Mensajería.

Aumentó un poco la velocidad, el camino al domicilio anterior había estado algo caótico y ahora iba un poco retrasado. Si no se daba prisa, sus entregas sufrirían un "efecto dominó" y no terminaría con lo que tenía planeado para esa tarde.

Leandro dejó su bicicleta en el área designada y casi corrió al elevador. El conjunto de oficinas de la última planta era su destino. La música instrumental y su respiración algo agitada era lo único que se escuchaba, gracias al cielo nadie más hizo uso de ascensor.

La campanilla sonó y las puertas metálicas se abrieron, el bailarín caminó hasta el escritorio que la recepcionista. El piso estaba tan blanco y limpio que podía jurar que veía su propio reflejo en él, además de que tuvo cierto temor a ensuciarlo.

Incluso las enormes letras del corporativo brillaban detrás de la mujer.

—Hola, buenas tardes— le saludó ella, el labial color frambuesa hacía destacar aún más su piel blanca, —¿en qué puedo ayudarle?

—Hola— le sonrió también, —tengo un paquete dirigido a estas oficinas— rápidamente buscó en la bolsa de tela que llevaba, una cuya correa atravesaba su pecho; en realidad el dichoso paquete sólo era un sobre color amarillo, tamaño carta y no muy grueso.

—Por supuesto, yo lo recibiré— buscó en su escritorio un bolígrafo, lista para firmar la papeleta que Leandro estaba por extenderle.

Hasta ahí, todo iba bien, ella dedicó unos segundos a comprobar lo que el recibo decía, hasta que la puerta de cristal ahumado, la que estaba del lado derecho del escritorio de la recepcionista, se abrió.

I don't care, Thom, just do it. And call me tomorrow.

Leandro pensó que su imaginación le estaba jugando una broma, porque esa voz ya la había escuchado antes. Miró hacia la puerta y vio a Roger guardar el teléfono móvil en el bolsillo de su pantalón.

Hey, it's you!— aunque los ojos claros del hombre le miraron, el bailarín no estuvo seguro de que se estuviera dirigiendo a él, hasta que Roger se acercó, sonrió con amplitud y posó la mano en su hombro.

—Ho-hola— contestó.

—Leandro, right?

—Sí.

—¿Qué te trae por aquí?— parecía en verdad interesado y animado.

—Yo sólo... no sabía que esta era tu oficina— no quiso explicar que era el mensajero, de repente se había sentido un poco fuera de lugar y "feo". Los pantalones grises de vestir de Roger estaban impecables, y su camisa azul claro extrañamente combinaba con sus ojos; a diferencia de Leandro, que vestía ropa deportiva y algo grande.

—Por supuesto ¿Dónde más estaría sino con Gabe?— lo dijo con tal naturalidad que Leandro sospecho que Roger pensaba que él sabía sobre la ocupación y la vida de Gabriel, o tal vez sólo quería ponerle incómodo.

—Claro, por supuesto— le dio la razón repitiendo sus palabras.

—Señor, la copia de la documentación que solicitó al corporativo ha llegado— la recepcionista interrumpió, aprovechando el corto silencio que los invadió.

Roger giró para mirarla y recibir el sobre amarillo que le ofreció la mujer.

—Liz, I told you, llámame Roger— le lanzó un guiño; ella se sonrojó levemente y asintió, luego le ofreció la papeleta firmada a Leandro.

Los ojos curiosos de Roger le estudiaron, y entonces comprendió.

Oh, my God! Eres toda una caja de sorpresas— rio, —Dancer, sommelier and mailman. No me sorprendería que también fueses cocinero.

Leandro quiso que la tierra se lo tragara; probablemente Roger no lo hacía con mala intención, pero su risa escandalosa seguramente llamaría la atención de quienes estaban tras esas puertas de vidrio, y si Gabriel estaba allí, tenía que marcharse de inmediato.

—Debo irme— guardó la papeleta en su bolsa de tela, —es algo tarde y aún tengo varias entregas.

All right, all right; entiendo— ondeó la mano, recuperándose de la risa.

Leandro se obligó a sonreír por cortesía, despidiéndose tanto de la mujer como de Roger. Cruzó el vestíbulo y picó el botón del ascensor, pidiendo al cielo que el cubículo metálico se diera prisa. Cuando por fin estuvo dentro del elevador, justo cuando seleccionó su destino para descender, además de la risilla, pudo jurar escuchar nuevamente la voz de Roger: —le daré a Gabe tus saludos—. Pero ya no pudo no agradecer por ello, las puertas se cerraron frente a él.

Gabriel finalizó una videoconferencia con uno de los clientes, había ocurrido un pequeño inconveniente y su producto iba a llegar un día después de lo acordado; afortunadamente su relación comercial con este tenía ya varios años, además de que no había tenido antes queja alguna sobre sus servicios; así que sólo fue necesario expresar sus más sinceras disculpas y la promesa de que no iba a volver a suceder. Por otro lado, Roger se había dedicado a localizar vía telefónica al responsable de dicho retraso en la entrega, ya que, a pesar de parecer algo irreverente, cuando las cosas se ponían serias, Roger era duro.

Gabriel cerró la portátil y se levantó de su asiento, iría por una humeante taza de café antes de continuar con los pendientes del día. Salió de su cómoda oficina y se dirigió al área destinada para el coffee-break; pero para ello debía pasar cerca de la puerta que daba acceso al vestíbulo, donde Liz, la recepcionista, estaba.

No pudo evitar rodar los ojos al escuchar la risa de Roger, seguramente estaba bromeando con Liz, entonces hizo nota mental: debía hablar con él al respecto, ya que la muchacha había sido siempre respetuosa y cuidadosa al no traspasar la línea de convivencia laboral; Roger tenía que parar sino quería incomodarla.

—Le daré a Gabe tus saludos.

Escuchó que él decía y se preguntó a qué se refería, por lo que, curioso, se acercó a la puerta y abrió con parsimonia.

—¿Saludos, de quién?

The dancer, estuvo aquí. Your friend is so shy and cute— contestó sonriente.

Gabriel entrecerró los ojos, esperaba que Roger no estuviera refiriéndose de esa manera a quien él imaginaba.

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NOTAS: ¿Ya vieron el video? Sino, se los dejo de nuevo en el enlace/vínculo externo :) Gracias por su atención. 

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