Capítulo 09

Iris

Escuche un quejido de su parte por lo cual me levante casi de un salto de la silla donde me encontraba, me acerque a él para verlo llevar su mano a su cabeza.

—¿Sientes mareos? ¿náuseas? ¿Si recuerdas cuál es tu nombre?

—¿Que pasó con exactitud, doctora Shuster? —pregunto sin dejar de tocar su cabeza con cuidado y a juzgar por ese feo gesto podía deducir que estaba bien.

—Recibiste un golpe en la cabeza, cortesía por la pelota de béisbol, te desmayaste y caíste dentro de la piscina... Ya hice análisis y no hay heridas graves o contusiones, solo te quedó un gran chichón como recuerdo.

—¿Cuanto tiempo estuve inconsciente ?

—Aproximadamente tres horas.

Respondí y él solo guardo silencio, se sentó en la cama miro la bata que llevaba puesta y después me miró, volvió a tocar su cabeza como si tratara de recordar algo.

—¿Fue usted quien me sacó de la piscina?

—Y quién le brindó unos excelentes primeros auxilios, que tal si lo tiene en consideración y no me despide por el incidente.

—No tengo el poder de despedirte, de tenerlo lo hubiera hecho desde el primer día.

—Parece que alguien si tiene sentido del humor. ¿Te duele mucho? —le pregunté al notar que no dejaba de tocar su cabeza, me acerque con cuidado para tocar aquel chichón que se le había formado en la parte frontal de la cabeza—. Puedo ir por unas pastillas para el dolor.

—Estoy bien—aseguró mientras se alejaba—¿Donde está Jamie?

—La mande a casa, su madre no dejaba de llamar y le dije que esto no era grave.

—Entiendo.

—Aunque hay otra cosa que si esta grave—le informe mientras le acercaba el plato con arroz, el miró el plato con desinterés para después mirarme incrédulo, yo metí mi mano para sacar su teléfono—. No puedo decir que su teléfono corrió con buena suerte.

—No importa.

—Le comprare otro igual
—asegure, después de todo dinero era lo que me sobraba debido a esa gran herencia que recibí de mi madre.

—No hace falta.

—Sabes, el dinero no es un problema para mi.

—Yo fui quien recibió el golpe y sin embargo tu eres la que actúa extraño.

—Solo porque parezco una bomba de felicidad que está a punto de explotar en cualquier momento no significa que no pueda sentir pena o vergüenza. En verdad lamento lo del golpe.

—¿Tu lanzaste el balón?

—No.

—No fue tu culpa entonces —sentenció antes de volver a acostarse sobre la cama
—.Deberias ir a casa doctora Shuster.

—Claro lo haré en un momento. Solo esperare a Korden para...

—Deberías ir cambiarte y descansar un poco—me interrumpio—. Aun llevas puesto el mismo vestido con el cual te arrogante al agua para salvarme, si sigues con esa ropa húmeda la próxima en enfermar serás tu.

—¿Alguna vez a escuchado el dicho de que los idiotas no se enferman?

—No creo que sea tu caso, usted no es una idiota.

—Creo que este será lo más cercano a un  cumplido que obtendré de su parte.

—Vaya a descansar doctora Shuster—me ordenó.

—Bien eso haré. Cuídese doctor Carmona y nuevamente lamento lo del chichón.

Salí de la alcoba mirando un tanto dudosa sobre dejarlo solo. Aun recordaba ese momento cuando le hice los primeros auxilios y me miró por un par de segundos pidiéndome que me quedara, incluso aunque no pronunció mi nombre sino el de otra persona, entendía ese deseo incondicional de querer a alguien a tu lado. Solté un largo suspiro para marcharme por los pasillos, me encontré a Korden en el pasillo me miró de pies a cabeza.

—¿Que sucedió Margaret?

—Te lo resumo, fue el ritual familiar íbamos a jugar béisbol cuando una pelota aterrizó el la parte frontal del cráneo del doctor Carmona, ¿porque estaba ahí? Nisiquiera yo lo sé, pero ahora tiene un gran chichón en la frente.

—Supongo que tendrá un par de días de descanso.

—Esta en lo correcto—mi celular comenzó a sonar lo tomé para observar el numero de mi hermano
—. Aun no le e dicho a mi familia que tendré que regresar a Baltimore o que eres mi jefe.

—No diré ni pediré detalles. Volveré al trabajo.

—Gracias —le agradezco antes de contestar el teléfono —. Él está bien pero debe tener descanso, si quieren pedir disculpas lo mejor ser hacerlo hasta mañana.

—Blythe aún sigue preocupada.

—No deberían preocuparse, él mencionó que no era culpa de nadie y mejor aún no me va a despedir.

—Tu jefe fue herido por una pelota de béisbol, tu empleo no debería preocuparte tanto ahora—me regaño.

—Me mando a casa, creeme esta bien,estaria bastante preocupada si me pidiera que me quedara.

— ¿Estas segura que esta bien?

—¿Por qué tanta desconfianza a mi persona? Te digo que esta bien, de hecho pienso volver a casa para dormir.

—Te veré mañana en el trabajo.

—Ya no tengo doce y no necesito ser supervisada, creeme mi jefe esta bien.

—Nos vemos mañana.

Setencio antes de colgar, en serio que detestaba esa etapa tan paternal de su parte si tan solo hubiese tenido una hija su atención se dirigiría hacia ella, ahora que lo pienso Blythe aún puede tener hijos, creo que tendría que poner a ambos ebrios.
Escuche el murmurar de varias personas a mis espaldas, al girar observe como varias enfermeras me miraban para después marcharse, mi mire de pies a cabeza para después mirar mi espalda para ver si no tenía algo extraño, no tenía papel higiénico en el zapato, tampoco ningún letrero pegado a la espalda y mi falda estaba abajo, ¿será mi rostro? Que mas daba, pensaba marcharme a casa tomar una ducha y una larga siesta, si el doctor Carmona no estaría mañana sabía que el trabajo aumentaría.

Y no me equivoque, la mañana siguiente la sentí tan agotadora, no sólo por el hecho de que nuevamente había cambiado de área de trabajo sino que también tenía que vigilar a mi jefe.
Abrí la puerta de golpe, sobresaltando al paciente.

—Alto ahi—le ordene al doctor Carmona quien cerró una carpeta.

—El hipo se fue—mencionó un joven mirando al doctor.

—¿Que hace aquí? Debería estar descansando.

—Supongo que todo está solucionado. Puede retirarse y la próxima vez solo tome un vaso con agua —le indico el doctor Carmona a su paciente, nunca me importaba que la gente me ignorara pero ahora él catalogaba como paciente y no debía ignorarme. El joven salió y yo solo cerré la puerta.

—Solo fue un golpe en la cabeza no una cirugía.

—Pareces un unicornio andante, además tienes que acatar las ordenes de tu superior quien te dio un día de descanso.

—No presento ningún síntoma de molestia, puedo trabajar.

—Oye, ¿y te duele esto? —le pregunté golpeado su frente con una carpeta, él se quejo para después mirarme.

—Doctora Shuster.

—Es obvio que te duele, debes descansar.

—Me golpeaste en la herida lo natural es que me duela.

—No lo creo —rodee el escritorio para sacar la compresa fría de mi bolsillo, me acerque a el para colocarle la compresa en el chichon—. La inflamación sigue igual, estoy segura que nisiquiera te has colocado una compresa. Voy a admitir que Charlie tiene un gran brazo.

—Toda tu familia es extraña.

—Gracias, es un lindo cumplido.

—¿Que clase de personas arrastran a un desconocido a su casa?

—¿Y qué clase de desconocido acepta ir con ese tipo de personas?

—¿Por qué siempre tratas de dar respuestas con ingenio?

—La simplesa es aburrida. Además me hace ver más lista de lo que ya soy.

Escuche como alguien se aclaró la garganta, gire para observar a Terry quien tenía un leve sonrojo.

—La familia Coxx busca al doctor Carmona, si no interrumpo nada, ¿pueden pasar?

—Te dije que debíamos cerrar con seguro—mire al doctor Carmona quien solo me arrebato la compresa fría para levantarse de su lugar, si que era divertido molestarlo—. Miren quien está aquí, egrendo del mal.

—Así, pues—Charlie guardo silencio cuando su padre coloco su mano sobre su hombro. Si bien este hombre sencillo con cara infantil parecía ser alguien muy tranquilo con los castigos era muy severo y si su hija quería salir libre de esta sabia que debía guardar silencio.

—Doctor Carmona, mucho gusto Larry Coxx
—extendió su mano para saludar—lamento mucho lo del incidente.

—Fue un accidente, no considero que las disculpas sean necesarias.

—Te lo dije mamá, venimos por nada —espetó Charlie pero su madre solo le indicó que guardará silencio.

—Aún así lamentamos el incidente, si pudiéramos hacer algo por usted.

—Insisto no es necesario.

—Aún así Charlie debe disculparse—le alentó su padre.

—Lamento haberlo golpeado con la pelota de béisbol, doctor Carmona pero en mi defensa yo quería golpear a Iris.

—Esa no fue una disculpa cria—le reñi mientras galana su oreja—. Eras muy adorable cuando eras una niña pequeña.

—Pues ya no soy una niña y claro que no sabes lo que soy ahora porque nos abandonaste a Ilan y a mi.

Charlie me empujó para salir huyendo, su madre se disculpo para ir detrás de su hija, debía admitir que no me esperaba aquello, al parecer Ilan no era el único resentido y no sabía si lo correcto sería pedir disculpas ya que yo tendría que volver a irme por un largo tiempo. Mire a Larry quien me observa detenidamente, sabía que esperaba alguna respuesta de mi parte pero no tenía ninguna excusa.

—Por algo ese par son amigos, ambos son unos completos resentidos.

—Me gustaría hablar en privado contigo—dijo Larry pero yo negué.

—Me darás un sermón, tal y como lo hizo papá y Leslie, no tengo ganas. Además estoy ocupada en el trabajo. Tu hija ya está entrando en la etapa de la rebeldía, solo dejala ser.

—La deje ser por un par de minutos y terminó noqueando a tu jefe con una pelota de béisbol.

—Bien resumamos todo entonces, si me fui por un par de año sin mencionar que nunca los visite o llame, ahora le debo una disculpas a todos pero no sera hoy.

—Doctora Shuster, la solicitan en el área de consultas —mencionó una enfermera quien parecía agitada seguramente porque había estado corriendo en mi búsqueda.

—Ya escuchaste, me llaman. Adiós.

Dije evitando a Larry para acompañar a la enfermera al área de consultorios, una de las personas que también había cambiado bastante era Larry, al igual que mi hermano se había vuelto un sobreprotector pero sabía que este asunto no le afecta a él pero le preocupaba porque a su hija si le afectaba. Quien diría que aquella chiquilla que era dura como una roca resultó ser alguien bastante sensible.

Solté un largo bostezo cuando el cansancio se apoderó de mi, alguien tocó la puerta por lo cual le indique que pasara, mire como entro con su típico rostro de absoluta seriedad intacto, me miró por un par de segundo para después cerrar la puerta.

—Escuche que hiciste horas extra.

Mencionó, yo solo mire el reloj para notar lo tarde que era para despues encogerme de hombros.

—Solo un par.

—También escuche que no has comido nada.

—¿Acaso me tienes vigilada?

—Eres mi sobrina despues de todo.

—No, no es asi—dije mirando a Korden quien permanecia en la puerta
—. Realmente no tenemos ninguna relación, solo somos conocidos.

—Margaret, ¿que es lo que piensas cuando me miras?

—Que solo me tratas bien porque soy tu expiación... Se en lo que piensas cuando tu me ves y sinceramente no me gusta.

—Cuando ocurrió lo de Boston, ¿por qué me llamaste?

—Por qué se que realmente no te importo. Mi familia hubiese sido un nido de pánico y terror, pero tu miras todo con frialdad.

—¿Aún no lo hablas con tu familia?

—Nisiquiera le e dicho que tengo que regresar a Baltimore.

—Solo tienes un par de meses.

—Lose pero supongo que sólo quiero disfrutar de ese tiempo, todos siguen siendo muy rencoroso por mi partida.

—Tal vez debiste haber llamado una sola vez, el aislarse no es la solución.

—¿Ahora das consejos sobre la vida?

Pregunté bromista evitando el verlo, note como dejo algo sobre mi escritorio.

—Solo tienes cuatro meses aquí, ni un día más ni uno menos. Ahora come algo, la enfermera Lutz no deja de molestarme.

—Que te puedo decir, así es Raquel. Deberías salir con ella.

Él no dijo nada, solo se limitó a salir, yo tome la carpeta que me dejó para observar lo que estaba escrito, todo era acerca de mi informe de investigación, las posibilidades de que esto fuese un éxito eran muy bajas pero sabía que siempre se valía soñar en el éxito, cerré la carpeta para guardar la carpeta, mire la hoja que el doctor Carmona me entregó la primera vez que llegué, aquel recorrido turístico pronto terminaría y de alguna forma me asustaba tener que llegar a esa área, no quería volver a recorrer esos pasillos o estar cerca de esa habitación pero yo misma sabía que no podía tener miedo sobre esto toda mi vida. Algún día debería superarlo.
Tome mis cosas para marcharme a casa, los viajes en motocicletas siempre me tranquilizaba y esa era la verdadera razón por la cual la usa cuando en realidad tenía ya tenía mi propio auto.
Al llegar observe la florería ya cerrada, entre  edificio notando la tranquilidad de este mire aquella maseta con ortencias y sonreí al saber de quien se trataba, como siempre mi padre tratando de decorar las cosas, subí al elevador escuchando el rechinido que este siempre hacía al subir, al salir de este al llegar a mi piso correspondiente, camine un par de pasos observando a vibrisas recostado frente a la puerta de mi departamento, el mínimo me miró para después maullar en mi dirección, era tan lindo ver que alguien me esperaba despierto, una vez cerca tomé el gato entre mis brazos ya era demaciado tarde para molestar a mi vecino acerca de su mascota por lo que lo deje ser, entre a mi departamento notando la oscuridad de este mi padre ya estaba dormido por lo que entre con cuidado de no hacer ningún ruido, una vez en mi habitación acosté a vibrisas sobre el cesto de mi ropa sucia pero este salto del cesto para tirarse sobre mis pies.

—Vaya, quien diría que es cierto que los animales persiben las tristezas, ¿estas preocupado por mi, peludito?

Le pregunté cómo si pudiese responderme, lo tomé entre mis brazos para acostarme junto con él. La luz de la luna apenas iluminaba pero me era lo suficiente para poder ver claramente el retrato de mamá. Siempre me encantó tu sonrisa, el como cepilla a mi cabello o me hacia bromas para alegrarme mis días, siempre fui su florecilla y aunque ese apodo siempre me parecía tan ridículo era importante, solo tomaba un significado especial cuando ella me decía de esa manera pero de alguna forma ese apodo perdía valor con el paso del tiempo. Me gustaba recordar pero al mismo tiempo no, era un sentimiento cálido pero al mismo tiempo atroz, me dolía tanto que a veces simplemente prefería ignorarlo.
Tome el retrato para guardarlo en un cajón aunque era consiente de que a la mañana volvería a sacarlo con algo de culpa, pero por ahora solo quería olvidar.

Capítulo dedicado a:
zararosas06

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