Capítulo 01
Pongámonos por un momento un tanto científicos.
Y es que la serotonina es un neurotransmisor muy relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo, aunque cumple también otro tipo de funciones:
Regula el apetito causando la sensación de saciedad.
Controla la temperatura corporal.
Regula el apetito sexual.
Controla la actividad motora, la percepción y la función cognitiva.
Junto a otros neurotransmisores -dopamina y noradrenalina- participa en los mecanismos que rigen la ansiedad, el miedo, la angustia y la agresividad.
Regula secreción de algunas hormonas, como es el caso de la melatonina, una proteína entre cuyas muchas funciones está la de regular los ritmos circadianos y el sueño.
Desempeña un papel importante en la formación y el mantenimiento de la estructura ósea.
Está implicada en el funcionamiento del sistema vascular.
Induce la división celular.
Pero lo mas importante es que a la serotonina también se la conoce como la hormona de la felicidad, ya que cuando aumentan sus niveles en los circuitos neuronales genera sensaciones de bienestar, relajación, satisfacción y aumenta la concentración y la autoestima.
Y era algo que estaba sintiendo ahora mismo mientras bajaba del taxi con mi maleta entre manos, mire aquella vieja tienda de flores que seguía intacta a pesar de los años, me daba cuenta por el brillo de la madera que constantemente recibía manteniendo, por el color tan limpio de las masetas donde posaban las flores que están eran lavadas constantemente, que a pesar de que todo era nuevo en cuestiones de material, me encantaba esa sensación de permanencia no importaba si pasaban dos o incluso varias décadas la sensación de tranquilidad y re confortamiento seguía intacto, entre al local escuchando aquella campanilla trayéndome muchos recuerdos, una vieja voz hizo presencia desde el almacén y yo tan solo pensaba en el tipo de pose que debería de hacer, me recargue sobre el mostrador pero no me gusto, intente hacer una pose de diva pero no era mi estilo por lo que simplemente opte por extender mis brazos para después agitarlos.
—¡Sorpresa! —grité mientras él me observaba con algo de curiosidad para después cruzarse de brazos molesto.
—No llamaste, ni siquiera viniste de vacaciones una sola vez.
—Y tengo una buena razón para ello, logre obtener mi trabajo como medico en el hospital de aquí, volveré a vivir contigo hasta que sea totalmente independiente. Así que, ¡sorpresa!
—Creo que ya eres lo suficiente independiente.
—Papá, ¿vas a abrazarme si o no? Mis brazos ya se están cansando.
Él me sonrió antes de acercarse para abrazarme, al igual que él envolví mis brazos a su alrededor y es que debía admitir que extrañaba esto, esa sensación de saber que sin importar lo que hiciera siempre me recibiría con un auténtico cariño, besó mi cabeza y escuché como sorbió su nariz.
—Yo también te extrañe mucho.
—Si de verdad hubiera sido así, hubieses venido a casa al menos una sola vez.
—Ya pedí perdón por ello.
—No es cierto, solamente te excusaste—dijo mientras me soltaba.
—¿Donde esta mi hermano?—pregunté para cambiar de tema.
—¿Donde crees que esta? Desde que el negocio creció él esta mas en aquella tienda que en esta.
—Iré a subir mis cosas al departamento después iré a ver a Leslie.
—Bien, pero te advierto que él también te dará un sermón.
—Todo el tiempo lo hace, al parecer no quiere dejar ese papel paterno.
—Te cuidó durante todo el tiempo que yo estuve ausente, durante los tiempos bueno y los malos. Dale su crédito.
—Lo se, lo se, pero él debe entender que tu eres el padre no él, además ya tiene sus propios hijos, que cuide de ellos.
—Lo hace. Y créeme cuando te digo que estas en problemas jovencita.
—Soy bastante lista y por eso iré cuando Blythe este presente.
Salí de la florería con mis maletas en manos, aun podía escuchar el sonido de las pequeñas ruedas que están hacían, sonreí un tanto nostálgica al percatarme que casi nada había cambiado en los alrededores, incluso aun seguía aquel rayón en la puerta principal del edificio, el mismo color naranja en las paredes, el elevador rechinaba un poco a la hora de subir aunque ahora que lo medito un poco mas bien todo esto se debe a una mala administración, ¿que hará ese viejo casero con el dinero de las rentas? No le vendría nada mal un pequeño arreglo.
Abrí la puerta del departamento, deje mis cosas y mire alrededor, papá seguía siendo el mismo hombre obsesionado con la limpieza y las flores, era lindo llegar para disfrutar de la suave brisa de las rosas.
Entre a mi vieja habitación para notar que todo seguía intacto, aunque al juzgar por la falta de polvo podía darme cuenta que mi padre de seguro hacia limpieza continuamente, dejé mi mochila en el suelo para arrojar la maleta azul en la cama, la abrí observando de primera mi certificado de graduación, me encantaría ir y presumirle al respecto a Leslie pero conociéndolo se molestará por haberme graduado antes y no haberlo invitado a mi graduación, creo que esperare a que uno de sus hijos cometa una travesura lo suficiente grande como para que se distraiga lo suficiente de mi pequeña trampa. Dejé el marco del certificado para encontrarme con la foto de la boda de Leslie y Blythe, ese día si que había sido bastante tierno de recordar, mi hermano abrazaba a su esposa mientras ella sonreía con su bebé entre brazos, mi padre miraba al bebé enternecido al igual que los padres de Blythe, sus hermanos y cuñadas sonreían a la cámara mientras que yo hacia gestos junto con Dominic mientras que los demás se reían por ello. Dejé el pequeño marco para observar otras fotografías sueltas no quería ponerme nostálgica y empezar a llorar por lo que simplemente deje las fotografías a un lado para colocarlas todas en mi pequeña repisa para después acomodar el marco de las demás, miré una fotografía para hacer una pequeña mueca, abrí un cajón para arrojar ahí la fotografía creo que tendré que deshacerme de esa foto después, miré mi maleta sin mencionar el montón de cosas que tendría que ordenar y eso que aun faltaba un par de cosas que había decidido mandar por paquetería.
—Creo que limpiaré después.
Abrí mi mochila para sacar mi cartera y salir de la habitación, aunque ese sentimiento de inconformidad me siguió invadiendo por lo que regresé para tomar las fotografías y colocar la de mamá junto al marco de la boda, sonreí satisfecha y fue en ese momento cuando pude continuar mi camino en dirección al hogar de Leslie.
🌼🌼🌼
Vaya quien diría que un par de años de ausencia cambiaria todas las cosas o al menos en el caso de mi hermano. A pesar de que la casa tenia el típico diseño de ladrillo pero de alguna forma se veía mas limpio y brilloso, las ventanas estaban completamente blancas y el jardín de flores le daba un toque bastante adorable, miré las demás casas que aunque tenían el mismo diseño se veían tan corrientes, demacrada y sin vida a comparación del hogar de mi hermano y cuñada, no importaba cuanto mirara las otras casas estas parecían de otro arquitecto comparada con la pulcra casa de mi hermano, no cabe duda que incluso su hogar tiene su toque de limpieza. Caminé observando el suelo notando que incluso el camino de piedra estaba brillante, estaba segura que podía comer sobre este sin ningún problema a obtener una infección estomacal, llegué hasta el tapete café donde tenia escrito con letras blancas y cursiva la palabra "bienvenido" y definitivamente quise soltar una carcajada por lo cliché pero creo que no seria bueno, este hogar era tan hogareño que se transmitía desde la entrada de su casa. Rebusqué en mi bolsillo la nariz roja de payaso, me la coloqué haciendo un gesto de horror antes de tocar el timbre el cual tenía una suave melodía.
—¡El payaso asesino llegó!
Grité en cuanto la puerta fue abierta, el pequeño soltó un grito horrorizado antes de azotarme la puerta en la cara, sentí un gran dolor en mi nariz, pero aun así aquello no evito que riera con burla. La puerta se abrió nuevamente, él me miró mientras negaba con desaprobación para después soltar un suspiro resignado.
—Papá, tu hermana regresó de Boston.
—Tu, infante que casi llega a la crisis existencial de la adolescencia, soy tu tía. Deberías haber dicho, papá, la guapa, genial, lista y sensual de mi tía Iris ha llegado.
—Eso nunca sucederá—aseguró mientras se retiraba de la puerta. Entre con una sonrisa traviesa tratando de visualizar al pequeño de los Shuster, pero lo único que observé fue a mi hermano, Leslie me miró con desaprobación combinado con enojo.
—Miren quien decidió venir después de tantos años de ausencia.
—Tu hermana favorita.
—Eres mi única hermana.
—Y por eso soy tu favorita. Vamos, ven a mi—extendí mis brazos hacia su dirección mientras abría y cerraba mis manos sin parar indicándole que se acercara—¿no quieres un abrazo? Yo se que en realidad te mueres por darme uno.
—Debiste por lo menos haber llamado.
—Mi teléfono murió y tienes idea de lo difícil que son los exámenes en Harvard.
—Ni siquiera enviaste postales, ¿o acaso también olvidaste tu dirección postal?
—El correo quedaba muy lejos. Los sellos son difíciles de conseguir y rara vez salía del campus. Y tienes idea de lo difíciles que son los exámenes en Harvard.
—Tienes una excusa para todo.
—Mas o menos, ¿vas a abrazarme si o no?
—Leslie, ya basta de resentimientos—Blythe salió de una habitación con su pequeño entre brazos, se acercó a mi y me abrazó —. Es bueno tenerte en casa de nuevo.
—Mami, me asusta—el pequeño escondió su rostro en el cuello de Blythe para evitar verme.
—Lo siento tanto pequeñín, no fue mi intensión asustarte bueno en realidad si, pero así es tu tía Iris, ven y salúdame—le pedí pero él negó.
—Dudo mucho que él te recuerde en especial porque desapareciste sin dejar rastro.
—Cierra la boca, Ilan—le ordené mientras le señalaba con el dedo índice, toqué su nariz ganándome un gesto de molestia de su parte, sonreí triunfante mientras alejaba mi dedo lentamente.
—Vamos, Dimash saluda a tu tía favorita.
—Mi tía favorita es Ana.
—Ella ni siquiera es sangre de tu sangre. Ven y salúdame, gracias a mi tienes un nombre súper único, genial y no como el rarito de tu hermano.
El pequeño se aferro mas a Blythe y es que de alguna forma no podía culparlo, la ultima vez que lo había visto usaba pañales sin mencionar que le había gritado que era un payaso asesino, me quité la nariz roja para arrojarla en algún lugar de la sala, Ilan y Leslie me miraron de mala gana, demonios era como una mini versión de mi hermano, ese gesto fruncido, la manera tan recta de pararse mientras se cruzaba de brazos sin contar el hecho de que compartía muchos rasgos físicos de él, era como verlo en un espejo, uno que daba mucho terror y pensar que en la infancia este pequeño era un encanto, ¿cuando cambió?
—Bueno es obvio que la única persona que me quiere aquí es Blythe. Uno de cuatro, lo suficiente como para quedarme a cenar.
—Serviré otro plato—dijo con resignación Leslie dirigiéndose hacia la cocina, miré a Ilan quien solo fue detrás de su padre.
—En realidad esta feliz de verte pero ya sabes como es él—dijo Blythe un tanto apenada por el comportamiento de su esposo.
—Siempre queriéndome dar una lección. Desde que se volvió padre también se volvió mas estricto.
—Supongo que no podemos culparlo, en especial por todo lo que ocurrió en el pasado.
Solté un suspiro resignada y es que muchas cosas que habían sucedido en el pasado lo habían vuelto un tanto paranoico y sobreprotector pero hasta cierto punto papá tenia razón debía darle su crédito ya que él trabajó con sus propias manos para conseguir todo lo que tiene hoy, vi como se esforzó el doble por tener lo que tiene, miré a Blythe con una sonrisa para encaminarme hacia la cocina. Tomé asiento mientras respiraba el delicioso aroma de la pasta con pollo de curry, si había algo que había extrañado mucho los últimos años es que alguien cocinara para mi, ser estudiante y pasante no era sencillo en especial cuando lo único que tenia en el estomago era una barra integral.
—Realmente me encanta tu sazón, Blythe, eres la mejor cocinera de pasta con pollo al curry.
—Pues habrías podido comer todo lo que quisieras si tan solo hubieras venido mas seguido de visita.
—Leslie— le riño su esposa cuando él tomo asiento para comenzar a picar la pasta con su tenedor.
—Deja me corrijo, si tan solo hubieras venido una sola vez de visita.
—Esta bien, ya entendí el punto. Me adoras tanto que mi simple ausencia causa un gran abismo en tu corazón— llevé mi mano hacia mi pecho de forma dramática— pero no te preocupes que e regresado para llenar ese vacío.
—¿Como es que aplicaste en Harvard? —preguntó con ironía a lo que yo solo le guiñe el ojo en respuesta.
—Tienes una hermana genio pensé que ya eras consiente de ello—comenté antes de darle un gran bocado a la pasta.
—Si lo que tiene de genio lo tiene de egocéntrica créeme que es fácil olvidarlo.
—Ilan, come tu cena—le ordenó su madre.
—Y díganme, ¿que hay de nuevo?
Ilan abrió la boca pero calló al notar la mirada de advertencia de su madre, definitivamente la presencia de Blythe era un bálsamo de salvación para mi.
—Realmente no mucho. Todos estamos muy ocupados en los trabajos, los niños crecen y nosotros envejecemos—mencionó cómica mi cuñada—.¿Y que hay de ti? ¿Que tal Boston?
—Fue bastante atareado pero todo sacrificio viene con su recompensa. Logré obtener un empleo como médico.
—¿Empleo como medico? ¿No deberías apenas hacer tus prácticas? —preguntó Leslie y yo solo le sonreí.
Ya la regué.
—Me e graduado antes. Ahora a celebrar con pasta—levanté el tenedor lanzando un pequeño fideo en el rostro de Leslie, él se limpió con una servilleta antes de levantarse de la mesa, Blythe fue detrás de él dejándome en silencio con los niños, Ilan me miro con reproche mientras que Dimash comía la pasta con sus manos—. Debo admitir que a salido mejor de lo esperado, no dijo ni una sola palabra.
—Simplemente no cambias, Iris Shuster.
—Mas respeto jovencito, soy tu tía. Nunca olvides mi título de superioridad.
—Se me ha ido el apetito—Ilan se levantó de la mesa dejándome sola con Dimash.
—Dime pequeño, tu si quieres mucho a tu tía Iris, ¿verdad?
—No se quien eres—respondió un tanto tímido antes de bajar de la mesa para irse corriendo. De acuerdo lo admito, tal vez si debí haber llamado un poco mas para que tan siquiera aquel engendro me recordará y pudiera ser mi mini esclavo.
Terminé de comer la pasta para levantarme de la mesa, busqué a mi hermano en la sala, pero no se encontraba, escuché el murmullo de su voz en el segundo piso por lo que subí con cautela.
—Ella siempre hace lo que quiere.
—No te enojes, Leslie. Iris, ya es una adulta que toma sus propias decisiones.
—Si, pero esas decisiones no tienen porque dejar a su familia de lado. La única razón por la cual permití que ingresara en Harvard es porque siempre fue su sueño desde que mamá enfermó ... No puedo sentirme orgulloso de algo en lo que soy excluido.
—¿No crees que estas exagerando un poquito? Amor, Iris siempre a sido consiente de lo orgulloso que estas por ella. Es una persona bastante independiente y creo que es hora de que te des cuenta de ello.
—No quiero perder a mi pequeña hermanita.
—Y no lo has hecho... Sabes, me recuerdas bastante a mi padre con esta nueva faceta tuya.
Mencionó Blythe haciéndolo reír de seguro al recordar todo lo que él tuvo que pasar en el pasado para ser aceptado por su suegro, me asomé un poco para verlos abrazados mientras se besaban. Debía admitir que lo que mas me encantaba es que la relación entre ellos nunca cambiaría, no importaba la cantidad de años que pasaban cuando el amor es auténtico no hay nada ni nadie que lo haga cambiar para mal.
—Ustedes tan amorosos como siempre. A este paso sus hijos terminaran en terapia.
—¿Sigues aquí?—preguntó Leslie y su esposa lo miró de mala gana.
—Venía a despedirme, pero al parecer los interrumpí en su movida. Puedo llevarme a los niños, mientras ustedes recuerdan sus pasitos de tango.
—No empieces, Iris—me advirtió Leslie cuando comencé a mover las manos sobre mi cuerpo fingiendo acariciarlo.
—¿Que? Ay, por favor, como si no supiera que cada vez que ustedes me mandaban a dormir fuera de casa aprovechaban el tiempo para...
—Iris Shuster.
—Esa soy yo—levanté la mano para después lanzarle un beso —. En fin tengo que irme, los dejo y recuerden una puerta con llave es un elemento crucial para evitar traumas en un futuro.
—Iris.
—Y recuerden niños, los psicólogos hoy en día son muy caros.
—Iris Shuster...
Su voz furiosa fue una señal de mi retiro, miré a Dimash quien cruzaba por el pasillo le sonreí con malicia, pero él corrió fuera de mi alcance para entrar a una habitación y encerrarse, miré a Ilan quien solo se levantó de su lugar para abrirme la puerta e indicarme con un gesto que me marchará.
—Sabes algo, cambié muchos de tus asquerosos pañales, infante con una próxima crisis existencial y créeme que cuando ocupes de tu tía médica que puede darte muchos métodos anticonceptivos no lo hare.
—Solo vete y tarda otros ocho años en regresar.
Él me cerró la puerta en la cara lo miré un tanto indignada, esto definitivamente me lo pagaría. Patee el tapete de bienvenido de la entrada un tanto frustrada, bienvenido mis narices, pensaba darme la vuelta tranquilamente, pero regresé para saltar sobre el tapete un tanto furiosa, escuche el sonido de un auto y giré a mi derecha para observar al vecino quien me miraba un tanto intrigado.
—Tu vecino, es un rarito desquiciado al igual que sus hijos, pero no te preocupes porque tiene una esposa que es como un ángel bajado del cielo.
El hombre solo asintió lentamente para abrir la puerta de su hogar con prontitud y entrar con cierta prisa. Genial ahora era una rarita para el vecino, en fin los primeros días nunca son los mejores, estaba completamente segura que mañana seria un día mucho mejor.... O tal vez mucho peor.
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