Jaula rota.

Iris:

Meme completa y absolutamente necesario para cortar la tensión del momento.

Seguimos con el capítulo.

──────── ✧ ──────────

Cerré los ojos.

Alguien estaba gritando a nuestro lado. Peleando, quizás.

Todo se fue acallando, como si un velo de silencio cubriese la estancia, hasta que solo pudo escucharse el retumbar de los truenos y el aguacero que caía contra el cristal.

Qué importaba. Pronto iba a morir.

Entreabrí los labios e Iris también lo hizo, derramando su aliento inesperadamente suave. Una de mis manos resbaló hacia la parte de atrás de su cabeza hasta alcanzar la nuca para atraerlo hasta que nuestros cuerpos se pegaron.

Hubo un terrible estruendo y de pronto la lluvia estaba cayendo de nuevo sobre nosotros.

Me separé ligeramente y entorné los ojos para contemplar la cara húmeda de Iris.

—Invi... —No pudo terminar de pronunciar mi nombre, pues volví a tomar su boca. Él soltó un débil gemido, pero no se apartó. Agarró con fuerza la pechera de mi uniforme de guarda.

Solo un beso más. ¿Me daría tiempo a un beso más?

Finalmente, Iris me apartó con una expresión entre aturdida y preocupada.

—¿Es que quieres envenenarte? —dijo y abrió la boca para decir algo más, sin embargo, la cerró al momento al mirar hacia un punto detrás de mí.

Nuestro alrededor estaba cubierto por un montón de cristales, dispuestos en un perfecto círculo que nos rodeaba sin que un solo pedazo rozara el espacio que ocupaban nuestros cuerpos.

La iluminación de la sala había sido sustituida por la oscuridad de la tormenta. Las mesas que habían ocupado los fae estaban destrozadas, mientras que los comensales intentaban por todos medios escapar por los estrechos pasillos para los sirvientes.

—¡Que alguien se lleve a la reina! ¡Protejan a su majestad!

—¡El príncipe Albor también precisa protección!

—¡Mi rey, no se mueva de su posición!

¿Qué estaba pasando? Alcé la cabeza hacia el cielo. La tromba de agua no me dejaba abrir bien los ojos, aun así, la grieta se había hecho mucho más grande que antes y parecía estar fundiéndose, goteando oscuridad tal tinta derramada sobre una mesa.

Iris me arrastró hacia el suelo, presionando mi cabeza contra su pecho justo en el momento en el que algo filoso barría la zona en la que habíamos estado.

—Un desgarrado —masculló Iris.

Aquello no hacía ruido al caminar, se deslizaba como una sombra cuando la llama de una vela se extingue.

Nos volvimos a separar e Iris me ayudó a incorporarme. Trató de ponerme detrás de él mientras se movía en círculo para evaluar el desastre de situación en el que nos encontrábamos, pero su cuerpo se movía demasiado lento a causa del veneno. Al cabo de unos instantes, no pudo evitar clavar una rodilla en el suelo.

—Necesitamos encontrar esa flor —dije intentando hacer que Iris se levantase. Cuando por fin lo logré, la cabeza de un fae rodó hasta quedar a nuestros pies—. Cambio de plan, sobrevivamos a esto primero.

Iris soltó una risa que se encontraba a medio camino de la desesperación. Tosió y se llevó la mano a la boca intentando contener una arcada.

—¿Acaso no te gusta la destrucción? —preguntó con ironía.

Aquella cosa parecía haber sido en su día un fae, pero ahora apenas podían distinguirse sus rasgos, pues estaba cubierto de algún material filoso, similar a miles de espadas sobresaliendo de su piel. Corría en una posición en la que había que ladear la cabeza para percatarse de que era un fae.

Ensartó uno de sus filos en el cuerpo de una mujer fae y lo movió desgarrando la piel. La boca del monstruo se abrió de forma grotesca para arrancar su corazón y tragarlo.

—No es el mejor momento para apreciar la destrucción del palacio, la verdad —admití arrastrando a Iris por la estancia mientras el desgarrado o lo que fuera estaba entretenido comiendo montones de mierda.

Los soldados estaban protegiendo a los fae que conseguían llegar a las puertas. Todos parecían desesperados por huir, sin embargo, alguien corría a contracorriente.

—¡Capitán! ¡Capitán!

Lirio empujó a todos los que estaban a su alrededor hasta que pudo lanzarse a la pista de baile destrozada y siguió corriendo a pesar de que sus botas se resbalaban en el suelo empapado. Levantó una de sus manos, en ella llevaba una flor de una tonalidad azul brillante, similar al color de mis ojos.

—¡Aquí! —grité con la voz rota. No comprendía como era capaz de mantenerme en pie, puesto que había comenzado a temblar.

En cuanto nos localizó, cambió su rumbo procurando alejarse todo lo que podía del desgarrado. Al alcanzar nuestra posición, me entregó la flor entre jadeos. Tras eso, sacó su espada dispuesto a defendernos.

—¿Es esta? —pregunté a Iris.

Este miró hacia la planta y asintió.

—Tres pétalos bastan, más no se puede ingerir.

—Menos mal que no te la he metido directamente en la boca.

Iris me ofreció una sonrisa torcida. Le di los tres pétalos y tomé otros tres para mí.

Su sabor era dulce, similar al azúcar que se obtiene de la caña.

Lirio cayó hacia mí mientras intentaba esquivar un ataque. Un poco más hacia la derecha, se encontraba la mujer que estaba luchando contra Iris, ahora buscando la manera de mantenerse con vida.

El resplandor del fuego, seguido de un agudo chillido, hizo que volviera a centrar la visión. El monstruo se revolvió, aunque no había sido vencido.

Una pequeña mano sujetó mi antebrazo.

—Vamos, antes de que se levante —imperó Lume.

Estaba despeinada, con el vestido roto en varios lados y la cara llena de suciedad. Me pregunté si había estado luchando.

Lirio me ayudó a arrastrar a Iris en la dirección que Lume nos indicaba. Se acercó a una de las paredes y puso su mano sobre ella.

La magia chispeó y pareció discutir con Lume hasta que la pared se desintegró, dejando el espacio suficiente para que pudiéramos pasar. Ella se tambaleó y, aun así, se giró para volver a lanzar otro ataque de fuego al monstruo.

—Es inútil. Se ha acostumbrado —farfulló ella con aprensión. Tras eso, miró a Lirio—. Tú, lleva a este hombre al embarcadero. Pase lo que pase, mantenedlo con vida.

—¡Sí, su majestad!

—No pensarás quedarte aquí —dije.

—No puedo dejar que eso salga de palacio —sentenció ella a la vez que alzaba sus manos. El aire se tornó caliente antes de que una especie de velo cubriese el agujero por el que habíamos salido.

Lume estaba al otro lado.

Un nudo se formó en mi garganta.

—Eres libre, Invierno —habló.

Las palabras quedaron enterradas bajo los golpes que el desgarrado daba contra la pared de cristal en su camino para aniquilar a todos los que se encontraban en aquella sala.

Lirio se las arregló para alejarme de ella a base de empujones.

—¡Suéltame!

—Debo seguir las órdenes de la princesa —instó Lirio arrastrándome con una fuerza que no parecía tener.

—¡Más te vale vivir!

Ella me ofreció una sonrisa y meneó negativamente la cabeza antes de inclinarse a recoger una espada del suelo.

Recorrimos un buen trecho cargando con Iris, el cual se había quedado inconsciente, hasta que conseguimos alcanzar un pequeño embarcadero que daba al mar. La soledad que emanaba aquel lugar hizo que mi temblor se incrementara.

—¿Por qué no hay ningún soldado?

—Es mejor que no nos quedemos para averiguarlo.

Escogimos un barco de madera pequeño y metimos a Iris en uno de los confortables asientos que había en el interior.

La lluvia había amainado por lo que ahora podíamos apreciar con claridad el palacio fae en llamas.

La jaula se había roto.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top