3:♡Sexo y éxito♡
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Terminé de redactar el informe de la nota que Jim logró obtener para mí. Me quité los lentes y froté mis ojos con cansancio. Me estiré cansinamente sobre la silla de mi escritorio y solté un gran bostezo.
Apagué mi laptop y me puse de pie con dirección a mi cama, pero antes de siquiera poder acostarme, mi teléfono comenzó ha sonar justamente sobre mi escritorio.
Maldije mentalmente y regresé al escritorio, arrastrando mis pies descalzos sobre la alfombra. Cojí el aparato y respondí la llamada sin fijarme quien me llamaba ha estás horas.
●Bueno...
Mi voz salió más cansada de lo que prendía emplear.
●Señorita Anderson, soy Patxy, lamento haberla despertado.
¿Despertado?, ni siquiera he podido cerrar los ojos en toda la noche, pero ella no tiene por que saberlo. Espabilé rápidamente y carraspeé.
●Oh, hola Patxy (froté mis ojos somnolientos) Si hablas para preguntar sobre mi nota informativa para el periódico de mañana, déjame decirte que ya la tengo. Si gustas, puedo enviarte un borrador por correo.
●No, Keny. El motivo de mi llamada en realidad no tiene nada que ver con tu trabajo.
Fruncí el ceño ante su aclaración.
●¿Ah, no? Y entonces ¿ha qué se debe?
La escuché suspirar contra la bocina del teléfono.
●El señor Peterson me ha mandado un informe, y apenas lo revisé... lo siento mucho Keny.
Apreté los ojos con fuerza, e incluso mi teléfono sufrió un poco del malestar que sentí ante las evidentes palabras de Patxy, la secretaria del señor Peterson.
●Pero ya tengo la nota, sé que este articulo le gustará.
●De verdad lo siento mucho, Keny. Pero la chica que está en su pasantia, llevó un articulo que impactó mucho al señor Peterson, así que le ha dado el párrafo en el periódico que te pertenecía a ti.
Mis ojos escocierón y el nudo que se formó en mi garganta, me impidió poder articular alguna palabra que no se escuchará ahogada por mi dolor.
Patxy se disculpó y finalizó la llamada, bajé mi teléfono lentamente sobre mi escritorio y me dejé caer de culo sobre mi silla.
No sé cuantas horas me la pasé llorando en silencio, mientras todos dormían, yo sentía como mis estudios, mis trabajos y mis sueños, se esfumaban frente a mis ojos sin poder detenerlos. Finalmente la luz que anunciaba la hora perfecta del día, entró por mi ventana y con ella, el sonido de la bocina de Jim, quien como cada mañana, venía a recogerme para llevarme al trabajo.
Un trabajo del que claramente ya me habían despedido hace unas horas.
¡Dios! ¿Qué le iba a decir a Jim?, su sueño de ser un gran fotógrafo reconocido, también dependía de mi superación como periodista de prensa profesional.
Lloré más dolida ante aquella aclaración mental y me levanté de mi cama sin dejar de derramar las gotas saladas que se deslizaban por mi rostro pecoso. Me dí una ducha rápida y en tiempo récord, ya estaba limpia y "presentable", frente a mí mejor amigo.
Jim estaba recargado sobre el cofre de mi carro estacionado, su moto estaba aparcada bajo la acera, con su casco colgado de su manubrio. Cuando me vio, frunció el ceño y descruzó los brazos.
—¿Por qué las gafas de sol a las siete de la mañana? —cuestionó formando una sonrisa.
Miré su chaqueta de cuero negro sobre su torso y esa mochila que se cruzaba por su pecho, en dónde cargaba su cámara para capturar las mejores fotografías y sus cosas personales. El nudo volvió a atacar mi estabilidad y un puchero se formó en mis labios.
Y si, lo supe por que Jim imitó mi puchero, otra vez y sin querer.
—Keny, ¿qué pasa? —se acercó a mí y me tomó de las mejillas, sus manos frías le hicieron bien a mi piel caliente por el llanto —. ¿Por qué estás así?
El pelirrojo me quitó las gafas oscuras que traía puestas y me detalló con evidente preocupación. Sus ojos grises me miraron sin entender el motivo de mi depresión; mis ojos bien hinchados demostraban que me la había pasado llorando por largas horas. Mis hipidos entre el llanto, me hicieron tartamudear cuando hablé:
—Jim... lo-lo siento... mucho —sorbí por la nariz, mientras que el pelirrojo limpiaba mi llanto con sus pulgares
—. Me-me han... echado... del... Red Time.
Lo escuché suspirar, soltó mi rostro y la mochila que como dije antes, venía colgada sobre su pecho, la abrió y miré como sacó un pañuelo desechable. Cerró nuevamente la mochila y sin darme el papel, él mismo se encargó de limpiar mi cara húmeda. Me le quedé mirando mientras él se ponía a la tarea de eliminar cualquier rastro de lagrima de mi piel.
Era tan lindo, ¿por qué nunca me he enamorado de él?
Sacudí ligeramente la cabeza ante aquella pregunta y suspiré.
Cuando terminó, el escalofrío que me provocaba su cercanía se esfumó con él cuando dio un paso hacía atrás y me sonrió mostrando sus tan característicos hoyuelos. Me despejé de lo que sea que haya sido eso y exhalé, aún con tristeza.
—¿Estás mejor?
—No. —solté con honestidad.
—Ven, vayamos ha que almuerces algo.
—No tengo hambre. —cubrí mi rostro un poco avergonzada.
—Keny, no te sientas mal por lo que pasó. Siempre hay una solución y si ese viejo panzón no quiso más de tu talento en su periódico mediocre, entonces ahí no pertenecías y él se lo pierde.
Lo miré por las rendijas de mis dedos y no pude evitar reír.
—Pero tu trabajo también dependía de ese periódico.
Él negó y me hizo quitar las manos de mi cara y me detalló de frente.
—Si yo estaba en el Red Time, era por ti, no por ese desgraciado insensible. Así que si eso era todo, pues bien, yo tampoco pienso volver sin mi chica.
Lloré nuevamente por sus palabras.
—Eres... tan lindo...
—Basta, deja de llorar. —frotó mis brazos y sentí como besó mi coronilla.
—Lo que no me queda claro —suspiré —, es como la universitaria logró impresionar al señor Peterson, al grado de que le diera mi artículo a ella, quien claramente es más Novata que yo. —dije un tanto confundida.
—¿En serio no te das una idea? —me cuestionó con una media sonrisa.
Las mejillas se me calentaron, pero ya no por el llanto, sino por la clara evidencia de lo que ocultaba en ellas con sus palabras sugerentes.
—Bueno, tengo una teoría un poco extraña y asquerosa. —admití, doblando mis labios en una fina línea.
Jim rió y asintió con la cabeza, logrando que algunos mechones de su cabello rojizo, le cayeran delicadamente sobre su frente.
—Así es, Kennedy. Sexo por conveniencia, se convierte en Sexo y éxito. Por eso, Francely , pudo dominar al viejo feo y con eso se ganó un artículo en el periódico.
—Mi artículo —susurré molesta —. ¿Es que como puede ser posible que una mujer tan ruin, se lleve el premio grande? Yo no pude subir ninguna nota en una semana, por que al señor "novata", le faltaba visión para ver más allá de sus propios deseos.
—Cálmate, Keny. Las cosas pasan por algo y la verdad, ese tipo ya me estaba colmando la paciencia. Velo por el lado bueno, si no te corría por la universitaria, te terminaría echando por culpa de tu fotógrafo que le rompería la cara por imbécil.
—Tienes razón, aunque admito que me hubiera gustado verlo ensangrentado.
Jim abrió los ojos asombrado ante mi aclaración maquiavélica.
—¿Quién eres tú y dónde dejaste a mi dulce e inocente gebuena? Quiero a Kennedy, no a Katherine.
—Pues no tienes mucha suerte para lograr engátusarme, imbécil.
La voz a nuestras espaldas, nos hizo volver hacía la única persona que portaba mi mismo tono de voz. Katy miraba mal a Jim, y este sólo suspiró y blanqueó los ojos.
—Te engatusé una vez Katy, ¿que te hace pensar que no puedes volver a tener mi torso entre tus piernas?
Bien, está era una situación muy compleja y sumamente personal, y yo no tendría por que estarla presenciando; era muy incómodo.
—Por que claramente, Ron Weasley, no es mi tipo. Los pelirrojos no me van.
—No pensabas lo mismo cuando nos enrollamos y me decías entre jadeos de placer que mi cabello era rojo pasión y que te encantaba.
Miré para otro lado, rascando mi cuello con pena ajena.
—Mentí, creo que el estar ebria opacó mi visión, por que tu cabello es más como un tono zanahoria, de esos que matan la pasión y no la incitan.
—¡Basta ya! —exclamé haciendo que ambos tarados me miraran —. Estoy muy deprimida por que todo lo que he hecho en todos estos años, no ha sido suficiente. Y ustedes no ayudan en nada a mi estabilidad emocional. Son perturbadores y asquerosos, mejor reconcíliense y hagan las pases.
—¡Nunca! —afirmaron ambos al mismo tiempo.
Bufé, cruzándome de brazos.
—¿Lo ven?, aún hay química entre ustedes, están sincronizados, chicos. Al menos si no volverán a follar, sean buenos amigos, por mí. —batí las pestañas con aparente inocencia y junté mis manos frente a ellos, en forma de suplica.
Katy suspiró y entornó sus ojos azules, al tiempo en que estiraba su mano un poco rejega, hacia él pelirrojo. Jim, imitó su gesto, y finalmente ambos se tomaron la mano y juraron no volver a tratarse como la peste. Al menos no frente a mí. Y eso para mí, ya era un avance; creo.
♤♤♤
—Hemos llegado. —avisó mi amigo, apagando el motor de mi auto.
Despegué mi espalda del asiento y me enderecé. Estábamos afuera del periódico donde hasta ayer, todavía era parte de este equipo. Pero ahora, tenía que venir a recoger las pocas pertenecías que llegué a traer en donde era mi cubículo de trabajo.
—Gracias.
—Vamos, entre más rápido termines, más rápido podemos irnos de aquí.
Asentí ante sus palabras y bajé de mi auto, específicamente del asiento del copiloto, como no tenía ánimos de manejar, Jim se ofreció y nos trajo hasta aquí. Le mostré al guardia mi tarjeta de acceso y con mi amigo, entramos juntos hasta donde eran las áreas de redacción.
Pasé por los cubículos de mis ex compañeros y llegué a donde era el mío. Jim me acercó la bolsa que traje, y comencé a echar todo lo que otorgaba en mi espacio reducido. En menos de cinco minutos, ya estaba todo dentro de mi bolsa. Suspiré cuando Mildreth, mi vecina de cubículo, se paró tras de mí y me estrechó entre sus brazos.
—Me enteré de la noticia, Keny, lo siento mucho.
—Fue un placer haber trabajado contigo, Mildreth, estaré al pendiente de tus notas. —apreté sus manos en agradecimiento.
—Vamos. —el pelirrojo me tomó de la mano y me hizo caminar de nueva cuenta a la salida.
—Keny.
—Laura.
—Supe la noticia, y de verdad lo siento mucho. —dijo un poco incómoda, ya que Jim no la quería ver ni un minuto por el daño que me hizo.
—Si, pero tampoco es como si el mundo se fuera ha acabar por eso. Estoy segura de que encontraré un mejor trabajo en donde si me valoren y vean el talento que realmente tengo. Así que no me daré por vencida hasta cumplir mis sueños.
—Así se habla, me siento muy orgullosa de ti.
—Gracias.
—Gracias a ti, por haberme escuchado el otro día y por perdonar el daño que te ocasioné.
Asentí con una mueca en los labios y seguí mi camino con un Jim completamente silencioso, cosa que me hizo mirarlo extrañada.
—¿Te pasa algo?
—No, es sólo que no entiendo como pudiste perdonarle una cosa tan atroz.
Suspiré, sabía que no lo dejaría pasar.
—No podía seguir anclada a la escena de un pasado que me hizo tanto daño, Jim. Es por eso que me sentí lista y cuando ella se disculpó por lo sucedido, la escuché y supe perdonarle. Es por eso que apartir de ese día, cada que los recuerdo, ya no hay rencor en mi interior hacia ellos.
Jim me hizo detener y se giró a verme completamente azorado.
—Eres una mujer muy madura, Keny. En serio me sorprendes. Y dime, ¿también piensas perdonarlo a él?
Suspiré y apreté mi bolso entre la mano.
—Tropezar con la piedra no es malo, pero encontrarse con la misma piedra, si. Así que si, lo he perdonado, pero no por eso pienso seguir encontrándolo en mi dolor, por que simplemente yo ya no pienso sufrir por ningún hombre.
—Por eso te amo, Keny.
Abrí los ojos enormes ante aquella confesión, y al parecer, Jim también supo que lo había dicho en voz alta. Mordió su labio y bajó la mirada a sus pies.
—Quise decir, te amo como a una amiga.
Pasé mi lengua por los labios y asentí.
—Vale. —sonreí con un sonrojo que sentí en mis mejillas.
—Vamos. —me animó a volver ha caminar y así lo hice.
Pero al pasar por la puerta de la oficina del señor Peterson, escuchamos unos ruidos extraños que hicieron que Jim me soltará y se acercara ha usmear por la ventana que tenía las persianas cerradas, aunque había un ligero espacio que permitía ver hacia dentro y Jim lo aprovechó.
—Hijo de puta.
—¿Qué pasa? —lo miré, mientras sacaba su cámara y comenzaba a fotografiar lo que fuese que estaba viendo —. Jim.
—Tenía razón, nunca me equivoco.
—¿Qué?
Me miró un instante, antes de volver a tomar una nueva captura con su lente.
—Sexo y éxito, ¿lo recuerdas?
—Oh, por Dios. ¿Están...?
—Así es, está follando con Francely, vamos Keny, tengo las fotos.
—¿Y qué harás con ellas?
Me miró y repentinamente de sus labios, una sonrisa maliciosa se formó.
—Divertirme un poco.
♥︎♥︎♥︎
Hola, hola, mis niñas. Espero que este tercer capitulo les haya gustado. Déjenme sus comentarios y votos.
Nos leemos más tarde, con un nuevo capítulo.
Las adoro infinitamente, con cariño; Ana.💃❤💐🙏
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