Capítulo 1
Capítulo 1: Un día más.
Ash Ketchum era un muchacho de unos dieciséis años, el color de su piel era ligeramente morena y sus cabellos de color negro eran tan desordenados como la copa de un árbol en pleno huracán.
Sus mejillas describían unas "Z" que contrastaba con el perfecto color café de sus ojos que tristemente habían sido oprimidos por un desilusionante gris.
Ash no era un chico de grandes cualidades, de hecho, no era especialmente bueno en algo en particular; pero se las había ingeniado para ser aceptado en una de las preparatorias de mayor prestigio en la región Kalos.
Sin embargo...
Había algo distinto que brotaba de él.
Era como sentir que un denso viento lo rodeaba por completo, y cada vez que eso sucedía, el ambiente no tardaba en tornarse frío y solitario.
Ash había sido cruelmente arrastrado de un lado a otro hasta finalmente haber llegado a un mundo nuevo.
Se podría decir que el pelinegro de carne y hueso vivía en el planeta Tierra, pero su alma y su conciencia pertenecían a otro universo.
Quizá es por esto mismo que desde que se incorporó a ese nuevo modo de vida, fue incapaz de hacer amigos o siquiera ser considerado un compañero.
Él no prestaba atención a nada de lo que ocurriera a su alrededor, las palabras ofensivas y las burlas únicamente chocaban contra la superficie de su cuerpo y eran rechazados por su desinterés.
El muchacho de cabellos oscuros a pesar de ser posiblemente el chico más tranquilo de toda la región, se había ganado la antipatía de cierto número de estudiantes que lo consideraban engreído y arrogante.
De igual forma, Ash siempre ignoró cualquier intento de agresión hasta que finalmente la violencia se había salido de control.
Animales muertos en su casillero.
Tachuelas en sus zapatos y asiento.
Goma de mascar en su escritorio.
Y llegó el día en el que los golpes se hacían presentes a la hora de salida.
El cuerpo del joven sufría.
Los moretones y llagas cada vez eran más notorios.
Pero aquella tranquilidad que yacía en su rostro estaba intacta, por esto mismo, nada podía frenar el hecho de que Ash Ketchum no existió, no existe, y posiblemente tampoco lo hará...
Simplemente parecía que nada podía afectarlo.
Ash despertó del trance en el que hace unos momentos había caído, observó el cielo con el mismo rostro impávido de siempre.
-Se hace tarde...-
Ash susurró y posteriormente dejó escapar un pesado suspiro que reflejaba el cansancio de tantas actividades realizadas en el día.
Pero para su suerte las clases ya habían finalizado
Extrañamente, el joven yacía en el suelo y era observado por varios transeúntes que mostraban una expresión de intriga.
Lentamente se puso de pie y limpió con unas palmadas su pantalón hasta que el polvo casi se había disipado.
Sin la mas mínima emoción comenzó a caminar en dirección a la salida de la preparatoria.
Al transcurrir los días, los exámenes se habían vuelto más frecuente de lo normal, después de todo, era lo que se esperaba de una preparatoria de gran prestigio.
Desde los lunes hasta los viernes se habían vuelto una tortura para cualquier chico que había desperdiciado su tiempo en actividades fuera de lo académico.
Evidentemente para alguien totalmente excluido como lo es Ash, este no era el caso
Él había superado este periodo con cierta facilidad.
Ash Ketchum.- Puntaje: 98/100
Orden de Mérito: 2
Los resultados siempre eran mostrados a todos los estudiantes un día después de la prueba en un enorme pasillo de la preparatoria.
Ya era costumbre que el nombre de Ash destacaba entre los demás debido a sus calificaciones.
Únicamente era superado por una estudiante considerada una prodigio.
-Así que Ash nuevamente está en segundo lugar...-
-Sí...¿Cuánto crees que le haya pagado al director?-
-¿Crees que soborna al director?-
-Dudo mucho que un chico tan extraño como él sea tan inteligente, debe de hacer algún tipo de trampa.-
-Sí...creo que tienes razón-
Estos murmullos nunca faltaban.
Incluso lo decían a las espaldas de Ash, quien únicamente se acercaba al pasillo para observar sus resultados y nuevamente alejarse en cuestión de segundos.
Él lo sabía...
Sabía perfectamente lo que le esperaba en estos momentos, era obvio, su vida no podía ser tranquila de ninguna manera.
Por más que lo deseara, siempre algo malo sucedía...siempre.
-Oye Ash, increíble, otra vez estás entre los mejores.-
-Sí, muy bien por ti.-
Alan, Trip y Leo eran los típicos chicos problemáticos que no tienes idea de cómo eran capaces de estudiar en tan complicada preparatoria.
Además, eran los constantes agresores del pelinegro.
En esta situación, Alan se acercó a Ash y lo abrazó por el cuello como si fueran amigos de toda la vida.
-Y dime Ash, ¿cómo haces para sacar tan buenas notas?-
-...- el pelinegro no respondió.
Ash estaba totalmente sumergido en sus pensamientos y únicamente caminaba mientras que su absorta mirada estaba fija en el suelo.
Trip por otro lado se había acercado y lo tomó del brazo para desviarlo de su camino, de esta forma el ojimarron había sido arrastrado hasta el ya conocido patio trasero.
-Verás Ash, últimamente necesito dinero ya que mi chica me ha pedido un collar bastante caro.- la sonrisa cínica y horrible de Leo se había hecho notar con fuerza.- No tienes problemas con prestarme un poco, ¿cierto?-
-...-
Ash, que nuevamente guardó silencio, llevó una mano a su boca desprendiendo otro bostezo aún más fuerte que el anterior.
-Imbécil, deja esa cara de sueño de una vez por todas, será mejor que entregues lo que sea que tengas en tu maletín- Leo masculló molesto.
-Yo me encargo...-
Alan que era el más alto de ellos se acercó y no le tomó mucho esfuerzo hacer caer de espaldas al azabache que mantenía la misma expresión seria y fría.
Los tres comenzaron a buscar entre las pertenencias y prendas del pelinegro que solamente permitió que continuaran.
-¡Mierda! ¡¿Por qué carajos no tienes nada?!- Leo refunfuñó molesto.
-¿Algún día te largarás de aquí? Voy a ser sincero contigo, después de la reputación que te ganaste con esa niña, tú no tienes ningún futuro en esta preparatoria.
Si realmente te aprecias, será mejor que busques otro lugar.-
Los tres abusadores lo tomaron del cuello y trataron de intimidarlo sin éxito.
Ash suspiró resignado, tomó aire y se dispuso a hablar.
-Lo que tú o tus amigos piensen de mí, pueden tomarlo y clavárselo bien adentro...-
Por primera vez, la voz gruesa y firme de Ash se había escuchado provocando que los tres chicos se sobresaltaran y rechinaran los dientes de cólera.
-¡Imbécil!- gritaron al unísono.
Un centenar de puños y patadas llovieron sobre el muchacho quien no puso ninguna resistencia ni el más mínimo intento de escapar.
Nuevamente estaba siendo golpeado hasta que sus ojos se cerraron debido a la perdida de conciencia.
De esta forma, el atardecer ya se mostraba como un fuerte mar rojo bañando los azulados cielos de la región Kalos.
Ash despertó observando este hermoso fenómeno, viendo el centelleante y pasional rojo...gris.
Viendo el azul tan intenso como el océano reflejando la vitalidad de las zonas costeras...gris.
Viendo el naranja tan único y refrescante como una fruta exótica... únicamente gris.
-Se hace tarde...-dijo Ash para ponerse de pie y limpiar nuevamente su pantalón.
Sí, este era un día como cualquier otro...
Un día típico en la vida del nuevo Ash Ketchum, solamente era un día más.
(...)
La semana transcurrió tan rápido que nadie había notado el cambio brusco en la temperatura.
Mucho menos cierto joven que todo a su alrededor se había vuelto tan comúnmente agotador.
Ash Ketchum.- Puntaje: 99/100
Orden de Mérito: 2
Ciertamente Ash era un chico muy listo, pero no podía ser considerado como talentoso, por eso mismo sus logros eran menospreciados.
Quizá ni siquiera era tomado en cuenta.
Solo era el "rarito" de la preparatoria, "¿qué de interesante puede haber en alguien como él?"
Ash había finalizado de remover las tachuelas adheridas a su zapato.
El día de hoy, el trío de idiotas se habían esforzado más de lo normal para arruinar la poca tranquilidad que le quedaba.
Además, al exterior de la preparatoria había caído una tormenta tan intensa que las calles habían sido totalmente empapadas.
El cielo tenía una gran grieta en las nubes más oscuras jamás registradas, parecía que hoy aquel gris de poca vida había muerto y se volvió un negro espeluznante.
-Hace frío...-
"Hace frío"
"Hace frío"
"Hace demasiado frío..."
Esta frase era lo más común en el azabache.
Podía ser un chico muy misterioso y muy introvertido.
Pero sin duda alguna, lo que más llamaba la atención en él, era que a pesar de los días calurosos en los que la temperatura oscilaba entre los treinta y cinco grados, el ojimarron siempre vestía enormes abrigos, una bufanda, guantes de invierno y mucho más.
"¿Cómo diablos puede soportarlo?"
"Él debería desmayarse, pero se nota muy tranquilo"
"¿Qué clase de enfermedad padece"?
Otra de las razones de tanta indiferencia, se debía al miedo a ser "contagiado" por aquella rareza que lo caracterizaba.
"¿Y si de verdad es contagioso?"
Ash no estaba enfermo ni nada parecido, pero los constantes prejuicios de los estudiantes había alterado el uso de su razón.
-Seguro Marlo debe estar hambriento.-
Ash llevó la mano a la manga de su abrigo y de esta sacó un pequeño sobre del tamaño de un borrador.
Dentro había unos cuantos billetes y monedas.
El pelinegro los había escondido, no cabía duda que era un chico muy precavido.
No le tomó mucho tiempo en ingresar a una estación de servicio y comprar una bolsa ligeramente grande de alimento para perro, víveres y demás.
Luego, caminó durante aproximadamente quince minutos y arribó a un edificio que se notaba un poco antiguo, pero aparentaba ser acogedor.
Se acercó a este, subió las escaleras que daban a los departamentos superiores y abrió la puerta del más alejado de todos.
Ash siempre era recibido por un "¡Guau!" al llegar a su vivienda.
Se trataba de un perro notablemente viejo, su pelaje era de un color marrón claro con manchas negras en su cabeza.
No parecía ser de una raza en específico, sino un tipo de híbrido de un labrador.
Aún así, este se notaba lleno de energía y meneaba la cola como si tuviera algún ataque de epilepsia.
-Buen chico, buen chico.-
Ash acarició suavemente la cabeza del animal y caminó en dirección a una pequeña mesa al lado de la entrada.
Allí se encontraba un par de fotografías enmarcadas y libre de cualquier tipo de suciedad.
-Estoy de vuelta Anabel.-
El joven juntó sus manos y agachó levemente su cabeza.
La fotografía de cierta niña se había vuelto una de las pocas satisfacciones en la rutina del azabache.
Posiblemente lo único bueno en un día común en la vida de Ash Ketchum, era cuando finalizaba.
Al día siguiente, él debería esforzarse mucho más.
Nuevas cosas estarían por ocurrir, quizá para bien, quizá para mal.
Pero todo empezaría con los nuevos resultados del último exámen.
Ash Ketchum.- Puntaje: 100/100
Orden de Mérito: 1
Desde entonces, nada volvió a ser como antes.
Fue la última vez que Ash creyó vivir "un día más"
Capítulo 2: Pendiente
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