31:♡Manipulación♡

☆☆☆

San Petersburgo, Rusia.
10 años atrás:

Subí las escaleras al tercer piso y caminé por el pasillo sosteniendo el arco del violin que amablemente me había prestado el padre Tom, quien era nuestro profesor de música, y se lo iba a devolver. Llegué a la puerta de cristal la cual estaba cubierta desde su interior con una gruesa cortina roja, intenté abrir, pero me di cuenta que la puerta nuevamente se había trabado.

—Santa...puerta...vejestoría...,abrete... sésamo. —me agaché y apoyé el arco en la pared, para usar mis dos manos y empujar la puerta.

Cerré los ojos y la empujé con tanta fuerza, que en efecto la abrí pero ingresé con brusquedad al salón. Caí al suelo con las rodillas y sostenida con las manos para evitar besar el piso. Literal, parecía perro.

—¿Ty v poryadke? —miré los zapatos negros y relucientes de un chico parado frente a mí.

Apreté los ojos y sin mirarlo, me puse de pie.

—No hablo takataka.

—¿Estás en un internado en Rusia y no hablas ruso?

Bufé.

—¿Quién eres tú? Este es un internado para señoritas. —refuté mordaz, sin atreverme a mirarlo aún.

—¿Y tú eres señorita?

Finalmente lo miré, pero la indignación que sentí por su pregunta se esfumó en cuanto mis ojos grises, conectaron con los azules de aquel rubio que me miraba divertido. Este chico tenia que ser ilegal; era hermoso y sexy.

Ahora todos los libros sexosos que me había leído a escondidas de las hermanas, surtieron efecto en mis débiles hormonas. Sacudí la cabeza dejando de lado ese pensamiento tentador y la trensa larga que llevaba tejida, se desgajo un poco cuando caí al piso. Así que comencé a medio arreglarme con la ayuda de mis dedos.

—Me tengo que ir, pero aún no me has dicho quien eres y qué haces aquí. —pedí no tan valiente.

El chico suspiró y echó algunas de sus hebras de cabello dorado, hacia atrás. Dios, hasta haciendo algo tan simple era sensual.

¿Como se respiraba?

—Soy Adán, entre tantas Evas. Pero tú, sin duda serás mi Eva favorita. —tomó el final de mi trensa de cabello, pero lo manoteé y me eché para atrás.

Arrugué la nariz.

—Yo no soy Eva, soy Kennedy Anderson. Y creo que aquí tú eres la serpiente y no Adán.

Sonrió divertido y soltó una exhalación, haciendo que mis muslos se apretaran. Creo que el ser una adolescente recluida de quince años, no le hacia bien a mis hormonas desatadas.

—Si eso crees, krasivyy.

"Hermosa".

—¿Kra qué?

Rió ronco, acomodó su camisa y repitió.

—Krasivyy, significa hermosa en ruso.

Asentí con un gesto en los labios.

—Ya veo, bueno, yo solo he venido a traer el... —miré para todos lados y no vi el arco, pero luego recordé y salí por él al pasillo. Volví al salón y le enseñé al rubio lo que sostenía —. El arco del chelo, me lo prestó el padre Tom, para que pudiera tocar el violin.

—¿Tocas el Chelo?

—El violin, bueno, aunque aún estoy aprendiendo ya que todavía me falta más practica.

El chico de unos dieciocho años, asintió tranquilo, se dio la vuelta y cerró la puerta tras de mí. Lo miré sobre el hombro y luego me pasó por el lado, tomó un banquillo y se sentó. Señaló el violin recostado sobre la mesa de madera al fondo y lo miré nerviosa.

—Te dije que...

—Te entendí, solo muéstrame lo que sabes. —pidió con su lindo acento sexy y varonil.

—¿Tú tocas?

No supe como interpretar su sonrisa cuando le pregunté aquello. Pero admito que un cosquilleo raro se paseó en mi interior.

—Claro, y sé tocar muy bien, ¿quieres que te muestre?

Pasé saliva con dificultad y asentí. El rubio sonrió y suspiró.

—Muéstrame que tienes, y luego yo te enseño lo que sé, ¿te parece, krasivyy?

—De acuerdo. —caminé al violín y lo saqué de su estuche, me acomodé en el banquillo y luego apoyé el instrumento entre mi hombro y mi menton, reafirme el agarre del arco con la mano derecha y comencé a deslizarlo por las cuerdas con delicadeza.

My Heart Will Go On, sonó en el salón silenciado.

Siempre que tocaba, me gustaba cerrar los ojos y me dejaba llevar por la sinfonía de cada cuerda con una nota diferente entre el do re mi fa so la si, me relajaba. Así estuve por tres minutos, hasta que bajé el ritmo y finalicé la canción. Abrí los ojos y tomé un pequeño suspiro, le sonreí al rubio, quien me miraba sin ningún tipo de expresión en el rostro.

Mordí mis labios y me paré del asiento, guardé el violin en el estuche y el arco lo metí junto a su chelo. Me di la vuelta y sacudí con nerviosismo la falda larga de mi uniforme escolar.

—Tu turno. —susurré animada.

El chico tomó aire, se levantó y caminó hacia mí. No dijo nada, se quedó parado a dos pasos de distancia, mirándome con atención. Y en serio, en serio estaba sudando de los nervios.

—Lo estuve pensando, y llegué a la conclusión de que no creo que quieras que te muestre lo que sé.

Inflé los cachetes de aire y luego lo boté con un sonido extraño.

—No creo que toques tan mal, igual y si quieres, yo te podría enseñar lo que sé. —le ofrecí con amabilidad.

Torció los labios, mostrando una reluciente sonrisa.

—Digamos que mi forma de tocar, no es tan delicada como lo eres tú y el violín. ¿Aún así, quieres qué te muestre? —pasó su pulgar por mi labio inferior.

Digamos que luego de que supiera lo que significaba cuando "el conejito" se metía a la "cueva", me pude imaginar un tanto lo que este sexy chico intentaba decir. Pero bueno, decidí jugar a la ignorante y dulce niña, que caía en sus juegos de seducción.

Asentí.

Sonrió fanfarrón y en un rápido movimiento, me tomó de las caderas elevándome en el aire y mis piernas con vida propia se abrazaron de su cadera. Me estampó de lleno contra el muro viejo del salón y atrapé en su mirada la oscuridad que en ellos se formaba.

—¿Qué haces? —ok, esto si que lo esperaba, pero tenia que fingir que era una asustada gacela.

—Te enseñaré como toco, tu cuerpo será mi instrumento y tus partes íntimas —se acercó y succionó mi labio inferior, haciendo que mi cuerpo reaccionara —. Serán las cuerdas para hacer música. —pasó su índice por encima de mis bragas y gemí, haciéndolo sonreír —. Justo de eso hablo, una dulce melodía que saldrá de esa boquita.

—¿Y... luego?

—Si te muestro lo que sé, ¿qué me das a cambio? —preguntó, mientras su mano traviesa desanudó el moño rosa con gris, que adornaba mi cuello y el cual era parte del uniforme del internado.

Fue mi turno de sonreír. Pasé mi mano derecha con delicadeza por su frente y le aparté algunas hebras de su cabello rubio.

—El mejor concierto de tu vida. —ofrecí sintiéndome acalorada.

Sin saberlo, creí que lo había atrapado y que lo tendría comiendo de mis manos. Por que en los libros que leía, siempre era así, pero al parecer la vida real era totalmente diferente. Y lo comprendí cuando me di cuenta que eso estaba lejos de pasar, por que yo era la presa y él era el temible cazador.

Mis escapadas con él siempre terminaban en una sola cosa, tocando... no música, pero si cada centímetro de nuestros cuerpos sudorosos, mientras me hacia suya. Y si, con él perdí realmente la virginidad.

—Ahhh... —gemía mientras Vladimir me embestia con rudeza contra el muro del internado.

Me sonrió con su boca entre abierta, bajé la mirada a nuestros sexos en donde contemplé como su verga invadía mi vagina desvirgada desde hace dos meses por su polla.

—¿Lo ves? Te he hecho para mí, eres como una melodiosa canción de mi autoría.

—Dame más, estoy a punto... oh... Vlad. —me sostuve del tubo y eché la cabeza hacía atrás, mientras mi espalda se arqueó y solté un grito de satisfacción que él acalló cuando me besó.

Todos los días y desde hace tres meses en misa, Vladimir Volkova y su padre, eran los invitados de honor y el padre Tom, siempre nos pedía dar una oración por el alma caritativa de los Volkova, quienes proporcionaban ayudas en el internado. Todas mis compañeras suspiraban por Vladimir, pero yo, a pesar de ser la chica "tímida e inocente" era la única que probaba su manjar, casi todos los días.

Nos sonreíamos en las misas y luego disimulabamos bien.

Cuando cumplí diecisiete años, mis padres me dejaron quedarme un mes lo que duraba el verano en casa de Ivanka, quien se había convertido en mi mejor amiga y quien por suerte era la hermanastra de Vladimir. Katherine, a pesar de ser mi otra yo, jamás le dije lo que hacía mientras ella dormía en la otra ala, por que ella se había esforzado mucho por ser la gemela mala y yo a pesar de ser una vil mentirosa y mojigata, no quise desbancarla de su trono del mal.

Pensé que el de verdad me quería, pero en realidad Vladimir me manipulaba, jugaba con mi cabeza solo para que yo hiciera lo que él me pedía. Así de loca estaba por él, seduje al chico que él odiaba por que él en su loco afán me lo pidió.

—¿Como crees qué voy a hacer eso? —repliqué azorada por su petición.

Se inclinó y me tomó de las mejillas.

—Dijiste que me querías, krasivyy. Pues demuéstralo, solo quiero que seduzcas a ese hijo de puta y luego que este rendido a tus pies, déjalo para que baje la guardia y pueda destruirlo.

—¿Y qué te hace creer que puedo tenerlo rendido a mis pies? —inquirí mirándolo fijamente.

Vlad sonrió, me besó suave y susurró contra mis labios.

—Eres una chica hermosa Kennedy, y si tan solo te miraras desde mis ojos, sabrías lo que yo y Stephen Douglas, vemos en ti. —mordió mi labio inferior, haciéndome gemir y acceder a sus oscuras fantasías.

—Bien, lo haré.

—Te estaré observando desde aquí.

—Hola, Steph.

El pelinegro me observó y sonrió.

—Hola, Leah. —besó mi mejilla, cerca de la comisura de mis labios.

Sonreí coqueta, entrando en mi papel de seducción.

—¿Te gustaría bailar?

Sus ojos se iluminaron ante mi propuesta.

—Claro, bonita.

Sonreí, y a sabiendas de que eramos vigilados muy atrevida, lo besé con fervor.

—¿Y eso por qué fue? —preguntó el pelinegro, mirándome sonrojado.

—Porque me gustas, no es obvio. —admití, logrando que él volviera a besarme, mientras veía como Vladimir nos miraba desde el otro lado de la barra.

Si que disfrutaba de esto. Cuando acabamos de "bailar", me despedí con la promesa de vernos en otro momento. Regresé con el ruso y le sonreí triunfal.

—¿Qué tal estuve?

Me miró serio.

—Yo queriendo apagar mis demonios y llegas tú, y les prendes fuego. —soltó, mientras me tomaba bruscamente de la cadera, para besarme con salvajismo.

Cuando soltó mis labios, pregunté aún colgada de su cuello:

—¿La alumna superó al maestro?

—Jamás —me besó castamente y luego me dio una pequeña cachetada que me hizo avanzar al lado —, vamonos de aquí, te tengo que enseñar más cosas.

En ese día, pasaron muchas cosas y una de esas cosas también fue el swinger. Miré azorada todo lo que mis ojos me mostraban de este lugar. Todo lo veía con otra perspectiva en ese momento, para saber que más adelante lo que Vladimir me hacia, no era educación sexual, sino explotación.

En pocas palabras yo creía que todas sus ideas eran fantásticas.

Ja.

—Tienes que saber tres cosas claves de este lugar. Los aspirantes, principiantes y expertos, no son iguales aunque lo parezcan, así que analiza bien tu entorno y elige bien al jugador.

Acaté la orden y mientras bebía de mi soda (por que eso si, el señor me dejaba seducir a todo aquel que pedía, pero no me dejaba tomar alcohol; era muy responsable), analicé a los futuros candidatos para mi juego, pero así como los tomaba en cuenta, así los descartaba al ver que eran novatos, como yo.

Tardé al rededor de una hora, Vladimir me dio mi tiempo y se mantuvo fijo en mis elecciones visuales, sin decirme un no o un si. Esta vez la decisión seria mía y él la respetaría.

Un chico moreno de cabello rizado y ojos grandes, entró solo al lugar, y el collar de plata que colgaba de su cuello oscuro, me atrajo mucho. Además de saber por la confianza con la que llegó (sin parecer sorprendido de lo que pasaba a su alrededor; como si estuviera acostumbrado a ver esas escenas) y me hizo saber que él era un experto que buscaba diversión.

—Lo quiero a él. —lo señalé con el mentón, sin perderlo de vista. Sentí los labios de Vladimir, cerca de mi lóbulo derecho y luego susurró.

—Su nombre es Morati Mandinga.

Reí fuertemente ante lo ridículo del nombre. Miré al rubio y sonrió.

—¿Me estás tomando el pelo? —eleve una ceja.

—No, el tipo es africano y si no me crees, dile que juegue contigo, pero antes pídele su nombre.

Enarqué la ceja, me paré del banquillo y me acerqué al chico de color, que estaba sentado en la mesa frente a nosotros. Con atrevimiento jalé el banquillo y me senté junto a él, bajo la atenta mirada de Vladimir.

—Hola, ¿hablas inglés? —le pregunté, sus ojos verdes me dejaron zofocada cuando me contempló, pues hacían un buen contraste con su piel oscura.

Era más lindo de cerca.

—Si.

Espabilé y sonreí ante su afirmación.

—Soy Keny.

Tomó mi mano y besó el dorso con caballerosidad.

—Morati Mandinga. —dijo presentándose.

Juro que cuando escuché su nombre salir de su boca, tomé todo de mí para no morir de la risa ahí mismo. Miré hacia Vladimir, quien solo dijo "te lo dije". Le sonreí a Morati Mandinga y me incliné hacia él.

—Verás, Morati Mandinga, me preguntaba si querías... jugar conmigo y mi amigo.

—No.

De acuerdo, esto no me lo esperaba. Pestañeé incrédula.

—¿No? —repetí solo para confirmar que había escuchado bien.

El moreno asintió y señaló hacia la barra.

—Soy dueño del lugar, yo solo veo que todo este en orden y que nadie rompa las reglas. —dijo con tono brusco.

Miré al rubio, quien reía al ver la escena, mientras una morena de tetas grandes mordía su oreja, juguetona.

—Entiendo, Morati. Pues lo lamento si te incomode,  ya me voy y...

—Espera —me tomó de la mano cuando me estaba levantando, y luego me miró raro —. ¿Eres mayor de edad?

Mierda.

—Yo...

—Morati Mandinga, tanto tiempo, amigo. —Vladimir se acercó cantarin y palmeó la espalda del moreno.

—¿Es tu acompañante, no?

—¡Bingo! —exclamó el rubio, tomándome de la cadera y pegándome a su cuerpo, posesivo.

El tal Morado Macaringo, se puso de pie, creí que nos echaría y que incluso golpearía al rubio por haberme traído a un lugar de adultos. Pero para mi loca sorpresa, lo abrazó y a mí, me besó sorpresivamente en la boca.

—¿Querías jugar? Pues juguemos. —dijo el moreno, tomando mi mano y llevándonos a una sala desocupada para la diversión.

En ese lugar y por quince días, descubrí de todo. No podía creer que una chica de mi edad, ya conociera tanto del sexo. Ahora sé que no era correcto.

Mientras Morati me embestia en la cama, la novia del moreno y quien el otro día le mordía la oreja al rubio, ahora le daba una mamada a la polla de Vladimir, mientras llegábamos a nuestros orgasmos, mirándonos a los ojos; sentía que teníamos una conexión.

Siempre que nos entregabamos a otras personas, al llegar a su casa, nos escabulliamos a su habitación y nos duchabamos juntos, donde él me mostraba su lado tierno y me mostraba lo que era hacer el amor, tierno y suave. Además por que no le gustaba que durmiera con el aroma de otro hombre en mi piel, que no fuera él.

—Te amo, Kennedy. —lamió mi pezon, mientras mi espalda resbalaba en el vidrio mojado de la ducha, mientras él me embestia logrando que el agua de la bañera salpicara por todos lados.

Sonreí, por que yo creía que sentía lo mismo por él. Claramente no era así.

—Yo también te amo, Vlad.

De verdad y aunque suene loco, yo quería y anhelaba que todo con Vladimir estubiera bien, digo, aunque esos te amos sonaron sinceros, él no me había pedido ser su novia, pero yo creí que lo eramos (compartíamos muchas cosas juntos).

Pero el sueño se acabó una noche, en la mansión de su padre. Me pidió que me arreglara con un vestido rojo que resaltaba mis pechos y me pidió que no saliera de la habitación, hasta que el viniera por mí. Obviamente la curiosidad me ganó y bajé a la planta baja.

—¡Tenemos un trato, hombre! —exclamó un hombre, con evidente enfado hacia Vladimir.

—¿Qué sucede? —me sentí confundida al descubrir en la sala de la mansión Volkova, a tres hombres de imponente postura.

Cuando los hombres se percataron de mi presencia, sus miradas cambiaron y ahora me miraban de una manera lujuriosa. Algo que me hizo sentir de algún modo, indefensa.

Vlad se acercó rápidamente a mí y susurró.

—Te dije que no salieras, hasta que yo fuera por ti.

—Tardaste mucho. —susurré de vuelta.

Resopló. Atrapé en su frente una gota de sudor, fruncí el ceño ante aquello, por que era de noche y la mansión estaba fría; no me explicaba su sudor.

—Necesito que subas y vayas directamente al cuarto de Ivanka, este asunto no te concierne. —dijo el rubio, mirándome algo impaciente.

Arrugué la frente. Miré a los hombres detrás de él, quienes susurraba entre si. Volví mi vista al ruso.

—Pero...

—Ve. —gruñó.

—Vladimir, ya sabes lo que te pasa si rompes el trato amistoso que tenemos entre nuestras familias.

Miré al hombre de en medio, quien codeó a su compañero de a lado. El rubio apretó los ojos con fuerza, tomé su barbilla y lo acaricié.

—¿Dime qué está pasando? —exigí al notar que claramente algo estaba pasando.

Mala elección.

—My nikogda ne otkazhem tebe v nashem delikatese, drug. Teper' tvoya ochered' nas kormit', a ty otkazyvayesh'sya dat' nam svoy vkusnyy desert. —dijo con rapidez el hombre con barba afeitada.

"Nosotros nunca te negamos de nuestro manjar, amigo. Ahora es tu turno de alimentarnos y te niegas a darnos de tu rico postre".

Miré al rubio, para que me traduciera lo que ese hombre había dicho. Pero él se calló y sin decir nada, me besó de una manera arrebatadora y como él me enseñó, le devolví el beso por que yo era su igual. Era como él; salvaje y arrebatadora. En el transcurso del beso, Vladimir subió mi vestido mostrando mis glúteos redondos al trío de hombres de enfrente.

—¿Qué haces? —lo detuve y me eché para atrás.

—Por favor, Kennedy. —pidió dibujando una sonrisa ladeada.

—No entiendo, Vlad.

—Verás, Kennedy —dijo el tipo con acento italiano —. Es una loca tradición que tenemos entre mafiosos, supongo que él ya te enseñó lo rico que es compartir.

Abrí enorme los ojos ante esa confesión. 

—¡Oh, no lo sabía! —dijo el tercer hombre y el cual hasta apenas había hablado.

Debió permanecer en silencio.

—Ya sabías las reglas, amigo... no te enamores de la presa.

Mi corazón se había acelerado. El rubio no decía nada, solo se quedó ahí parado y mirando frívolo a los hombres.

—No estoy enamorado de ella. —dijo finalmente con una frialdad, que incluso a mí me heló la sangre.

Arrugué la frente.

—Pues que bueno, por que así no te pesara compartirla. Recuerda que yo te di a probar a mi rica Holandesa. —dijo el italiano con burla.

—Y ni hablar de como devoraste a mi Francesa, casi la estrangulas, campeón. —rió burlesco el hombre de barba rasurada, al recordar su atroz pasado del que Vladimir era cómplice.

Sentí los ojos acuosos.

—La mía no soportó y se terminó lanzando de un puente. —recordó cabreado el que creí era mudo.

Se hubiera quedado callado con esa espantosa información.

Intenté salir corriendo, pero en la puerta grande choqué contra el padre de Vladimir y una mujer rubia de ojos azules. Los hombres llegaron detrás de mí y se quedaron parados, mirando a los recién llegados.

—Lenka Egorova, que milagro, hermosa. —dijo el hombre sin barba, con alegría.

—Eder Duarte. Espero que alejes a la DEA de mis asuntos, tu colega está pisándome los talones. —demandó la mujer con amargura.

Dios, hasta la DEA era parte de su clan.

Luego, su mirada cayó sobre mí, enarcó la ceja y sonrió.

—¿Y esta presa, de quien es?

—De Vladimir, ¿es hermosa, no? —dijo el italiano, mientras chupaba dos de sus dedos, haciéndome sentir repulsión.

—Es mortal, no hay nada de bello en eso, Alessandro. —expresó la mujer, siguiendo su camino y dejándome a merced de estos seres diabólicos.

Estaba sumamente asustada, sabia lo que estos hombres querían de mí y si quería seguir viviendo, tenia que jugar para salir ilesa de este infierno. Vladimir parecía enojado, se acercó a mí e intentó desnudarme a la fuerza pero se lo impedía y grité:

—¡Si vamos a hacer esto, quiero una petición!

El hombre italiano, alzó la mano y todos guardaron silencio, se acercó a mí y preguntó:

—Claro, bonita, ¿qué quieres a cambio de dejarnos probarte?

Me alejé del chico y sonreí, escondiendo mis nervios.

—Estaré con ustedes y gozaré de su compañía, pero pasado mañana me iré con Stephan Douglas, y no me volverán a ver.

Pude ver como la furia en los ojos azules de Vladimir, se formaba y chispeaban. Y claro, a los tres hombres les gustaba y disfrutaban verlo furioso. Eran como incubos que se alimentaban del odio.

—Claro, hermosa, si te portas bien y haces lo que te digamos, podrás ser libre con tu...

—Mi novio, Stephen Douglas es mi novio y me pidió que regresaramos juntos a nuestro país.

—¡Mentirosa! —gruñó Vladimir.

—¡Si, mentirosa por haberte dicho que te amaba, cuando amo a otro hombre al que me pediste seducir y terminé colada por él! ¡Él si me trata bien y es bueno conmigo!

—¡Zorra! ¡no sabes nada de él! —exclamó de regreso él.

De acuerdo, eso lo sabría más adelante.

Sonreí triunfal apartando por un segundo el miedo y las enormes ganas de llorar que tenia por verme obligada a estar con estos hombres, por que Vladimir me engañó. Entendí tarde que solo me estuvo preparando para entregarme a estos infelices, no me enseñaba, me entrenaba para lo que se venía. Pero ahora el verlo furioso, me alimentaba un poco y eso de cierta forma me mantuvo fuerte.

—Si, soy una zorra gracias a ti. —lo rete con la mirada.

—Como sea, vamos hermosa, tenemos una noche larga. Dejemos a Vlad que bereé.

Tomé la mano del italiano y caminé con ellos hacia las escaleras, antes de subir al último escalón, Vladimir dijo:

—Espero que te mueras mientras te follan todos y si no, deseo que cada vez que vuelvas a tener sexo con alguien, recuerdes que fuiste la presa y la puta de una red de mafiosos.

Lo miré desde el piso de arriba y él permanecía en la planta baja. Sonreí aunque por dentro gritaba y lloraba por el infierno que sabia iba a pasar.

—Pues gracias, cariño, pero yo de verdad espero sobrevivir y convertirme en la mujer fuerte que deseo ser en un futuro en el que tú ya no figuras. —le mostré mi dedo medio y entré a la sala, donde cinco hombres más, esperaban por mí.

Dios, moriré aquí.

Presente:

Cubrí mis ojos con el brazo cuando resumí mi pasado en un oscuro recuerdo impulcro del infierno pasado y de como todos esos hombres, me lastimaron para poseer a la niña precoz que era a mis dieciséis años.
Estaba jodida y todo era por ese puto ruso.

—¡No, corre, vete, huye! —esa era la voz de Izan en la sala.

Alguien con una similitud a mi pasado.

Me puse de pie y salí descalza de la habitación, me acerqué a él y moví su hombro.

—¿Leif? Oye, despierta —pinché su hombro con el dedo, pero estaba muy dormido y perdido en lo que claramente era una pesadilla —. Tranquilo, despierta ya...

Tiró de mi brazo y caí en el sofá y él estaba sobre de mí, con los ojos llenos de odio y sus manos obstruyeron la respiración al presionar mi cuello.

—¡Muere, Lenka, te dije que te mataría!

Luché pero no logré alejarlo, todo hasta que mi hermana me auxilió y fue así como él regresó en si. Pude ver en sus ojos el arrepentimiento y el dolor que sintió al saber que me había atacado estando dormido. Luego de que Izan se fuera, miré a Katherine, quien aun me observaba molesta al otro lado del salón.

—¿Qué?

—Nada, solo no puedo creer que casi mueres en manos del hombre que se supone nos esta cuidando de tus enemigos.

—Tiene un pasado muy turbio, Katherine, tampoco seas juez en una vida de complicaciones.

Mi hermana rodó los ojos, acomodó su cabello corto y suspiró.

—Lo siento, tienes razón. Es solo que, aún me pesa que me haya rechazado.

Me levanté del sofá y sonreí, mientras me acercaba a la cocina.

—Te dije que tu plan sería un total fracaso. —le recordé, sirviéndome un vaso de agua.

—Pues si, tienes razón. El imbécil me mandó a dormir cuando quise seducirlo, casi casi me dijo "lo siento, pero tú no eres mi tipo" —soltó con tono varonil, haciéndome reír —. Y eso sería ilógico, por que si tú eres su tipo obviamente yo también lo soy.

Rodé los ojos.

—Te dije que no lo hicieras y aún así lo hiciste, ahora déjalo tranquilo y regresemos a la cama. Oh y por cierto, nos mudaremos al nuevo apartamento de Jeremy, mañana. Ya hablé con él.

—¿Qué? Sabes que yo no tolero a ese estúpido pelirrojo, trasero de babuino.—refutó molesta.

—Izan necesita su espacio, Katherine, además, no entiendo por que detestas tanto a Jeremy, él es un buen chico.

Rascó su cuello y caminó hacia la habitación, pero no entró, se quedó parada de espaldas y dijo:

—No sé si me creas, pero en serio, cuando tuve sexo con él, me grabó sin mi consentimiento y por mucho tiempo él me manipuló con ese video para que estuviéramos  sexo otra vez —me miró sobre su hombro, mientras yo estaba incrédula ante sus palabras —. No fue casualidad que él llegara de intercambio a nuestro instituto, Keny, él fue solo para recordarme que tenia algo de mí y que podía usarlo en mi contra si no accedía. Pero no contaba con que yo soy una mujer fuerte y no le quedó de otra que rendirse al ver que no lograría nada —bufó —. Nunca lo subió, o al menos eso creo, aunque no estoysegura. Así que cuidado, por que no dudo que intente seducirte para lograr su cometido; una loca y absurda obsesión por nuestro gran parecido físico.

Me llevé las manos a la cabeza, no podía creer lo que mi hermana me decía.

—¿Estás actuando? Dime que solo me estas bromeando. —le supliqué, mi hermana se acercó a mí y me tomó de las mejillas.

—Nunca jugaría con algo así. —afirmó, mientras a mí un sudor frío me recorría la espalda — No puede ser, ya te lo tiraste, ¿cierto? —soltó mi rostro y negó sorprendida.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —le recrimine con un hilo de voz.

—Porque teníamos un puto trato, tú nunca te comerías lo que yo probé ¿ya lo olvidaste? —bufó amargamente —. Olvidalo, es irrelevante y si no te dije fue por que no me creerías, él te tenía comiendo de su mano y con todo lo que hacía por ti solo para quedar bien... mierda, nos estuvo manipulando a las dos todo el tiempo. Creí que en serio estaba cambiando y que solo te veía como una amiga.

La puerta sonó con un ligero golpe en ella y antes de que pudiera asomarme por la mirilla para ver quien era. Un golpe seco la derribó y finalmente el hombre que venia por nosotras apareció.

—Hola, chicas. Lamemto interrumpirlas, pero me temo que tienen que venir conmigo.

Mi hermana me miró temerosa, yo permanecí impasible y negué ligeramente.
Bien, aqui vamos, de vuelta al infierno para mí y por primera vez para mi hermana.

♥︎♥︎♥︎

LO SIENTO, EL CAPÍTULO NO APARECÍA POR QUE DESCUBRÍ QUE SE HABÍA PUBLICADO LA VERSIÓN INCORRECTA. YA LO HE REVISADO Y ESTE ES EL CAPÍTULO BUENORRO.🤭😜

¿QUÉ LES PARECIÓ EL CAPÍTULO?

NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR.

BENDICIONES PARA DONDE SEA QUE TE ENCUENTRES LEYENDO MIS LOCURAS. 🙏💐

CON CARIÑO INFINITO, ANA: ⚘🥰

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