Capítulo 2: Huida
Daniel no lograba asimilar toda la información que Atrocitus le había dado. Su mente divagaba de un lado al otro. No creía lo que sucedía, simplemente no lo aceptaba y veía que todo a su alrededor era un mero sueño, algo imposible de que pasará.
En otra parte de la mente del pelirrojo joven, Atrocitus se llenaba de información e información sobre la vida de su pupilo. Aprendía rápidamente cada detalle sobre la vida del chico buscando los puntos donde Daniel, había experimentado la verdadera ira y el verdadero odio, todo mientras su estudiante terminaba de aceptar su nueva realidad.
Atrocitus esperaba obtener lo más rápido, los puntos exactos donde la ira y el odio eran más fuertes, ya que sabía que pronto encontrarían el lugar donde había llegado su anillo y era probable que mataran al chico, llevando eso al final de los linternas rojas.
─Daniel, debemos irnos a un lugar seguro ─ordenó Atrocitus─. Es probable que pronto vengan a matarte.
─¡¿Qué?! ¡¿Qué?! ¡¿De qué demonios hablas?! ─preguntó con mucho miedo Daniel.
─Ya sabes que los linternas rojas no somos bienvenidos en la Tierra, así que es muy probable que Hal Jordan, contacte con sus amigos en éste planeta y venga por ti ─explico Atrocitus─. ¿Qué es ésto?
El creador de la corporación roja, no comprendía porque no podía obtener los datos de varios puntos en la mente de Daniel, simplemente no podía acceder a ellos parecían estar bloqueados pero aun así, obtuvo algo de información.
─La Cosa del Pantano... ¿Qué demonios es esa criatura? ─preguntó Atrocitus.
─¡La Cosa del Pantano! ¡¿Dónde está?!
Daniel parecía alterado y comenzó a ver en todas direcciones muy asustado. Esa fue la señal de Atrocitus para, conocer el mayor miedo de su pupilo.
─¡¿De qué hablas, Daniel?! ¡Debemos irnos!
─¡¿Dónde está?! ─el joven seguía mirando en todas direcciones.
─¡No hay nada aquí! ¡Debemos irnos, maldito humano! ─Atrocitus grito para llamar la atención de Daniel de nuevo, sabia que el tiempo se acababa─ ¡Necesitas irte lejos de ésta galaxia!
Justo cuando Atrocitus termino su frase, un rayo verde paso a pocos centímetros frente de Daniel, esa fue la manera de saber que el tiempo se había acabado.
─¡Sabemos que hay un linterna rojo! ¡Sólo sal con las manos en alto, prometemos no hacerte daño! ─una voz femenina resonó con fuerza─ ¡La casa y los alrededores están rodeados!
─¡Nos descubrieron! ─señalo molesto Atrocitus─ ¡Deberás hacer lo que te digo, si quieres vivir!
─¡Voy a salir! ─dijo Daniel con autoridad y justo después se dirigió a la puerta.
─¡Nos van...! ¡Te van a matar! ─exclamó furioso Atrocitus.
Ignorando las palabras que decía la Atrocitus, Daniel atravesó rápidamente la casa hasta salir al patio, donde podía ver luces verde alumbrando su casa y el patio.
El primer linterna roja continuó gritando y ordenando a Daniel que debía huir, pero el joven lo ignoro.
Estando en el patio Daniel vio dos seres con trajes verdes y negros volando ─uno morado y otro rosado─, junto a los que identifico como Superman y la Mujer Maravilla. El joven no sabia si estar alegre o asustado, pero si estaba impresionado porque ambos héroes estuvieran allí. Era la primera vez que los veía de cerca.
─¡No te muevas! ─ordenó la criatura morada con un megáfono verde─ ¡Vamos a descender!
─¡Asquerosos linternas verdes! ─exclamó Atrocitus.
Los linternas en compañía de los dos miembros de la liga, descendieron lentamente con sus miradas fijas en Daniel. La Mujer Maravilla y Superman se preguntaban internamente lo que debían hacer con el chico de unos veinte, si tomaba o hacia algún movimiento en falso. Apenas sabían que debían capturar y entregar a la persona que obtuviera el anillo rojo, a los miembros que Hal enviaría a la Tierra.
Superman ya había usado su visión de rayos X para ver la casa, por lo que sabia como estaba la situación en la habitación, aunque le preocupaba más realmente que el chico parecia hablar solo. La Mujer Maravilla al momento de ver al chico no noto nada malo en él, pero eso no evitaba que estuviera alerta y más aún tras haber combatido contra los linternas rojas hace varios años.
La situación era diferente para los dos linternas verdes, ya que ambos sabían que el anillo que portaba aquel humano pelirrojo, tenia dentro de sí la conciencia de Atrocitus por lo que ya preveían un combate.
Los cuatro se detuvieron a casi dos metros de Daniel, viendo las pupilas rojas del chico y el traje de escamas rojas.
─¿Cómo te llamas chico y cuantos años tienes? ─preguntó Superman prestando mucha atención al latido del corazón, del joven.
─Me... me llamo Daniel Suárez Rodríguez, y tengo veinte años. ─la respuesta de Daniel convenció a Superman.
─¿Sabes lo qué te ha pasado, Daniel? ─preguntó la Mujer Maravilla.
─No lo sé. Lo que les puedo decir es que no quiero hacerle daño a nadie... ¡Yo venia a mi casa cuando el anillo apareció frente a mi! ¡Corrí a casa pensando que tal vez era una pesadilla, pero entonces el anillo apareció en mi dedo y luego sufrí un inmenso dolor, por lo que termine desmayado y cuando desperté termine con este traje, escupiendo sangre caliente y con una vos en mi cabeza! ─explico rápidamente Daniel.
Durante todo ese tiempo Superman presto mucha atención al latido del corazón. Él y la Mujer Maravilla acordaron que si algo en los latidos no estaba bien, harían uso del lazo de la verdad. Superman le hacía señas con los ojos a su compañera para indicarle que todo era correcto y verdadero.
─¿Esa voz te dijo como se llama? ─preguntó la criatura morada.
La linterna verde clavo sus ojos azules en el humano, ya ella conocía el nombre, aun así quería que el mismo muchacho lo dijera en caso de tener que entrar en combate, quedará en registro que dentro del anillo estaba la conciencia de Atrocitus.
─¡No les digas mi nombre! ¡Solo están esperando eso para ataca! ─expresó rápidamente Atrocitus al oír la pregunta.
─¡Cállate! ¡No me molestes! ─ordenó Daniel.
─¿Te está hablado justo ahora? ─preguntó el linterna de piel rosada con varias protuberancias en la cabeza.
─Sí... me esta pidiendo que no diga su nombre porque sino, ustedes me atacarán. ─Daniel señaló a los dos linternas.
Con rapidez ambos linternas levantaron sus brazos donde tenían sus anillos.
─¡Esperen! ─ordenó Superman colocándose velozmente frente a ellos, por lo que su capa roja quedo ondeando.
─Jordan me explico que la persona en recibir el anillo podría estar confusa y usar su anillo rojo sin cuidado. Por ello no debíamos alterar a la persona que lo tuviera ─explico la Mujer Maravilla a los linternas─. Así que bajen sus anillos y llevemos la situación con calma. Recuerden que estamos en una zona residencial.
Los linternas asintieron a regañadientes y bajaron sus anillos. Hal le explico a ellos que tanto Superman y la Mujer Maravilla, serian quienes tendrían más posibilidades de calmar a la persona por ello ambos debían seguir las órdenes de su camaradas de la liga.
─¡Sin estrés todo saldrá bien! ─expresó con ánimo Superman mientras volvía a ver a Daniel─ Bien, estos linternas quisieran saber el nombre de aquel que te habla. ¿Puedes decirnos su nombre?
─Se llama Atrocitus. ¡Sí el mismo que luchó contra ustedes hace varios años! ─la voz de Daniel se oía más relajada.
─Sí... recuerdo su nombre ─dijo Superman caminando hacia el chico─. Fue un tipo muy rudo contra el que tuve que luchar, aun así, tú no te ves como ese villano ─colocando su mano derecha en el hombro izquierdo de Daniel, Superman se detuvo─. Daniel, te toca acompañar a estos dos linternas. Ellos están aquí para ayudarte a volver a ser un humano, me dijeron que son unos especialista en todo lo que tiene que ver con anillos y demás, así como para los temas mágicos le pedimos ayuda a Zatanna o como para los temas de la naturaleza le pedimos ayuda a la Cosa del Pantano, te pido...
─¿Cosa... del... Pantano? ─preguntó en voz baja Daniel, aun así fue oído por Superman.
─¡Ellos trabajan con la Cosa del Pantano! ─exclamó Atrocitus para desencadenar el miedo de Daniel y volverlo ira, debido a que él conocía la admiración que tenia Daniel ante esos dos héroes, sobre todo de la Mujer Maravilla─ ¡Los linternas y la Mujer Maravilla, te llevarán ante la Cosa del Pantano!
Atrocitus sabia que el miedo por aquella criatura combinada con el pensamiento de traición por parte de sus héroes, crearía la inestabilidad mental necesaria para que Daniel usará sus poderes de luz roja sin problemas. Además siendo el primer miembro de los linternas rojas, conocía que mientras más ira más poder pero que conlleva también a la falta de razón, transformando al portador en una bestia salvaje que solo oirá su propia voz, ese rápido análisis le dio la idea a Atrocitus para desencadenar el poder de Daniel y a su vez controlarlo hasta que volviera a en si.
─Sí, la liga trabaja de vez en cuando con él ─respondió Superman y justo después notó el cambio en los latidos─. ¡Diana!
La Mujer Maravilla reaccionó muy lento al igual que los dos linternas verdes. Superman atravesó el muro de la casa por el poderoso golpe que le propinó Daniel, quien ahora tenía los ojos completamente rojos.
─¡Traidores! ─grito Daniel.
Los linternas crearon escudos para protegerse del vómito de sangre, que al caer en la grama del patio comenzó a arder. La Mujer Maravilla retrocedió sacando su espada y arreglando su escudo.
─¡Diana, detenlo con tu lazo! ¡Linternas encierrenlo! ─ordenó Superman mientras se levantaba de los escombros.
Los linternas rápidamente se elevaron y uniendo sus poderes crearon un cubo dejando adentro a Daniel que escupía sangre a todas direcciones. La Mujer Maravilla arrojó su lazo cuando el cubo se termino de formar.
─¡Concentra la energía en todo tu cuerpo y piensa en ascender! ─ordenó Atrocitus al momento de ver como se formaba el cubo.
El mismísimo Atrocitus si tuviera cuerpo hubiera abierto su boca y dejado ver sus afilados dientes, al momento en que un iracundo e irracional Daniel, llego a las capas más altas de la atmósfera en un menos de cinco segundos.
Superman y el resto quedaron totalmente impresionados al ver la estela roja que había dejado el chico al volar. La Mujer Maravilla y Superman, no habían visto tal velocidad en otro ser que no fuera el mismo Superman o su compañero Flash, por lo que al verse durante un segundo ambos comprendieron que la situación ya se había ido de las manos.
─¡Debes huir lejos de ésta galaxia! ─ordenó Atrocitus a Daniel.
─¡No escaparás, Daniel! ─exclamó Superman al detenerse frente a él─ ¡Necesitas calmar tu ira! ¡No lleves esto a los extremos!
─¡Ataca con tu vómito! ─ordeno nuevamente Atrocitus.
Una gran cantidad de fuego sangriento fue arrojada sobre Superman mientras los dos linternas verdes, comenzaban a atacar con misiles de energía.
Daniel por instinto esquivo lo que misiles y luego para sorpresa de todos, en especial de Atrocitus, el joven pelirrojo contraatacó con misiles de energía roja. Eran pocos los linternas rojos que podían crear construcciones de energía, ya que requiere de cierta concentración, y al estar como una bestia salvaje, Atrocitus no esperaba que su pupilo fuese capaz de hacer aquello, menos en ese estado de ira.
Superman giro rápidamente para quitarse la sangre y comenzó su contraataque para neutralizar a Daniel, y evitar pérdidas. Fue así como por querer actuar bien y no lastimar al chico, Superman recibió un fuerte puñetazo en el estómago y posterior a eso una patada que lo arrojó con fuerza hacia la Tierra.
Los linternas al ver la situación en la que uno de los más poderosos héroes parecía ser apaleado, ambos decidieron atacar para matar. Lanzaron muchos más misiles y construcciones afiladas para acabar con Daniel, pero éste chico se defendió creando una gran barrera de color rojo.
─¡Ahora huye! ─grito Atrocitus.
Sin pensar ni un segundo, Daniel desapareció dejando una leve estela que no tardó en desvanecerse. Dejo atrás a su planeta, su padre, su novia y su vida.
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