¿Cómo Nace el Amor?

¿Cómo puedo explicar la foto? ¿Cómo puedo justificar mi presencia en la gran mayoría de portales y medios que cubren las noticias del mundo del espectáculo? ¿Cómo puedo decirle a Rocío que siento algo por esa chica y que eso se ve claramente en la captura que me mandó?

El sonido del móvil me recuerda que Rocío sigue esperando mi respuesta:

No sé qué decir. No quería hacerle daño. El día se dio así. Nadie buscó al otro. Nadie. No le fui infiel. Yo creo que la respeté. Aunque eso no quita de que le duela todo lo que está pasando. No estamos bien. Para colmo ve todo eso y yo le confirmo que hay sentimientos involucrados. Es el fin. No puedo pretender otra cosa.

¿Cómo habría podido evitar sentir complicidad con Athena? ¿Cómo podía decirle a la cabeza y al corazón que dejaran de pensar en ella? Es imposible frenar mis ensoñaciones de acariciar su piel; de tocar sus cabellos y apartárselos de su rostro exótico; de besarla y pasar el resto de mis días con ella.

Lo peor de todo es que no sentí nada igual por Rocío. Lo nuestro fue distinto. Éramos compañeros de trabajo y teníamos amigos comunes. Cuando salíamos los findes, hablábamos, pero no había mucho más. Ella tenía un novio en aquel instante y yo llevaba varios meses recuperándome de una infidelidad. Teníamos cosas en común, pero eran más las cosas que nos separaban que las que nos unían, hasta Erin.

Un año después de conocernos, Marian me dijo que había roto con su novio. Que no lo estaba pasando bien. Yo no pretendía nada con ella, pero le mandé un mensaje de ánimo y diciéndole que cualquier cosa que necesitara, me tenía. Así fue como poco a poco, salida a salida, nos fuimos uniendo más y más, hasta que decidimos darnos una oportunidad.

Creo que nos vimos abrumados por ser muy respetuosos el uno con el otro y sobre todo sinceros —incluso las veces que más ha dolido. Rocío es muy simpática, muy graciosa cuando quiere, pero cuando se enfada, se encierra en su mundo y me excluye. Y eso puede suceder por días.

Hemos querido ver esa persona que queríamos y necesitábamos a nuestro lado y es posible que hubiéramos debido de ser amigos. ¿Habremos sido incapaces de distinguir qué era real de lo imaginario? ¿Era nuestro amor un producto de nuestra necesidad y carencias sentimentales? No lo sé. Yo creía que era real.

Si dijera que nuestro noviazgo fue malo, estaría mintiendo. Ella seguía siendo mi amiga y lo pasábamos muy bien juntos. Los problemas comenzaron a partir de nuestra convivencia. Era una discusión habitual decidir cuál era la mejor forma de hacer las cosas. Pocas veces nos hemos puesto de acuerdo y, cuando alguno cedía, lo reclamaba en la ocasión siguiente. Hemos vivido tanto tiempo solos que, tras nuestra mudanza, cuando ella se quedó embarazada, descubrimos que no éramos tan compatibles como pensábamos.

Tan poco seguro estábamos de todo —incluso de nosotros como pareja— que por eso no nos casamos de forma oficial. También nuestra experiencia nos llevó a no creer mucho en esa institución. A todo eso sumamos a familiares y amigos cuyos matrimonios fracasaron. Al final, estábamos de acuerdo en que nuestro amor no necesitaba de papeles.

Criar a Erin, querer progresar a nivel laboral y nuestras diferencias han sido los elementos de desgaste de nuestra relación. Tener hijos es muy duro y los problemas se acentúan, no se tapan por el amor con el que te proveen. Ambos opinamos que lo mejor que hemos tenido ha sido nuestra hija. Y, en varias de nuestras peleas, hemos querido intentarlo una vez más por ella. No obstante, creo que ha llegado el momento de tomar la decisión más difícil.

Por mucho que quiera a Rocío —porque la sigo queriendo— no puedo tapar el sol con la mano. Ella no será el amor de mi vida. Ni yo el de ella. Ambos lo sabemos. Nos dimos muchas oportunidades, porque no pudimos ver que el quererse, a veces, no es suficiente.

Yo he retrasado esto porque no me veo un día sin disfrutar de Erin. Tengo que aceptar que, esté o no con Athena, lo mío con Rocío no puede seguir. Hace kilómetros pasamos ese punto de no retorno y cuando vuelva del viaje decidiremos cómo nos organizaremos.

El móvil vuelve a vibrar. Tengo miedo de sacarlo y ver otro mensaje de Rocío. ¡Joder! ¡No quería que esto terminara así! Habría preferido que lo hubiéramos hecho bien desde el principio, desde el momento en el que vimos que esto no tenía solución. Ya no sé si fue cabezonería o...

La vibración no cesa y, cansado, decido descubrir quién me llama. No me sorprende encontrarme el número de Fran, mi hermano un par de años mayor. Suspiro y atiendo.

¿En qué se supone que estás pensando, Ricardo?

Siempre usa mi nombre completo en su papel de hermano mayor. Esperaba esta reacción porque él quiere mucho a Rocío y no le gustaban nuestras peleas. Sufría tanto por nosotros como por Erin, sobre todo.

—Siempre en Rocío, Francisco. Has visto sólo una foto abrazando a Athena, nada más.

Hay todo un reportaje de vosotros circulando por las redes. Y se os ve reír, llorar, abrazaros. Tú y yo sabemos que no eres de los que abraza a una mujer de buenas a primeras. Debéis de tener una intimidad muy especial para todo lo que hemos visto. No sé qué pensar. Si esto es una broma elaborada o qué.

—Fran, no ha pasado nada.

Todavía. Te faltó agregar eso. Te conozco y sientes algo por ella. Posiblemente Rocío tan sólo lo sospecha. Yo, lo veo tan claro como si estuviera allí.

No puedo rebatirle nada. Todo lo que dice es cierto. Me conoce más que yo mismo. Incluso cuando no me comunico con él, sabe qué siento, qué me pasa con tan sólo verme. Hemos sido confidentes desde la noche de los tiempos y hoy no va a ser distinto.

—Me gusta Athena, mucho.

¿Y ella siente lo mismo?

—Creo que sí.

¿Queréis salir juntos? —Sonrío tristemente y el suspiro al otro lado de la línea de Fran me confirma que ha captado el mensaje—. Pero ¿y Rocío? ¿Y Erin? ¿Qué pretendes hacer? ¿Estás seguro de que esto no es un capricho? ¿Un enamoramiento repentino que se esfumará nada más os separéis?

—No sé cómo procesarlo, ni cómo va a seguir lo nuestro. No sé absolutamente nada. Lo único que sí tengo claro es que hemos conectado de una forma como yo jamás habría esperado. Siento que la conozco de toda la vida. Me hace bien estar a su lado. N-no puedo decirte nada más.

Yo voy a ver cómo está Rocío en un rato.

—Gracias, Fran.

Sólo espero que no estés equivocado, Rick. Esto no tiene vuelta atrás.

Asiento. La llamada termina mientras le doy vueltas a sus últimas palabras. No me preguntes cómo, pero creo que de lo único que estoy seguro es de que esto no tendrá vuelta atrás.

El maldito móvil vuelve a vibrar.

—¡Joder! ¡No me van a dejar en paz!

Jamás he sido tan popular en mi vida, ni tanta gente ha querido hablar conmigo —ni familia ni amigos— en el mismo momento. Está claro que esta no es una situación normal, pero ni en mi puñetero cumpleaños me llaman. Un WhatsApp y listo.

Resoplo sonoramente y cuando recupero el móvil para ver qué pasa, veo que ahora es Marian quien me está llamando. Estas conversaciones con Rocío y Fran me han dejado bastante triste. Si hay alguien que pueda levantar mi ánimo, ese es mi amigo.

—Hola, Marian...

¿Cómo es posible que conozcas a Athena Díaz y me tenga que enterar por la prensa? Esta amistad parece que está muy sobrevalorada.

—La conocí hoy, por eso nunca te dije nada.

Uff, ¡qué consuelo! Le decía a mi Juan que no es posible que me la hayas jugado de esa manera. Que entre nosotros hay una amistad a prueba de bombas.

—Hace unos segundos estabas diciendo que estaba sobrevalorada...

Habrás escuchado mal. La cosa es que él me mostró todos los artículos en donde salís los dos juntos y me quedé: ¡no pue-de ser! Juan ya me pide una salida de parejas y le tuve que frenar el carro porque no estáis en ese punto, porque no lo estáis, ¿no?

—No hay punto, Marian.

Tu voz me dice que hubo traca con Ro. Lo siento mucho.

—Y Fran también me dio la chapa. —Le cuento sobre ambas conversaciones y a pesar de que me duele recordarlo, el dolor es cada vez menor. Hay un poco de esperanza, a pesar de todo—. Tampoco te sientas mal. Era nuestra responsabilidad hacer la cosas bien desde el principio.

Sabes que me preocupo mucho por vosotros, dado que yo fui la celestina en esta ocasión. No obstante, sabes que siempre tuve mis reservas de si lo que hacíais era lo correcto. Igualmente, Erin, esa pequeña cosita hermosa, creo que la necesitaba yo también en mi vida, así que no puedo reprocharte mucho.

Ese es Marian, una ametralladora de palabras, mientras que yo soy... ¿un mortero? No suena bien. Voy a tener que buscar otra comparación.

—Ni yo. No sabes todo lo que me ayudó Erin a dar lo mejor de mí, incluso cuando no estaba bien. Al final tus putas cartas tuvieron la razón.

Un respeto con las cartas, ¡coño! Creo que jamás esperé que fueran tan acertadas en sus predicciones. Tu vida ya ha cambiado y ni siquiera tuviste la entrevista. Por cierto, nada más supe la noticia, te tiré las cartas de nuevo.

—¡Oh, dios, Marian! Tengo miedo a lo que puedan decirme ahora.

A la luz de lo sucedido, no puedes dudar de su poder predictivo.

Jamás pensé que diría esto:

—Sí, no puedo dudar, de momento. Pero ¡no quiero que me digas nada! No quiero sugestionarme...

Salieron los Amantes, que representa esa conexión especial entre vosotros. La Torre, que plantea una crisis que sacudirá los cimientos de la relación. Y, por último, una carta vieja conocida tuya: el Mundo, que indica navegaréis por esas dificultades y resurgiréis más fuertes y comprometidos. En resumen: tu relación será fructífera, pero no estará exenta de obstáculos.

—Espero que así sea, porque veo problemas por todos lados.

Ten fe, cariño. ¿Sabes algo del vuelo?

—Nada. No sé si lo están arreglando o paseándose por la isla. —Estoy siendo muy injusto. Es muy probable que estén trabajando en la solución, pero estoy de bajón y no puedo ser tan racional como debería—. ¡Es impresionante, Marian!

El vuelo, el hotel, ¿Athena? Por favor, cuéntame como la conociste. Dile que soy su mayor fan. Si quieres te mando un audio cantando Love Me para que se lo hagas escuchar. ¡Hasta es posible que me pida un dueto!

—Oye que, si la veo de nuevo, no quiero dejarla sorda o traumatizarla de por vida.

¡Qué hija de puta eres! —No me hago esperar y le cuento todo lo que pasó hasta su llamada—. No lo puedo creer... Es tan bonito... Tan emocionante... Era el destino el que quiso que vuestros caminos se cruzaran. Mis cartas lograron captar esa esencia y te lo mostré. ¿Qué vas a hacer? ¿La vas a besar ya?

—No he cortado con Rocío. Cualquier cosa que vea le va a doler.

Tras lo que me has contado de tu llamada con ella, no hay mucho que cortar, cari.

—Sí, ya sé, pero no me siento libre como para intentar algo con ella.

Por lo que me has contado, le gustas y mucho.

—¿Tú crees? Tengo miedo de perderla. Es que hemos conectado de una forma tan increíble. No sé, es totalmente distinto a todo lo que viví con Rocío. Es que sólo esas pocas horas que pasamos juntos, fueron suficientes para saber que no quiero estar con otra persona durante el resto de mi vida. ¡Jamás he tenido algo más claro en mi vida! Pero no sé qué hacer ni que esperar de ella. No quiero pedirle nada. ¿Y si no quiere estar con Erin? ¿Y si no podemos vernos con frecuencia?

No me gustaría ser tú en este momento. Lo que sé es que siempre tomarás la opción correcta. No importa lo duro que sea. Es posible que te hayas demorado en tomarla; aún así, será lo mejor para todos. Incluso cuando tú pierdas. Por eso te quiero y eres un gran amigo.

Las palabras de Marian me hacen bien. Son justo lo que necesitaba...

¡Llaman a la puerta de mi habitación! ¿Será Athena?

—Marian, te tengo que dejar. Están llamando a mi habitación.

¡Aaah! ¡Qué nervios! ¡Cuéntame después quién es y cuántos besos le vas a dar!

—Sí, sí, seguro.

Cuelgo y salgo corriendo.

Cuando abro la puerta me encuentro a una chica rubia, con unos ojos azules mirándome inquisitivamente y, por un momento, tengo miedo de mi integridad física.

You! —Parece un reproche. Entonces caigo en que es Kay, la amiga terrorista de Athena.

—E-eh, sí... yo...

—¿Qué pretendes de Thee?

—¿Thee? ¿Athena?

—¡Ya sabes de quién hablo!

—Puedes entrar si quieres antes de que alguien te vea y te denuncie.

—Para cuando venga la policía ya serías historia.

—Joder...

Me echo a un lado y Kay pasa. Te aseguro que en la vida osaría tratar de atentar contra ella. Preferiría enfrentarme a un oso pardo con mis manos desnudas.

—Tengo una voz dentro de mi cabeza que me dice que todo esto es un papel. Que te estás haciendo el caballero respetuoso para conquistarla y conseguir fama por medio de ella.

Enarco la ceja ante esa acusación. No lo veo descabellado, aunque un poco retorcido. ¿Tan corrupto es ese círculo en dónde se mueven?

—Si quisiera eso la habría besado en la furgoneta y le habría pedido salir de nuevo juntos. —Los ojos se me humedecen y trato de sonreír en un vano intento de mantener las lágrimas a raya—. No estoy en una situación como para pretender nada con ella y hacerle daño. Ya es bastante todo el que le estoy ocasionando a Rocío como para que Athena tenga que pasarlo mal también.

—Mírame a los ojos y dime lo que sientes por ella.

Respiro profundamente y se lo digo, mientras una lágrima escapa por el rabillo del ojo.

—Que es la mujer más increíble que encontraré en mi vida, pero no puedo atarla a mí.

—¿La quieres? —insiste, Kay.

—La quiero. Quiero aAthena Díaz.

🎸📖💜

Ya dije que se vienen capis interesantes.

La conversación entre Rocío y Rick no ha sido la mejor. Él no ha querido cortar por WhatsApp, pero no parece que haya mucho más qué decir en el cara a cara...

Con su hermano Fran no fue mucho mejor. Al menos tuvo la llamada de Marian para animarlo un poco y la intervención de nuestra Kay que termina con una declaración, que todos esperábamos.

Gracias por vuestra compañía!

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