10: ♡¡Ella es mía!♡
Lo prometido es deuda, aquí esta el cpítulo dedicado a... todas las golosas que aman a Izan y a Rhett.❤🥰🤩😍
Las amo y espero que disfruten el capítulo, no olviden comentar y dejarme sus estrellitas. Disfruten de la lectura.
Ana.🙏🏻🥰💐❤
☆☆☆
Salí a la calle y una ráfaga de viento alborotó mi cabellera larga que me llegaba a la cintura. La acomodé como pude y resoplé con cabreo.
—Eres un imbécil, Jeremy Lohan. ¿En qué puto momento te metiste en mi maldito sistema? —susurré colérica.
Me eché ha andar por la banqueta y anduve así sin rumbo fijo, algunos automovilistas me piropeaban y se ofrecían ha llevarme seguramente por el vestido rojo pasión que llevaba puesto. Pero simplemente me hice ha oídos sordos y seguí de largo sin mirar a nadie.
No sé cuantas cuadras había caminado ya, pero de repente al doblar la esquina en un callejón, sentí que alguien me seguía. Tal vez estaba delirando pero forcé mi paso y comencé ha trotar con los tacones negros que llevaba puestos, rogándole a Dios que no me dejara quebrar algún tobillo, pues estos tacones eran muy altos y no era muy recomendable correr con ellos.
Y lo oí, unos pasos apresurados detrás de mí, me hicieron forzar más el paso.
A la siguiente esquina, el letrero luminoso de un Pub nocturno, me hizo suspirar casi tranquila. Y digo casi, por que al entrar al lugar juro que no era mejor que afuera. De hecho, creo que me sentía más segura a fuera que adentro.
—¡Una nueva estrella llegó al lugar! —exclamó un hombre ebrio en la mesa del rincón, con una mujer casi con las tetas de fuera, sentada en su regazo.
Sacudí la cabeza y sonreí de lado.
Mientras todos abuchearon en mi dirección. Creo que me habían reconocido, sabían quien era yo y que era la nueva "estrella" del momento, del Black Time.
—Lo siento, sólo quiero un trago. —admití con firmeza.
—Firma aquí, por favor. —una chica de cabello plateado, me tendió un cuadernillo de registro que firmé sin problema.
—Bienvenida, preciosa.
Asentí ante el halago de la mujer y me encaminé a la barra. Una chica de trenzas y cabello cobrizo, se acercó a mí con encanto. Llevaba puesto un top negro que decía una frase en sus pechos en color dorado: "soy el polvo más rico que nunca probaras".
—¿Qué te sirvo, bonita? —la chica me sonrió galante.
Sacudí ligeramente la cabeza y le devolví el gesto.
—Quiero un Bourbon, por favor.
—A ti te sirvo hasta la cena, preciosa.
La chica se fue a servir mi bebida y me quedé con los codos apoyados en la barra, mientras que mis palmas sostenían mi mentón.
—Aquí tienes, hermosa. Avísame si te ánimas ha participar, soy muy buena amante. —me guiñó coqueta.
Sonreí sin mostrar los dientes, un poco confusa con su atención coqueta y atrevida.
—¿Gracias?
La chica asintió, se alejó y dejó mi trago, bebí uno, dos, tres... dieciocho, ¿o ya eran veintidós?
Reí fuertemente al encontrarme en una disputa mental de la que ni yo misma me acordaba de que iban mis pensamientos. Incluso me hice muy amiga de la barman, quien se llamaba Mara y por lo que me dijo, era lesbiana y era una lesbiana agradable.
—¿Entonces el imbécil del tal Jeremy, se sigue follando a su ex, que lo engañó con tu ex? —de verdad me miraba super intrigada, mientras yo bebía de mi copa y asentía levemente.
—Así es. —mi voz ya era de una ebria mala copa.
La música resonaba por toda la estancia, por lo tanto, Mara estaba inclinada sobre la barra, mientras me escuchaba con atención y me servía mis tragos cuando se los pedía.
—¡Que hijo de puta! ¡Me cae mal el maldito ese!
Sentí un nudo en la garganta y asentí con tristeza.
—¡Así es, ten Marita, sirve otro trago! —azoté mi copa en la barra y la chica sonrió.
—Ya llevas como doscientas copas, mujer.
—¡DJ, póngame la de Karol G! —exigí en un grito que sólo se escuchó por la gente a mi lado, ya que la música era sumamente fuerte y dudo que alguien más me allá escuchado.
—Hola, guapa, llevo rato viéndote sola sin divertirte con nadie y me preguntaba si te gustaría convivir con mi amiga...
Miré al hombre de cabello rojizo y ojos marrones que me hablaba con una sonrisa amigable. Bufé al contemplarlo mientras seguía parloteando con el ruido de la música y las luces de colores.
—¡Ahora no, Ron Weasley! —utilicé la misma frase que mi hermana usaba para referirse a Jim.
Arrugué la nariz al pronunciar su nombre en mi mente. Me llevé la copa a la boca y lo bebí de un sorbo. Mara tomó mi mano y me sonrió.
—Tengo que seguir trabajando, fue un placer conocerte, Kennedy.
—¡Igualmente, Mara la barman!
Me regaló un guiño y se fue a atender a los demás clientes, ya que su compañero no podía solo con los clientes ebrios que pedían cientos de tragos.
—¿Y bien, preciosa?
Miré a aquel pelirrojo y sin pensarlo, lo tomé de la mano y lo llevé a la pista de baile.
—¡Baila conmigo! —le sonreí y me di la vuelta, pegando mi culo en su entrepierna y sonriendo cuando él me tomó de la cintura.
Sentí su respiración en mi nuca y me hizo girar el rostro para mirarlo.
—¡Soy Gay!
—¡Bien, no quiero otra cosa de ti que no sea sólo un baile! —admití sin tapujos.
Me sonrió bien perra.
—¡Me agradas, bien, hagamos esto! —siguió bailando y se dejó llevar por mis movimientos de cadera, mientas me paseaba las manos por el cuerpo sin llegar a tocar de más.
Cuando la música se bajó un poco, volteé a verlo completamente sudorosa y jadeosa por el baile. Me sonrió y asintió, agitado.
—¡Eres una bomba, mujer, bailas espectacular!
—Soy Kennedy. —le dije, un poco menos borracha.
Él sonrió.
—Jordy. —tomó mi mano y la besó con gentileza.
—Tengo que irme, fue un placer conocerte, Jordy. —me puse de puntillas y besé su mejilla bien rasurada.
Él chico de ojos marrones asintió, hilarante.
—Espero que vuelvas pronto, para divertirnos con mi amiga, que se quedó con ganas de conocerte mejor. —me señaló con la barbilla a la mujer rubia, que estaba sentada un una de las mesas cerca de los baño y quien al verme, sonrió coqueta y me mandó un beso.
—Dalo por hecho.
Regresé por mi bolso que amablemente Mara me guardó y me despedí de ella, pero ppr lo ajetreada que estaba ya no me escuchó. Cuando llegué a la puerta de salida, un hombre grande y temerario me obstruyó el paso.
Levanté la mirada y lo ví con el ceño fruncido.
—Hola, ¿hay alguna contraseña para salir de aquí? —pregunté menos torpe, pero sacando un hipido al final de mi pregunta.
—Si, que para salir de este lugar tienes que salir follada.
No lo evité y me partí de la risa en su cara, si de verdad esa era la"clave" para la libertad, era muy absurda y atrevida. Al ver que no dijo nada y que sólo me miraba impasible, me repuse y acomodé el escote de mi vestido que se había bajado un poco... demasiado, durante el baile con Jordy.
—¿Es... en serio? —lo admito, mi voz salió débil.
El hombre no me respondió, simplemente me señaló con la barbilla hacia un punto en específico y giré el rostro hacia la dirección que mostró. Sentí una arcada que logre contener y casi me caigo de culo al ver el lugar en el que me había metido sin mirar de que iba todo esto.
Ahora entendía las indirectas de Jordy, Mara y las de la amiga rubia del pelirrojo.
¡Ay madre mía! ¿En qué lío me metí?
—Pero yo... ¿qué es esto? —miré extasiada como varías parejas sin tabúes ni prejuicios, tenían sexo cómo si hacerlo frente ha mucha gente desconocida, fuera normal para ellos.
—Es una cabina sexual, un Pub para personas que vienen ha disfrutar de su sexualidad sin tapujos.
—¿Es un prostibulo? —curioseé con la voz titubeante.
La música del lugar seguía sonando y las luces de colores rebotaba por todo el lugar.
—No, ha este bar se le llama cruising. Pero también hay áreas para swinger y otra más para BDSM.
Enderecé los hombros y apreté mi bolso al ver a las parejas homosexuales y las parejas heterosexuales, teniendo sexo salvaje y primitivo sin pudor. Las personas que estaban sobre las mesas, la barra y algunos sillones tantras, practicaban el sexo como si nada.
Y si, sé que el sexo no es cosa del otro mundo, todos lo disfrutan y sé que es de lo más rico que hay en la vida. Pero hay lugares y a mí me gusta la privacidad... creo.
Los gemidos y los gruñidos de los hombres, se colaron a mis oídos y lo juro, mi vagina se lubricó.
¡Por Dios!
No puedo creer que esto me esté excitando. Juro que la peda se me había bajado y el calor se me había subido.
—No gracias, prefiero ver y no tocar... ni ser tocada. —añadí lo último un tanto abrumada.
El hombre grande negó y se encuadró más, ha modo de no dejarme salir sin tener actividad con alguien. Tragué grueso.
—Esto te gusta, lo puedo ver en tus ojos y en como te has sonrojado.
Instintivamente llevé mis manos a mis mejillas. Si que era muy obvia y como dice mi hermana, no sé mentir y si, esto me ha gustado de sobremanera.
—P-pero si yo no he traído pareja. —insistí, por que no quería pecar.
Pero el lugar lo ameritaba.
—No es necesario que la tengas.
¡Santo clitoris hinchado!
—¡No puedo hacerlo con un desconocido! —exclamé enfurruñada, aunque mi yo interna y atrevida, pedía a gritos ser mimada por un desconocido.
—Lo siento, pero son normas del establecimiento y usted ha aceptado sin problemas.
Fruncí el ceño.
—¿Yo acepté? —me señalé y el hombre afirmó con la cabeza y sus brazos cruzados —, ¿cuándo?
—Cuando firmó el libro de los secretos a la entrada.
—Yo no firmé ningún libro de los secre-tosss... —el recuerdo me golpeó la cara como un balonazo, miré al hombre aterrorizada y lo observé —. Disculpe, entonces ese cuadernillo no era para registrarse, ¿verdad?
Elevó una ceja y negó.
—No, ese es el cuaderno de los secretos y en donde usted aceptó las condiciones y reglas para poder ingresar aquí.
La respiración se me empezó ha agitar.
—¿Me van a vi-vi-violar?
"Cálmate, si bien que quieres que te den cómo a aquella mujer que se la están follando entre tres hombres".
—No, usted debe de acceder por gusto.
—¡Pero no quiero hacerlo!
¡Si quiero! Pero no lo iba a aceptar en voz alta, tenia que tener tantito pudor.
—Usted sólo deje que le den placer y con eso podrá irse feliz.
¡Que rico!
—¿Qué? —casi me ahogué con mi propia saliva, pero por lo delicioso que me pareció la idea.
La música la escuchaba baja y fuerte, era como si mi cabeza de hiciera chiquita y grandota, de lo cachonda que me estaba poniendo.
Sentí cómo una mano grande se apoderó de mi cintura con posesividad y luego con un tirón rápido, ya me tenía pegada a un cuerpo grande y fibroso.
¡Bendito sea Dios, por escuchar mis plegarias!
Miré al hombre que me sostenía y quien a su vez, miraba aniquilante al empleado gorilón que no me permitió salir. Era un hombre de traje de ejecutivo, no llevaba corbata ni saco, sólo una camisa blanca remangada a los codos y un pantalón de vestir en color negro.
Tenía el cabello largo pero lo llevaba atado en un chongo perfectamente enrollado en la cabeza, tatuajes por ambos brazos, manos, pecho y cuello. Llevaba una barba de candado perfectamente recortada y sus cejas eran gruesas y de un color castaño oscuro al igual que su barba.
Era un hombre músculoso y de verdad que era un delito que un tipo como este, estuviera suelto por las calles levantando pasiones y mojando las bragas de las mujeres mortales cómo yo.
—Ella dijo que no hará nada, así que no pueden obligarla. —refutó el hombre con voz grave.
¡Ay, hasta su voz era sexy!
El gorila enarcó la ceja, mientras yo suspiraba tranquila al saber que alguien se había apiadado de mí y que seguramente me daría cómo a televisor viejo. Aunque claro, admito que si tengo que follar con alguien, con "sacrificios" lo haría con él.
Mordí mi labio ante aquel pensamiento y me sentí sonrojada.
—Conoces las reglas mejor que nadie, Leif, ella tiene que encontrar una pareja del sexo que quiera y tener un momento de diversión. —le recordó el guardia al tal Leif.
La música seguía siendo fuerte y es por eso que al estar tan cerca de aquel hombre que al parecer quería rescatarme, logre entender que él era cliente del lugar.
Y ahora más que nunca yo también quería ser clienta.
—¡Ella es mía!
¡Si, mi amor, siii!
Apreté las piernas y abrí los ojos enormes al escucharlo decir eso (aunque por dentro brincaba de felicidad) y acto seguido sus dedos se enterraron posesivos en la carne de mi cadera. Extrañamente su tacto y la firmeza en su agarre no me molestó, al contrario, me gustó sentirlo cerca y lo quería aun más cerca.
Era un Dios griego sumamente guapo y varonil, aunque también parecía tener un aura peligrosa y eso lo hizo aún más atractivo ante mi triste y necesitado cuerpo.
—Si es tuya, demuéstralo. O de lo contrario sabes que ninguno de los dos saldrá de aquí sin recibir un castigo. —comentó rejego el gorila.
¿Un castigo, será sucio y atrevido?
¡Ay por Dios, que me está pasando!
Sentí como el agarre posesivo del hombre a mi lado, se fue destensándo de mi cintura y segundos después, su mirada avellana me detalló con profundidad. Y lo juro, las piernas me flaquearon.
Me guió de regreso a la orgía masiva y caliente, pero no me permitió seguir admirando tan bella obra de arte y me metió tras un muro y su ancho y esculpido cuerpo sirvió de escudo.
Tragué con pesadez al tenerlo mirándome de frente y más aún cuando colocó sus manos a cada lado de mi rostro y nuestras respiraciones se mezclaron.
Tan cerca lo tenia, que pude sentir su nariz rozarse con la mía.
—Escúchame, este lugar tiene una serie de normas y políticas que van más allá de mis alcances. —me explicó con sutileza.
—¿Usted es... cliente? —estaba muy excitada y mi voz me podía delatar, así que improvise y creo que en efecto, resulté ser mejor actriz que mi hermana, ya que literalmente parecía estar asustada ante la calurosa situación.
—Lo era, pero después de mucho tiempo y de una larga ausencia, me he permitido volver de nuevo. Pero tranquila, que no le va a pasar nada.
Sentí el impulso de empujarlo y quejarme del por que él me decía que no me iba a pasar nada, cuando yo quería que me pasara de todo lo rico que aquí se experimentaba.
Pero decidí calmarme y pestañeé un par de veces para que continuará, pues su voz era sexy y placentera hasta para mis oídos que se deleitarán con él. El hombre sexy y desconocido exhaló con su olor a menta y cigarrillo y continuó.
—Escucha, ellos están respaldados con la justicia y jamás han tenido un percance de gravedad por sus normas y políticas ortodoxas. —se explicó él con el enojo impregnando en su voz.
¿A él le molestaba esto?
Por que a mi me encantaba toda esta idea. Apreté las piernas y calmé a mi bestia interior, que amenazaba con lanzarse al ataque de esta suculenta presa.
—Bien, haré lo que tenga que hacer para salir de esta situación tan... —tragué saliva pata no decir la palabra incorrecta —. Extraña.
—Yo te ayudaré, ¿Sabes actuar?
¿Y todavía lo pregunta?
Sonreí de lado y metí un mechón de mi melena tras la oreja.
—Obvio.
Exhaló. Su aliento me golpeó la nariz y no era un olor fétido, era un olor con mezcla de vino tinto, cigarro y menta.
—Tengo un plan, pero no creo que te guste.
Todo de ti me gusta. Pensé, pero en cambio enderecé los hombros y me atreví ha preguntar "temerosa".
—¿Cuál?
—Tenemos que fingir un poco y si me dejas y estás completamente de acuerdo, yo puedo ser el hombre que te dé el placer que tu cuerpo necesita.
Mi yo interna saltó de emoción.
—¿Me estás diciendo que tú...?
—Así es, puedo hacerte disfrutar por un momento frente a los escoltas y así lograr salir de aquí en menos de cinco minutos.
¿Tan poco tiempo?
Lamí mis labios.
—No suelo ser ese tipo de chica, primero me gusta salir a cenar y conocer a la persona en una cita... —no sabia por que le estaba diciendo todo esto, tal vez por el nerviosismo de su escrutinio y la excitación que emanaba mi cuerpo.
—Si aceptas, te puedo invitar a cenar después de esto.
Miré en sus ojos algún indicio de burla o algo parecido. Pero no, él estaba impasible y aquella respuesta de verdad parecía honesta.
—¿Me estás invitando ha salir como a una cita? —casi abría la boca azorada.
Suspiró.
—No soy un hombre que tenga citas, pero supongo que por hoy lo puedo tolerar. —encogió los hombros.
Enarqué una ceja, cuando una duda me atacó la cabeza.
—¿Eres precoz? —me puse roja al saber que esa pregunta no sólo la había pensado, sino que también se la había soltado a la brava.
El hombre de barba y de cuerpo pecaminoso, sonrió encantador, levantó su mano y llevándola a mi nuca, se acercó más a mi rostro acalorado.
—La verdad es que no, no soy precoz ni estoy cerca de serlo. Sólo te dije eso para que puedas irte lo más pronto posible de aquí, pero si tú quieres podemos divertirnos de verdad y te puedo enseñar de lo que te hablo.
¿Cómo se respira?
¡Ashudaaa...!
Tragué saliva con pesadez, mientras su mirada avellana me absorbía.
—¿Y bien? —insistió sin dejar de mirarme todo el rostro y aún su mano sostenía mi nuca.
—Bien. —concedí agobiada de tanto coqueteo y de las peticiones de mi yo interna.
No dijo nada, sólo sonrió de lado y de verdad hasta sonriendo era hermoso. Se enderezó y entrelazando sus dedos contra los míos, me llevó de nuevo ha aquella orgía masiva que se llevaba a cabo a escasos centímetros. Nos acercamos y en un rincón, había un diván café con un par de chaquetas sobre él. El hombre que me tenía, las quitó con brusquedad y las lanzó al piso sin cuidado.
A continuación, él se dejó caer sobre el diván y me tomó de la cintura dejándome caer sobre su regazo. Y con esto me puse de todos los colores habidos y por haber.
Hasta mi perra interna se calló.
—Abre las piernas y rodéame con ellas.
—me pidió con la voz ronca.
Mi cabeza se bloqueó de todo a mi al rededor con su petición. Y fue ahí que escuché la canción que sonaba y a comparación con las otras, eran similares a esta. Canciones sexys y calientes.
I Don't Need Your Name, de Rosenfeld, sonaba por toda la instalación sexosa.
Sentí como me tomó del cuello, inclinó mi cabeza y su boca rozó mi oído izquierdo, erizándome los vellos de la nuca.
—Entre más rápido actuemos, más rápido nos podremos ir.
—B-bien. —dije titubeante.
Me puse de pie y con toda la pena que nunca antes había sentido, me senté sobre él con las piernas abiertas y ¡Dios! Sentí el bulto creciente que se aprisionaba en sus pantalones. Lo miré sorprendida y él solo sonrió de lado.
—Soy de carne y hueso, no me culpes por sentirme excitado por tenerte abierta de piernas para mí. —se defendió sin sonar egocéntrico ni presumido.
Lamí mis labios y asentí ante su argumento.
—¿Y ahora qué? —le pregunté, mirando para todos lados y noté que algunas parejas ya se estaban vistiendo y otras más, seguian dándose con todo.
La verdad es que la mayoría se estaba "divirtiendo" aún.
—Mírame, Kennedy.
Lo miré, no por que me lo haya pedido más como una orden, sino por que pronunció mi nombre cuando claramente yo no se lo había dicho.
—¿Cómo sabes mi...
—Por el libro de los secretos.
—Pero...
—Llegué casi detrás de ti, cuando firmaste yo lo hice enseguida y vi tu nombre y firma en la hoja de confidencialidad.
Pestañeé varias veces para salir de mi estupor. Asentí creyente a sus palabras y los deseos me volvieron a atacar.
—Ya veo.
—¿Puedo besarte, Kennedy?
¡Ay, por Dios, claro que puedes!
Me atragante con mi propia saliva y comencé a toser con ímpetu. No por su pregunta, sino por la mención que le dio esta vez a cada letra de mi nombre, fue como si saboreara la palabra. Lo escuché gruñir ante mis desenfrenados movimientos sobre su gran amigo.
—Lo tomaré como un no —apartó mi cabello negro de mi cara y miró por encima de mi hombro —. Listo, tu tos nos ayudó ha entrar en escena y con tu movimiento alocado, pensaran que hemos follado.
Lo miré escéptica, mientras analizaba cada facción madura de su cara. Sus ojos tampoco se quedaron quietos y también examinó cada centímetro de mi rostro; incluidos mis labios. Volvió sus ojos a los míos y finalmente ahí nos quedamos, mirándonos fijamente.
—¿Entonces es seguro? —susurré con la voz un poco rasposa.
Cómo lo dije, su mirada avellana estaba fielmente puesta sobre el gris de mis ojos.
—Podría ser, pero tal vez lo haríamos más creíble si me dejaras besarte. —admitió con sus iris devorando mis labios.
Me tensé sobre él, pues me parecía increíble que un hombre como él (sexy y guapo) y que recién conocía, me estuviese pidiendo permiso para besarme.
¡Sólo besamé y ya!
¿De verdad querrá hacerlo, o sólo me estará bromeando?
—¿Por qué quieres besarme?
Mordí mi labio inferior, mientras mis uñas se enterraban en la camisa gris claro, que llevaba puesta.
No me respondió, pero sus manos fueron rápidas y en un parpadeo ya me tenía sujetada de los glúteos. Cabe decir que yo seguía sentada sobre él, con mis piernas abiertas a cada lado. Me sobresalté sobre él al sentirlo tan excitado.
—¿Y por qué no? —replicó contundente, mientras su amigo intimo se presionaba en mi centro que comenzaba ha darme cosquillas.
No me culpen, era una mujer que ya había perdido la cuenta del tiempo que llevaba sin una buena follada y además este lugar me tenia delirando. Y si que extrañaba el sexo. Y también mi cuerpo lo necesitaba con urgencia, para liberar el estrés acumulado.
Sacudí la cabeza para espantar esos candentes pensamientos, pero la mirada extenuante de aquel hombre que me presionaba contra su erección, no ayudaba mucho.
Intenté levantarme, pero en serio sus manos grandes y fibrosas me sostuvieron con posesividad. Volví a apoyar mis manos sobre sus hombros gruesos, y su calor pegó en mis palmas.
—¿De verdad quieres besarme? —insistí con la pregunta que no dejaba de atacar mi cabeza.
El hombre asintió y luego habló:
—¿No es obvio? —sonrió —. Y de hecho quiero mucho más que eso. —me dio una arremetida con su pelvis, haciendo que mi cuerpo de alzará contra aquella estocada que me robó el aliento y me hizo gemir con los ojos cerrados.
—¡Madre mía! —exclamé alucinada contra su duro pene.
—Te gusta, Kennedy —nuestros ojos se encontraron y pude ver como el manto del seso se apoderaba de sus iris, que se pusieron oscuros —. Y sé que también querrás más que un beso, pero luego de saber lo que anhelas antes de todo, me interesa llevarte a cenar saliendo de aquí.
La respiración se me empezó a alterar y en mi pecho se podía ver más que claro.
—¿Quién eres?
Y por primera vez, formó una sonrisa mostrando la hilera de sus dientes blancos y perfectos.
—Tu ángel de la guarda, nena. —y con eso, se acercó lo suficiente cómo para reclamar mis labios con ímpetu, obligándome a llevarle el ritmo de la manera en que su boca lo demandaba, mientras su lengua profanaba mi boca con demanda y posesividad.
Su barba me hacia cosquillas en el contorno de mi boca, pero me gustó y me permití disfrutarlo, más aún cuando su lengua encontró la mía y se movió en sincronía con ella, haciéndome jadear una y otra vez.
♥︎♥︎♥︎
Me retiro muy len-ta-men-te...
🔥🛐😈
Nos leemos el miércoles, con más de TODO.
Con cariño infinito, Ana.💃😈🔥
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