Capítulo 5
¿Qué debo hacer?
¿Qué debería decirle?
Ni siquiera sé si soy capaz de verla a los ojos.
Nunca creí que mis buenas intenciones terminarían de esta forma.
¡Yo solo quería verla feliz! ¡Quería mostrarle que soy una persona en quien confiar!
No solo no lo conseguí, sino que ahora también la he perdido posiblemente para siempre.
No te alejes de mí, déjame enmendar mis errores...
¡¿Por qué diablos no puedo decirle nada?!
¡¿Qué demonios ocurre conmigo?!
Ella está cubierta en un mar de lágrimas y totalmente sumergida en un llanto desconsolado.
Haz algo, haz algo, haz algo...¡Abre la maldita boca y haz algo!
-¡Ya estoy harta de esto...!- su grito desgarrador quebró la poca tranquilidad que aún conservaba.
Todo rastro de aquella risueña muchacha de cabellos rojos pertenecían a los días que no volverán.
Me observa con desprecio y rechina los dientes con furia.
Tengo toda la culpa, ¿no es cierto?
No debí pedirle jamás que nos acompañara, lo sabía a la perfección, una chica tan linda y tímida como ella sería un blanco fácil entre aquellos que viven de hacer el mal a los demás.
Pero creí que tan solo por un día, podíamos permitirnos ir más allá y profundizar nuestra amistad.
Ella hizo tanto por mí y yo le pagué de esta forma.
-Yo...yo...- mis intentos simplemente parecían ser detenidos por una fuerza sobrenatural.
¡No te detengas! ¡Sé que puedo arreglar esto!
¡Sé que puedo...no...debo hacerlo, aún estoy a tiempo!
-Sabía que era mala idea...¡Sabía que no debía ir con ustedes...!-
Y así fue como mi propia incapacidad terminó determinando la razón por la que ella dio media vuelta y corrió lejos de mí.
Mi cuerpo cayó de rodillas y no pude contener las primeras lágrimas que comenzaban a caer de mi rostro.
-¡Lo siento!- ya era tarde...ella se había ido.- ¡LO SIENTO MUCHO ARIA!-
...
...
...
...
-¿Eh?-
¿Pijama rosa?
¿Mi cuarto?
¿Oscuridad?
Ya veo...
Solo era un sueño...
No, más que un sueño era un triste recuerdo.
Y otra vez no pude disculparme.
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Capítulo 5: ¿Y si llegamos a un trato?
-No se ve para nada bien...-
Ash raspaba la garganta y se quejaba de dolor mientras que frotaba su abdomen con múltiples paños húmedos y alcohol medicinal.
Rápidamente lo cubrió al sentir como su pecho comenzaba a contraerse productos de los espasmos causados por el frío.
Por otro lado, Marlo observaba y si bien no entendía lo que sucedía, aún así se encontraba muy apenado al ver como el chico sufría más de lo normal.
Se notaba claramente en el decaimiento de su cola y las pocas ganas de correr y saltar como siempre solía hacerlo.
Ash tenía en mente una incomodidad mucho más fuerte que el dolor en su abdomen.
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-¿Eh? ¿Amigos? Déjate de estupideces, ¿crees que puedes amenazarme y luego pedir que seamos amigos?-
El momento no podía ser más inoportuno, Ash no solo estaba furioso, sino que también tiritaba por algún extraño motivo.
-¿No podemos? Creo que tú y yo hacemos una buena combinación, ¿sabías?-
-¿Bromeas cierto? No tienes idea de quien soy en realidad.
¿Crees que estoy aquí en Kalos únicamente por esta preparatoria de élite?
No tienes ningún derecho de meterte en mi vida.-
Ash lo intentaba por todos los medios.
Quería a toda costa intimidar a la pelirroja, pero no parecía llegar a ningún lado con eso.
Ambos tenían la mirada muerta y de ninguna manera tenían la capacidad de volver sentir el miedo que alguna vez los transformó en lo que son ahora.
Es más, el hecho de volver a tener aquellas emociones de antaño parecía un reto insuperable.
-Puede que tengas razón, pero...¿Crees poder negarte?
No sé mucho sobre ti, pero estoy completamente convencida de que si te expulsan de la preparatoria será un verdadero problema, ¿cierto?-
-¿Y qué si así es?-
Ash volvió a responder esta vez acercándose más a la muchacha.
No cabía duda que Aria podía ser una chica muy linda.
Pero toda esa belleza simplemente quedaba en ridículo frente a la tenacidad y asertividad con la que enfrentaba a un joven que prácticamente la estaba acorralando contra la pared.
Dicho de esta forma, parecía Ash quien verdaderamente estaba entre la espada y la pared.
-Llevo obteniendo el primer lugar en las calificaciones desde que comencé el primer año, tú solo lo conseguiste una vez.
Tengo información sobre ti, incluso si eres un hombre, puedo notar que no tienes la capacidad de golpear a una mujer, ¿no es así?-
Eso palabras golpearon muy fuerte en el pelinegro, su cuerpo comenzó a temblar mucho más de lo que ya lo hacía.
No tenía miedo para nada, pero no podía evitar esa reacción, simplemente era incapaz de vencer a Aria.
Ash finalmente suspiró al sentirse derrotado, débil, abatido y sobre todo totalmente congelado.
Ella tenía razón, la debilidad de Ash no se caracterizaba en la fortaleza de sus rivales, sino en los recuerdos que condicionaron su forma de ser.
-Te advierto que no me quedaré de brazos cruzados, haré de tu vida un infierno si intentas manipularme.-
-Lo sé, eres mucho más que un simple estudiante, sino no hubieras sido capaz de estar donde estás ahora.-
Ash sabía a la perfección que los obstáculos que lo atormentaban no se definía en un conjunto de debilidades.
Sino que de entre un ejército armado, es la soldada femenina que le provoca el terror en persona.
-¿Amigos?-
Aria extendió su mano.
El joven la observó unos momentos con cierta desconfianza.
-¿De verdad es tan divertido despreciar a la mujer...?- Ash pensó por unos instantes y a fin de cuentas aceptó el saludo de la pelirroja.- De acuerdo, seamos amigos.
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-¡Auch!-
Ash nuevamente volvió a quejarse cuando una mancha roja comenzó a sobresalir en sus prendas de vestir.-
Sin embargo, decidió rendirse en su intento de calmar sus malestares y buscó entre las últimas compras que había hecho el día de hoy.
*Bebida energizante*
Incluso este contenía un octógono de salud que indicaba su alta cantidad de cafeína
-Si no me mata Aria, lo hará Anabel.
Realmente no tengo mucho que perder, así que veamos cuánto tiempo más podré soportarlo...-
Ash destapó la botella y de un solo sorbo bebió todo el líquido hasta que sus ojos tomaron un intenso color rojo que significaba el inicio de un terrible insomnio.
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(Kalos 5:00 p.m.)
Los atardeceres en la región Kalos eran el símbolo perfecto para describir que en medio de un día horrible podía existir un pequeño momento de satisfacción.
Los ojos azules de Serena reflejaban el intenso brillo del horizonte siendo acompañado por el aleteo de las aves migrando en esta época del año.
No era muy común apreciar está clase de acontecimientos después de todo.
Ella se sentía cómoda, alegre y sobre todo muy entusiasmada.
Aquellos rayos naranja eran tan perfectos que incluso se podía sentir el sabor a la mejor malteada de frutas con tan solo observarlo.
La pelimiel cerró los ojos y se dejó llevar por la calma del momento.
La tranquilidad en su rostro la hacían ver muy indefensa, delicada, sensible.
Solo eran apariencias, ya que su carácter era incluso más fuerte que un pelotón de fusilamiento.
-¡Serena! ¡Siento mucho la demora!-
La paz interior que reinaba en ella se desvaneció al instante y abrió los ojos de golpe cuando cierto muchacho se presentó.
Era un estudiante al igual que ella, sus cabellos eran rubios y sus ojos de un color similar al bello atardecer de Kalos.
Lucía muy agitado, posiblemente por haber aparecido en medio de la prisa.
-Está bien, no te preocupes.-
Contra todo pronóstico, Serena no parecía estar molesta en lo absoluto.
Era todo lo contrario, sonreía dulcemente y en un rápido movimiento corrió hacia el joven para tomarlo del brazo.
-Me alegra mucho que hayas venido.- la pelimiel se aferró mucho más al joven quien se rascaba la nariz notablemente nervioso.
-Jeje, bueno, ¿te parece si nos vamos ya?- el rubio miró a ambos lados antes de percatarse que se encontraban en las afueras de la preparatoria Kalos.- Conozco una muy buena cafetería por aquí.-
-¡Sí!-
La personalidad de la ojiazul había sufrido un extraño cambio.
Hace tan solo unas horas se quejaba de tener que compartir el aula de clases con Ash Ketchum.
Pero ahora no había ni el más mínimo rastro de aquella irritabilidad.
El motivo era tan sencillo, se trataba de aquel joven al lado de ella.
Ernest Hume, un estudiante muy popular en la preparatoria Kalos.
Reconocido por sus diversas participaciones en las competencias de judo, incluso logró llegar a las finales del torneo regional.
Además, el hecho de mantenerse en un puntaje adecuado en los exámenes lo hacían ver cómo un chico muy equilibrado entre los demás.
¿Su relación con Serena?
Ambos iniciaron una relación de pareja hace aproximadamente dos años, pero se dice que se conocían de mucho antes.
Serena seguía tomando del brazo a Ernest mientras caminaban por las calles de la ciudad.
Su camino estaba enfocado en una nueva cafetería que se inauguró hace no mucho cerca del boulevard principal de la región.
La infraestructura de esta cafetería no era la más pomposa, pero lucía muy acogedora y sobre todo el aroma que se desprendía atraía a centenares de clientes a diario.
*Rin* *Rin*
Serena y Ernest ingresaron al establecimiento, al deslizar la puerta fueron recibidos por un suave sonido de campanilla instalada en la entrada.
-¡Oye! ¡Si no vas a pedir nada, déjame en paz!-
-¿Eh? ¿Por qué? ¿Acaso no somos amigos?-
-Tuve que suplicar como una hora para que no me despidieran, si sigues aquí vas a arruinar el único empleo que tengo.-
Y como se podía esperar.
El ambiente de una doncella al lado de su principe azul compartiendo un agradable momento se desvaneció como la luz en un eclipse.
Serena estaba totalmente confundida, su rostro indicaba infinitas emociones indescriptibles.
-Ash...-
Ernest masculló y apretó los dientes furioso cuando observó al chico mencionado junto a la tan conocida pelirroja.
-¿Qué está haciendo Aria aquí?-
El rostro de ambos chicos enfocó completamente a los dos jóvenes que discutían de una forma un tanto peculiar.
Ash parecía recriminarle algo a una Aria que no comprendía la situación en la que se encontraba.
-¡Bienvenidos, pueden tomar asiento aquí por favor!-
Justa antes que que intentaran conseguir respuestas, una chica un poco más joven que ellos se acercó y con una increíble sonrisa y las mejillas sonrosadas los recibió en la entrada.
-Eh... sí, de acuerdo.-
Ambos aceptaron no muy convencidos, sin embargo, se encontraban en medio de una cita y debían evitar a toda costa las molestias.
«¿Qué posibilidad hay de que Ash se entrometa entre nosotros?»
Ese fue el pensamiento de Serena al ver cómo Ash se alejaba poco a poco en dirección a la cocina del establecimiento.
No había motivo para tratarlo como un enemigo el día de ho.
Todo hubiera culminado en una simple sorpresa de no ser porque al transcurrir un par de minutos la figura de un camarero que vestía múltiples abrigos se acercó a ellos con un cuadernillo en sus manos.
-¿Puedo tomar su orden...?-
-¡¿Eh?!-
La pareja de enamorados se tensó cuando el rostro sin sentimientos de Ash se presentó ante ellos esperando con un bolígrafo en su mano.
- No sabía que está cafetería contrataba pedófilos- Ernest ya había atacado sin esperar un solo segundo
-Ernest...ahora no- Serena lo tomó del brazo e intentó controlarlo.
-Lo siento, volveré cuando se hayan decidido.-
Ash se inclinó en señal de respeto y dio media vuelta.
-Vuelve aquí Ketchum, no hagas como si no nos conociéramos- Ernest no era para nada un muchacho que actuaba por impulsos, pero en esta ocasión estaba siendo dominado por un intenso temperamento.- Solo para que lo sepas, no me importa si trabajas en este lugar, no te perdonaré lo que le hiciste a Main.-
-Entonces...¿No van a ordenar nada?-
A pesar de que el rubio lo había tomado una postura retadora, el pelinegro no tenía la más mínima intención de caer en la provocación.
-¡Ernest! ¡Solo por hoy déjalo en paz, no quiero que se arruine este momento!- Serena tomó del otro brazo a su pareja y lo jaló hacia ella.- Queremos dos tazas de café, ahora puedes retirarte, ¿cierto?-
La pelimiel habló tajantemente, fulminando con la mirada al azabache.
-De acuerdo, en seguido se los traigo.-
Dicho esto, la situación parecía nuevamente volver a la calma.
-Debo ir al tocador un momento.-
Entre suspiros, Ernest se retiró y Serena se permitió relajarse por unos instantes.
-Ay...¿qué voy a hacer?-
La muchacha estaba en medio de una crisis mental.
El recuerdo de Ernest golpeando a Ash hace ya un tiempo había regresado súbitamente.
Main repentinamente había desaparecido en medio de la lluvia, ella sabía que no debía dejarla sola por tanto tiempo, pero habían surgido muchas dificultades.
Cuando regresó por ella se topó con la sorpresa de que alguien la estaba acompañando mientras la tomaba de la mano.
Veas por dónde lo veas, se trataba de un pedófilo, ¿cierto?
Cualquier persona con sentido común creería eso.
Ernest al enterarse de esto, provocó un escándalo en la preparatoria cuando se vio involucrado en un conflicto con Ash.
Aún así, el único perjudicado fue el rubio, ya que Ash en ningún momento trató de defenderse o si quiera buscar problemas.
En pocas palabras, Ash ganó una fuerte golpiza y Ernest una sanción disciplinaria.
¿A quién debían creer?
A Ash, el rarito de la preparatoria.
O a Ernest, un joven fornido y popular entre los demás.
La respuesta está más que claro.
*¡Trash!*
-¡Ash! ¡¿Te encuentras bien?!- un grito se escuchó.
Serena pegó un salgo cuando un estruendo golpeó contra sus tímpanos causando que sus párpados se entrecerraran.
El joven Hume tenía una sonrisa muy cínica en su rostro.
Ash por otro lado se había caído de cara contra el suelo y sus ropas se habían empapado con el café caliente.
Eso definitivamente le quemó el cuerpo, pero no parecía afectarle mucho.
-¿Te encuentras bien Ash?-
Aria esta vez se acercó y ayudó al ojimarron a ponerse de pie.
-Estoy bien, no es nada.-
-Estás sangrando.- Aria chasqueó la lengua para posteriormente observar con cierto rencor al causante de este "accidente"-¿Por qué hiciste eso?
La pelirroja sacó de entre sus bolsillos un pequeño pañuelo y cubrió la pequeña fisura que desprendía líneas de sangre en la mejilla del azabache.
-Fue un accidente, lo siento mucho...-
Ernest se inclinó en señal de disculpa cerrando los ojos con fuerza.
-Mentiroso, todos vimos como lo hiciste a propósito...-
Ella tenía la intención de continuar hasta que el brazo de Ash se levantó a la altura de su rostro indicando que se detuviera.
-Fue un accidente Aria.- el pelinegro dijo.
-...-
Ambos se observaron por unos instantes.
Era similar a ver dos muertos vivientes interactuar únicamente con las miradas, sencillamente muy extraño.
-Está bien, vamos te curaré en la otra habitación.-
-No lo necesito...¡Auch!-
Ash se negó, pero al instante fue reprendido con un jalón de orejas.
-No te estaba preguntando, camina de una vez.-
-Eres un mounstro, ¿sabías?-
Con esto último, ambos caminaron en otra dirección siendo acompañados por las confusas miradas de todos los comensales.
-¡Espera!-
La voz de la pelimiel había permanecido en silencio todo este tiempo, pero finalmente decidió por hablar.
-¿Eh? ¿Qué es lo que quieres?-
Aria no parecía muy interesada en responder a su llamado, sin embargo, ella buscaba desesperante su atención.
-¡Aria! ¡He querido disculparme contigo, pero nunca he conseguido la oportunidad...!-
-¿Disculparte? ¿Acaso nos conocemos?-
Serena abrió los ojos de par en par al escuchar esa respuesta.
Ella no parecía hablar con ironía o estar bromeando, realmente lo decía en serio.
-¿Qué dices? Soy yo, Serena, tu amiga...-
-Lo siento, es la primera vez que te veo.-
-¡¿Qué estás diciendo?! ¡Somos amigas desde hace dos años...!- la pelimiel gritaba totalmente desconcertada.
-Eres muy molesta, solo tengo un amigo y es el tipo que tu enamorado acaba de atacar cobardemente.-
-¿Qué? ¡¿Cómo puedes ser amiga de alguien como Ash? ¡¿Acaso no sabes lo que hizo?!-
-Disculpa, pero soy yo quien decide quién es mi amigo y quién no.
Y que quede claro que para mí, tú no eres ni siquiera una conocida.-
Tanto Ernest como la pelimiel tenían la boca entreabierta por la sorpresa.
Ellos no conocían esa lado de la pelirroja, siempre había sido una chica muy dulce.
Con esas últimas palabras, Aria se alejó del salón, de la cafetería, de Serena y de sus intentos que nuevamente volvían a fallar.
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(Kalos 10:00 p.m.)
-¿Q-Qué acabas de decir?-
El día de hoy había sido cruelmente envuelto en rarezas.
Pero sin duda alguna, la más extraña era lo que estaba ocurriendo ahora mismo.
-Dije que hagamos un trato.-
Ash había terminado la jornada de trabajo y al salir su camino había sido bloqueado por cierta pelimiel.
-¿Un trato?-
-Si somos "amigos" podré acercarme a Aria, a cambio de eso, puedes pedirme algo que esté dentro de mis posibilidades.-
«Debes estar muy desesperada Serena...»
-¿En serio?-
Ash sonrió mientras que sus ojos eran cubiertos por el flequillo de su cabello.
Esto causó que la pelimiel sudara frío.
-No pienses que haré cualquier cosa...-
-¡Quiero que me dejes ver a Main todos los días!-
«Y tú también estás desesperado Ash Ketchum»
Capítulo 6: Debilidad
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