(1) Hades

Sus ojos
Su boca
Su piel
Su risa
Su sonrisa
Sus manos
Esa mirada

Todo en Donghyuck gritaba destrucción, todo en el decía muerte y todo en el me llamaba a tomarlo, debía llevármelo, debía tenerlo, debía hacerlo mío.

Yo nunca dejaba el infierno salvo que tuviese una buena razón para hacerlo, rara vez iba al mundo mortal y peor aún iba a ver a Zeus, no me interesaba mucho hablar con él así como a Zeus no le interesaba mi presencia, por años se había mantenido así porque era lo mejor, estar en el inframundo era tan vacío como se puede sentir la muerte pero al mismo tiempo era reconfortante, si de algo estaba seguro era de que cada ser mortal caminaba hasta la muerte así que nunca me sentí solo y tampoco temía de nada. El  pozo siempre contendría nuevas almas cada día, cada hora, cada minuto y claro al ser un Dios no tenia porque preocuparme de algo, a pesar de eso, no podría decir que no resultaba aburrido.

El simple hecho de mirar hacia arriba me daba vista sobre el lugar donde albergaban los demás Dioses, pero nadie estaba a la altura de ser tan Perfecto como se proclamaban y luego apareció Persefone, había sido llamado así por el anhelo de su madre Demeter al querer una hija que nunca obtuvo, cuando pasó el tiempo eventualmente uso un nombre mortal, Donghyuck, y al igual que su madre se desvivía por el campo y las flores, sus mejillas siempre permanecían rosadas al igual que su nariz por el polen, su cara era iluminada todos los días por el sol y se quedaba largas horas recostado sobre las flores que nacían solo para el.

Al verlo por primera vez supe que el infierno quedaba chico con todo lo que él los haría sufrir.

Donghyuck se convirtió en alguien a quien me gustaba mirar continuamente, me ponía de buen humor, brillante como un sol y lindo como una flor, por donde el pisaba el lugar resplandecía en vida, literalmente, era su don, pero había un problema, aquella luz aún no estaba equilibrada con su oscuridad.

El aún no me tenía y yo tampoco lo tenía a él.

—Ah, esto es una mala idea.

[....]
Cuando el cielo se tornó de un gris intenso Zeus imagino que su hermano del inframundo venía a verlo, pidió con anticipo que sus hijos se ocultaran y no salieran hasta que las nubes volvieran a tomar su forma, rara vez Hades causaba problemas al menos entre los Dioses pero eso no significaba que era seguro cruzar con el.

—Mark!

Su llegada fue repentina y adelantada, Hades venia en un modo...distinto, parecía casi un mortal, la misma vestidura negra, al igual que su cabello, pero su piel lucia más blanca de lo usual.

—Sabes que aquí no puedes llamarme así. Te ves aburrido.
—Lo estoy.
—Debería preocuparme?
—No mientras digas que si.

Jeno sacó una flor marchita de su bolsillo y la puso a los pies de Zeus.

—Quiero pedirte la mano de Donghyuck.

Jeno sonrió esperando una respuesta negativa, que de hecho obtuvo casi de inmediato.

—De ninguna manera
Su voz hizo retumbar el suelo bajo sus pies, Jeno no se sorprendió por ello, dio un paso más cerca antes de que sus ojos se volvieran como fuego.
—Mark, lo estoy pidiendo amablemente.
—Donghyuck ha sido cortejado ya por muchos Dioses y ha rechazado a cada uno de ellos, es joven e inteligente, su naturaleza lo llama ahí justamente, a lugares naturales, verdes, con vida.
—La vida es un hilo delgado que no dura eternamente.
—Para los mortales.
—Entonces sabes que es imposible que Donghyuck se quede en el inframundo.

Aquella parte era verdad, Yoongi lo tenía contemplado ya, ningún Dios salvo Hades podía vivir en el inframundo, la misma naturaleza del lugar expulsaba cualquier cosa que sintiese que no pertenecía, sin embargo comer o probar cortamente algún fruto directo del inframundo le daría un pase permanente sin la posibilidad abandonarlo jamás.

—Entonces haré otro trato, déjame llevármelo durante un tiempo solamente, hasta que Demeter reclame por el y lo devolveré apenas ella lo encuentre.
—Hades...
—Prometo que no comerá del fruto prohibido...a menos que lo desee y ambos sabemos que no ocurrirá.

Mark meditó unos segundos, los ojos de su hermano ardían en un sentimiento que no veía muy seguido entre Dioses.
—No seré responsable por lo que hagas Jeno.
—Si eso te hace sentir mejor esta bien para mi. Te deslindo de todo responsabilidad.
Le sonrió y Zeus dio una mirada de aprobación.
—Vas a raptarlo.
Jeno asintió
—Así que no podrás decir que soy yo quien lo tiene. Cuento con tu silencio.
Jeno estaba por irse cuando Mark lo detuvo.
—Sabes lo que dicen los mortales sobre sobre nosotros?
Hades se encogió de hombros sin importarle mucho.
—Ellos dicen que los inventamos al estar aburridos y cuando eso nos aburrió inventamos el amor, pero fue tan fuerte que tuvimos que inventar la risa para poder sobrellevarlo.

Jeno lo miro sin emoción alguna, Mark solo le sonreía.

—Tu no te ríes mucho Jeno.
—Haré mi movimiento en un par de días, asegúrate de mirar a otro lado.

Y solo así se marchó.

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