Capítulo 4: Demonios y Entretenimiento

Daniel se sentía revitalizado, como nunca antes en su vida se había sentido. No podía creer que no sólo se fuese recargado el anillo, sino que, también el mismo parecía haberse recargado. Atrocitus notó el cambio en su estudiante, de todos los años que había sido un linterna nunca obtuvo tal sensación, le pareció muy interesante el potencial de Daniel.

Con el anillo a su máxima capacidad, el entrenamiento que ayudaría a completar el plan para recuperar a los linternas rojas, ya había comenzado. Atrocitus esperaba que en menos de cinco meses, ya toda su corporación volviera a la normalidad y para eso debía entrenar a Daniel para exprimir todo su poder, lo que ayudaría a liberar los anillos que no habían sido destruidos y recuperar la batería central.

─Me siento más fuerte ─con esas palabras Daniel comenzó a elevarse usando sus poderes─. Mucho más fuerte y poderoso. Gracias por ser mi maestro Atrocitus.

─Ahora que estas revitalizado, es hora de enseñarte a usar como se debe el poder de un linterna roja ─Atrocitus estaba feliz ya que su control del cuerpo de Daniel, estaba dando sus frutos─. Vamos a entrenar un par de días aquí, después iremos a los planetas cercanos donde no hay patrullaje de los soldados de los guardianes para que emplees tu entrenamiento. Además deberás obedecer todas mis órdenes.

─Entendido, maestro.

La conciencia de Atrocitus casi explota de felicidad al oír la respuesta de Daniel, simplemente estaba maravillado por el trabajo que había hecho desde que salieron del planeta Tierra.

El pelirrojo disperso la energía flameante al descender, se sentía más preparado que antes y por alguna razón sentía que debía obedecer a Atrocitus.

─Lo primero que harás será crear construcciones de luz, es complejo para un linterna rojo hacerlo pero tú tienes las capacidades de hacerlo ─dijo Atrocitus justo antes que el joven tocase el suelo─. El centro en formación de éste masivo planeta, tiene la particularidad de aumentar el poder de la luz roja que emite el anillo, así que empezarás creando construcciones que ya has hecho antes.

─¿Antes?

Atrocitus le explico lo sucedido para poner a prueba su experimento en el cerebro de Daniel, y poder confirmar si era posible tomar el control del humano sin perderlo después por antiguos traumas. El pelirrojo no se demostró nada afectado por la explicación, una señal muy positiva para Atrocitus.

Los misiles y las paredes se luz roja no fueron ninguna clase de problema para Daniel, él durante muchas veces había visto imágenes de misiles y hasta su estructura interna por eso fue muy sencillos hacerlo, y ni se diga de las paredes que fueron aun más sencillas.

─Creo que tengo una idea. ─expresó Daniel tras haber creado cincuenta misiles de luz y desaparecerlos luego.

─¿De qué hablas? ─preguntó con curiosidad Atrocitus.

El creador de la corporación roja, aun no podía tomar el control total de la mente de Daniel, apesar de haberlo intentado cuando entro en ira y su mente era más frágil, no pudo hacerlo, ya que según él, en su mente existen algunas especies de cajas a la cual no tiene acceso, fue por esa razón que uso otros métodos para ir perforando poco a poco aquellas cajas y poder así tomar el control del cuerpo y la mente de Daniel.

─Por lo que me explicaste hace rato, vomite sangre flameante y además con lo que dijiste de aquel centro ─Daniel vio la esfera fuego─ que aumenta el poder de la luz roja. Me fije que nuestro poderes parecen tener una conexión con el fuego, así que pienso en que tal vez podría insertar ese líquido ardiente que soy capaz de escupir, en las construcciones de luz.

─Nunca había oído eso... suena interesante. Intenta hacerlo.

Daniel creo una esfera sobre el anillo y en su interior comenzó a aparecer un líquido rojizo con tonos naranja.

Atrocitus quedo asombrado ante la nueva forma de usar los poderes de la luz roja, y después quedo atónito ante la capacidad destructiva del ataque que eliminó varios árboles de un solo impacto. También Daniel se impresionó al ver lo fuerte que era el ataque que había arrojado contra los árboles, no imagino que los árboles se volverían cenizas tras tocar aquella esfera.

─¡Increíble, Daniel! ─exclamó Atrocitus.

─Gracias maestro, pero puede también decirme Dan. ─expresó el pelirrojo.

En ese instante una de las cajas a las que Atrocitus no podía acceder, logró abrirse. Lo que vio en ella fue el apodo que durante años los amigos de la escuela y liceo, en los que estudio Daniel usaron para llamarlo. Ese acontecimientos le dio una pista de como lograr abrir o perforar las cajas restantes; lo que Atrocitus necesitaba era tener toda la confianza del cuerpo, la mente y el alma de Daniel.

─¡Bien hecho, Dan! ¡Vuelve a lanzar otro!

La nueva esfera que lanzó Daniel hizo lo mismo que la anterior, cinco árboles que habían tenido contacto con su ataque, se volvieron cenizas a los pocos segundos, pero, sin que ninguno de los dos se lo esperará, el anillo redujo su carga al cinco por ciento.

─Es un poderoso ataque pero reduce grandes cantidad de energía ─señaló Atrocitus─. Lo mejor será usarlo para asestar el golpe final, quedarse sin energía en un combate contra múltiples enemigos no es bueno. Vuelve a recargar el anillo, seguirás creando construcciones más simples y con menos desgaste de carga, luego veremos el verdadero límite de lanzamientos que tiene ese ataque.

─Esta bien. Lo que usted diga, maestro.

El humano camino nuevamente hacia el lago que aún se mantenía burbujeando. Se detuvo frente a la roca y apuntado el anillo a la batería, pronunció con una voz muy grave y diferente a la suya, el juramento de los linternas rojas.

Con la sangre y la ira de un rojo carmesí, rasgada desde un cadáver recientemente muerto. Junto con nuestro odio infernal ¡Los quemaremos a todos! ¡Ese es su destino!

Esta vez no se produjo más que un leve brillo, indicando la recarga del anillo en su totalidad. Atrocitus rápidamente comprendió que lo sucedido antes, fue gracias a que era la primera recarga hecha por Daniel ante una batería.

Daniel y Atrocitus estaban tan distraídos en la batería y la recarga del anillo que no notaron lo que pasaba detrás. Mientras que Daniel recitaba el juramento, se formó una gran burbuja del tamaño del humano, donde en su interior se podía notar como se formaba una criatura.

─Ya está al máximo. Continúa con las construcciones y además deberás volar para aumentar tu concentración. ─dijo Atrocitus explicando la siguiente forma de entrenamiento.

─Entendido, maestro. ─respondió Daniel.

─¿Maestro? Yo nunca tuve un humano como pupilo. ─una voz más grave que la de Atrocitus resonó en los oídos de Daniel.

Al girar lo que vieron el maestro y el estudiante fue una burbuja rojiza con una forma humanoide dentro. Ambos se sorpredieron al ver como la figura se movía dentro, su altura era similar y aspecto era como la de Daniel pero era evidente que no era humano.

─No esperaba que un humano llegase al primer lugar donde aparecí en éste mundo ─la voz provenía de la burbuja y Daniel se preguntaba quien y que era lo que estaba dentro, debido a que podía ver dos grandes cuernos y dos alas─. Me llamo la atención la energía que provenía de aquí durante varios años, pero decidí venir tras sentir el poder de un humano.

─¡Dan, atento! ¡Es un demonio! ─grito Atrocitus─ ¡Pensé que había eliminado a todos los de éste lugar!

─Un humano con una conciencia adicional... no... una conciencia intrusa que busca tomar el control. ─señaló la criatura dentro de la burbuja.

─¡Ataca al demonio! ─ordenó Atrocitus.

Casi al instante Daniel apunto su anillo y antes de lanzar un rayo de energía, su cuerpo fue arrojado por una misteriosa fuerza hacia los árboles tras el lago de sangre. El traje de Daniel mitigo parte del golpe, aun así el dolor no evitó llegar a su espalda.

El sonido de una explosión de aire retumbo en todo el lugar, haciendo temblar hasta el mismo suelo y los árboles. La burbuja había explotado cubriendo todos los alrededores y hasta al mismo Daniel de sangre, a la vez que había liberado a la criatura. Realmente era una demonia con un cuerpo esbelto, que lucia dos grandes cuernos negros con líneas rojas ─daban la impresión de ser lava─, ambos parecen emerger de su rojizo cabello y largas alas con un aspecto similar a los cuernos, se ven detrás de su cuerpo. Su piel gris como la ceniza, es protegida por un vestido dorado que llega hasta su rodillas y deja al descubierto su espalda.

Después de quitarse la sangre que seguía pegada a su cuerpo y ropa, la demonio se acercó al humano en un abrir y cerrar de ojos. Admiro por unos segundos la gran similitud que tienen en el color su cabello y el del chico, antes que se retirará la sangre que cubría sus ojos y posteriormente se levantará con mucho enojo, listo para atacar.

─Es interesante ─señaló una voz aguda y femenina, muy distinta a la anterior─. No pensé que habría un humano que fuese linterna roja ─la criatura demoníaca tomó la mejilla de Daniel para ver con sus ojos rojos los del humano─ y también...

─¡Mata al demonio, Daniel! ─ordenó Atrocitus.

─¡Ni siquiera estando vivo podrías matarte, Atrocitus! ─grito la demonio soltando la mejilla del pelirrojo y haciendo que éste viese su cuerpo.

─¡¿Sabe quién soy?! ─se preguntó Atrocitus.

─¡Parece que sí, maestro! ─Daniel se alejó rápidamente de la demonio mientras veia todo su aspecto. Se detuvo a casi tres metros de la criatura demoníaca y apunto su anillo para lanzar su ataque─ ¡Muere!

─¡Inténtalo! ─expresó la demonia con una sonrisa en su rostro.

Daniel lanzó un rayo de luz pero esté fue detenido por una criatura humanoide de color gris que apareció de repente. Dan se impresionó al ver que la criatura no tenía ojos ni orejas, solo una boca de donde se veía una larga lengua y apenas iba vestido con un trapos rotos.

─¡Entretenme, humano! ─exclamó la demonia y luego ascendió sobre los árboles─ ¡Sí logras acabar con todos mis demonios esclavos, lucharé contra ti! ─otros tres criaturas similares a la que detuvo el rayo,emergieron de la tierra.

La demonia de nombre Lyli, deseaba ver el poder de aquel humano que fue capaz de llamar su atención y también abrir el camino para volver a ese universo. Estaba impresionada por el potencial nato que tiene el chico, tanto así que ya deseaba tomarlo y usar sus poder, pero sabía que no podría hacerlo, no del todo.

Atrocitus no imaginaba que los demonios pudieran volver a aparecer, después que se encargó de depurar el lugar con magia de sangre y antiguos rituales de protección. Él no deseaba para nada que los demonios infectarán su santuario y menos usarán el poder de sus anillos.

─¡Daniel debes acabar rápido con estos demonios, ya, sino tendremos un centenar en pocas horas! ─ordenó Atrocitus ya planeando los rituales para depurar nuevamente la zona.

─¡Relájense los dos! ─grito Lyli─ ¡Ningún otro demonio atravesará la protección que hay en ésta zona! ¡Eras bueno con rituales de sangre, Atrocitus!

Esas palabras dejaron atónito a Atrocitus.

Daniel se lanzó contra los monstruos demoníacos. Usando la luz roja creo largas garras en cada una de sus uñas para, acabar con las cuatro criaturas.

Los demonios sin ojos atacaron usando su lengua como una lanza, estirando y contrayendo para herir a su contrincante. Ninguno de sus ataques asestó en el cuerpo del humano, quien acabo cortando las lenguas de tres con las garras y asesinando a uno luego de cercenar su cabeza.

Lyli notó la habilidad atlética en el humano que se movía agilmente de un lado al otro. Anteriormente la demonio había visto a miles de criaturas moverse con mucha agilidad, por lo que vio un potencial aun no explotado en el muchacho. Estaba impresionada por la manera en la que acabo con uno de sus esbirros y como había cortado la lengua de los otros tres sin mucho esfuerzo.

─¡Veamos si sirve! ─grito Daniel al imaginar cuchillos para crearlos con el poder del anillo.

Cientos de cuchillos aparecieron sobre el humano y a los instantes atravesaron a los otros tres esclavos de Lyli, matándolos en el acto.

─¡Entretenido e interesante! ─señaló la demonia.

─¡La Cosa del Pantano, trabaja con esa demonia! ─exclamó Atrocitus tras  evaluar que mencionar esa criatura o mencionar a la madre eran los catalizadores que debía usar para aumentar la rabia en el humano.

─¡Muere! ─grito iracundo Daniel mientras sus ojos se volvían rojos.

Lyli no pudo prever la velocidad de Daniel, quien golpeó directamente en su estómago mandando su cuerpo a chocar con la pared superior, de aquella masiva cueva.

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