos en la habitación, finalmente su rostro impasible se transformó en uno gélido.

—Te diré esto solo una vez, mantente alejado de mi mujer. —amenazó con frialdad, haciéndome reír a carcajadas.

—¿Tu mujer? —espeté, para negar con la cabeza aun divertido —. No te equivoques, Dave. Isla podría seguir casada contigo, pero ambos sabemos que nunca fue tu mujer, ella sigue siendo mía. Soy el padre de su hijo y aunque te pese admitirlo, Iván me quiere y quiere que su madre y yo estemos juntos.

—¿Y tú de verdad quieres estar con ella?

—Por supuesto, esa es una pregunta estúpida. —escupí fulminándolo.

Achicó sus ojos con suspicacia.

—Pregunto, porque me parece que tu vida de romántico empedernido se te daba bien. Y no sé, no te veo muy convencido de querer renunciar a tu libertinaje con tantas mujeres en tu cama, en especial con esa periodista ¿Cuál era su nombre?... Kennedy, me parece que así se llama ¿no?

El ambiente era tenso y si alguien más estuviera aquí, se daría cuenta de eso.

—Buen intento, doctor, pero no dejaré a Isla ni a Iván, jamás.

—¡Iván es mi hijo, yo lo cuidé cuando tú te drogabas y follabas con cuanta mujer se te paraba enfrente! —siseó con la mandíbula tensa.

Rodé los ojos y me incorporé un poco.

—Biologicamente es mío, lleva mi sangre así que eso lo convierte en un James. Además, yo no abandoné a mi hijo por gusto, porque si yo me hubiera enterado de que Isla estaba embarazada de mi bebé, para empezar no la habría dejado casar contigo. Es más, ni siquiera te habría dado la puta oportunidad de conocerla a fondo.

A estas alturas, Dave estaba rojo de la ira.

—¡¿Sabes lo dañada que dejaste a Isla cuándo te fuiste?! —rió con amargura —. ¡Por supuesto qué no, yo tuve que reconstruir el desastre que le dejaste, porque solo pensaste en tu puto dolor pero jamás te importó el de ella! ¡Y no creo que hubiera seguido con vida si te hubieras enterado de su embarazo, porque estar contigo era dañino para ella y el bebé!

La sangre me hervía como volcan en erupción.

—¿Eso crees? ¡Me fuí por que la amaba y tal como lo dices, era yo el que la estaba matando en vida y alejándome de ella, le demostraba mi amor eterno! —respiré hondo y me obligué a calmar cuando la maquina empezó a hacer sonidos por mi alteración —. Amo a Isla, Dave y no sabes la fuerza de voluntad que tuve que hacer para dejarla casar contigo hace diez años. Me contuve cuando el padre dijo aquella frase de "hable ahora o calle para siempre" y la dejé ser feliz a tu lado, pero siempre tuvimos un vínculo y no hablo de Iván, era nuestro amor por el otro. Admítelo, ella no te ama y no es feliz a tu lado.

Maldijo entre dientes y se llevó una mano al pelo.

—¿Estuviste ahí, no es cierto? —me miró molesto.

—Sí.

—¿Purisíma la Ave de María? —preguntó repentinamente burlón ante el recuerdo de aquel sábado en el confesionario de la iglesia.

Me encogí de hombros.

—Llegaste cuando estaba escondido en el confesionario sacerdotal, tuve que improvisar y escuchar todas tus cursilerías. —me defendí con recelo.

Dave suspiró.

—Fuí honesto, Izan, todo lo que te dije el día de mi boda con Isla era verdad, no mentí. Estaba y estoy enamorado de ella, incluso la amé con todos sus cambios que traía con ella y siempre la apoyé para criar al hijo de otro hombre. Amo a Iván con mi vida. Pero pese a todo, de nada sirvió porque siempre viví bajo tu sombra, incluso el niño siempre supo quien eras tú en sus vidas porque Isla así lo decidió.

—¿Lo ves?, siempre seré yo, Dave.

—Lo sé, nunca fui competencia para el gran Izan James —suspiró cansado, frotó su barbilla y relajó los hombros —. Quiero pensar que también es ella para ti. ¿Lo es?

—Siempre —admití sin titubear —, la elegiría por encima de cualquier mujer, porque Isla es la luz al final del túnel. Lenka fue Limerencia, pero Isla es mi Iridiscencia.

El hombre exhaló y agachó la cabeza.

—Eso es lo que quería oír —suspiró rendido —. Voy a firmar los papeles del divorcio, pero solo con una condición.

—Eso depende. —farfulle hostil.

El médico me observó sin ápice de rencor.

—Quiero hablar con ella... a solas.

—Supongo que tendremos que meter la demanda para un divorcio exprés, porque eso no sucederá.

—Sé que la estás protegiendo y es por eso que no he podido verla, pero por favor, déjame hablar con ella de una situación que nos concierne a los dos y luego de eso, serán felices con su hijo. Después de todo, sigue siendo mi esposa y tú eres algo así como su amante.

—Soy el amor de su vida. Y si con eso te refieres a lo del amante, pues sí, soy eso y más.

Dave se llevó las manos a la cabeza y resopló molesto.

—Deja de ser estoico. No quiero saber lo que haya pasado entre ustedes dos en su reencuentro, prefiero vivir en la ignorancia y no sufrir por sus decisiones —me miró a los ojos y dijo —: Dile que estaré esperándola en el apartamento que alquilamos cuando regresó a Estados Unidos —se dio la vuelta y tomó el pomo de la puerta, pero antes de abrir me miró sobre su hombro —. Casi lo olvido, ya puedes irte, los exámenes toxicologicos que se te hicieron esta mañana, salieron negativos. La sustancia que te inyectaron ya salió de tu sistema y éstas a salvo, mantente sano y come saludable. Nada de drogas o de lo contrario te tendremos de vuelta por aquí.

Salió y me quedé solo en la habitación, pensando en aquello de lo que el esp... Dave, quería hablar con mi mujer. Enseguida mi madre entró a la habitación en compañía de mis hermanos, al parecer Dave les informó sobre mi alta médica. Me abrazaron y me entregaron una maleta con ropa limpia para cambiarme y así abandonar el nosocomio. Necesitaba una ducha urgente para quitarme ese olor a hospital, pero antes:

—¿Dónde está Isla? —pregunté al salir del establecimiento.

—Oh, se fue con Kennedy y un hombre con acento italiano que dijo ser el novio de la periodista. —mencionó mi madre distraidamente, mientras revisaba la receta médica que le dio Dave.

Anahí e Ibaí, iban ajenos mirando sus teléfonos y Eric alzó la mano al otro lado de la calle, donde estaba su auto estacionado.

—Tengo que llamarla, ¿me dejas hablarle? —le pregunté a mi madre, ella sonrió y me prestó su teléfono, le di las gracias y le marqué a Isla, apartándome para tener un poco de privacidad.

Tres tonos después y me respondió.

●Indiana.

—No, nena. Soy Izan.

●Izan.

Pronunció mi nombre con desasosiego y eso me puso alerta porque sabía que algo no iba bien.

—¿Estás bien? —le pregunté preocupado.

●No, ¿por qué están haciendo esto?

—¿El qué?

●Enzo dice que tú estuviste de acuerdo con que torturaran a Eliana y a Lenka. ¿Sabes las cosas terribles que acabo de ver?

Maldije entre dientes.

—Amor, necesitamos saber en donde están Thiago y sus cómplices, estoy seguro de que ellas los están ocultando y solo fingieron con lo de el dedo mutilado para...

●No, no están fingiendo, ven por mí y hablaremos.

Miré a mis hermanos que me llamaban, hice una seña con la mano y me centré en la llamada.

—Iré por ti, ¿donde estás?

Escuché ruidos al otro lado de la línea y luego una voz distinta a la de Isla me habló.

●Estamos en la mansión de Enzo, en Beacon Hill.

Esa fue Kennedy, y su voz me causo algo, algo que no supe cómo interpretar.

¿Recriminación?

¿Decepción?

Podrían ser ambas o incluso más cosas, aunque no estoy seguro y por el momento tampoco me interesa investigarlo. Escuché al fondo como el italiano la llamaba "principessa" y no evité cuestionarle mi duda:

—¿Enzo y tú están saliendo?

●No te debo explicaciones, apresúrate porque Isla está mal.

Y eso me alarmó.

—Voy para allá.

Llegué a la mansión de Lorenzo Moretti  y las empleadas al servicio me recibieron, me dijeron que su señor me esperaba en la sala y cuando entré, Isla se puso de pie y corrió a mi encuentro.

—Me alegra que estés bien. —dijo abrazándome y yo le respondí el abrazo con la misma necesidad.

Kennedy nos miró y al ver que la observé, desvió sus ojos grises y los centró en la mesita de centro. Enzo rió al ver aquello y se puso de pie.

—Bueno, donjuán, vamos a divertirnos. —animó el anfitrión con su peculiar acento.

—Espera, Isla se irá... —espeté.

—Izan... —objetó ella, aún abrazada a mí.

Enzo nos miró, luego a Kennedy y suspiró, metiendo sus manos a los bolsillos delanteros de su pantalón de gala.

—Te voy a dejar algo claro, campeón, nadie está aquí retenido a la fuerza. Si tu mujer quiere irse por mí no hay problema, la traje porque creí que se alegraría de ver a esas perras, en esa situación deplorable. Pero en cambio comenzó a darme lecciones de vida y despotricó dichos como; "la venganza no es buena, mata el alma y la envenena", o cosas como "eso no los hace mejores personas, los convierte en monstruos como ellas". —imitó la voz de Isla con fracaso y luego rió mientras negaba con la cabeza.

—Enzo. —lo reprendió Kennedy y él se disculpó.

Arrugué la frente ante eso, pues este tipo jamás se habría disculpado y creo que tiene una cierta inclinación por la periodista. Un sabor amargo se instaló en mi paladar.

—Como sea. Le diré a mis hombres que la lleven de vuelta...

—No hace falta, me quedo. —Isla acomodó su suéter y sujetó mi mano con fuerza, como si con eso le advirtiera a Kennedy quien era ella.

—¿Estás segura? —inquirí mirándola directamente a los ojos, ignorando sus celos.

—Muy segura. —afirmó con tono neutro.

Suspiré.

—Bien, pero te quedarás aquí.

—Pero...

—Nada de peros —la lleve a la sala y la senté en el sofá, me puse de cuclillas frente a ella, tomé sus manos y besé el dorso de cada una —. Quédate aquí, hablaremos de todo esto en cuanto vuelva. —la besé fugazmente en los labios y ella suspiró.

—¿De todo? —preguntó por si las dudas.

—De todo. —le prometí y luego besé su frente.

—¿Serás honesto conmigo?

La miré suspicaz ante esta nueva pregunta suya, pero accedí.

—Por supuesto, amor.

Isla suspiró conforme ante mi afirmación.

—Bien, entonces aquí te espero, solo no hagas nada de lo que te puedas arrepentir luego. —exigió, hablando de las mafiosas torturadas que Enzo guardaba bien como su mejor tesoro.

—Lo tendré en cuenta, nena.

—Yo me puedo quedar con ella y hacerle compañía. —mencionó de repente Kennedy, haciendo que Isla y yo la miraramos.

—No hace falta. —espeté poniéndome de pie, ya que justo en este momento presentía que no era bueno que mi ex amante y mi mujer, estuvieran juntas y hablando en sabrá Dios que cosas.

—Yo insisto. —me contradijo y se acercó para sentarse junto a Isla.

Isla me miró y suspiró calma.

—Estaremos bien, tranquilo. —dijo Isla con voz tenue.

—Vamos, hombre —Enzo me palmeó el hombro derecho —, déjalas hablar, no pasará nada malo.

No muy convencido, las dejé solas mientras me dirigí con el siciliano hasta la habitación adaptada para mantener cautivas a nuestros peores demonios. Cuando entramos, pude ver a Lenka Egorova como siempre la deseé ver; maltratada, humillada y llorosa. Eliana Volkova pintaba lo mismo que su prima.

—¿Como se llama esa cosa? —señalé el instrumento en el que el cuerpo desnudo de Lenka, pendía.

Enzo sonrió con orgullo.

—Es una de mis armas favoritas de todas. Se llama Cuna de judas.

—¿Y en que consiste? —miré maravillado la escena bizarra.

—Esta tortura consiste en elevar a la persona con un sistema de cuerdas y poleas, para luego dejarlo caer sobre una pirámide de madera afilada. —señaló el objeto.

Mire la pirámide puntiaguda de madera afilada, sobre la que Lenka colgaba.

—Este método lo usaban en la Santa inquisición, para obtener una confesión rápida de los acusados, pero con una muerte dolorosa —sonrió malicioso y continuó con su testimonio —. El reo era suspendido por la cintura con una abrazadera de hierro. —mostró el cinturón de metal que atrapaba la frágil cadera amoratada de la rusa.

—Ya veo. —me di la vuelta y esta vez mire a Eliana, acostada sobre una cama de madera con las manos y pies atados a unas gruesas cuerdas dirigidas a una rueda del mismo material que la cama —. ¿Y eso qué es?

—Se le llama potro. Y en los tiempos de la inquisición, era un instrumento y un método de tortura en el que el acusado era atado de pies y manos a una superficie conectada a un torno, igual que a Eliana. Al girar —señaló la rueda de madera y la giró un poco, haciendo que la rubia chillara de dolor, pues claramente tenía los codos dislocados al igual que las rodillas —. ¿Lo ves?, el torno tiraba de las extremidades en sentidos diferentes, usualmente dislocándolas pero también pudiendo llegar a desmembrar y por el momento, ella solo tiene sus cuatro extremidades dislocadas.

—¡Vladimir te va a despellejar vivo! —dijo Eliana entre la agonía de su dolor.

Enzo rió a carcajadas, se acercó a ella, la tomó con brusquedad de la cara y haciéndola mirarlo le dijo con furia:

—Quiero ver que lo intente, y créeme, lo voy a desollar enfrente de ti, antes de desmembrar tu puto cuerpo y mandarlos juntos al maldito infierno del que nunca debieron salir.

Pese a que ellas se merecían esto y más, las palabras de Isla me llegaron a la cabeza y mi racionalidad me gritaba con desesperación que esto no estaba bien. Ya con la cabeza fría sabia que nada de esto debería de estar pasando, no cuando quería redimirme de toda la mierda que cargaba desde hace ya una década.

Isla tenía razón, no podía tomar venganza por mano propia. Sin decir nada, salí de la habitación dejando al italiano con ellas y sus instrumentos de tortura. Necesitaba ver a Isla para que con su luz, calmara a mis más temibles demonios.

Cuando llegué a la sala, me encontré solo con Kennedy y su mirada perdida. Isla no estaba y eso me hizo sacarla de sus cavilaciones.

—¿Dónde está Isla?

La pelinegra al escuchar mi pregunta, sacudió ligeramente la cabeza y me miró. Se puso de pie y se acercó a mí con la mirada triste y con una angustia impregnada, que me alarmó.

—Ella se fue, Izan, lo siento.

—¿Qué? ¿Cómo que se fue? ¿A dónde?

Bajó la cabeza y sollozó.

—Hablé con ella —cubrió su rostro con ambas manos y dijo con tono vacilante —: Le dije que te amaba y que no me rendiría contigo sin pelear por ti.

—¿Te volviste loca? ¿Por qué le dijiste eso? Sabes bien que yo amo a Isla, siempre fui claro contigo, Kennedy. ¡Joder!

Me tomó del brazo pero me liberé de un tirón brusco que la sorprendió.

—Izan... —jadeó.

—¡No! —maldije en voz alta —. ¡No sé las cosas que le hayas dicho para que ella se fuera, pero si algo le pasa tu cabeza será la primera en rodar! —le pase de lado pero a continuación me detuve al escuchar lo que dijo:

—¡Me confundes, Izan! ¿Qué mierda quieres de mí? Me haces creer que te importo, te pones celoso de Enzo y me rescatas del chico malo sin importar que pongas en riesgo tu vida —la escuché acercarse y se detuvo a un par de pasos de mí —. ¿Qué quieres de mí, Izan? Porque te juro que esto me está matando.

¿Qué quiero de ella?

Perdón.

Me giré a verla a los ojos y con una mirada más suave, suspiré y espeté:

—Lamento que te haya confundido mi comportamiento, pero mi decisión no cambiará. Isla fue, es y será el amor de mi vida. La amo y ni el puto tiempo, ni la jodida distancia nos a hecho olvidar el gran amor que nos tenemos.

—Pero...

—Te aprecio, Kennedy, en serio. Pero mi comportamiento tiene una explicación y es que tú solo eras parte de mi exención.  Y perdón, pero sabes que no estoy enamorado de ti.

—Por favor, danos una oportunidad. —imploró y su suplicio me hizo sentir una mierda.

—Lo lamento, de verdad. Pero mi lugar está con Isla.

Sin esperar más tiempo, salí de la mansión y miré para todos lados en busca de Isla, pero no la vi en ningún lado. Estaba por bajar las escalinatas, pero el grito de Kennedy me hizo girar a verla.

—¡Izan! —corrió hacia a mí y antes de poder reaccionar, se colgó de mi cuello y me atrajo hacia ella para besarme.

Instintivamente la tomé de la cintura cuando intentó subirse como koala sobre mí cadera, pero no la dejé y con todas mis fuerzas logré alejarla de mí.

—¿Qué carajos? —espeté y ella me miró avergonzada.

Escuché el portazo de un auto y cuándo giré, miré a Isla caminar a paso apresurado por el sendero.

—¡Isla! —la llamé, pero se negó a detenerse.

Iba tras ella pero la mano de Kennedy sobre mi brazo, me frenó en seco.

—Dime que no sentiste nada con el beso que nos acabamos de dar —me retó con sus ojos grises —. Pero dímelo a los ojos.

Atrapé su mano y la obligué a soltarme.

—Hace mucho tiempo lidié con una mujer que se obsesionó conmigo, asi que por favor, no me hagas lastimarte porque no estoy de humor para batallar con una nueva demente.

—Me devolviste el beso, Izan. Sientes algo por mí aunque te aterre aceptarlo. —susurró e intentó acariciar mi labio inferior, pero la detuve al tomar su mano en el aire.

—Joder, mantente alejada. —solté su mano y la miré frívolo.

Luego, la dejé ahí parada y corrí al auto, lo encendí y fui tras Isla para tratar de explicarle lo que acababa de ver. Tenía que hacerle ver que las cosas no fueron como ella creyó. Debía darse cuenta de lo mucho que la amaba y que mi amor y mis pensamientos eran suyos y ahora también de nuestro hijo; de nadie más.

Pero debo admitir que la terquedad de Kennedy, con ese supuesto amor del que hablaba, me mantenía un poco abrumado y sabia que a Isla la tenía aún peor.

♥︎♥︎♥︎

Sé que me sigo demorando mucho con las actualizaciones (y eso que ya estamos en los últimos capítulos), pero de verdad que la ansiedad por la que paso me deja bloqueada y no puedo avanzar. 😭

Las quiero mucho, chicas, de verdad, pero entiendan un poquito mi situación. He pasado por muchas cosas en mi vida y aún hoy en día no las he superado del todo. Y para ser sincera, soy más de las que sufren en silencio y simulan que todo esta bien cuando en realidad está lejos de estarlo.🥺

Prometo echarle ganas.💖

En fin...!🙈

No quiero aburrirlas más con mis cosas, espero de verdad que el capitulo les haya gustado y si fue así, háganmelo saber con sus comentarios y sus estrellitas.🙏🏼💐🥰

Con amor; Ana.❤

Pdt: un poco de humor.

La mía sería: "La emocionante vida de un símbolo sexual".🤣

¿Cuál es el de ustedes?

Las leo.🤭

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