Capitulo 04

Sentí como una presión se colocó sobre mi pecho, la incomodidad era un tanto molesta por lo que  abrí los ojos lentamente para observar como una cola grisácea peluda se movía de un lado hacia el otro, levanté un poco la cabeza para observar el trasero de un gato, el gato giró observándome fijamente.

—Tu me das miedo.

El gato maulló y yo lo tomé para quitarlo de encima de mi, la mirada de los gatos persa siempre me pareció tan aterradora, con esa forma de su boca que parecía un bigote y ese intenso color anaranjado en sus ojos me causaba escalofrío.

—Si fueras humano causarías muchos sustos —el gato volvió a maullar en respuesta y yo solo lo tome entre mis brazos para salir con este —Había un gato encima de mi. Y eso me aterró un poco

—Veo que ya conociste a Vibrisas—dijo mi padre mientras se acercaba para acariciar la cabeza de este.

—¿Que cosa?

—Es Vibrisas, el gato de nuestro vecino de al lado, siempre suele escabullirse cuando se siente solo. Casi nunca tiene compañía ya que nuestro vecino es médico al igual que tu.

—¿Que si el gato te está pidiendo en maullidos que lo adoptes?— dije extendiendo el gato hacia mi padre quien solo soltó una risa por mi comentario.

—¿Aunque aún sigo sin entender el origen de su nombre?

—Es el nombre médico para bigote. Técnicamente nombró a su gato bigote pero de una forma más inteligente.

—Ustedes los médicos si que son extraños. Si veo a nuestro vecino alguna vez debería invitarlo a cenar para que se conozcan.

—Ni siquiera lo pienses papá, nuestro vecino es el médico supervisor a cargo de mi y créeme, no le agrado ni un poquito.

—Y no lo culpo, yo solo te soporto porque eres mi hija.

—Como que la vejez te hace tener ya alucinaciones. Yo se que me adoras.

—¿Que? —preguntó fingiendo estar despistado por atender las exigencias del gato quien ronroneaba por sus caricias.

—Si de por sí no me agradabas ahora menos —le susurré al gato cuando me acerque a él —. Espero tener el desayuno listo porque me iré pronto al trabajo y necesito muchas energías para mis actividades.

—Molestar a las personas no cuentan como actividades.

—Claro que si.

—Ahora me siento mal por nuestro vecino, cuando lo vea le pediré disculpas.

—¿No deberías estar de mi lado?

—Lo estoy, pero hay que admitir que a veces sueles ser muy—mi padre alargó la palabra mientras me miraba poco convencido—muy Iris Shuster.

—¿Y que se supone que significa eso?

—Que eres mi orgullo.

—Te salvaste por poco.

Volví a mi habitación para tomar un baño, me encantaba cantar en la ducha mientras  enjuagaba mi cabello, salí de la ducha danzando para comenzar a prepárame para otro día más en el hospital, esperaba recibir buenas noticias respecto al paciente para así ayudar a encontrar una solución. Una vez vestida, tomé el desayuno y me despedí de mi padre y del pequeño gato con cara de gruñón, Vibrisas, no cabe duda que todo se parece a su dueño.
Al llegar al hospital siempre captaba la atención de todos y no sabía si era porque era la nueva o por el hecho de que ya había causado problemas desde el primer día o tal vez por mi lujoso calzado con luces pero quiero creer que es por las grandes impresiones que causo.

—Hola, Karen—saludé a aquella enfermera quien me dio una gran bienvenida y tal  como la primera vez ella ni siquiera me miró —sabes me encanta tu sonrisa.

—Ahí están tu expedientes—dijo señalando varias carpetas—tómalos y vete.

—Definitivamente eres tan vivaz.

—Parece que realmente eres bastante alegre—mencionó otra enfermera mientras se acercaba.

—Es parte de mis muchas cualidades—dije provocando la risa de la enfermera.

—Apuesto que si.

—¿Cómo está el paciente de la habitación 107—le pregunté a una enfermera cuando me acerqué.

—¿No le informaron? Murió anoche, parece ser que el cáncer era demasiado avanzado y no lo soportó .

Mencionó y por un momento la recordé a ella, su enorme sonrisa, el como solía acariciar mi cabeza. Me limité a tomar mis expedientes correspondientes y a agradecerle a la enfermera para marcharme en dirección a los consultorios pero no podía evitar escuchar su voz dentro de mi.

—Iris... Iris —Siempre me había gustado escuchar a mi madre pronunciar mi nombre, su voz tan suave y risueña, su tono tan cálido. — Doctora Iris Shuster—sin embargo aquello no había sonado como mi madre, me detuve de golpe para girar y observar al doctor Carmona —¿Ahora divagas por el hospital?

—La verdad es que casi siempre, en especial si te tengo cerca.

—Hoy harás horas extras en emergencias.

—De acuerdo. Si es todo lo que tienes que decirme con la intención de intimidar, me retiro.

Con una leve reverencia en forma de burla me retiré para retomar mi camino. Al llegar a la sala de espera solté un largo suspiro, el simple hecho de observar a tantas personas me hacía ver que las cosas serían bastante pesadas, no sólo por el hecho de que había muchas personas más que nada algunos ya parecían bastante desesperadas en busca de atención médica, comencé a silbar el clásico de Offenbach, Can Can, mientras marchaba al son de la canción de mi cabeza, muchos pacientes me observaban con extrañeza mientras que otros reían con diversión, entre al consultorio cerrando la puerta detrás de mi para volverla a abrir y asomar mi cabeza con una sonrisa.

—Mi querido paciente Sara Bross, a consulta—anuncié para volver a cerrar la puerta. A los pocos minutos una mujer joven con un bebé entre manos entró, yo le sonreí mientras miraba el pequeño expediente—Hola, pero mira que adorable bebé.

—Muchas gracias.

—Y dime, ¿que sucede exactamente?

—No a querido comer bien desde ayer, lo cual es extraño en ella ya que come bastante bien.

—Por sus regordetes mejillas es evidente. ¿Podría tomarla entre brazos? —la madre me extendió la pequeña quien se recargó en mi pecho mientras rascaba su ojo con su pequeña mano— ¿Siempre es así de somnoliento?

—No, de hecho es muy juguetona.

—Entiendo—acosté a la pequeña quien se giró, volví a acomodarla para tomar su temperatura para después escuchar un poco su corazón, tenía los pies y manos muy frios sin mencionar que estaba un poco pálida—¿Que tanto orina tu bebé? ¿Y que tal defeca?

—¿Disculpa? —preguntó un tanto confundida la mujer.

—Por su somnolencia, esa piel tan pálida sin mencionar lo frío en sus manos y pies parece indicar deshidratación infantil. Si las heces son blandas eso significa que la deshidratación es por diarreas sin embargo si la deshidratación se debe a la pérdida de líquidos ya sea por vómito o falta de consumo de agua, tendrá menos eliminación fecal.

—¿Deshidratación Infantil? ¿Pero como es eso posible? lo cuido muy bien y la guardería...

—Por ahora haremos un pequeño estudio para ver su condición—le interrumpí mientras comenzaba a escribir la receta—tomará estos pequeños líquidos de poco a poco para mejorar su estado y usted deberá volver aquí dentro de 3 días para revisar su estado. Y otro consejo, cambie de guardería.

—Si, muchas gracias.

La mujer salió y antes de que pudiera llamar a alguien un joven entró y tomó asiento.

—Me duele todo mi cuerpo, siempre que toco algo es un gran dolor, creo que moriré pronto.

—Aparentemente tu educación fue lo que murió primero.

—Doctora esto es serio.

—Según tú, esto es serio. Bien, muéstrame qué te duele.

—Si toco aquí me duele—dijo mientras se tocaba la pierna con el dedo índice—y también aqui—dijo tocándose ahora el hombro con el mismo dedo, yo le miré mientras me acercaba.

—Oye, ¿y duele esto? —le pregunté tomando el dedo para torcerlo para escucharlo gritar— Parece que si, creo que tendremos que apuntarle ese dedo.

—¿Que? —preguntó con pánico.

—Mejor perder un dedo a morir completo, ¿no lo crees? —él se levantó de un salto pero yo cerré la puerta con seguro—A su asiento, ahora.

Le ordené y el tomó asiento. ¿Por qué a veces la gente es tan ignorante y no puede notar que sólo es un dedo roto? Solo espero no volver a encontrarme pacientes como él pero a estas alturas no puedo creer que me equivoqué .

—Así que tiene deficiencia eréctil—dije mirando el informe médico.

—Si, y esto no es posible tan solo tengo cincuenta años.

—Aunque es cierto que esto no es algo relacionado con el envejecimiento también puede ser causado por niveles de colesterol alto, presión arterial alta, diabetes y obesidad. Creo que debería empezar por cuidar su peso y después hablaremos de su problema con su amiguito.

—Ese es tu diagnóstico , ¿que lo que sufro es por obeso?

—Digo que es una posibilidad, haremos unos estudios y tras mantener una dieta acompañada con ejercicios veremos su progreso.

—¿Por qué no quiere verlo?

—Porque no necesito hacerlo.

—Pero si tan solo usted lo examinara.

—No necesito examinar nada, ahora usted hará lo que le pida o llamaré a seguridad.

—Lo entiendo, quiere hacerse la difícil.

La que me lleva, noté como el hombre comenzó a desabrocharse su cinturón yo me levanté de mi lugar, tomé el cordón de las persianas y las abrí, toqué por la ventana captando la atención de varias personas que estaban, y tras escribir rápidamente en una hoja algunas personas rieron, mientras vi como una enfermera tomaba el teléfono seguramente para llamar a seguridad.

"Hombre precoz, que alguien llame a una mujer precoz. Quiero vomitar"

Volví a cerrar las persianas para encontrarme con la mirada furiosa del hombre que seguramente por haberlo expuesto ante tantas personas, se levantó de su lugar con el pantalón ya puesto nuevamente pero antes que pudiera acercarse a mi patee su entrepierna, creo que ahora sí tendría una deficiencia eréctil. La puerta del consultorio fue abierta, el doctor Carmona miró al hombre retorciéndose en el suelo para después mirarme.

—Mis horas de consulta terminaron, ahí te dejo ese encargo.

Dije con referencia al hombre, le extendí al doctor Carmona la hoja de receta antes de retirarme con dirección a la cafetería, vaya que tenía hambre el día de hoy, los pacientes cretinos como ese tipo siempre me causaban una furia que se convertía en hambre.

—Escuchamos que golpeaste a un paciente.

Levanté la mirada para toparme con unos ojos verdes que me miraban con infinita curiosidad, después miré a los demás que habían tomado asiento.

—Parece que el cuarteto de pasantes sigue con vida. Felicitaciones.

—¿Enserio golpeaste a un paciente? —preguntó nuevamente Tim.

—Si un hombre precoz con la cara más fea que hallas visto en tu vida te invita a tener sexo, ¿aceptarías? —interrogué.

—Hay que admitir que llegan pacientes que son insoportables—comentó Violeta antes de tomar algo de su jugo.

—Nunca pensé decir esto pero, bien hecho—mencionó Mirtha.

—Es obvio que ustedes como chicas se apoyan pero esto tendrá persecuciones, estas en problemas doctora Shuster.

—No eres una persona muy alegre, ¿verdad? —mordí mi sándwich antes de meditar un poco en las posibles consecuencia, ninguna me causaba el suficiente terror—. Te daré un consejo Jon, si pasas toda tu vida complaciendo al paciente, dándole la razón y adornando tus palabras con miel solo obtendrás dos cosas, una es una patada en el trasero y la segunda un paciente muerto. Nuestra prioridad siempre será sanar no complacer. Aprende eso y créeme que llegaras lejos.

—Sigo sin tener una respuesta complaciente—mencionó Jon, yo solo negué lentamente, creo que alguien era un amante de las reglas.

—Creo que alguien no llegará muy lejos.

—Iris Shuster.

Mordí mi sándwich para después mirar a Raquel quien se cruzó de brazos molesta.

—En mi defensa fue por defensa propia.

—Ese hombre a llamado a la policía y no deja de reclamar en la oficina del director del hospital.

—Me pregunto cuando tendré un tranquilo almuerzo.

—Que tal el día que dejes de meterte en problemas.

—Eso será un jamás—dejé el sándwich en el plato, tomé un poco de jugo para después levantarme —. Bien, voy a encargarme de esto.

—Más te vale y no quiero más problemas jovencita.

—No prometo nada.

Le sonreí de manera juguetona pero Raquel parecía querer comerme viva, sabía que muy en el fondo también está feliz por el hecho de haber pateado la entrepierna de ese hombre.
El camino hacia la oficina del director fue más corto de lo normal, si seguía así la oficina también tendrá mi nombre, quien diría que en los primeros días ya había cruzado más de una vez esta puerta, interesante y eso que aún no es medio día, estoy comenzando a debatir mis propios récords.
Al entrar a la oficina observé al hombre precoz, al doctor Carmona y a los oficiales, al cruzar la mirada con uno de ellos sonreí de oreja a oreja, esto sería interesante.

—¡Esa mujer debe ir a prisión! Atentó contra mi vida.

—Vaya drama, sinceramente espero haber hecho un favor a la humanidad.

—Doctora Shuster—habló el doctor Carmona en advertencia.

—Me a pateado la entrepierna.

—El hombre quería que le viera el pene—me defendí y noté como él oficial se cruzó de brazos.

—Estoy enfermo, es su trabajo.

—Saben, tengo hambre no tolero a este tipo así que daré la versión corta. El dice tener una deficiencia eréctil, los análisis clínicos no muestran ninguna anomalía, por lo que le recete una mejor dieta para descartar que su  problemas sea por obesidad y aun así ese hombre se quitó los pantalones para que viera su miembro, que se suponía que debía hacer, ¿abrirme de piernas?

—Doctora Shuster, su deber siempre debe de ser el dar la mejor atención no de empeorar la situación —mencionó irritado el director—. No podemos tolerar esta actitud...

—Perdón si interrumpo pero como hombres nuestro orgullo va primero y si llegara a tener algún problema ahí abajo no me gustaría que me o observará una mujer. Creo que lo más sensato seria pedir a un médico varón —comentó el oficial, me miró tras guiñarme un ojo.

—Director, concuerdo con el oficial. Ciertamente la igualdad de género no nos define como medico pero para ciertos casos lo mejor es tratarlo con prudencia para evitar malos entendidos.

—¿Insinúan que yo tengo la culpa? —preguntó ofendido el paciente por las palabras del doctor Carmona. Me miró para después comenzar a golpear mi hombro con su dedo índice—. Tu médico mediocre, esto te saldrá caro...

—Creo que mas bien será a usted.

Mencioné mirando hacia abajo, todos por inercia miraron al hombre para observar aquel bulto en su pantalón, retrocedí para darle paso al oficial quien solo le sonrió para darle un golpe en el rostro.

—Debería tratar a las damas con más respeto. Agente Weide, arreste al hombre.

Le ordenó, el otro oficial se acercó para arrestarlo y llevarse al hombre, miré al director quien parecía molesto por el simple hecho de que otra vez me salí con la mía, el oficial se despidió y salió quedando solo nosotros tres, miré al doctor Carmona quien solo me miraba molesto o bueno el siempre miraba así, ya no estaba segura.

—Yo volveré al trabajo—salí de la oficina, giré a la derecha para ver al oficial recargado en la pared.

—Como siempre metiéndote en problemas.

—Ya incluso debatí mi propio récord.

—Me alegra volverte a ver Iris.

—Apuesto que si, siempre es muy grato verme—mencioné fingiendo arrogancia, él me sonrió antes de negar —. El uniforme le queda bien, oficial Coxx.

—Cuidado con las burlas que puedo llevarte a prisión.

—Yo se que nunca lo harías, Zachary.

—No me tientes... Que tal si cenamos hoy.

—¿Es una cita?

—¿Quieres que sea una cita?

Interrogó Zachary haciéndome reír, debía admitir que su coquetería había mejorado, la puerta se abrió nuevamente, el doctor Carmona salió quedando en medio de nosotros.

—Mi turno termina a las ocho—le dije a Zachary, noté como el doctor Carmona me miró un tanto intrigado—. Te espero con Tony.

—¿Es una cita?

—Es una cita, oficial Coxx—mencioné a propósito con tono coqueto mientras me marchaba. El rió al percatarse de mi comentario con malicia pero no dijo nada solo se marchó mientras que el doctor Carmona me miraba aún más molesto, después de todo esta en el reglamento del hospital el no coquetear con pacientes u oficiales al mando, si definitivamente estaba debatiendo mis propios récords de maldad.

                                                     🌼🌼🌼

Me quité el casco una vez que llegué , miré aquel viejo bar y sonreí al recordar lo que este lugar me traía a la mente, si que era bueno viajar al pasado de vez en cuando. Entre al bar mirando como el reía junto al cantinero, tomé asiento mientras palmeaba su espalda.

—No puedo creerlo, la mismísima Iris Shuster haciendo acto de presencia.

—La original e inigualable, querido Tony, amigo, la vida te a hecho envejecer.Dije y él solo rió mientras me servía una copa.

—Y tu estas igual de siempre. Bien, los dejo solos para que se pongan al corriente.

— Le dijiste a Tony que esto es una cita.

Le recriminó a Zachary, pues sabía muy bien ese gesto en el rostro de Tony, lo hacía todo el tiempo con Leslie y Blythe cuando estaban en sus citas y querían estar a solas. Zachary sólo se encogió de hombros como respuesta.

—¿Y cuando volviste?

—Hace un par de días. Mi hermano me dio un gran sermón con la mirada, aun sigue un poco resentido.

— No lo culpo. Regresaste de la misma manera como te fuiste, sin decir nada.

—¿Tu también vas a reclamarme Zachary Coxx?

—Ya no estamos saliendo. Creo que ya perdí el derecho de reclamarte las cosas.

—¿Sigues molesto conmigo? —pregunté al notar la seriedad en sus palabras pero el solo negó.

—No es molestia, Iris. Si te soy sincero sabía que lo nuestro no iba a funcionar, tenemos intereses muy diferentes sin mencionar que tu te fuiste a Estados Unidos y yo decidí quedarme en Londres.

—Tu tono si me suena a molestia.

—Creo que es mas un poco de tristeza. Se que lo nuestro como pareja no funcionó pero como amigos siempre hemos estado bien y por lo menos agradecería que anunciaras tu regreso... No tienes ni idea de cuanto te extrañé .

—Me hago una idea, causo ese efecto en muchos.

—Ese egocentrismo si que esta intacto. Me alegra que no hayas cambiado.

—Tu sin embargo, estás ardiente.

—Es el efecto del entrenamiento y la disciplina, luego te muestro la definición con un diccionario.

—Ja, ja, ja, parece que alguien por fin aprendió a hacer chistes.

—Aprendí de la mejor.

—En verdad que me halagas—tomé un poco de mi poca sintiendo el dulce sabor del bailes—. Y dime, ¿que noticias me tiene Londres?

—No muchas, Larry esta ocupando siendo el padre perfecto, Odysse está en un proyecto de casas hogares, Lincoln es algún tipo de maestro de gaita en escocia, Connor esta dando las prácticas con sus padres, las pequeñas Lessie y Kensley están entrando el la dura etapa de la adolescencia, Scarlett está en algún lugar de Milán ocupada con los desfiles de moda, mientras que las Davis disfrutan de vacaciones con sus respectivos esposos. Mientras que nuestros padres sólo se limitan a envejecer.

—Si lo dices de esa manera realmente siento que si me e perdido de mucho.

—¿Y que hay de ti? ¿Que nuevas noticias tienes?

—No muchas. Terminé Harvard antes de lo planeado, decidí que era hora de volver y encontré a quien molestar en mi trabajo para relajarme un poco.

—Dios ampare esa alma.

—Amén.

—¿Y que hay de Dominic? —preguntó Zachary pero la verdad es que yo también quería una respuesta.

—No lo se... Solía ir a visitarlo a Portland cuando tenía tiempo pero un día el solo se mudó y no volví a verlo, pensé que ustedes tendrían noticias de él.

—No realmente, solo se que debutó como escritor.

—Lo sé, compré alguno de sus libros, realmente son buenos.

—Eso dice la crítica, realmente no lo se. Me limitó a ver las películas de algunos libros.

—Jamás sabrás lo que es la buena experiencia. Un libro siempre es mejor que la película, está comprobado científicamente.

—¿Y es en este momento donde recibo una paliza de tu parte?

—Así es.

Dije golpeando su hombro pero él solo rio con burla, debía admitir que los años no habían pasado en vano, era obvio que mis golpes ya no le provocaban ni el mas mínimo daño y que Zachary por fin estaba en forma. Ciertamente nuestro último encuentro no fue agradable ya que había decidido terminar mi relación con él, pero volver a verlo después de tantos años y hablar como los viejos tiempos era reconfortante.
Aunque no podía decir lo mismo de todo.

Al llegar a casa mi padre ya estaba dormido por lo que fui cautelosa al entrar. Al llegar a mi habitación lo primero que pensé fue en tirarme a la cama para descansar, pero en vez de eso me dirigí hasta el librero, lo único que podía llenar esos espacios eran mis libros de medicina y los que Dominic escribía.    Nunca fui un amante de las novelas, por lo que pensar en leer algo relacionado con la comedia romántica, la ficción, historia o acción me era una tontería, pero con las historias de Dominic era diferente, me encantaban todas, tenía cada obra que él había publicado y lo guardaba con cuidado pues era una manera de tenerlo cerca.
Cada vez que pensaba en él me hacía entender el sentimiento que mi familia tenía hacía mi, realmente era triste ver como alguien amado se iba de tu vida sin dar noticias, se sentía tan solitario... Me sentía tan sola sin él.

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