Capítulo 27

Iris

Una terrible resaca era lo que tenía y nadie era lindo teniendo resaca por la mañana y mucho menos cuando tenías que ir a trabajar, lo más cruel es que mi padre no me consintió ya que según él tenía que trabajar y aparentemente ya soy una adulta que debe asumir las consecuencias de sus tonterías de borrachera. Nadie pero absolutamente nadie es feliz en el trabajo con una resaca.

Llegue a la sala de diagnóstico donde se encontraban todos ya reunidos, tomé asiento y tire mi rostro contra la mesa, me dolia horrible la cabeza, gire para observar al doctor Carmona sentado junto a la pizarra creo que alguien también tenía una horrible resaca.

—¿Que es lo que tenemos?

—¿Se encuentran bien?
—escuche preguntar a Abby.

—Es cierto, se ven horribles—aseguró Terry.

—Hablen más despacio—pedí llevando mis manos a la cabeza.

—Solo digan si hay algo grave—pidió el doctor Carmona, creo que no era la única que quería terminar esto cuanto antes.

—Solo hay un caso de amigdalitis el cual requiere operación—comento Josie.

—No es nada complicado, doctor Wang estará a cargo de la operación, escoja a su equipo y registre la sala para iniciar la operación.

—Si doctor—mencionó entusiasta el asiático, vaya pero que escandaloso es.

—Pueden retirarse.

Me ordenó a todos, los gemelos se retiraron con prontitud pero yo solo solté un quejido por escuchar el sonido que causaba la silla, mire hacia el frente para notar a la joven de lentes que nos miraba al doctor Carmona y a mi, pero aquellas miradas que nos dirigía eran tan diferentes mientras que a mi me observaba con una notable molestia al doctor Carmona lo veía con preocupación. Creo que alguien estaba enamorada.

—Tengo sed—me levante de mi lugar para salir fuera, no quería ser el mal tercio entre ambos aunque lo dudaba, si ella tenía años trabajando con él y aún no había hecho nada, dudaba que lo hiciera ahora.
Llegue a una máquina expendedora para buscar algo para tomar, lo único que no me agradaba de aquí es que la cafetería estaba muy lejana o tal era por la resaca que lo sentía así.

—Lo que necesitas es un café —gire para ver a Lex con un termo, lo tomé un tanto confusa—no tiene azúcar pero puedes compensarlo con galletas de chocolate.

—Anoche, ¿hice algo vergonzoso? No recuerdo mucho.

—Solo estuviste riendo y cantando todo el tiempo, nada diferente a lo que haces estando sobria.

—Gracias.

—¿Sabes acerca del doctor Carmona? Estoy seguro que también debe tener algo de resaca.

Note el otro termo que portaba en su mano y me sentí algo decepcionada de que no tuviese ese gesto solo conmigo.

—Esta en la sala de diagnóstico, pero tal vez deberías esperar un poco en ir a verlo.

—¿Esta ocupado?

—Digamos más bien que una chica quiere ocuparlo.

El arqueo su ceja mientras me miraba, siempre hacia eso cuando buscaba un rostro de mentira o engaño en mi, le sonreí.

—Habló enserio y no, no soy yo quien quiere opacar su atención... ¿Me harías compañía un momento?

—Ahora mismo estoy ocupado.

—Oh, entiendo.

—Pero tendré mi descanso dentro de dos horas.

—Entonces iré a buscarte dentro de dos horas.

—Cuidate, doctora Shuster.

—Igualmente, Lexi.

Bromee con él, note su leve sonrojo mientras me dedicaba una mirada molesto, no sabía si era porque estuviese aún un poco ebria o el efecto de la resaca pero me pareció bastante lindo, y fue esa misma lindura la razón por la que una vez decidí aceptar salir con él.
Tome asiento en una de las bancas de espera y a mi vino aquel recuerdo de anoche.

—¿Realmente crees que venga? —preguntó el doctor Carmona mientras se recostaba.

—Si, siempre a sido una persona tan recta.

—Puede que lo sea, pero hasta la persona más recta no está dispuesta a ir tan lejos por alguien.

—¿Que insinuas?

—Qué le des la oportunidad a tu corazón de amar a alguien más.

No podía creer que de todo lo que hablamos anoche era lo único que recordaba al pie de la letra, bueno eso y lo que charlamos antes de que me pusiera ebria. Toqué el pequeño broche que había colocado cerca de mí corazón y sonreí, tal vez debía ir a visitar a mamá. Tomé un trago del café para notar la amargura de este, ahora entiendo porque me dio las galletas, esto si que equilibraba un poco las cosas.

Escuche el sonido de un par de pasos acercándose los cuales se detuvieron frente a mi, yo estaba observando hacia el suelo así que reconocí de inmediato esos zapatos negros bastante elegantes.

—¿Quieres sermonearme por lo que pasó? Por que alguien ya se te adelantó.

—Margaret, esto no puede continuar así.

—¿Que sugieres? —levante la vista hacia Korden quién sólo me entregó una hoja.

—Volverás a tus terapias y está vez espero participación de tu parte.

—No lo necesito.

—No es una sugerencia, esto es una orden y no lo digo como tu tío te lo digo como tu jefe, iras a terapia.

Concluyó antes de marcharse, maldito anciano, si no fuese porque le tengo algo de respeto le daría una paliza, tomé un gran sorbo de mi café antes de hacer un gesto debido a la amargura de este, creo que mi cara de indignación no sirvió como lo planeado.
Me levante abanicando mi lengua, incluso me había quemado un poco, me detuve en el pasillo cuando vi a Browen que me miraba con curiosidad de inmediato volví a meter mi lengua dentro de mi boca.

—Doctora Shuster, que bueno encontrarla.

—No hace falta que seas tan formal Browen, ¿como se encuentra tu hermana?

—Mejor que nunca, y todo es gracias a ti.

—No, yo no hice nada. Le agradeces al doctor equivocado.

—El doctor Cooper dijo que todo fue gracias a ti ya que tu diste la sugerencia y por eso logró hacer la cirugía.

—Supongo que todos merecemos las gracias. Nadie puede realizar un trabajo por sí solo.

—Tan humilde como siempre.

—Gracias, es parte de mi.

—Aun así siento que debería agradecerte, ¿que tal un café?

—No gracias, ya tengo uno aqui—dije mostrando el termo.

—¿Y que hay del otro tipo de Café?

—Por ahora también diré paso.

Y no, esto no lo hago por Lex, mas bien aquella conversación que tuve con el doctor Carmona me hizo sentir un tanto ofendida, ciertamente yo también los buscaba para tener sexo sin compromiso pero el simple hecho de que estuviesen detrás de mí solo para conseguir un acostón me hizo sentir como alguien vulgar, era lindo tener amigos con los cuales podía compartir más que las sábanas en la cama.

—Me has cambiado—aseguro con cierta comedia pero notaba cierta ofenda en él.

—No, sólo que dijiste recompensa y parece más bien algo para ti. ¿Que tal unas galletas estrellas de la tienda Hua Hua?

—Esa tienda se encuentra al otro lado de la ciudad, que tal mejor una cena.

—De acuerdo pero yo escogere el lugar.

—Me parece un buen trato.

—¿Hoy a las ocho?

—Perfecto. Espero tu llamada.

El rubio se despidió para marcharse, yo mire la hora en mi reloj debería estar trabajando por lo que me encamine con prisa hacia los consultorios, si quería alcanzar a Lex en su descanso debía apresurar me si algo tenía él es que era la persona más puntual del mundo.

Tras pasar las horas lo busque en el hospital preguntando a más de una enfermera por su ubicación pero nadie parecía saber dónde se encontraba, hasta que escuche por unos pacientes el chismear por el nuevo doctor, era obvio que era él. Camine en dirección hasta el balcón donde lo observe de espaldas, si había vuelto a su mal hábito de fumar lo abofeteria, a un par de pasos me detuve al observar a Josie, ella reía a carcajadas mientras tocaba su hombro y él no se negaba, maldito se atrevía a juguetear conmigo y, bueno no jugueteaba conmigo pero no me parecía que fuese muy atento conmigo y también con otras mujeres.

—¡Hey! —grite mientras abría la puerta del balcón sobresaltado a Josie quien giro a verme junto con él. Oh dulce café mañanero, ese no era Lex
—Los e pillado. Deberías tener cuidado Josie, escuche que el director Bell esta dando sus rondas de seguridad.

—Gracias Iris—dijo ella para volver observar al chico. Yo le sonreí un tanto apenada mientras retrocedía.

—Pero que vergüenza.

—¿Que has hecho?

Solté un chillido debido a la sorpresa, gire para observar a Lex quien me miraba, giro a ver en dirección hacia Josie para volver a verme.

—¿Has creído que era yo él de la terraza?

—No, sólo les daba una advertencia a los tortolitos . Debo confesar que me sorprendió un poco, pensé que Josie estaba en algún tipo de relación complicada con Gabriel.

—No deberías interferir en los asuntos de los demás.

—Me gusta la manera tan elegante en la que me dices que no sea una metiche.

—Las relaciones entre las personas son complicadas, son asuntos que sólo ameritan de dos y debe permanecer así.

—Entonces, ¿qué somos?
—le pregunté, él guardo silencio como si estuviese meditando en la respuesta que me diría.

—¿Que quieres que seamos?

Cuestionó, y no tuve la destreza para responder a ello. Sentía que aún era muy pronto para pedirle que volviéramos a intentarlo como pareja, pero tampoco me sentía cómoda con ser solo su amiga, no estaba segura de que los ex-novios pudiesen ser buenos amigos, pero tampoco actuaba como un ex-novio normal ni siquiera yo, realmente no sabía muy bien que clase de línea social era la que nos distinguía.

—Somos colegas de trabajo pero me gustaría formar una amistad contigo.

—¿Que tipo de amistad?

Sabía que aquella pregunta no era porque quisiera saber hasta donde podía llegar conmigo, más bien quería marcar sus límites. Incluso cuando éramos novios marcó ciertos límites en el contacto que debíamos tener en el área laboral, nunca hubo faltas al respeto y si yo tenía algo que alegar con él debía dejar una nota, casi siempre cuando lo hacía el enojo ya había pasado por lo que podíamos hablarlo con tranquilidad y aunque al principio se negó a tocarme fue accediendo antes mis propias provocaciones, solo me llevó más de siete meses lograrlo.

—Quiero que seas un amigo de verdad... Quiero que aunque estemos a kilómetros de distancia, me sigas valorando de esa forma tan sincera, que me aprecies de forma incondicional, que exista un interés compartido y recíproco. Esta vez prometo poner de mi parte como, tu pones de la tuya.

Me miró en silencio por un momento, casi siempre esos silencios eran aterradores, difícilmente podía saber que había en esa mente suya. Pero cuando lo vi extender su mano no pude evitar sonreír.

—Lex Cooper. Originario de Baltimore, Estados Unidos.

—Iris Margaret Shuster—dije tomando su mano—. Y pues soy de aquí, Londres, Inglaterra. Y dime, ¿te gustaría...

—Doctora Shuster, hay un código rojo en emergencias. El doctor Carmona la solicita para operación—me llamo una enfermera antes de marcharse, quise maldecir pero trabajo es trabajo.

—Olvídalo, parece que tendré trabajo que hacer.

Dije mientras me marchaba en dirección hacia donde se había marchado la enfermera, bueno ya era parte del equipo y supongo que tenía que aprovechar todo el tiempo posible.

Lex

Tu progreso es excelente —le mencione a la joven quien me regalo en una sonrisa—. En un par de semanas comenzaras a vivir una vida plena y normal.

—Sabe donde se encuentra la doctora Shuster.

—Esta en cirugía, ahora mismo está atendiendo códigos rojos en emergencias.

—Quien diría que esa bomba atómica andante tuviese razón todo el tiempo.

—No se debe juzgar a un libro por su portada.

Mencione a lo cual la joven soltó una breve risa.

—Algo me dice que la conoces bien.

—Somos buenos colegas.

—Apuesto que si—mencionó en un tono burlón que me sorprendió —. Lindo bolígrafo.

—Gracias—dije mientras volvía a guardar en el bolsillo delantero de mi bata.

—Hablaba del otro —mencionó la joven, baje la mirada para notar que se veía la corona del bolígrafo, volví a acomodarlo de manera que no se notará. Ese había sido el primer regalo que Iris me hizo, aún recordaba su gran sonrisa cuando me dio el boligrafo con una corona adornando la punta, era algo tan a su estilo que no sólo pude darle las gracias, pero tal vez debí haber sido más afectuoso con ese detalle ya que al día siguiente volvió a regarlarme otro boligrafo pero más simple, algo más a mi estilo y aunque me pidió de vuelta el primero fingi haber olvidado donde lo había puesto para poder conservarlo y es que aunque sus detalles no eran todos de mi gusto me gustaba la manera tan sincera en la que me los daba sin querer nada a cambio. —Se nota que es un regalo, no parece nada de su estilo.

—¿Y que estilo aparento?
—le pregunté a la joven quien solo me sonrió.

—Todo lo contrario a la doctora Shuster, pero aún así creí que ambos harían un lindo complemento.

—Veo que incluso estas de humor para hacer bromas.

—No fue una broma.

—Deberías descansar, recuerda que el reposo es esencial para la recuperación.

Le aconseje a la joven quien solo rio con burla antes de volverse a acostar, salí de la habitación para darle algo de privacidad, recorrí los pasillos hasta llegar a recepción, mire la hora notando que mi turno ya había terminado, ya era algo tarde pero no creía que Iris se halla marchado ya, solo iría a asesorar que estuviese bien y no termine nuevamente dormida en alguna parte inadecuada.
Al llegar pregunte por ella, había salido de cirugía hace un par de minutos pero nadie sabía de su ubicación o a donde se había marchado, mientras caminaba por los pasillos escuche como una de las personas que habían llegado de emergencia murió antes de que pudiese recibir atención y que Iris había estado presente, aquello me preocupo no sabía si había tenido otro ataque o si se encontraba deambulando en el hospital. Cuando pase corriendo por uno de los pasillos traseros del hospital la vi tirada en el jardín, con prontitud me dirigí hacia ella pero al estar cerca sentí un gran alivio al notar que se encontraba bien.

—¿Que haces en el suelo?

—Meditando... A veces este trabajo apesta.

—Pensé que era el trabajo de tus sueños.

—Y lo es—ella palmeo el lugar a su lado pero Iris ni siquiera estaba acostada sobre el césped, ella estaba tirada en el suelo donde se encontraba la tierra, cerré los ojos en busca de darle alguna excusa pero no la encontré por lo que me resigne y me tumbe a su lado—. ¿Nunca te has preguntado qué hubieses escogido como carrera si tu familia no fuese todo un legado de médicos?

—De niño quería ser astronauta —confese —. Tal vez me hubiese esforzado para dedicar mi vida a ello. ¿Que hay de ti?

—Supongo que sería florista o tal vez hubiese sido una empresaria como mi abuela.

—No puedo imaginarte con esos tipos de trabajo.

—Yo tampoco —dijo tras soltar una pequeña risa.
—Gracias.

—¿Por qué? —pregunté confuso mientras giraba a verla.

—Por venir a buscarme
—ella se levantó y giro a verme con lágrimas adornando su rostro, me levante de inmediato y ella me abrazo—. Quiero dejar de tener miedo pero no puedo... No puedo.

—Te digo un secreto, incluso yo aun tengo miedo cuando pierdo a un paciente.

—Mentiroso.

—Es verdad... Pero el secreto está en que tu mismo te digas que eres más valiente de lo que aparentas.

—¿Realmente funciona?

—Hasta ahora lo a hecho conmigo.

Confesé pero ella no respondió, solo escondió su rostro sobre mi pecho para seguir llorando en silencio, yo acaricie su cabello tratándo de darle aquel consuelo que no podía brindar en palabras, casi nunca sabía que decir y hasta cierto punto era algo que detestaba de mi mismo, si tan solo pudiese hacerlo tal vez tendría el valor de decirle que no estaba mal vivir con ese miedo sino más bien el dejar que te domine, quería hacerla sentir segura entre mis brazos pero eso solo era un sueño.

Cuando se tranquilizó ambos nos quedamos acostados sobre el suelo observando el cielo de Londres, había muy pocas estrellas pero el silencio que proporcionaba el hospital era muy tranquilizador.
Gire a verla, tenía los ojos cerrados.

—Shuster, deberías ir a casa ya—le dije pero ella no se movió, me acerque para moverla un poco pero seguía sin abrir los ojos—. Se que solo estas fingiendo dormir.

—Se supone que en situaciones como estas, debes despertar a la persona con un beso—dijo aún con los ojos cerrados.

—¿Y si estas dormida como es que me hablas?

—Es una de mis tantas habilidades.

—Levántate y ve a casa.

Le pedí a lo cual ella hizo un puchero.

—Me gusta cuando me llevas entre tus brazos.

—Ese día estabas ebria.

—Pero la primera vez no
—dijo mientras abría los ojos para verme—. Se que fuiste tu, así que no trates de negarlo.

Guarde silencio mientras pensaba en alguna excusa pero no la tenía, ella me sonrió, levantó sus brazos para abrazarme del cuello, aquello me tomó por sorpresa cuando tomé sus manos para pedirme que me soltara sentí el suave tacto de sus labios, se movían lentamente que eran tan hinoptizante, mis manos recorrieron las suyas para sostenerla por la espalda, si algo había extrado más que su propia presencia, eran sus besos sorpresivos, esos besos tan encantadores y suaves de su parte que estaba seguro que hacían caer a cualquiera.

—Recordé que me debías un beso de buenas noches.

—No recuerdo haberte prometido alguno—alegue pero ella solo sonrió para volverse acercar pero yo me aleje
—. Iris, no quiero que estés jugueteando conmigo.

—No lo estoy haciendo, es enserio.

—Ambos sabemos que no es así... Lo amas a él no a mi.

—Se va a casar con otra
—me Confesó.

—Lamento oír eso, pero no seré el sustituto.

Dije firme mientras me alejaba, ella me miró con algo de ofensa pero no podía decir nada que no fuese cierto, me levante y me marche sintiendo todo un mar de emociones. Por un lado estaba brincando de felicidad por haber vuelto a probar sus labios, cuando ella me besaba de esa manera tan delicada me hacía pensar que realmente era yo la persona que su corazón deseaba pero la realidad no era así, si quería ser feliz primero debería olvidar aquel amor y dejar que la herida sane para buscar un nuevo amor, uno que estaba vez la ame de la mejor manera posible. Ella merecía lo mejor y no solo sobras. Pero si tan solo fuese más idiota me conformaría con ser aquella sobra.

Capítulo dedicado a:
HolaAlo5


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top