C15. El invierno nunca había sido tan cálido.


—Con permiso.—murmura un hombre mientras camina a mi lado. Detengo mis pasos un momento para mirarlo un momento antes de volver a mi camino.

Apresuro mis pasos hasta entre en la casa y cuando llego a la sala soy capaz de ver a mis padres y a mi hermano sentados sobre el sofá de la sala contemplándome a su vez.

—¿Qué pasa?—cuestiono lentamente al ver sus caras de seriedad.

—Me despidieron del trabajo.—anuncia papá.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Joel…—comienza mamá.—¿Qué te pasó?

—Eso justo ahora no es importante.—respondo de inmediato.—¿Es por eso que todo el mundo cree sobre mí, verdad?—pregunto en dirección a él.—Es porque todo el mundo cree que soy un asesino…

—No…

—Sí, si lo es.—replico.—Papá…

—Escúchame…encontraré algo mejor. Solo es cuestión de tiempo..

—¡No!—chillo.—No debería de ser así. Tú tenías un buen trabajo aquí. Lo que pase en mi vida personal no debería repercutir en ti ni en tu vida laboral.. —susurro.—Eso no es justo…

—No es culpa tuya, Joel.—me dice mamá.

—¿Y quién era ese hombre?—pregunto lentamente. Tres pares de ojos se quedan fijos en mi pero ninguno dice nada.—¿Van a decirme o no?

—Era el abogado del abuelo.—anuncia Israel.

—¿Qué? ¿Por qué diablos el abogado el abuelo estaba aquí?—exijo saber.

—Joel…

—Díganmelo.—les reprocho.

—Volveremos a California.—anuncia la voz de papá y siento mi corazón acelerarse de manera inmediata ante su respuesta.  Sus ojos están fijos en los míos pero no dice más. Simplemente está observándome fijamente.

—No…—comienzo.

—Hemos cumplido con la mitad del tiempo estipulado en el testamento de papá…

—¿De verdad ese hombre solo vino por eso?—cuestiono y cuando él aparta la mirada sé que no es así.—¿Papá..

—Sí.

—No es verdad.—reclamo.—¿Por qué mierda no me dicen que es lo que está pasando realmente?

—Yo lo llamé.—anuncia mamá. Mis ojos van hasta ella y niego lentamente.

—¿Por qué?

—Porque no podía seguir viendo la manera en la que todo el mundo nos trata. Cuando voy al Super las personas susurran cosas…tu padre en el trabajo todo iba de mal en peor hasta el día de hoy que finalmente lo despidieron…ustedes cuando van a la universidad…—susurra.—Mírate,  Joel…tienes un ojo morado…

—¿Y eso que?—murmuro.—Mamá…entiendo que estés preocupada por nosotros pero realmente no hay nada por lo cual preocuparse…—hago una pausa.—Era Jason. Todo este tiempo fue Jason quien se encargó de que mi vida fuese miserable pero ya lo arreglé…las personas no seguirán hablando mierda haciéndoles…—mamá niega y me quedo en silencio.

—Es una decisión tomada.—responde firmemente.

—¿De verdad vamos a dejar  que sus malos comentarios nos echen de aquí…?—cuestiono lentamente.

—No son solo los malos comentarios, Joel. Está el hecho de que todas estas personas  parecen odiarnos…—hace una pausa.—¿Qué se supone que tenemos que esperar? ¿Qué comience a agredirnos a todos?

—¿Y que se supone que voy a hacer con Fernanda?

—Joel la quiere, papá.—se entromete Israel.—Es obvio que la quiere, basta con ver la cara de idiota que pone cuando Fer está cerca…

—Escúchame…—susurra acercándose a mi.—Entiendo que te duela tener que separarte de Fernanda, tener que volver a  California y dejar a los nuevos amigos que hiciste aquí, lo comprendo a la perfección pero esto no es pensar solamente en mí, Joel.—musita sin apartar sus ojos de los míos.—Esto lo estoy haciendo por todos nosotros…

—¿Querías volver a California desde un principio, no…?

—Supongo que no puedo hacer mucho al respecto ¿verdad?—cuestiono y antes de que cualquiera de los tres pueda decir cualquier cosa estoy subiendo las escaleras. Azoto la puerta de mi habitación tan fuerte como puedo y dejo salir el aire de mis pulmones de manera lenta.

¿Alguien puede tener una vida con más mierda que la mía?

—Joel…—me llama la voz de Israel del otro lado de la puerta.

—¡Déjame en paz!—replico.

—Vamos, déjame entrar.

—¡Vete, Israel! No quiero hablar contigo ni con nadie…

—Si vuelves a tu actitud de mierda todo lo que harás será complicar más las cosas…—me dice y aunque sé que tiene razón prefieren mantenerme al margen.—El fin de semana nos vamos…así que has lo que tengas que hacer…pero hazlo bien…

Camino con pasos lentos hasta la puerta para atender con la clara idea de que quien sea que se encuentre del otro lado tiene demasiada prisa. Tiro del pomo y cuando lo hago y mis ojos se encuentran con Jason y su rostro amoratado me arrepiento de inmediato.

Hago amago de cerrar la puerta pero su mano me lo impide.—Espera un momento, por favor…—murmura.

—¿Qué demonios haces aquí?—chillo ofendida.—Pensé que había quedado bastante claro que después de todo lo que pasó el día de hoy no quiero volver a hablar contigo, no quiero volver a ser tu amiga y no lo seremos…

—¿Vas a dejarme hablarte?—cuestiona.

—Ay pues no. De hecho no.—decido.

—Fernanda, por favor…—susurra.—Sé que tienes derecho a estar enfadada conmigo; lo comprendo en verdad pero tienes que escucharme al menos…

—¿Y qué vas a decirme?—le pregunto enarcando una ceja.—No pierdas el tiempo, Jason. Nada de lo que me digas me va a hacer que cambie de opinión.—decido sin dejar de mirarlo.—¿Qué se suponía que ganabas haciendo esto? ¿Qué se supone que ganabas poniendo en contra de Joel a todas las personas en el pueblo y en la universidad, ah?

—La verdad es que no lo sé.—admite en voz baja.—Solo quería que él se alejara de ti. Quería ponerte a salvo.

—¿A salvo de qué?—le exijo.—No tiene sentido nada de lo que estás diciendo. Nosotros éramos amigos y como los amigos que éramos: tú tenías que respetar mi relación con Joel, tenías que respetar mis decisiones…

—¿Qué no te das cuenta que desde que los Pimentel llegaron a Jasper tú cambiaste por completo?—chilla ofendido.—Te convertiste en una Fernanda totalmente diferente a la Fernanda que solías ser. Te dejaste cegar por ellos…hiciste a un lado a tus amigos y comenzaste a preferirlos a ellos…

—¿Es en serio?—murmuro.—¿Estabas celoso y por eso decidiste poner a toda una ciudad en contra de Joel? ¡Eres un demente! Porque no solo pusiste a la ciudad en contra de Joel, sino que además de todo pusiste en riesgo a su familia porque las personas comenzaron a agredirlos…

—Fernanda…

—Y Joel no hizo nada.—agrego en voz baja.—Él nunca hizo nada, nunca lastimó a nadie en cambio tú si lo lastimaste a él…a toda su familia…me lastimaste a mi…

—¿De verdad estás prefiriéndolo a él…?—susurra.

—Si.—asiento.—¿Por qué demonios tendría que dejar de quererlo…? ¿Por qué tendría que preferirte a ti…?

—¿Te das cuenta que lo estás prefiriendo a él que apenas y lo conoces que a mí que hemos sido amigos por mucho tiempo y me conoces de toda tu vida?

—Yo creí que te conocía, Jason.—susurro lentamente.—Pensé que te conocía bien pero hoy me di cuenta que no te conozco en absoluto…¿Y sabes por qué? Porque nunca fuiste sincero conmigo…

—¿Querías que fuera sincero contigo?—pregunta lentamente.

—Sí.

—¿Y crees que no lo hice?—replica de inmediato.—Millones de veces intenté decirte que estaba enamorado de ti y nunca me diste la oportunidad. Siempre me viste como un simple amigo y termine conformándome con eso.—hace una pausa.—Siempre dijiste que no necesitabas una pareja pero apenas llegó Joel Pimentel y estuviste detrás suyo como una perrito faldero…

—¡Cállate!—le espeto sintiendo una increíble furia que recorre mi cuerpo.

—¿Qué viste en Pimentel?—cuestiona en voz baja.—Solo necesito saber eso, Fernanda… ¿Qué viste en Joel que lo hace mejor que yo…?

—En el corazón no se manda, Jason…y ya deberías saberlo…

(…)

Detengo mis pasos frente a la puerta del aula y dejo salir el aire de mis pulmones de manera lenta. El asiento de Israel sigue vacío igual que los últimos tres días.  Inspiro con fuerza y luego dejo salir el aire de mis pulmones lentamente antes de volver mi atención al frente y seguir con mi camino.

—Hola, Fer.—saluda Collin tomando asiento a mi lado.

—Hola.—respondo.

—¿Por qué tan callada, eh?—cuestiona.—Hace varios días que no pareces para nada la Fernanda de siempre… ¿te sucede algo?

—No realmente.—susurro encogiéndome de hombros.—¿No es un poco extraño que Israel no haya aparecido todavía?—pregunta en voz baja.

—Bueno…se mudaron, Fer. ¿No sería extraño que apareciera?

Mi corazón da un vuelco tan pronto como las palabras salen de sus labios. Mis ojos se encuentran con los de Collin pero él ni se inmuta.

—¿Qué?

—¿No te lo dijo Israel?—niego de inmediato.

—No, de hecho nadie me dijo nada.—respondo.

—Bueno…su mudaron ayer por la mañana…—se ríe.—Por Dios, Fernanda…eres su mejor amiga y eres la novia de Joel además de ser su vecina; pensé que lo sabrías…

—No tenía ni idea.—murmuro lentamente.

—Bueno…tal vez olvidó contarte o algo parecido, no te lo tomes tan personal, Fer.—murmura ofreciéndome una pequeña sonrisa.—Todavía pueden estar en contacto todo el tiempo a través de llamadas, mensajes de texto, videollamadas…yo que sé…—anuncia encogiéndose se hombros.

—Supongo que tienes razón.—inquiero en un hilo de voz. Me pongo de pie lentamente y tomo mi mochila sintiéndome completamente incapaz de seguir escuchándolo.

El dolor que siento en el pecho es mucho màs grande a cualquier cosa que haya experimentado. Es como un vacío que me deja sin aire y que me hace creer que todo lo bueno en lo que creo no existe.  Inspiro con fuerza y dejo salir el aire de mis pulmones antes de comenzar a caminar lentamente.

—Fer…

—Cúbreme, por favor.—respondo en medio de un pequeño suspiro.

Camino lentamente por el pasillo de la universidad ignorando  a todas y cada una de las personas que me miran con algo de duda. Salgo de la universidad con pasos apresurados sin prestarle demasiada atención a nada en particular; el sonido que la gente provoca queda en segundo plano pero no me importa. Todo lo que quiero hacer es llorar.

¿En qué momento Joel y su familia se mudaron? ¿Por qué demonios no me di cuenta de eso? Niego lentamente sin terminar de comprender lo que está pasando y cuando finalmente llego a la puerta de mi cabaña; el dolor me gana.
Y me quiebro.

Lloro absolutamente todo lo que tengo que llorar. Lloro porque quiero terminar con el jodido dolor que me oprime el pecho. Pero no puedo. No puedo porque ni siquiera lo comprendo en primer lugar. Mi corazón duele. Inspiro con fuerza tratando de controlarme pero es imposible. Al menos para mí lo es.
Joel se fue sin despedirse de mí. Sin decir una sola palabra.

Aparto la mirada un momento y cuando lo hago; un pequeño sobre color blanco entre la puerta y una maceta llama mi atención. Inspiro profundamente y la tomo entre mis manos lentamente. La abro con movimientos torpes y un gemido escapa de mis labios cuando reconozco la letra de Joel.

Querida Fer; sé que en este momento debes estar pensando que soy la peor persona sobre la faz de la Tierra. Sé que no me perdonarás nunca pero no podía decirte que me iba porque el dolor que ya de por si sentía se haría el doble de intenso. Es cobarde pero es lo que hay. Amo cada segundo que pasamos juntos; ha sido el mejor tiempo de mi vida sin duda alguna y no tienes ni idea de cuánto me duele.  Te amo como a nada en el mundo pero no puedo quedarme por el bien de todos. Probablemente es en vano pero solo intento protegerte.   Con amor, Joel Pimentel.

Pd. El invierno nunca antes había sido tan cálido.

Sollozo con fuerza una vez más y el dolor se hace todavía más agudo.

Joel se fue. Y se fue de la misma manera en la que llegó.

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¡Hola, hola!

Espero que todo el mundo se encuentre condenadamente bien. Espero que les esté gustando la historia y solo quiero decirles que…

¡BIENVENIDAS A LA RECTA FINAL DE INVIERNO!

Trataré de subir una nueva actualización tan rápido como pueda, lo prometo. Les envío un abrazo virtual y les dejo un beso cibernético.

Con amorts, Glo, x.

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