Un Futuro Soñado
Estamos saliendo del aeropuerto de Málaga. Sólo he venido un par de veces a España —una fue a Madrid y otra a Barcelona para mis distintas giras. No conozco nada de la capital de la Costa del Sol salvo lo visto en fotos, algunos videos o algunos reportajes en internet.
Tengo un poco de miedo. Es un lugar distinto, nuevo, también hermoso y muy festivo. No sé cómo va a reaccionar la gente que me vea. ¿Se abalanzarán sobre mí queriendo que les firme autógrafos? ¿Me ignorarán porque no se esperarán mi presencia? Demasiada incertidumbre...
Hemos viajado porque mañana es el cumpleaños de Rick. Yo tengo varios días de descanso y quería pasarlo junto a él. También conocer en primera persona Málaga y qué la hace tan encantadora para todos los que viajan a aquí y deciden cambiar su residencia al poco tiempo.
Entramos los últimos en el avión evitando lo más posible que nos reconocieran en la fila, pero fue retrasar lo inevitable. Nada más pusimos un pie ahí, aunque gran parte de los pasajeros estaba en el interior, nos identificaron y, si no nos rodearon y pidieron fotos, fue porque las auxiliares de vuelo informaron que las puertas del avión cerrarían en apenas unos minutos y se irían sin aquellos que no hubieran abordado el aparato.
—Es lo que tiene que ser una estrella de clase mundial —indicó Rick, mientras se encogía de hombros.
Los pasajeros junto a los que viajamos en primera clase nos pidieron autógrafos y nos felicitaron por ser una pareja ideal. Tras unas selfies y firmas, nos dejaron tranquilos para pasar nuestro primer viaje de larga distancia juntos.
Recuperar el equipaje fue un poco más complicado. Llevo una maleta que tuve que facturar porque compré unos cuantos regalos para Erin, Rocío, Fran y los padres de Rick —y muchas cosas que necesito de higiene, maquillaje, zapatos y, por supuesto, bañadores, bikinis y mucha ropa.
—¿Te vas mudar a Málaga? —me había preguntado Rick cuando me vio arrastrar aquella valija de interesantes proporciones.
—No, para eso, necesitaría un avión entero sólo para llevar mis zapatos.
—¡Joder! Y yo con una maletita chica voy servido...
Al salir de la zona de embarque, me encontré grupos de fans con carteles recibiéndome emocionados. La familia de Rick no vino a buscarnos, porque se imaginaba que eso iba a pasar. Nos van a esperar en su casa. Allí comeremos algo para almorzar y nos dejarán descansar. Es muy fuerte tener que encontrarme con Rocío, pero Rick me ha jurado y perjurado que ella está emocionada de conocerme y que no hay rencores. Conforme pasan los días, su relación con Fran se afirma. Incluso Rick no se puede creer que ella haya cambiado tanto para bien.
Parece que ha pasado un siglo desde que aterrizamos que, por fin, traspaso las puertas del piso de Rick. Nada más se abren siento que estoy en casa. Sus padres se abalanzan sobre él y lo besan y abrazan, Erin —un pequeño torbellino de pelo castaño claro y rizado— corre a sus brazos, aparece también Rocío y Fran —ella es preciosa y muy simpática y él tiene un aire a su hermano menor.
Nada más lo saludan a Rick me rodean y me dan la bienvenida a la familia. Bromean a costa de Rick. No logro comprender todo lo que dicen —estoy tomando clases de español, pero no es tan bueno como yo podría esperar. En cambio, siento su amor —incluso cuando Rocío me da dos besos y me abraza, siento su calidez. Se me caen las lágrimas porque todavía me arrepiento del dolor que le pude causar.
—No se te ocurra pedirme perdón —me dice, reconociendo mi intención—. Todo esto ha servido para que estemos más unidos que nunca y los dos seamos felices de verdad. Yo soy quién debería darte las gracias.
—¿Volverás a escucharme al menos? —bromeo, mientras me seco las lágrimas que quieren escapar de mis ojos.
—Hubo un par de días que no lo hice. Además, yo escucho mucho la radio cuando trabajo o estoy en casa haciendo lo que sea, así que tus temas los pasaban a todas horas si era posible. Ponía la tele, ¡y ahí estabais los dos! O lo aceptaba o se me iba a complicar todo.
—E imagino que, cuando poníais un pie en la calle, teníais a toda la prensa persiguiéndoos.
—Sí. Está siendo todo muy intenso. Han sido casi dos meses de un acoso sistemático. Pero ¡qué te puedo contar a ti!
—Le di a Rick un curso acelerado de como lidiar con ellos, pero no creo que haga falta contigo.
—Yo aprendo más rápido que él. No le digas que te lo dije yo:
Nos reímos y hago el gesto de la cremallera en mis labios.
El aludido aparece segundos después con Erin de la mano. Cuando la saludo, ella se esconde detrás de la pierna de su padre.
—Le da vergüenza. Está en esa etapa —explica Rick.
—Hola, Erin. Tienes un nombre muy bonito —digo en castellano. He practicado mil veces esas frases y otras más.
—¿Quieres jugar con Athena? —pregunta Rocío. Rick asiente y sonríe con ternura a su hija—. Ella tiene ganas de jugar contigo.
—Me encantaría hacerlo. Tu padre me dijo que te gusta el conejito Tambor y te traje uno de peluche.
Le enseño el muñequito y Erin sale de detrás de las piernas de Rick para agarrarlo.
—¿Sabías que Rick decía que quitara esa mierda de música cuando sonaba una canción tuya?
—¡Eso es mentira! No le hagas caso a Fran —ruega Rick.
—¿Sabes que me temo que eso pueda ser cierto? —pregunto, mirando a Rick—. Pero te engañaba, porque él se conoce todos mis temas y los ha cantado a pleno pulmón cuando escuchaba alguno.
—¡Mira de lo que me vengo a enterar! ¿Te hacías el duro con tu hermano mayor?
—Y claro que sí. Míralo con esa pinta de escritor malote y roquero. No te puede reconocer que me escuchaba.
—Ahora que lo pienso, me decía algo parecido con estilos de música similares. No creo que contigo fuera una excepción —apunta Rocío.
—Creo que me estoy arrepintiendo de habértelos presentado.
—Erin, ¿me llevas a tu dormitorio y me enseñas dónde va a dormir Tambor? De paso, fíjate si hay un lugar para tu padre.
Erin se emociona, me agarra de la mano y me lleva a su dormitorio.
—Cabrón —musita Rick mientras me marcho. Todos nos reímos. Creo que voy a tener un buen aliado en Fran para molestarlo.
—¿Qué te está pareciendo todo? —pregunta Rick.
—Erin me tiene loca.
—Te tengo que reconocer que ella pocas veces se pone a jugar tanto con alguien el primer día. Habrá sentido la hermosa persona que eres.
—Tenía miedo de que pudiera tenerme rencor por ser la causante de...
—Primero: tú no has sido causante de nada. Segundo: no te puede tener rencor en la vida. Ella no sabe qué es eso todavía y ni Ro ni yo le vamos a transmitir esa idea.
—Hace tiempo que no me siento tan bien en un sitio —digo, mientras me pierdo en una de las mejores vistas que ofrece Málaga.
Estamos sentados en el rompeolas del paseo que conduce a la terminal de cruceros. Yo estoy apoyada sobre su pecho y mirando a las playas de la Malagueta, hasta donde la línea de la costa desaparece. Las edificaciones mayormente blancas, que acompañan a los montes que rodean a la capital, junto con varias hileras de palmeras y árboles, hacen que el conjunto sea maravilloso. Y si eso no es suficiente, los tonos ardientes de un sol en receso bañan todo con luces naranjas y rosas.
La gente que pasea por aquí canta, se ríe, hablan con un tono de voz bastante alto. Se les ve felices. Un sinfín de acentos e idiomas revolotean como las palomas, gorriones y cotorras en busca de algo para comer o beber, o una ramita para fortalecer sus nidos. Los aromas del mar, la arena mojada, el pescado asado, la diversa gastronomía presente en Muelle Uno, junto con la fragancia del jazmín y el azahar, terminan de engrandecer la escena. ¡Siento tanta paz!
Tenía dudas y mucho miedo por la idea que lleva creciendo en mí, desde hace tiempo. Una decisión que puede sorprender, pero creo que es lo que necesito. Si algo he aprendido durante este tiempo es escuchar a mi corazón y contrastarlo con mi cabeza.
—Todavía te falta por conocer mucho más. Hoy justo terminó la Feria, pero tienes la Navidad, Carnaval, Semana Santa... por poner un ejemplo. También tienes todos los pueblos costeros o de interior, cada uno con su encanto —dice, con un brillo de felicidad en la mirada—. Cada vez que vengas te llevaré a conocer alguno.
—¿Cada vez que venga? —pregunto sorprendida.
—¿No vas a venir más?
Una sombra viste su rostro. Me gustaría molestarlo, pero ya buscaré otra forma de hacerlo.
—Para volver, primero tengo que irme.
Rick me mira confundido.
—Esta es la última temporada de Killing Floor y, cuando termine la grabación, y también el Love & Live Tour quiero trasladarme a aquí. Quiero despertarme a tu lado todas las mañanas y follar contigo siempre que quiera. —Después de tanto tiempo, vuelve a sonrojarse—. Extrañaba tu rubor.
—No dejas de tener ese poder sobre mí.
Toma delicadamente mi cara y me besa. Nos abrazamos mientras somos bañados por la luz crepuscular del sol y vemos como, poco a poco, las luces se encienden y una nueva y hermosa postal de Málaga aparece ante mis ojos.
—¿No va a refrescar esta noche? —pregunto.
—No.
—¿Podemos hacerlo en la playa? Nunca follé en una.
—E-esto...
—No hace falta que te vea para deducir que estarás rojo como un tomate.
—Eres mala. También te olvidas de que la gente pasea por aquí y nos puede ver. Estas noches de verano son fantásticas y te puedes bañar a la luz de la luna.
—¡Ah! Quiero bañarme desnuda de noche.
—Tienes algo de exhibicionista por lo que veo. Vas a terminar siendo portada de algún tabloide.
—¿No quieres verme desnuda?
—Si por mí fuera, estarías siempre así y atada en mi cama.
—¡No me robes mis frases!
—Tan sólo te estoy citando.
—Bueno, follamos esta noche en la playa, después de bañarnos desnudos. ¡Está decidido!
—¿Puedo elegir una playa un poco más íntima?
—Sí. Creo que te puedo delegar esa responsabilidad.
—Gracias, jefa.
—Dueña. O Diosa, en su defecto.
—¡Cierto! ¡Perdóname por mi atrevimiento!
—A los seres divinos no se les habla de tú. Me parece que te voy a tener que castigar...
Athena pierde su vista en el horizonte cada vez más oscuro. Un crucero surca el mar Mediterráneo, posiblemente, en dirección a Italia o a las islas griegas. Tengo que proponerle de hacer uno algún día. Hay tanto para hacer y, por una vez en la vida, creo que vamos a tener el tiempo para ir cumpliendo estos sueños poco a poco. Me alegra verla sonreír así. La siento en paz con ella misma, con el mundo.
La abrazo, ella me sujeta fuerte y me hace temblar. Esto es lo que alguien tiene que sentir cuando ama a una persona y es correspondido.
— ... I now explore, your skin from toes to lips, your eyes are a mystery, I'm living in a dream, ...
—¿Es nueva?
—Ajá. Es sobre nosotros.
—Cantas como los ángeles.
—Gracias. Ya lo sabía.
—Eres única.
—Y tú.
—¿Nos hacemos una selfie?
—¡Ya estabas tardando!
¿Fin?
🎸📖💜
¡No! No es el fin. Es un hasta luego. ¡No puedo ni quiero despedirme de esta historia de forma definitiva!
Cincuenta y seis mil palabras después, necesito agradecer a todos los que me habéis acompañado durante todo el trayecto, durante la subida de cada capi y el ánimo que me han infundido vuestros comentarios. ¡Mil millones de gracias!
Escribir una novela romántica no es sencillo (escribir ninguna de ningún tipo lo es) y esta experiencia la he tratado de llevar de la mejor forma posible presentando un amor no tóxico en donde no hay roles, no hay órdenes, no hay supuestos ninguno, salvo la libertad, el respeto y la confianza entre ambos. Para nosotros los hombres es un cambio total de paradigma, porque hemos sido enseñados a ser los caballeros andantes y eso no puede seguir. Tenemos que ser salvadores y salvados, al igual que nuestras princesar en apuros, deben ser las guerreras que nos rescaten de la misma manera.
También he querido plasmar lo importante que es la salud mental en todo este proceso, porque estamos acostumbrados a pensar que sólo los locos van a terapia o que la depresión es un juego. Y nada de eso es verdad. Todos necesitamos terapia, en la cantidad que precisemos, y la depresión puede llegar a matar. Así que, tanto como cuidamos nuestro cuerpo, cuidemos nuestra mente.
De nuevo, gracias por estar conmigo y por darme vuestro cariño. ¡Sois increíbles!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top