Atrapado en un abrumador sentimiento.


──────── ✧ ──────────

Toqué el impasible cristal del espejo. Mi ojo izquierdo había tornado su habitual tono azul helado a uno verde claro; la única evidencia física de que había perdido la visión.

La sombra de barba era incómoda, pero no tenía nada con lo que rasurarla, por lo que mojé la cara sin más, buscando lavar el reciente sueño. El agua se deslizaba por mis pómulos, cada vez más marcados, hasta caer sobre la camisa entreabierta.

Escuché los pasos de alguien y tomé un trozo viejo de tela aparentemente limpia. Hundí la cara y solté un largo suspiro. Desde que me había levantado, estaba teniendo problemas para moverme con soltura.

—Iris tenía razón, ya estás despierto —dijo una voz conocida y dicharachera.

—Xistra.

—Te he traído algo de comer, ropa y...

Dejé el paño sobre la pila con forma de flor agrietada y me giré.

—Así que es verdad —balbució Xistra—. No solo tu ojo ha cambiado de color, tu pelo se ha vuelto blanco.

—Es el reflejo de mi alma, creo que ronda el milenio.

Xistra puso una expresión que cabalgaba entre la incredulidad y la preocupación.

—Pensaba que tenías veintitrés. O veinticinco como mucho.

—Quién sabe —corté la conversación y me dirigí hacia el pequeño cuarto en el que me había derrumbado tras salir del árbol de las hadas.

Era una estancia bastante acogedora, con una cama muy baja y simple, hecha de madera nívea y adornada con motivos naturales. Las mantas eran demasiado suaves para ser tan añejas y los cojines olían a limpio.

Al lado de la cama había una repisa de piedra con dos pájaros cuyos picos sostenían una esfera. Sobre la mesa que se encontraba en el centro de la sala, aguardaban varios platillos humeantes, ropa y una hoja de papel doblada.

Me senté, sin embargo, mi cuerpo no encontró la silla y caí al suelo.

—¡Santos ciervos! —exclamó Xistra.

Hice un gesto para que se detuviese. Estaba claro que no medía bien las distancias, tendría que habituarme a no usar el ojo izquierdo. Me incorporé empleando la silla como soporte y me quedé sentado observando la comida.

—¿Has estado bien? —pregunté encarando su mirada.

—Casi muero de la preocupación —admitió él, sentándose a su vez—. No vuelvas a marcharte de esa manera tan dramática, por favor. Mi corazón no puede resistir tanto infarto.

Sonreí y tomé la nota que había sobre la ropa.

En la fuente.

Iris.

—¿Qué fuente? —murmuré arrugando el papel con una punzada de desilusión que aparté mentalmente a puntapiés.

—¿Eh? —respondió Xistra con un trozo de pan seco en la boca.

—¿Dónde está Iris? —cambié la pregunta.

Xistra terminó de tragar el pan y apoyó los codos en la mesa.

—Estás decepcionado porque te ha dejado solo —asumió, con una amplia sonrisa.

Clavé el tenedor con brusquedad en el pastel.

—No estoy decepcionado.

—Sí, claro —dijo—. No es necesario que asesines la comida para demostrarlo. Y tampoco hace falta que me desintegres con la mirada.

Resoplé y mastiqué un trozo del pastel que había partido. Era dulce, con un ligero toque a una especia que no lograba distinguir.

—Resulta que Albor está aquí.

Me atraganté.

—Sí. —Xistra dio un par de palmadas en mi espalda para ayudarme y tras eso, me ofreció un vaso de agua—. Lirio contactó con el embajador de Shira para poder cerrar la brecha, de otra manera, hubiera sido imposible.

—Siempre Lirio —farfullé y subí los pies a la silla. Había perdido el apetito.

—Albor ha sido quien trajo a las fae necesarias para completar el ritual. Son personas que forman parte de la nueva nobleza que pretendía instaurar —continuó Xistra—. A él no le interesa que su preciado reino sea destruido del todo. Los protectores de las ciudades también están aquí y ahora mismo el ambiente es demasiado tenso. Iris ha sido llamado, aunque no sé para qué.

Me incorporé de golpe, sobresaltando a Xistra. Tomé las prendas de ropa, las lancé sobre la cama y comencé a quitar lo que llevaba puesto.

—Ya empezamos... —se quejó Xistra—. Iré contigo.

—No.

—¿No me has escuchado? Estás rodeado de enemigos.

—Eso ha sido así siempre, a estas alturas, ya no me afecta.

—Eres un idiota egoísta y tozudo —refunfuñó él—. Al menos lleva a Cerezo, está esperando por ti.

Me detuve con las botas a medio atar.

—Lo siento.

—Sabes pedir perdón, increíble. —Encogió sus hombros y tomó otro pedazo de pan—. No te olvides de ir con el ciervo, nadie se atreverá a tocarte si estás a su lado.

Tras salir de la estancia, me encontré con un largo pasillo repleto de puertas. La blancura de las paredes contrastaba con el azul intenso de las puertas y sus marcos. Desconcertado, caminé hasta encontrar una escalera que se enroscaba hacia abajo.

Cerezo aguardaba al final, alimentándose en una gran maceta cuyas hojas verdes parecían frescas. Acaricié el lomo del animal, su pelaje se había tornado blanquecino también. El precio por salvar a su pueblo.

Apoyé la cabeza en su frente a modo de agradecimiento. Sin él, no habría podido llegar tan lejos.

La planta baja era un lugar casi vacío, salvo unos mullidos asientos llenos de polvo. Tenía la impresión de que había sido una especie de posada en su día, aunque no podía asegurarlo.

Cerezo se puso en marcha, indicando el camino como si supiera a dónde quería ir. Lo seguí hasta la entrada y el resplandor del exterior me cegó momentáneamente. La ciudad blanca había cobrado vida de la noche a la mañana: los soldados y sirvientes transitaban de un lado para otro. Algunos se detenían a observar sin reparo el color extraño que presentaba mi cabello o mis ojos, por lo que terminé por cubrir mi cabeza con la capa.

Cerezo se internó en los callejones y llegó un punto en el que ya no sabía dónde me encontraba. Las piernas me respondían mejor de lo que pensaba y el cansancio que siempre cargaba había desaparecido, dejando una sensación irreal de bienestar.

Alcanzamos unos arcos como los que engalanaban la entrada de la ciudad y bajo ellos, las flores azules crecían con libertad. Aquella zona se hallaba escondida tras dos enormes edificios y estaba algo más deteriorada. El ciervo se detuvo y entonces me percaté de que había alguien sentado en el borde de una antigua fuente.

Mi corazón se aceleró al ver su semblante calmado. Estaba concentrado leyendo un desvencijado libro y vestía un atuendo sencillo, formado por una camisa de manga larga con un chaleco de cuero ajustado a la figura esbelta de su cuerpo y unos pantalones oscuros.

Todas las palabras que había pensado para aquel momento se escaparon con mi aliento, así que me quedé de pie sin atreverme a acercarme.

Iris alzó su cabeza, como si hubiese percibido mi presencia, y sonrió.

Salvé la distancia que nos separaba.

—¿Qué lees?

—La historia de esta ciudad.

—Pensé que estarías leyendo alguna mierda romántica de las tuyas.

Cerró el libro y lo puso sobre la piedra que bordeaba la fuente.

—Ya no los necesito.

Un silencio incómodo aleteó entre nosotros.

—¿Te gusta lo que ha hecho la magia con mi pelo? Es tan blanco que ni siquiera parece natural —dije tras una pausa, intentando extraer todo lo que quería decirle en realidad.

Iris atrapó un mechón y con ese simple gesto, el dorso de su mano rozó con suavidad mi mejilla. Me estremecí imperceptiblemente.

—También tengo un ojo que no sirve, pero que es bonito de ver. O eso creo. ¿Tú no lo crees? La verdad es que no he tenido demasiado tiempo para verlo.

Retiró su mano y arqueó una de sus cejas con ligera incredulidad.

—Invierno, ¿estás nervioso?

—¿No? —Tragué saliva con dificultad—. Sí.

—Estás a salvo —aseguró, malinterpretando mis palabras.

Me arrastró hasta que acabé entre sus brazos. La extraña intranquilidad que sentía se multiplicó y el calor se acumuló en mis mejillas.

—Sé que has sacrificado mucho para protegerme —musitó cerca de mi oído—. Ahora me toca a mí hacer de este un reino donde puedas vivir sin temor.

Muy a mi pesar, se apartó y tomó mis manos antes de hundir una rodilla en el suelo frente a mí. La espada que pendía de su cintura emitió un leve tintineo al chocar con la piedra.

—Mi vida es tuya.

https://youtu.be/XU-eBqTdv3I

╌──────────═❁═──────────╌

Estuve una hora completa buscando entre mis canciones una que se adecuara al capítulo y encontré otra que es claramente el mood Invierno habitual, por lo que os la dejo aquí también, xD

https://youtu.be/mvJjmWTg7Qo

╌──────────═❁═──────────╌

Espero que aún quede gente disfrutando de esta historia, xD Prometo un final decente, aunque tengo miles de cosas que cerrar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top