Capítulo 24

Iris

Sentí como algo peludo golpeó mi rostro sin parar, si era Gabriel le iba a dar un gran puñetazo, abrí los ojos para observar una cola negra moviéndose de un lado hacia otro, vibrisas maullo mientras se daba la vuelta sobre mi cuerpo para terminar frente a mi rostro volvió a maullar antes de maler mi cara, pero que asco, tomé el gato para alejarlo, ¿que hacía en mi habitación? Esperen un momento, ¿que hacía yo aquí? Aún confusa me levante de la cama, recordaba muy bien el hecho de haber ido a la sala de descanso para relajarme un poco mientras comía una barra integral, estaba tan aburrida que me tumbe en la mesa porque las sillas eran incómodas y solo cerré los ojos unos cinco minutos pero supongo que aquello se convirtió en toda una siesta, salí de mi habitación para observar a mi padre que estaba a punto de salir del departamento.

—¿Que hago aquí?

—Aquí vives—respondió obvio.

—No me refiero a eso, es decir, ¿como llegué aquí anoche?

—Gabriel te trajo.

—¿Seguro? —note como el comenzó a ver sus llaves, siempre había sido un mal mentiroso, además recordaba muy bien cuando Gabriel se marchó ese día.

—Si, bueno tengo que trabajar, deje tu desayuno en la mesa.

Mi padre salió del departamento a lo cual vibrisas maullo.

—Lo sé, para mí también es bastante sospechoso.

El felino volvió a maullar

—¿También crees que trama algo? Vaya que es un hombre de muchos misterios y yo una loca por conversar contigo.

Baje el gato al suelo para verlo caminar por la sala para tumbarse en el sillón, no importaba lo mucho que cerrarse mi puerta o las ventanas ese gato era muy escurridizo y sin importar cuantas veces se lo devolviera a su dueño siempre terminaba volviendo.
Me lave mis manos para comer mi desayuno, creo que extrañaría las comidas de mi padre siempre a tenido un buen sazón, incluso mucho mejor que él de Leslie, secreto que me llevaría a la tumba o de lo contrario se sentiría muy ofendido. Al terminar me dirigí nuevamente a mi habitación para comenzar a alistarme, mire mi bata para notar que esta se encontraba sucia, creo que tendría que cambiarla por una nueva, abrí el ropero para sacar una nueva, a veces era un tanto fastidioso el tener que quitar y poner los broches pero había hecho una promesa de siempre llevar conmigo los recuerdos de esos niños por lo tenía que cambiarlos, cada uno representaba una historia que recordaba con mucha alegría, una vez alistada salí de casa, me despedí de mi padre desde la lejanis y subí a aquel auto, pensé que con el tiempo mi hermano me regresaria la motocicleta pero no parecía haber ninguna señal de ello, creo que tendría que idear un plan para recuperarla.
Al llegar hospital observe a Gabriel conversando con el doctor Carmona y el doctor Cooper, aunque el segundo no parecía muy interesado en el tema.

—Buenos días.

—Tan bella como siempre florecilla.

—Por cierto, ten—le extendí a Gabriel un paquete de sus galletas favoritas las cuales tomó con gusto—no quiero deberte nada, aunque gracias del aventon.

—¿De qué hablas? —preguntó confuso.

—Papá me dijo que tu me llevaste a noche a casa, ¿o acaso me mintió?

Gabriel me miró por un segundo para después comenzar a atragartarse con sus galletas, tosio un par de veces para respirar algo de aire y volver a mirarme.

—No fue nada, es decir vivo enfrente —dijo para volver a comer otra galleta, me sonrió aún con la galleta a medio masticar y se marchó. Mire al doctor Cooper quien cerró una carpeta para retirarse también.

—¿Por qué mis amigos son los más raros? —le pregunté al doctor Carmona quien solo me dio un informe médico.

—Tienes un paciente en el consultorio cuatro.

—Tus recibimientos son tan agradables—comente sarcástica mientas tomaba el expediente.

—¿Como se supone que debo recibirte?

—Pues como me recibes en tu cama no esta nada mal.

—Estamos en horario de trabajo, guarda eso para despues.

—Vaya que rechazas mis ofertas —bromee antes de marcharme, era de admitir que su nueva etapa es divertida para juguetear.

Llegue al consultorio cuatro para abrir la puerta y encontrarme con un par de ojos marrones, frente a mi había una chica castaña con las puntas azules y a su lado un joven, estas personas se me hacían tan familia, escuché una risa por parte de la joven quien evitó el verme.

—Muy buenos días, soy la doctor Iris Shuster y los estaré tratando el día de hoy —abrí el expediente
—muy bien, Kyle Delacroix vienes por un chequeo debido a tu sordera.

Vaya manera de meter la pata, presentarte con un paciente sordo.

—No tiene porque sentirse apenada, mi hermano sabe leer muy bien los labios de las personas —respondió la joven de las mechas azules—. Soy Kenna.

—Entiendo, bueno es un gran alivio— dije tras soltar una pequeña risa apenada —. Entonces Kyle, ¿te duele algo en especifico?

Le pregunté al joven quien apuntó hacia su cabeza, para después mover el cuello y fingir vómito.

—¿Que tan frecuentes son sus dolores en la cabeza? —pregunté mientras me levantaba. El joven hizo una seña a su hermana.

—Dice que no son muy regulares pero que en las mañanas empeoran.

—¿Y sus vómitos suelen ser antes o después de comer algo?

—Al principio eran una simples náuseas pero después se convirtió en vómito, y sobre su dolor de cuello solo apareció de repente, pensé que había dormido mal así que consultamos un doctor para un pequeño desinflamatario pero no vi resultado.

—¿Hace cuanto fue eso?

—Fue hace dos semanas atrás.

Mire a la joven para decirle sobre mis pequeñas sospechas pero cuando la vi con más atención fue entonces cuando lo recordé.

—Pelirroja de antaño con calidad de china, y ese hijo de... —guarde silencio cuando mi mirada se cruzó con una chica de mechas azules, ella miró con cierta gracia junto con él muchacho que la acompañaba me aclare la garganta antes de ponerme el casco—. Digan no a las drogas niños.

Desvíe mi mirada para volver a ver a la joven quien me miraba con tanta atención, desvíe nuevamente la mirada guardando silencio, ¿me habrán descubierto? Espero que no, aquello fue algo muy penoso, maldita etapa de celos, nunca e tomado buenas decisiones así, maldición.

—¿Se trata de algo grave doctora Shuster? —preguntó la joven un tanto preocupada.

—Si, digo no, tal vez.

—¿Usted se encuentra bien? —preguntó confusa la joven ante mi nerviosismo.

—Si, perdona. Creo que lo mejor sería hacer unos análisis para estar segura que no es nada grave.

—¿Y que tipo de enfermedades tiene que descartar?

—Hidrocefalia, Trombosis del seno venoso entre otras cosas.

—¿Y que con esas otras cosas? —interrogó, vaya que la joven era curiosa pero no quería alarmarlos al menos no hasta estar segura de lo que podría tener el joven.

—No podría asegurarte nada hasta tener los análisis, tanto puede ser algo malo como una simple infección —comente mientras escribía en la hoja los análisis a realizar.

—Entiendo—ella tomó la hoja un tanto desconfiada antes de volver a dirigirse a su hermano.

—Una vez listo los análisis podrán regresar para una nueva consulta.

—Gracias—mencionó la joven, note como su hermano le hizo una seña a su hermana pero ella solo negó con la mano antes de retirarse, algo me decía que era sobre mi, lastima que no conozco a nadie que sepa lenguaje de señas... Espera un segundo, si lo conozco. Ahora tenía que decidir entre mi curiosidad o mi odio para ir y preguntarle a esa persona, creo que elegiría la curiosidad, salí del consultorio para ir a buscarlo suerte que permanecía en su solo lugar, miraba alrededor en busca de aquella cabellera negra, a lo lejos visualice a un par de enfermeras junto con algunas practicantes que miraban con gran emoción hacia una de las oficinas, me acerque curiosa para escucharlas murmurar emocionadas mientras miraban al doctor Cooper, como siempre siendo tan popular.

—¿No deberían estar trabajando? ¿Que hacen aquí? Largo antes de que llame al director Bell.

Les advertí a las señoritas quienes se veían notablemente molestas pero lo hacía por un bien mayor si un accidente ocurría ellas ni se percatarian por ver ese rostro bonito, gire en dirección al doctor Cooper quien miraba ahora en mi dirección, saqué mi lengua para marcharme pero entonces recordé que le quería preguntar algo por lo cual regrese.

—Necesito preguntarte algo—mencioné mientras abría la puerta.

—La cirugía será un par de horas y no te preocupes la paciente estará bien.

—No es sobre eso, aunque muchas gracias por el dato.

—¿Que es lo que sucede?

—Tuve un paciente sordo e hizo esta seña—dije imitando el gesto con las manos—¿que significa?

—¿En verdad quieres saberlo?

—Si—dije volviendo a hacer las señas—¿que es lo que significo aquello?

—Específicamente, ella es la rara del estacionamiento que salió gritando.

Tradujo para mi haciéndome sentir mucha vergüenza, sí él se había dado cuenta también la joven pero que vergüenza, ahora no me tomarán enserio como doctora.

—¿Que has hecho para ser florilegiada de esa manera?

—Sabes muy bien que no soy normal. Aunque debo admitir que tengo algo de culpa, no me controle ese día.

—Siempre has sido muy afectiva.

—Todo lo contrario de ti.

—La ley del magnetismo. Los polos opuestos se atraen, pero no se comprenden y finalmente se repelen.

—O quizá no hay personas incompatibles sino personas que no saben manejar las diferencias.

—La semejanza es uno de los elementos que influye en el enamoramiento.

—¿Insinuas que ese fue el factor del fracaso de nuestra relación?

—No se puede llamar relación a algo que sólo fue cosa de una persona.

Auch, la verdad si que duele. En verdad quiero reclamarle a este idiota pero tiene razón, no podía negar que aquello fue solo una relación donde solo él puso de su parte y me molestaba que las cosas fuesen así, odiaba cuando alguien tenía la razón y no podía negarsela, maldito sabe lo todo.

—Si tu visita solo fue para consultar aquella duda me gustaría pedirte que te marches. Aun debo terminar algunos detalles de la cirugía.

—Como sea, ni que quisiera estar aquí contigo.

—Ten un buen dia.

Dijo de una manera tan seca que ni siquiera parecía ser cierto.

—Tu también, ten un buen día —saque la lengua para después cerrar la puerta casi de un portazo, era tan irritante.

—Doctora Shuster.

—¿Que? —grite pero calle al ver la mirada inquisidor del doctor Carmona, me aclare la garganta un tanto apenada —Perdona. ¿Sucede algo?

—Quería informarle que su periodo de prueba a terminado y que debes estar en nuestra área asignada.

—¿Enserio ya pasó un mes? Vaya que el tiempo se pasa volando. ¿Y lo celebraremos con una buena botella de vino?

—Tengo turno nocturno, tal vez otro día.

—Genial, brindaremos por mi entrada al equipo y tras un par de meses mi despedida.

—¿Realmente te iras?

—Normalmente fingiria demencia e ignoraria las palabras de Korden, hasta que finalmente se canse de decirme lo que tengo que hacer y salirme con la mía pero tengo algo importante que hacer en Baltimore.

—Entiendo, supongo que debo aprovechar de tus servicios el tiempo que queda.

—Hablamos de servicio médicos, ¿verdad?

Interrogue a lo cual él negó con una media sonrisa.

—Si, habló de los servicios médicos. Te recuerdo que lo último son bonus extra.

—Vaya pero que positivo.

—Bienvenida al equipo doctora Shuster.

El doctor Carmona se marchó en dirección a la oficina donde se encontraba Cooper, seguramente hablarían sobre la cirugía, mire alrededor pensando en lo que tendría que hacer, casi siempre los demás estaban ocupados a esta hora y debido a que Korden tenía los ojos  encima de cada persona todos cumplían a perfección con su trabajo por lo que mis consultas eran muy pocas, tal vez podría pasar el rato por última vez en esta área, el día de mañana empezaría oficialmente en el equipo.

                    ✨✨✨

Y es un dobles en cuatro luego otro dobles arriba, se doblan puntas y después es un revés o es otro dobles, como sea, algo me tiene que salir de tantos dobleces.

—Y después de cuatro intentos por fin salió mi origami de corazón.

Cass aplaudió, le extendí el origami el cual ella coloco con los otros, esa niña si que era buena haciendo origami.

—¿Cuanto tardará la cirugía de Amy?

—Solo han pasado tres horas, este tipo de cirugías suelen ser muy largas así que es indescifrable el saber cuanto tardará.

—¿Crees que ella esté bien?

—Si, tiene al mejor cirugano a su cuidado.

—Te escuche gritarle idiota antes de que entrarán.

—Si bueno, eso fue porque me saca de quisio pero aún así es un excelente cirugano.

—¿Te gusta?

—¿Que?

—Mamá suele decir que cuando una persona molesta a otra es porque le gusta.

—No creo que sea algo que me aplique, me gusta molestar a todas personas.

—¿Crees que mamá tardará en llegar? —mire la hora de mi reloj para notar que ya era un poco tarde, la madre de Cass siempre solía ser muy puntual así que me preocupa un poco su retraso.

—De seguro hay mucho tráfico.

—Tengo sed.

—¿Quieres que vaya por un poco de agua? —pregunté a lo cual ella asintió —. Vuelvo enseguida.

Salí de su habitación para dirigirme hasta la máquina expendedora del segundo piso, incluso aunque ya le había dado mi queja a Korden de la máquina expendedora de este tipo no me había hecho caso.

—Buenas tardes doctora Shuster—me saludo Lidia, la señora que repartía la comida.

—Buena tarde, ¿terminando su turno?

—Así es.

—Veo que tiene una botella de sobra, ¿puedo tomarla?

—Por supuesto —Lidia tomó la botella para dármela.

—Gracias —di la vuelta para volver a la habitación de Cass, escuché el sonido de mi celular metí la mano en mi bolsillo pero me quedé de pie al observar a Cass tumbada en el suelo, por un segundo la recordé a ella, Cassie en el suelo cubierta de sangre, sentí mi corazón latir con prisa me apresure para llegar a su lado—. Cass, Cass, escuchame Cass... Yo, yo... Debo hacer algo.

La levante del suelo para colocarla en su cama, tomé el botón de emergencia para llamar a una enfermera en busca de ayuda, mire a Cass nuevamente para notar su respiración leve.

—Vas a estar bien Cass.

Dije pero nisiquiera yo misma lo sabía, la enferme llegó para socorrerme, le colocamos la mascarilla de respiración pero Cass negaba, me sentía tan furiosa porque tenía que ser terca ahora.

—¡Ponte la maldita mascarilla Cass!

—Mi mami...

—Si quieres verla, debes resistir.

—Dile que la amo.

Me pidió mientras cerraba los ojos, escuché como la enfermera me llamó sabía que algo andaba mal pero no podía hacer algo si ella ya había decidido rendirse, tomé su mano sintiendo lo fría que está era.

Iris.. Mi pequeña florecilla, te amo.

Sentí las lágrimas caer sin parar mientras sostenía su mano, la tomé sobre sus hombros para moverla pero ella no respondía, le pedía que despertará pero no lo hacía y aquello fue como recordarlo, varias personas entrando pidiendo que me alejara mientras que con anhelo trataban de volver algo que se había marchado ya, escuchando como daban órdenes de despeje y como aquel sonido no era más que un simple tic sin parar, ni era constante, no sonaba sin parar el único indicador que su corazón no latía.

—Hay que informarle a la familia—escuche decir a una enfermera mientras volvía a acercarme a su lado, tomé su pequeña mano que ya se había vuelto tan fría, sus ojos estaban cerrados y era como volver a estar aquí.

—Iris—me llamo Jai-Jai
—Ya no se puede hacer nada por ella.

Escuchar las mismas palabras de la misma persona que una vez te lo dijo en el pasado era tras desgarrador, tomé a la pequeña entre mis brazos y solté un grito acompañado con lágrimas, se había ido y no había podido hacer nada.  Escuché el grito de alguien más, levante la mirada para observar a su madre acercarse la solté lentamente en la cama para ver aquella mujer que lloraba mientras tomaba a su hija entre brazos, me aleje lentamente sintiendo la conciencia perturbarme.

—Iris.

Me llamo Jai-Jai mientras trataba de acercarse pero yo me aleje para salir de ese lugar, no podía seguir ni un segundo más ahí adentro, algo me faltaba, sentí que me axfisiaba, miraba alrededor, cerraba los ojos un par de segundos pero lo único que miraba era muerte, veía a mi madre, a la tía Cassie y ahora a la pequeña Cass, veía a todas las personas que no había podido ayudar.
Llegué al estacionamiento sintiendo como mis piernas temblaban, todo se volvía borroso por lo que constantemente talla a mis ojos, no podía seguir así necesitaba llegar a su lado, quería escucharlo decir que todo estaba bien.

—Iris, cuidado —sentí como alguien me jalo cuando hacía atrás, mire a un joven en motocicleta quien solo me maldijo
—¿Que pasó?

—Yo, yo tengo que ir con él, no puedo seguir aquí.

—No puedes ir a ningún lado de esta manera.

—Por favor—le pedí con lágrimas en los ojos —. Lo necesito.

—De acuerdo, yo te llevare. Las llaves.

Me pidió las cuales aún con las manos se las brinde, él tomó mi mano para ayudarme a caminar hasta mi auto a estas alturas nisiquiera sabía muy bien mi nombre, me ayudó a subir al auto y tras subir el tambien lo encendió para ponerse en marcha.

—¿Hacia dónde me dirijo?

—Yo —titubee por un momento tras negar.

—Esta bien, tranquila, solo concéntrate.

—Si, es por la derecha.

Durante todo el camino el seguía mis indicaciones, sentía que estábamos dando vueltas sin parar pero aún así él se mantenía en silencio siguiendo mis torpes indicaciones, incluso aunque había pasado el tiempo yo aún seguí aterrorizada, las lágrimas caían de vez en cuando y yo trataba de limpiarlas con rapidez pero aún aunque era un manejo de nervios no cuestionó nada.
Nos detuvimos al llegar, sentí un enorme alivio cuando vi fuera de su casa, era como si me estuviese esperando, puse mi mano en la manija del auto pero me abstuve de abrirla al ver a RoseMary salir de su hogar, él giro al escuchar su voz llamándole y me sentí como una completa estúpida cuando lo vi tan feliz con ella, Dominic era feliz en su vida y no me necesitaba, yo era la única que se aferraba a algo que nunca existió, era la única que sentía que sin esa persona podía morirse, sentí como mi pecho se volvió pequeño este dolor era tan grande como el anterior que sentía que en cualquier momento podía terminar con mi vida.
Solo era una tonta Ilusa que pensaba que al lado de una persona podía ser feliz cuando no era así.
El hecho de que yo lo ame no significa que él también lo haga.

—El miedo de pensar que estas sola puede ser agobiante, es como si te pisotearan hasta axfisiarte, es algo que puede ser insostenible con el paso del tiempo... Pero no estas sola.

—¿Y por qué me siento de esta manera?

—Por qué tu así lo has decidido. La verdad duele y no hay nada más doloroso que el ser consiente que tu misma alejaste a esas personas de tu lado.

Las lágrimas brotaron sin parar, quería negarlo, quería golpearlo, quería gritarle a ese maldito engreído pero tenía razón.

—Pero el verdadero problema es cuando te niegas a ver a las demás personas que aún permanecen a tu lado.

—Ahora me dirás que tu vas a consolarme entre tus brazos—ironice pero el negó.

—Tu tienes la respuesta a eso, ¿quién realmente de quedó a tu lado todo el tiempo? No sólo en tus buenos momentos, también en los malos, ¿quién lloro contigo? ¿quién cumplía tus caprichos aunque fuesen absurdos? ¿quién se rio de tus malos chistes? ¿quién estuvo ahí para ti abrazándote, incluso cuando eran los momentos malos de esa persona?

—Quiero ver a mi hermano.

Le pedí a lo cual volvió a colocar el auto en marcha, a diferencia de primer trayectoria este era corto ya que vivian a un par de cuadras de los Coxx pero para mí se me había tan eterno el viaje.
Al llegar baje del auto en cuanto estuvimos frente a su hogar, me acerque para tocar el timbre y cuando fue la primera persona que vi trate de retener las lágrimas para explicarle la situación, podía ver toda la preocupación en su rostro y como esta creció cuando cedí a lagrimas.

—Leslie.

Su nombre fue lo único que pude pronunciar antes de que él me envolviera entre sus brazos cuando el llanto no dejó de cesar. Todo aquel dolor explotó como una bomba, sentía un enorme dolor pero aún así sentía un enorme alivio, me sentía segura a su lado. Era como volver al pasado y recordar todas las veces que me caí en bicicleta, cuando sacaba una mala nota, cuando me caía y me lastimaba, cuando estaba enferma, cuando mamá enfermo, cuando los niños me molestaban, cuando tenía pesadillas a mitad de la noche, cuando mamá murió, cuando escape de casa, incluso cuando solo estaba sentada sin hacer nada pero aún así me sentía tan sola, él siempre estuvo ahí para mí, dándome un simple abrazo con un par de palmaditas en la cabeza para después escuchar las mismas palabras.

—Estoy contigo, mi pequeña florecilla.

Y aquello era suficiente para hacerme sonreír de nuevo.

Capítulo dedicado a:
GVheartfilia


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