Los gatos cruzaron el lobby y al entrar a la sala de cine, Adriana no pudo creer lo que veía: decenas y decenas de gatos, de todos tamaños y colores, maullaban alegremente una especie de melodía. Sentados en el suelo o en las viejas butacas medio rotas.

—Están animando al Príncipe mientras espera a la novia.— explicó Frankie al señalar la pantalla en desuso, en medio estaba sentado majestuosamente un majestuoso gato negro de ojos amarillos, usando una capa blanca que le cubría el pecho y la espalda.

A su derecha estaba otro gato negro, aún más grande, que a su vez usaba una corona plateada. A su izquierda, un gato esfinge sentado con los ojos cerrados, como meditando.

—El Rey...— comprendió en voz alta —...y.... ¿Cómo se llama quién oficiará la boda? ¿Gaterdote?

Frankie rió —No tiene un título, en realidad. Lo llamamos por su nombre, y se llama Kosei*.

—¡Fgankie, ven!— escucharon que lo llamaban. Adriana reconoció que el gato que le hacía señas de acercarse era Omelette, el gato blanco y negro del piso de abajo.

—¡Bon-soir! Casi no llegan.— les saludó con un curioso acento francés —No conozco a la petite, ¿quién es?

—Es nueva por aquí.— respondió rápidamente.

—Bienvenida.— se adelantó Omelette, dándole un pequeño empujón al otro gato —Mañana podgía mostgagte el vecindagio, si lo deseas, petite.

Adriana sintió que el pelo se le erizaba y los bigotes le temblaban, asustada por las desconocidas consecuencias de que su gato vecino se diera cuenta de la verdad.

—¡Shhhhh!— siseó una gata gorda sentada junto a ellos —¡Basta de charla, chamacos insolentes! ¡Respeten al Príncipe!

Adriana no lo tuvo que pensar, y empezó a maullar como los demás, ignorando a su vecino.

Frankie volvió a ponerse entre los dos y empezó a maullar, ante el obvio descontento de Omellete.

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*Kosei. Nombre egipcio que significa "León". Sip, llamé León a un gato calvo.