C13. Si vuelvo a nacer.
Las miradas se posan sobre nosotros conforme seguimos avanzando por los pasillos de la universidad. Joel camina de mi mano tratando de ignorar a todas las personas que susurran cosas entre sí sin quitar la mirada de encima de nosotros –de encima de Joel- un solo segundo. Está tenso. Lo noto por la manera en la que se aferra a mi mano, por la manera en la que sus pasos parecen pesados, por la manera en la que respira superficialmente.
—No los escuches.—le digo finalmente. Sus ojos se posan en los míos y niega un poco.—Ellos pueden decir cuanta mierda quieran sobre ti pero el único que sabe cómo pasaron las cosas realmente eres tú, Joel…solo tú sabes que fue lo que pasó con ella y no tienes que escuchar nada de lo que esta bola de idiotas tenga para decir sobre ti…
—Es más fácil decirlo que hacerlo.—admite en voz baja.
—Hey…—susurro frenando mis pasos. Él me observa en silencio y le dedico una pequeña sonrisa.—Solo ignóralos y sigue adelante, mi amor…
—No puedo hacer eso, Fer…sé que no tengo que escucharlos pero créeme que es un poco complicado ignorar toda una universidad...cuando no dejan de verte, cuando no dejan de comentar cosas sobre ti; cuando no paran de hacer especulaciones…—niego lentamente y lo envuelvo en un pequeño abrazo que él corresponde de inmediato.
Sentir el calor que emana el cuerpo de Joel me hace sentir bien. Me hace querer abrazarlo con más fuerza y no soltarlo nunca más.—Eres más fuerte que esto…eres mucho más fuerte de lo que puedes llegar a creer, Joel Pimentel …
Él no dice nada, simplemente me escucha en silencio. Siento sus labios dejando un pequeño beso sobre mi cuello y mi piel se estremece de inmediato. —Te amo.
—Y yo te amo a ti, eso es suficiente. ¿No?
—Sí.
—Vamos…tenemos que ir a clase…—anuncio apartándome de él para volver a tomar su mano y caminar al aula.—Vas a estar bien, lo prometo…
La vida es una mierda.
La vida es una gran mierda.
Las miradas no paran de posarse en mí mientras entro en los salones, mientras tomo asiento y mientras la clase transcurre lenta y tortuosamente.
—Le dije a Fernanda que me las iba a pagar donde más le doliese…—comienza la voz de Meghan a mi lado.—Y lo que más le duele eres tú…
Llevo mis ojos hasta ella y una amplia sonrisa malévola se forma en sus labios pintados de un horrible color rosado.
—Fuiste tú…—susurro lentamente.
—¿Crees?—cuestiona encogiéndose de hombros.—Tendrías que haber venido conmigo cuando te lo pedí por las buenas, Joel. Te dije que tu lugar era junto a mí pero no quisiste escucharme…ahora tente a las consecuencias…
—Eres una maldita loca.—respondo y ella se ríe de inmediato.
—Pero no soy una asesina como tú…—inquiere sin dejar de mirarme.—Y no, no fui yo realmente…
—¿Entonces quién demonios fue?—cuestiono entre diente siendo consciente de la manera en la que mi paciencia comienza a flaquear.—Dime de una maldita vez quien fue…
—¿De verdad no te lo imaginas, Joel?—se ríe.—Eres bastante ingenuo cuando quieres…—se burla.—Espero que tengas suerte con toda la universidad porque no hay ser humano dentro de esta escuela que no piense que eres un asesino o algo parecido…—me guiña un ojo.—Sería un verdadero milagro que el rector no te corriera de aquí…
—¡Vete a la mierda, Meghan!
Camino tan rápido como me es posible tratando de evitar darme cuenta de las miradas que siguen fijas en mí, aumento la velocidad de mis pasos hasta que me encuentro corriendo sin sentido alguno. El aire helado quema mis pulmones pero ni siquiera me importa en absoluto, solo quiero irme lejos. Desaparecer de Jasper y no volver jamás.
—Joel…—la voz de mi hermano llena el aire pero no me detengo.
—¡Déjame en paz!
—Maldita sea, eres un loco.—replica.—Para un poco…
—¡Que me dejes solo!—le espeto.
—Detente de una vez.—exclama. Freno mis pasos y me giro para mirarlo.—No tienes que escucharlos, sabes que solo lo hacen para molestar…Meghan estuvo contándole a toda la jodida escuela sobre lo que escuchó en la fiesta de Collin… ¿pero que más da? ¿Por qué huyes? Tú sabes perfectamente bien que no tienes nada que ver con lo que pasó con ella… pero no te das cuenta que huyendo solo los haces creer que tienen la razón sobre las cosas que dicen de ti…—se apresura a decir.
—¡Tú no sabes nada!
—¡Ellos tampoco y tú les crees! Los escuchas…y no deberían de ser así…
—¿Es muy fácil para ti, no? ¿Dime una sola cosa por la que hayas sufrido en tu jodida vida? ¿Eh? No lo has hecho, Israel. Primero Macarena, después el abuelo y justo cuando creí que podía tener algo bueno para mi tengo que lidiar con un montón de estúpidos que dicen y creen cualquier cosa sobre mi.—hago una pausa.—No los voy a culpar, nunca dejé que nadie se acercara a mí, nunca dejé que me conocieran así que supongo que pueden pensar cuanta mierda quieran…
—¡Es una mierda!—decide finalmente y luego se acerca a mí.—Perdóname, Joel…
—¿Qué mierda te pasó en la cara?—cuestiono cuando se acerca a mi lo suficiente como para ser capaz de apreciar la mancha rojiza en su pómulo derecho.
—Jason estaba hablando mierda sobre ti.—murmura.—No iba a dejar que siguiera haciéndolo…
—Me defendiste…—susurro lentamente.
—Eres mi hermano mayor.—niega un poco.—Perdóname, Joel…
—No tengo nada que perdonarte…—respondo apartando mis ojos un momento.
—Sí, si tienes que hacerlo porque si yo no hubiese sido tan estúpido como para haber sacado el tema ellos nunca se hubiese enterado…—inquiere dejando escapar un largo suspiro.—Nunca se me ocurrió pensar que alguien escucharía eso y después todo se saldría de control…
—Bueno…las vidas perfectas no existen ¿verdad?—Israel niega lentamente.
—Vamos a casa.—pide.
—No, no voy a ir a casa.—decido.—Ve tú pero yo no quiero ir todavía. No sé como diablos veré a mamá a los ojos y le diré que toda la maldita ciudad piensa que soy un jodido asesino…
—No lo eres.—me recuerda.
—¿Y cuál es la diferencia entre serlo y no serlo si de todas maneras todos afirman que si?
—Mamá sabe que no lo eres, Joel.—musita sin dejar de mirarme.—Eso debería ser suficiente…
—Es suficiente pero no puedo dejar de pensar que en este jodido pueblo todo el mundo cree en estupideces y en cuanto ella ponga un pie fuera de la casa y hable con cualquier persona le dirán que su hijo es un asesino de mierda y todo volverá a ser igual que antes…
—Entonces demuéstrales que están equivocados…
—Solo vete, Israel…quiero aclarar mis pensamientos y estando en la casa créeme que no lo haré…
—De acuerdo.—susurra.—Pero cualquier cosa que necesites solo tienes que llamarme y estaré ahí ¿de acuerdo?
—¿No se supone que el hermano mayor sobreprotector debería de ser yo?—cuestiono y él se ríe.
—Cambiamos de roles hace tiempo, estúpido.—se burla dándome un pequeño golpe en el antebrazo.—Llámame…
—Si…
(…)
—Sabía que estarías aquí…—despego mis ojos de mis manos y levanto la mirada para encontrarme con Fernanda de pie delante de mí. Una pequeña sonrisa se forma en sus labios mientras agita lentamente una bolsa de papel entre sus manos.—Traje sopa así que espero que te guste…
—No tengo hambre.—respondo poniéndome de pie.
—Lástima porque vas a comer quieras o no.—decide antes de introducir la llave en la cerradura de la puerta. Me quedo en silencio y la sigo cuando finalmente abre. Dejo salir el aire de mis pulmones y cuando siento su mirada clavada en mi espalda me giro para mirarla de nueva cuenta.
—¿Qué sucede…?
—¿Estuviste llorando…?—pregunta.
—No.—miento.
—Joel…
—No estaba llorando, solo se me metió una basura de mierda en el ojo, eso es todo.—respondo.—No es nada de cuidado, la saqué ya…
Fernanda camina lentamente hasta mí y pasa sus brazos por detrás de mi cuello. Cierro mis ojos apoyando mi barbilla en su hombro y ella niega lentamente.—Conmigo no tienes que fingir…
—No me parezco para nada al Joel del principio ¿verdad?—murmuro y ella ríe en voz baja.
—Este Joel también me gusta. ¿Sabes? Demasiado, de hecho.—añade y me aparto un poco.—Vamos a arreglarlo…solo tienes que tener paciencia…
—Justamente lo que no tengo.—susurro.—Dios, te juro que este es el segundo día que más he odiado en mi jodida vida…otra vez está pasando lo mismo y no sé como frenarlo…nunca se me ocurrió pensar que pasaría por todo esto de nuevo…
—¿De nuevo?—repite en voz baja.
Me separo del cuerpo de Fernanda y camino lentamente lejos de ella.—Cuando Macarena se fue su madre me culpó por su muerte…
—¿Qué?—chilla.—¿Cómo demonios…?—niega.—Es que eso no tiene sentido, ella murió en un accidente de auto ¿no?
—Sí.
—Entonces no entiendo cómo es que tú podrías tener la culpa…—inquiere sin dejar de mirarme a los ojos.—Eso no tiene sentido…—repite.
—Cuando Macarena murió nosotros habíamos discutido…—confieso finalmente.—Supongo que nuestra relación estaba por llegar a su fin de todos modos pero nunca se me ocurrió pensar que terminaría de esa manera ¿sabes? Ese día habíamos estado todo el día juntos pero peleamos y ella se fue. El error fue mío porque tendría que haberle pedido que se quedara para aclarar las cosas pero me ganó el orgullo y la deje ir…ella lloraba mucho mientras conducía y tuvo un accidente de auto…yo le había enviado cientos de mensajes diciéndole que las cosas entre nosotros no estaban funcionando y que no quería volver a verla hasta que estuviera lista para ser una adulta pero nunca se me ocurrió pensar que en serio no la volvería a ver.—hago una larga pausa y me quedo en silencio un minuto tratando de procesar todo lo que estoy diciendo—Cuando la policía encontró su celular y se lo dio a su madre ella leyó todos esos mensajes e hizo especulaciones…así que me culpó, contó su versión…y todos en mi antigua universidad creyeron que era un maldito asesino…
La escucho gemir y niega un poco.—Entiendo el dolor que ella debió haber sentido por la pérdida de su hija pero esa no era culpa tuya, Joel… ¿Cómo podría ser culpa tuya…?
—Los padres de mis compañeros no se sentían cómodos conmigo siendo compañero de sus hijos así que le exigieron al rector que me expulsara…y él lo hizo…
—¡Es un idiota!—decide.—Dios, de verdad que no puedo creer todo esto…él te tendría que haber protegido igual que a todo el mundo, no ponerse de su lado y complacerlos…
—Pues lo hizo.—susurro.
—Quiero que entiendas algo, Joel…—me dice volviendo a acercarse a mí. Toma mis manos entre las suyas y me ofrece una pequeña sonrisa.—No voy a dejarte solo. Y tu hermano tampoco lo hará…nos tienes a ambos. Así que toda la jodida escuela diga que eres un asesino nosotros siempre vamos a pensar diferente ¿entiendes? Creemos en ti porque te conocemos…y si ellos no quieren conocerte pues entonces no importa…porque son ellos quien se lo pierde…
—No sé que haría sin ti…—una pequeña sonrisa se forma en los labios de Fernanda. Me obsequia otro abrazo y deja un beso sobre mis labios que correspondo de inmediato.
—Seguirías siendo un crudo invierno.—responde dejando escapar una risita.—Pero solo hubiese sido por poco tiempo porque entonces habría encontrado la manera de llegar a ti…
—Nunca dejes de creer en mí, por favor, Fer…—pido y ella me abraza de nueva cuenta.
—Nunca, mi amor. Si vuelvo a nacer…seguiría creyendo en ti…
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