Capítulo 4
Solamente les pido un minuto.
¿No es mucho cierto?
Por lo menos escúchenme...ya no puedo soportarlo más.
¿Por qué me abandonaron cuando más los necesitaba?
¿Por qué no me creen?
¿Acaso no fue suficiente todos mis esfuerzos?
Siento como si estuviera encerrada en una jaula para aves y me hubieran cortado las alas.
Tengo miedo...
Miedo por desconocer el verdadero motivo de mi vida.
Aún no han dejado de amarme, ¿cierto?
De hecho...
¿Alguna vez sintieron amor por mí?
¿Acaso solo soy un medio para lograr sus caprichos?
Desde un inicio fui obligada a hacer aquello que no me gustaba.
Obligada a ser cualquier otra persona menos la que yo quería.
Se siente horrible, ¿saben?
Insustancial, vacía, superficial...
Eso es lo significa el interés que tienen en mí.
Pero ya fue más que suficiente...
No me importa si solo me utilizan...
¡Es más!
Pueden usarme a su antojo, no me interesa en lo absoluto.
Pero por favor...
Dejen de hacerme a un lado.
Estoy harta de buscar afecto en donde únicamente hay motivos hipócritas.
Todos me han abandonado.
Mis amigos, mi familia, mi propia voluntad.
¡Incluso si es solo un segundo estaré satisfecha!
¡Pero no sé vuelvan a alejar de mí maldita sea!
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Capítulo 4: Al borde de la locura
Ash se encontraba a las afueras de la oficina donde los docentes descansaban en sus ratos libres.
Era muy frecuente verlo acudir a ese lugar, siempre cargando con un gran cúmulo de documentos y libros con numerosos apuntes sobre él.
-¿Oh? ¡Eres tú Ash! ¡Qué bueno que viniste, necesitaba ayuda, pasa por favor!-
La puerta se deslizó y de esta salió una mujer castaña con el cabello recogido en forma de un moño.
Sus ojos brillaban con la misma intensidad que la emoción con la que sonreía.
Ella era conocida como la profesora Juniper, una chica talentosa que destacaba en el campo de los números.
Ash asintió ante su pedido e ingresó a la oficina.
Al hacerlo, pudo notar como la fémina luchaba para poder levantar unas cajas.
Ante esto, rápidamente se acercó y no le costó mucho trabajo hacerlo.
-¡Eres bastante fuerte! ¿Practicas algún deporte?-
-Nada en especial-
-Ya veo...-
La mujer se avergonzó ligeramente, esa actitud tan poco energética del muchacho resultaba ser algo incómodo para una persona totalmente opuesta.
-Ahora vengo.-
La castaña caminó hasta la otra habitación donde permanecía un pequeño refrigerador para bebidas.
Ash acomodaba cada objeto en su lugar mientras que la mujer se acercaba con un pequeño jarrón y dos tazas.
-¿Quiéres un poco de limonada?-
-Muchas gracias.-
El joven aceptó y rápidamente se llevó un sorbo a la boca.
Juniper finalmente creyó entrar en confianza, así que tomó asiento al lado del joven mientras se cruzaba de piernas.
-Y dime, ¿qué necesitas Ash?-
-Necesito ayuda en estos ejercicios, no logro comprenderlos.-
El pelinegro sacó de su maletín un cuaderno que más parecía carta magna debido a su grosor y antigüedad.
-Oh, ese es el método de Cardano, en el álgebra se utiliza mucho para poder hallar las soluciones de una ecuación mayor a segundo grado.-
-Ya veo...-
-Yo te ayudo, mira aquí es recomendable que utilices artificios...-
Juniper sacó de entre sus cabellos un pequeño lápiz y con sumo cuidado fue capaz de explicar cuidadosamente cada procedimiento.
Sin duda alguna, Ash podía ser un sujeto muy polémico en la preparatoria.
Pero Juniper conocía a la perfección cuánto se esforzaba por ser mejor de lo que ya era, de alguna forma le tenía cierto aprecio.
-Es cierto, ¿puede pedirte un pequeño favor?-
Entre la calma del momento, la profesora decidió cambiar el tema.
Ash se confundió ante esto, pero decidió ignorarlo.
-¿Qué sucede?-
-La verdad es que necesito que me ayudes con alguien.-
-¿Alguien?-
-Seguramente debe estar por llegar.
Se trata de una estudiante de tu misma edad, siempre la acompaño hasta su casa, pero hoy tengo un pequeño problema.
¿Puedo pedirte que te encargues de ella?-
El muchacho escuchó atentamente y al observar la seriedad de las palabras de la mujer notó que no se trataba de una broma.
-¿En serio? Seguramente ella intente huir de mí antes de que pueda llevarla a su casa.-
-No te preocupes por eso, ella no es esa clase de persona.
Seguramente le caerás bien...-
«Mentira»
Fue lo que pensó Ash al ver cómo los ojos de la profesora se desviaron en dirección al suelo.
Pero no podía negarse, después de todo, ella lo había apoyado cuando nadie más lo hizo.
Él no era una persona desagradecida, pero tampoco era ingenuo.
-Está bien, si no es muy lejos, no será un problema.-
Finalmente terminó aceptando.
La castaña sonrió fervorosamente y se puso de pie bruscamente.
-¡Muchas gracias Ash! ¡Sabía que podía confiar en ti!-
Ash se tensó cuando sintió como todo el peso de la mujer caía sobre él.
No estaba acostumbrado a recibir tales actos de cariño, pero no le disgustaba.
No...
Era todo lo contrario.
Se sentía de maravilla al menos creer que alguien no lo rechazaba.
-Buenas tardes profesora Juni...-
De pronto, la puerta del salón se deslizó y una voz femenina muy suave se escuchó.
Era una chica linda...
«¿En serio? Es demasiado linda»
Era una reacción natural de cualquier chico al estar frente a ella.
Su apariencia era muy delicada.
Tenía cabellos rojos de un color carmesí, la mirada triste que estaba impregnada en su rostro ardía con la misma intensidad de una llama a punto de extinguirse.
-¿Ustedes no se conocen?-
La docente preguntó con cierta intriga.
Casi al instante ambos jóvenes negaron con la cabeza.
Algo peculiar estaba ocurriendo en la cabeza de Ash casi al instante de haber conectado miradas con la pelirroja.
Ya se había vuelto costumbre que sus alrededores estuvieran rodeados de una neblina tan espesa como el aceite.
Pero en esta ocasión era diferente...
Todo se había vuelto mucho más caótico.
-Te presento a Aria, espero que se lleven bien.-
Ash no había notado que estaba a punto de caer en un precipicio.
El método de Cardano tiene un secreto.
En realidad fue Tartaglia quien lo inventó, pero fue Cardano quien no cumplió la promesa de guardar el secreto.
Las matemáticas no son solamente números.
No es simplemente "hallar x"
Muestra un sinfín de caminos de el ser humano común no es capaz de ver por la poca voluntad en su interior.
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(Pov Ash)
Recibí unas cuantas indicaciones sobre el hogar de Aria antes de retirarme de la preparatoria.
¿Me estaban bromeando cierto?
Ella prácticamente vive al otro lado del mundo y no es como si tuviera mucho tiempo, tan solo dispongo de un par de horas antes de que inicie mi jornada de trabajo.
¿Quién alimentará a Marlo?
Ojalá y resista esta noche...
-Es por aquí...-
Aria llamó mi atención señalando que debíamos doblar la esquina.
-¿Cuánto más falta para llegar?-
No iba a mentir.
Comenzaba a impacientarme.
-Unos veinte minutos.-
Diablos...
-¿Por qué mejor no tomamos algún vehículo?-
-No traigo dinero.-
Y yo soy pobre...
Si alguna vez fue posible, Aria es prácticamente una persona mucho más fría que yo.
Ni siquiera voltea a ver a sus alrededores, únicamente sigue adelante como si nada le importara.
Conozco perfectamente esa expresión...
Es la de alguien que se oculta de los demás.
-Es verdad, finalmente nos conocemos, ¿no es así?-
Casi como si de un milagro se tratara, ella giró a verme.
-¿Cómo dices?-
-Siempre estás en segundo lugar, parece que esta vez eso cambió.-
Ella se refería a los puntajes de los últimos exámenes.
La forma en la que lo dice es muy extraño.
Casi puedo oírla decir: "me dejé ganar"
-¿Qué fue lo que ocurrió contigo? No creo que sea mera coincidencia el declive de tus notas.-
-No es de tu incumbencia... supongo que no estudié lo suficiente.-
¿Qué clase de mentira es esa?
Incluso si no lo hiciera, estoy seguro que de todas formas lograría conseguir la primera posición.
-Ya veo.-
No tenía intención en seguir preguntando, no me interesa ni lo más mínimo lo que le suceda.
Únicamente quiero acabar con esto y regresar a casa.
Con esto en mente, el silencio nuevamente reinó entre nosotros durante los veinte minutos restantes.
-Es aquí-
Aria se detuvo frente a un edificio.
Al parecer estaba rentando un departamento al igual que yo, la única diferencia es que ella parece pertenecer a una clase social mucho más alta.
-Bueno, yo ya debo irme.-
Rápidamente di media vuelta y estuve a punto de emprender la carrera de mi vida.
-Espera, ¿no vas a acompañarme?-
¿Eh?
¿De qué diablos está hablando?
-¿Acompañarte? Ya hemos llegado...-
-Por favor, acompáñame.-
Su actitud había cambiado mucho en cuestión de segundos.
Ahora parecía una tímida niña que suplicaba para que le compren algún juguete.
Suspiré resignado y me adentré en el edificio a regañadientes.
Seguramente no voy a poder decirle "no"
Subimos aproximadamente unos cuatro pisos hasta que llegamos a la habitación número 61.
-Bien, adiós.-
Esta vez sí estaba dispuesto a retirarme...
Nuevamente no pude hacerlo...
-¿Ahora qué ocurre?-
La pelirroja me tomó de la manga del abrigo antes que pudiera comenzar a correr.
-Acompañame por favor.-
-¿Eh? ¿Qué eres? ¿Una niña?- estaba comenzado a irritarme, como si no hubiera tenido suficiente con la estupidez de Serena.- Escucha, tengo mucho trabajo que hacer y no puedo...-
¿¡Qué demonios!?
Ella sacó de sus bolsillos varios billetes de alto valor nominal y lo extendió frente a mí.
-Puedo pagarte yo también...-
-Basta, ¿qué demonios están intentando conseguir?-
-Como dije, quiero que me acompañes. No es mucho pedir, ¿cierto?-
Podía estar tranquilo en estos momentos, pero sentía fuertes deseos de destruir todo a mi alrededor.
No vale la pena seguir con esto, seguramente Aria solo esté jugando conmigo.
-Esto es absurdo.- dije totalmente desinteresado.- Adiós...-
Así es como las cosas deben ser...
No es conveniente que alguien se involucre conmigo, únicamente de esta forma puedo respirar en paz así sea por unos segundos.
-Ash Ketchum de pueblo paleta, principal sospechoso de la desaparición de un reconocido empresario en la región Kanto...-
...
...
...
Mi cuerpo se detuvo y de manera inconsciente había tomado del cuello a Aria mientras que la acorralada contra la puerta de la habitación.
-¿De dónde diablos sacaste eso?-
¡Maldita sea!
¡Duele mucho, me duele mucho la espalda!
Siento como si un taladro estuviera a punto de atravesarme.
-¿Me acompañarás?-
Aria juntó sus manos en señal de súplica mientras que su sarcástica seriedad nuevamente volvía a amenazarme.
Ya veo...
Esto es lo que significa mi castigo, ¿no es así?
Por favor...
Por favor...
No tengo el valor de acabar conmigo mismo.
Por favor...
Necesito que alguien acabe conmigo de una vez por todas.
No puedo dejar de pensar que estoy a punto de caer en un pozo sin fin.
¡Alguien acabe conmigo de una maldita vez!
Capítulo 5: ¿Y si llegamos a un acuerdo?
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