15:♡Príncipe♡
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Salí de mi habitación ya que un olor familiar me despertó, froté mis ojos somnolientos y me puse de pie. Al salir de mi recámara y caminar a la cocina que era de donde provenía aquel delicioso olor, me encontré con la esbelta espalda de mi madre, con su pelo atado hasta la coronilla y cantando en susurros suaves.
Sonreí y sentí un vuelco en el corazón. Esta mujer era mi todo y si que la había echado de menos.
—Buenos, días, Diana.
Dio un pequeño brinquito y se giró a mirarme con la espátula en la mano.
—¡Oh, cariño, me asustaste!
—¿Qué cocinas? —me acerqué con una pequeña sonrisa y miré lo que en la sarten se cocinaba; casi me ahogo.
—Omelette con queso y champiñones, tu desayuno favorito.
Tosí un poco y alcé la mano sobre la encimera, tomé un vaso y me serví un poco de agua del despachador de la nevera.
—¿Mis hermanos saben que viajaste por mí?
Ella siguió moviéndose por la cocina, mientras picaba ahora un poco de sandía en cubos.
—No, les dije que iría con tu padrastro a su conferencia en Rio de Janeiro —se encogió de hombros y me regaló una pequeña sonrisa —. El oficial me contó lo que estás haciendo y me alegra saber que estas trabajando con ellos.
Deposité el vaso en la tarja del lavaplatos y resoplé.
—No soy un oficial, o un detective, así que no te confundas. Sólo lo hago por que no permitiré que sigan libres y destruyendo más familias —volví a mirarla y exhalé cabreado —. De hecho no quería que lo supieras, voy ha matar a Lane.
Dejó de hacer lo que hacía y me miró severa.
—Tú no matarás a nadie. Además, sé que esto es lo que necesitas para cicatrizar; justicia. Esa mujer no puede estar suelta por ahí, menos con todo su clan.
Asentí en acuerdo. Pero decidí que era muy temprano para irritarme, así que le cambié el curso de la charla.
—¿Has sabido de ella?
Suspiró y me regaló una sonrisa ladeada.
—No, lo siento. Luego de que te fuiste y por las declaraciones, todos nos alejamos y no he sabido nada de ellos.
—Ya veo.
Mamá suspiró y limpió sus manos con la franela de cocina.
—¿La volverás a buscar?
No dije nada, estiré la mano y tomé una manzana del frutero y la mordí, mientras la mastiqué en silencio. Miré como mi madre suspiró y echó el Omelette en un plato, decorándolo con paciencia y amor.
—Huele bien. —aspire profundo y lamí mis labios.
—Siéntate, bebé. Ya he puesto la mesa.
—Te ayudo. —tomé los platos con los Omelette, mientras ella tomó la jarra del jugo de naranja fresco.
Nos sentamos en la mesa, mi madre me pidió mi mano para darle gracias a Dios y luego desayunamos en un silencio cómodo. Hasta que...
—Y tú, ¿cómo estás en el ámbito romántico?
Seguí masticando el alimento para escapar de su escrutinio, pero ella insistió con su mirada castaña. Tomé un trago de mi jugo y exhalé.
—No hay romance en mi vida, madre. —coloqué el vaso sobre la mesa y volví a tomar mi tenedor.
—Oh, Rhett, todos tienen un poco de amor en su vida. Estoy segura de que esa chica con la que vivías tuvo su encanto. Y tal vez ella sea la mujer con la que puedas intentar algo...
—¡He dicho que no! —maldije en mi mente por este arrebato tan agresivo, pero ella mejor que nadie sabía de mis ataques de ira, es por eso que respiré ondo y me disculpé —. Lo siento, es soló que yo no...
Diana me sonrió y le restó importancia con la mano.
—No te preocupes, bebé. Todo irá a su tiempo, no hay prisa. Lamento si te estrese con mi insistencia.
—Sabes que no puedo amarlas. Lo sabes bien, mamá.
Me miró con tristeza y ocultando sus lágrimas, asintió.
—Lo sé, amor. Lo sé. Pero tampoco es imposible.
Limpié mi boca con la servilleta.
—Estoy muy lleno, ya extrañaba tus comidas. —admití un poco hosco y cambiando el rumbo del tema.
Mi madre estiró su mano y atrapó la mía, dándole un ligero apretón al dorso.
—Tranquilo, amor, que este no será el único día que pruebes una buena comida casera —ahora estiró su mano y acarició mi barbilla con cariño, mientras su otra mano seguía sobre la mía —. Te amo, Leif.
—Y yo a ti, Diana.
El ruido seco de algo cayendo al piso, nos hizo mirar hacia el recibidor, en donde Hope nos miraba con incredulidad y dolor.
Me puse de pie y me acerqué a ella.
—Hope, hola. Que bueno que viniste, mira, déjame presentarte a mi...
Ella negó y miró a mi madre con frialdad.
—No hace falta, ya entendí todo, tampoco soy ciega y sorda—rió con amargura —. Ahora veo por que me hiciste mudar del apartamento, ya tenías una Sugar mommy a la que supongo te follas para sacarle el dinero.
—Oye niña, no sé quién eres tú, pero creo que estás...
Miré las bolsas de mandado que la rubia me había traído para la cocina y suspiré para no perder los estribos.
—No se preocupe, señora.
Mi madre ya estaba de pie, a mis espaldas.
—Hope, escucha...
—¡Cállate, Leif! ¡te confesé mis sentimientos, acepté que no ibas ha corresponderme nunca y ahora te estás tirando a una mujer bonita, pero que claramente te dobla la edad!
Me llevé la mano al puente de la nariz, mientras que con mi otra mano formaba un puño. Diana tomó mi hombro y me susurró un, "tranquilo, yo lo arreglo, bebé".
—Mira, niña...
—¡Me voy!
—¡Leif es mi hijo! ¡Soy su madre no su sugar! —se apresuró a decir Diana, antes de que la rubia malpensada se largara.
La vi detenerse en seco, cómo si un muro invisible estuviera frente a ella y se hubiera golpeado contra él. Lentamente se dio la vuelta, y sus mejillas ahora sonrojadas por la vergüenza, la hizo mirarnos apenada.
—¿Es s-su... madre?
—Así es, de hecho tengo dos hijos más, pero Leif es mi bebé de en medio.
—¡Ay, por Dios! Señora, cómo lo siento.
Mi madre, cómo la mujer dulce y empatica que siempre ha sido, le sonrió amable y la tomó de sus manos cuando Hope se acercó.
—Descuida, linda. Supongo que si eres la novia de mi niñosaurio, es normal que te alteraras y te sintieras mal de encontrar a una mujer en el apartamento de este guapo hombre. Te entiendo. —le guiñó y Hope ya estaba más roja que un tómate.
Rodé los ojos y me puse a levantar las cosas que la rubia traía.
—Es que ese es el problema, Diana. Te he dicho toda la mañana que Hope no es mi novia, ella es la amiga de la que te platiqué. —seguí echando las cosas del supermercado en las bolsas.
—Oh, ¿la chica de los vestidos y las bragas? —preguntó mi madre con el ceño fruncido.
—Así es. —afirmé sin inmutarme, mientras me ponía de pie, con las bolsas del supermercado en mano.
—¿Qué? —Hope nos miró sin comprender.
—Olvidaste un par de vestidos en el armario...
—Y unas bragas. —concluyó mi mamá.
—Oh, cielos... —rió con pena, mientras se cubría el rostro —. De verdad lo siento por todo, señora.
—Llámame Diana.
—Diana. —repitió la rubia, quitando sus manos de la cara.
—¿Entonces no eres la novia de mi muchacho, sino sólo una amiga? —curoseó mi madre, mientras yo negaba, dejándolas de lado y poniendo las bolsas sobre la Isla de la... cocina.
Suspiré.
—Verás, Diana, en realidad Leif si es un buen amigo que me follaba a veces...
El semblante amable de mi madre, se esfumó con esa aclaración. Y ahora la miró asqueada.
—Okey niña, demasiada información. —expresó mi madre, un poco perturbada.
Reí al verla sacudirse los hombros, cómo si se hubiera espantado algún escalofrío. Hope sólo le sonrió amable y se disculpó.
—Lo siento.
Luego de que mi madre y Hope, se conocieran y se pusieran al día, las dejé solas en casa, ya que yo tenía el compromiso con Harold y el objetivo. Cuando llegué al departamento de policías, fui directamente hacia la oficina de Lane, donde ingresé sin tocar.
—Ya llegué. —me dejé caer sobre el pequeño sofá de piel negro, que tenia cerca de la ventana.
Lane resopló molesto y lanzó el bolígrafo sobre su escritorio sin ser cuidadoso.
—Tendré que hablar muy seriamente con Diana sobre la educación que te dio, por que al parecer nunca te enseñó a tocar la puerta por respeto.
Me limité a rodar los ojos, mientras me ataba el cabello con una liga de goma.
—Entre nosotros hay de todo, Lane, menos respeto. Así que deja el drama, hombre.
El rubio resopló y sin más, me lanzó unas fotos sobre mi regazo. Cuándo las miré, me quedé helado.
—¿De dónde las sacaron? —mi voz salió pastosa.
—Hakearon su computadora, saben lo de ella y de todo lo que pasó en Inglaterra.
Miré las fotos de la mujer que corría despavorida, con todo el miedo marcado en cada fibra de su cuerpo, y al fondo se veían los hombres que corrían tras ella para silenciarla. Y el simple recuerdo de saber que yo no estaba cerca para auxiliarla en ese momento, me hizo sentir las tripas enredadas en el estómago.
Y no evité sentirme nuevamente inútil.
—¿Y de mí? ¿Qué saben?
—No encontramos nada sobre ti, pero no descartamos que lo descubran pronto, al final tú eres el protagonista de esa trágica historia.
Apreté los ojos con fuerza y solté el álbum que el detective me dio.
—¿Quién la vigila ahora? —le pregunté, en referencia a la pelinegra.
Suspiró y se encaminó hacia su escritorio.
—Dixon, pero ya le he dicho que tú vas para allá, así que apresúrate. Por que eres el relevo.
Me puse de pie y le devolví aquel álbum que perturbó mi estabilidad.
—Esa mujer tiene más vidas que un gato, sé que está viva y lo digo por que puedo sentirla. Desde aquel día, algo de ella se adhirió a mí y es lo que me hace detectarla. Por eso creo que ya está aquí.
Lane me observó, asintió luego de un largo rato y señaló el álbum que sostenía aún en su mano.
—Lo sé, Rhett. Pronto la atraparemos.
—Asegúrate de que esta vez sea temprano y no demasiado tarde.
Saqué el teléfono de la guantera y le marqué a Lane. En el tercer timbre, respondió.
●¿Qué pasa, Rhett?
●Están aquí.
Mi vista no se apartó del grupo de hombres que merodeaban las instalaciones del periódico donde trabajaba la pelinegra. Y claro que los conocía.
●¿Cuántos son?
●Cuatro.
●No hagas nada, sólo vigila que no entren y si lo hacen, estate al pendiente de que no se la lleven a ella.
Colgó la llamada y resoplé. Lancé el teléfono al asiento del conductor y esperé "pacientemente" ha que ellos se alejaran de aquí. Cuarenta minutos después, Lane ya estaba aquí y se acercó mirando todo cómo película de acción.
—¿En dónde están?
—¡Ahí vienen, mira, saludalos, te estaban esperando! —solté sardónico.
El imbécil volteó a la defensiva ante el punto que le señalé, y guardó su arma al ver que sólo lo había timado. Me miró mal y negó en desaprobación.
—No vuelvas a hacer eso, Rhett. Pude haber herido a alguien inocente.
Rodé los ojos y me despegué del cofre del carro, fumando mi cigarrillo.
—Obviamente ya se fueron, no te iban a estar esperando. —adjunte con obviedad.
—¿Y la chica?
—Sigue adentro.
Lane suspiró y se pasó la mano por el cabello.
—¿Los reconociste?
—El marin, el primo, el innombrable y el traidor.
Lo vi tensarse al "nombrarle" al último.
—¿Los ex escoltas?
Asentí con un gesto de repulsión.
—¿Por qué no me dijiste que habían escapado ellos también? —solté con sequedad.
—Yo tampoco lo sabía. Tengo que hablar con la sucursal de Nueva York.
—Dixon se ha ido detrás de ellos. —le avisé, mientras me echaba una de mis píldoras a la boca.
Lane me miró hacer eso y frunció el ceño.
—¿Qué te has tomado?
—Fentanilo. —admití cómo si nada.
—¿Desde cuándo la consumes? —preguntó mientras me alumbraba los ojos con una pequeña lámpara con pinta de bolígrafo.
Lo manoteé y lo aniquile con la mirada.
—Desde que el infierno me alcanzó.
Lane resopló y maldijo entre dientes. Blanqueé los ojos y me subí la capucha de la sudadera negra a la cabeza.
—Vuelve a casa, yo cubro el turno. —ordenó con tono cansino.
Lo miré mal.
—No.
—Tu madre ya está de vuelta en tu apartamento, vino para verte y estar contigo, así que se un buen hijo y regresa con ella.
—Pero...
Miró hacia el edificio de la pelinegra y suspiró.
—Mañana saldrá ha beber con unas amigas luego del trabajo y ahora si, tendrás que cuidarla todo el día. Ahora sabemos que ellos están aquí y estarán esperando el momento perfecto para llevársela.
Oscile un poco con el pie, para finalmente exhalar y subir a mi auto.
—Ella tiene que saberlo, Lane. Es su vida, no podemos mantenerla en la ignorancia. Recuerda la última vez que pasó eso y las cosas no salieron bien. —atisbé, cuando bajé la ventanilla del conductor.
Lane me observó por un instante y finalmente negó.
—Mi superior no quiere alterarla, es una mujer con un pasado dañino, así que por favor, se discreto y cuidémosla.
—¿De qué hablas? ¿Qué le pasó? —sondeé, sin mucho éxito.
Lane suspiró y se llevó la mano a la barbilla.
—Conformate con saber que su vida no ha sido del todo buena.
Me quité la capucha de la cabeza y resoplé, apretando el volante para finalmente asentir a su petición.
Y así me fuí con la cabeza llena de ideas en las que ella también tenia una trágica historia en sus hombros. Tenia que descubrir sobre el qué.
♤♤♤
Aparqué el auto y me bajé dando un gran portazo. Jugué con el llavero del auto, mientras mis pensamientos iban sumergidos en lo que pudo haberle pasado a Kennedy, para que Lane la tenga siempre a la vista. Di la vuelta hacia el edificio, cuando una silueta sigilosa, llamó mi atención.
Caminé sin hacer ruido, echando las llaves al bolso de mi pantalón. Subí la capucha a mi cabeza y me fui acercando a la persona que se mantenía (o al menos lo intentaba) discreta. Cuando me acerqué, pude notar que era una mujer de melena suelta y castaña, ondulada y larga hasta la cintura.
La mujer era de un pequeño cuerpo delgado y no evité sonreír al saber de quien se trataba.
—¿Qué estás haciendo aquí?
No respondió, simplemente se dio la vuelta y se echó a correr.
—¡Mierda, detente! —corrí tras ella y pude ver como su melena castaña se movía de un lado para otro mientras corría con sus pequeñas piernas.
—Aléjate. —dijo agotada, por la falta de aire.
Pero fui rápido y en un santiamén la atrapé.
—¡Te tengo! —la tomé de la cintura y rápidamente la elevé sobre mi hombro y me metí al callejón cerca de los contenedores de basura.
Ella no gritó, no dijo nada, simplemente se dejó llevar mientras su respiración era agitada. Nos oculté detrás de un inmenso contenedor de basura y la puse sobre el piso. Con sumo cuidado, aparté sus mechones castaños de la cara y cuando la descubrí, su mirada y la mía se conectaron.
El corazón me latió a toda prisa, al reconocerla. Sonrió al verme y soltó un suspiro cansino.
—Tú...
—Hola —su voz era débil por haber corrido tanto, pero me regaló una preciosa sonrisa y añadió —. Me da gusto volver a verte... príncipe.
—Esto debe de ser una puta broma.
♥︎♥︎♥︎
Chachachachaaan...!!!
Antes que nada, hoy estoy sumamente feliz y es por eso que les dejo estas actualizaciones.
Cómo muchas lo habrán visto en mi historia de instagram, mi niño estuvo hospitalizado y ya fue dado de alta hoy, domingo 28 de abril, dos días antes del día del niño.🥰❤🙏🏼
Fue una semana difícil y lloré mares, pero gracias a Dios todo salió bien, entre noticias malas, también hubieron buenas y estas últimas fueron el factor para su alta médica. 🙏🏼💐
Eternamente agradecida con la vida, con Dios y la Virgen, que me sostuvieron cuando sentía que moría.
Y wenooo...
Volviendo al libro, espero que hayan disfrutado el capítulo y en un rato más actualizó otro capítulo. Tal vez esta semana pueda adelantarles más capítulos; cómo un maratón.
¿Qué opinan?
Las amo, gracias por su apoyo. Con amor. Ana.💐🥰❤🙏🏼
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