Capitulo 6
Sois un amor y no sabéis lo contenta que me pone que votéis y comentéis <3
Os envío un puñado de abrazos a cada un@. Os como las caritas❤️
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John estaba enfadado, realmente enfadado. Sabía que esto acabaría ocurriendo. Ya se lo había advertido, miles de veces, pero Brian nunca escuchaba. Y como siempre era él quien tenía que acudir al rescate y quien tenía que cubrir sus caprichos absurdos.
Aún daba vueltas en su cabeza el momento en que los padres se Brian se presentaron en su casa interrumpiendo su hora del té con Anne, su mujer, a las cuatro de la tarde.
-Brian tenía que estar en casa a la una, Elisabeth y sus padres llegaron a esa hora pero él no estaba. Pensamos que tú podrías saberlo -explicó Cathy, madre de Brian, con ojos preocupados. A su lado estaba Charles, su marido, con porte serio, elegante y malhumorado.
Y John lo entendía, ahora mismo él se sentía igual. Después de explicarles que no tenía ni idea de dónde se encontraba su hijo, el matrimonio May se marchó decepcionado.
Quería estrangularlo, nadie sabía las ganas que tenía. Pues claro que se hacía una idea de dónde estaba pero no se lo iba a decir a sus padres. Como bien había jurado un millón de veces, jamás revelaría nada que Brian le confiara pero a veces se lo ponía muy difícil.
¿Y qué estaba haciendo él ahora?
Pues caminar a paso acelerado por la calle en dirección a Smithfield. Era la primera vez que iría a ese barrio, al menos a pie, ya que en coche se había recorrido casi todo Londres. Y la verdad es que estaba nervioso. A Brian lo podían haber atacado, de ahí que no apareciese, y no dejaba de tener culpa pero al fin y al cabo era algo trágico. ¿Y si lo atacaban a él? John era más pequeño y no solo de edad sino físicamente también, podrían tumbarlo de un golpe y tampoco es que quisiera poner mucha resistencia en un momento como ese.
Las calles eran estrechas, arenosas y sucias. Olía mal y tuvo que cubrirse la nariz con la mano. Por suerte sabía dónde quedaba el mercado y no que tenía que perder el tiempo buscando así que iba con un poco de seguridad.
A medida que avanzaba la gente se le quedaba mirando y la verdad es que daba el cante. En un sitio como ese con ropas tan caras e incluso sombrero no hacías otra cosa que no fuese llamar la atención. Aumentó el paso.
Pronto y para su propia relajación se encontró con el ajetreo del mercado del centro. Ahora solo tenía que buscar un puesto en concreto al que Brian se había referido miles de veces, por suerte le dijo que solo había uno.
Hizo todo el esfuerzo posible para no rozar a nadie de los que allí habían, pero era difícil. Miraba con angustia a su alrededor. Habían niños detrás de un puesto de utensilios de madera recogiendo insectos y metiéndoselos en los bolsillos, la vendedora de un puesto de fruta en el límite de la podredumbre se hurgaba la nariz con el dedo. John casi vomita al ver eso. Quiso decirle que no comprase aquellos plátanos a un hombre que metía la fruta en una bolsa de tela. Todo era un completo caos y él ya se sentía mareado.
En cuanto llegue a casa tiro toda la ropa que llevo puesta.
Y para su propio milagro divisó no muy lejos, a tan solo unos metros, un pequeño puestecito de libros. Detrás de él había un joven moreno gritándole a las masas. Se acercó.
-Oh, vaya, alguien que me hace caso -sonrió pero aquella sonrisa se borró cuando lo miró de arriba a bajo -, ¿qué se os pasa últimamente a los ricos por la cabeza para venir aquí? -puso los brazos en jarra y lo miró con las cejas alzadas. John quiso hablar pero no le dejó tiempo -. ¿Sabes qué? No me lo digas, ¿qué te interesa? -preguntó señalando a los libros.
-¿Tú eres Roger?
Aquella pregunta pareció pillar de improvisto a Freddie quien volvió a mirar a John esta vez con los ojos entrecerrados.
-¿De qué conoces tú a Roger?
-¿Entonces no lo eres? -insistió.
-No me digas que eres uno de esos tíos con los que se divierte. Aunque no pareces ser de esos que vayan a Hole, la verdad.
Hole... Aquel nombre le sonaba bastante pero no terminaba de situarlo. Era de esos sitios los cuales la gente evitaba pronunciar por alguna razón que desconocía. Le entró curiosidad pero obviamente esa no era la razón por la que había ido hasta allí.
-¿Qué?
-Pues lamento decepcionarte, cariño, pero eso que hayáis hecho los dos no lo repite -ahora, además de estar enfadado también estaba confundido.
-Mira, no sé a lo que te refieres pero dado que tú no eres Roger tienes que ser Freddie.
-Vale, esto está empezando a asustarme -dijo mirando a John como si fuese un bicho raro -, pero me inquieta, ¿de qué nos conoces?
-Soy John, amigo de Brian -aquello funcionó como un botón en la expresión de Freddie, de repente pareció entenderlo todo.
-Oh -fue lo único que alcanzó a decir y cuando vio que John lo único que hacía era mirarlo sin decir nada continuó -, ¿y quieres un premio?
-Quiero saber dónde está Brian.
-¿Y yo por qué debería saberlo? Solo lo he visto unas pocas veces -John suspiró cansado y se restregó la cara con ambas manos.
-Sus padres y yo llevamos sin verle desde esta mañana, no aparece, y hoy tenía un evento importante -Freddie ahogó una risa y John lo miró con el ceño fruncido -, ¿qué?
-Evento importante -dijo con gracia, algo a que lo que el más pequeño no se la veía.
-Sí, dudo que sepáis lo que es eso por aquí -dijo enfadado. Generalmente no era así, John era más educado y respetuoso pero en ese momento estaba hecho una furia, sobretodo rabioso. De todas formas sus padres siempre le habían hecho comportarse de forma superior con gente como esa. Era simple costumbre aunque en el fondo supiese que moralmente no estaba bien.
De todas formas sus palabras no afectaron a Freddie quien, en su lugar, rió.
-Follar son nuestros eventos importantes -John abrió la boca sorprendido por su modo de hablar -, eso y comer que como ocurre poco también es importante.
-Voy a ignorar lo primero que has dicho.
-¿Por qué? -Freddie se inclinó tras su pequeño mostrador y le sonrió -, ¿es que tú no follas? ¿o prefieres hacer el amor? Eso es muy cursi, para mí el amor no existe.
-Nos estamos yendo por las ramas.
-¿Y qué? -volvió a erguirse -, ya te he dicho que no sé dónde está.
-¿Y tu amigo? -esa pregunta hizo que Freddie lo mirase serio sin decir nada. Había dado en el clavo -, vale, no sabes dónde está, ¿así que no se te ha ocurrido pensar que a lo mejor están juntos? -Freddie apretó la mandíbula enfadado y miró la mesita de madera repleta de libros.
-Jodida rubia... -murmuró para después comenzar a lanzar con rabia los libros al carro -, me ha dejado aquí solo toda la mañana para poder tirarse a... -cortó la oración antes de terminarla. No podía decir algo como aquello allí en medio, con gente delante, mucho menos con alguien como John delante. Era exponer su sexualidad y no había nada más peligroso como eso. Decidió callarse -. Ayúdame -dijo mirándolo con exigencia.
-¿Que te ayude? ¿Yo?
-No, mi bisabuela que está pudriéndose en quién sabe dónde -dijo con sarcasmo y continuó metiendo los libros al carro. Con lentitud e inseguridad John le imitó, tomando los libros de uno en uno y dejándolos con más cuidado.
Una vez estuvieron todos recogidos, Freddie separó la mesita y la dobló con fuerza casi golpeando a John en el trayecto. No se disculpó.
-O me ayudas a empujar o llegaremos mañana -Freddie tiró de la parte delantera del carro mientras que John, sacudiéndose antes las manos, tiró de la parte de atrás. Las ruedas emitían un sonido extraño al girar y temblaban.
El más pequeño se sentía estúpido.
¿Qué hacía alguien como él empujando un carro como ese junto a una persona como aquella en un barrio como ese? Solo esperaba no cruzarse con nadie que conociese lo cual, al tratarse de ese sitio, sería poco probable. Por suerte.
-Tienes menos fuerza que un niño de dos años -se quejó Freddie por enésima vez después de que John volviese a parar para tomar aire.
-Pesa demasiado, ¿y lleváis esto así todos los días?
-Todos, querido, y con muchísima menos comida en el estómago que tú, deberías empezar a hacer un poco de ejercicio, ¿no crees? A lo mejor empezar a hacer tu propia cama es un buen comienzo -le guiñó un ojo y volvió a tirar del carro él solo.
John lo observó unos segundos, de pie y sudando. Odiaba esa situación y odiaba que Brian le hubiese obligado a ir a allí. Pero no podía odiar a Freddie, no después de esas palabras. Unas palabras las cuales, muy en el fondo, sabía que eran ciertas.
Así que tomó aire y corrió para acercarse de nuevo y volver a tirar del carro esta vez intentando poner más fuerza que la vez anterior. Freddie no dijo nada pero al notar esto sonrió un poco.
-¿Estás de broma? -preguntó John en a penas un hijo de voz cuando vio las escaleras por las que tendrían que subir el carro.
-Nop, un quinto, andando. Tengo ganas de asesinar a la rubia. Yo cojo por aquí y tú por ahí -señaló la parte trasera y ambos lo levantaron al mismo tiempo.
El ascenso fue un completo infierno para John, tenía ganas de morir o más bien se sentía morir. Por otro lado, Freddie tenía ganas de suicidarse por llevar a un ayudante tan detestable pero al mismo tiempo le hacía gracia. Los chorretones de sudor le caían por la frente al más pequeño debido al esfuerzo.
-Dios... ¿pero a qué huele? -preguntó John a mitad del ascenso. Puso cara de asco (realmente le habían entrado ganas de vomitar) y llevó una de sus manos a su nariz y boca, cubriéndoselas.
-Eso... -Freddie señaló una puerta de madera entreabierta -, se llaman retretes comunes y es básicamente un agujero en el suelo, ahí están todos los desperdicios biológicos de este edificio convirtiéndose en una deliciosa papilla, ¿quieres verlo?
Con los ojos y la boca abiertas de impresión, John negó, negó y negó con la cabeza por lo que parecieron horas. Le daba asco, le daba mucho asco, y prefería no pensarlo así que insistió al otro para continuar antes de que acabase desmayándose por el olor.
Unos largos e infinitos minutos más tarde, Freddie tomó el pomo de una de las puertas del quinto piso y la abrió.
-¡Fred! -alguien chilló desde dentro. John no sabía quién era porque aún no había entrado pero al ver la cara de fastidio de Freddie supo de quién podría tratarse.
-¿En serio, Rog? ¿De verdad? -no pudo aguantar más la incertidumbre. Después de que Freddie terminase de empujar el carro para meterlo en la diminuta salita de la casa entró el también -. Pero por Dios... ¿qué le ha pasado a ese?
John también se lo preguntaba.
Brian estaba sentado sobre el sofá con la cara llena de heridas y moratones grandes y de todos los colores, tenía un ojo hinchado y llevaba puesta ropa diferente, ropa... rara. Pero sin duda el estado en el que se encontraba no mejoraba nada el asunto. Tenía un vaso de cristal vacío en una mano y frente a él, sobre la mesita de centro, había un botella de a saber qué vacía. Estaba borracho.
-Bri borracho es divertido -Bri... solo John lo llamaba así, ¿por qué lo llamaba Roger así?
-¡John, amigo! -el rizado intentó levantarse de la cama pero tras soltar un gritito de dolor, Roger volvió a empujarle hacia atrás mientras reía. Él también estaba borracho solo que no tanto. Digamos que su hígado estaba mucho más acostumbrado al alcohol.
John entró en cólera.
-¿Estás borracho? -la respuesta era obvia e incluso Freddie lo puso los ojos en blanco.
-Dame eso que la estás liando -rió Fred mientras le quitaba el vaso medio vacío a su mejor amigo. Roger hizo un puchero pero no insistió ya que, en su lugar, ese último trago se lo tomó el mayor.
-Deberías probar esto -le dijo Brian señalando el vaso -, es una maravilla.
-¿Una maravilla? -John sonrió con sarcasmo pues en realidad nada de eso le estaba haciendo gracia -, tú nunca te habías emborrachado, Brian, no es propio de ti, ¿y me puedes explicar por qué parece que vienes de una pelea callejera? ¿Qué narices le ha pasado? -esa última pregunta la se la hizo a Roger y el rubio se sintió realmente intimidado por la mirada que le dedicó el otro.
-Yo...
-Oh, vamos -rió Brian -. No es para tanto.
-¿Que no es para tanto? Está bien, no me lo digas a mí pero ya puedes ir pensando lo que les vas a decir a tus padres -eso último hizo que la sonrisa de Brian desapareciera, lo recordó todo y casi se desmaya. Con todo lo que había ocurrido... se le había olvidado ese detalle -, ¿acaso se te ha olvidado dónde tenías que estar esta mañana?
-¡No! -levantó la voz e intentando disimular el dolor se puso en pie. Roger le imitó permaneciendo cerca de él para evitar que cayese en algún caso -. No se me ha olvidado, cállate -hablaba con torpeza e intentó avanzar hasta su amigo tropezando. El rubio le tomó del brazo y le ayudó a mantenerse en pie.
Por algún motivo no quería que John revelara lo que debería haber hecho horas antes, con quien debería haber estado. Y aún no le quedaba claro del todo aunque la razón la tuviese, literalmente, a su lado.
-Eres un maldito desastre, Brian, te dije que venir a este lugar te haría mal. Y tú suéltalo -señaló a Roger mirándolo con desprecio. Tomó a Brian de su otro brazo y lo puso a su lado haciendo que el rubio lo soltase. Roger le miró de vuelta con los ojos entrecerrados.
-Oye -Freddie, que hasta ese momento había sido un mero espectador, decidió intervenir y se situó al lado de su amigo -. Creo que te estás alterando demasiado y sin ningún motivo.
-Puede que para vosotros dos no haya ningún motivo pero Brian, al contrario de vosotros, tiene una vida y un futuro de los que ocuparse y no puede perder el tiempo estando con gente como vosotros.
-John... -Brian intentó intervenir pero el hecho de que no le dejaba hablar y de que a cada segundo que pasaba estaba más mareado no era capaz de articular más palabras.
-Así que dudo que vuelva por aquí y si lo hace os suplico que le digáis que vuelva, como ya he dicho tiene la vida resuelta y si sigue viniendo aquí lo tirará todo por la borda. No sería justo que él acabase como vosotros -los miró de arriba a bajo con desagrado.
A su lado, Brian soltó una risita. Tenía la mirada pegada al suelo pero rió por las palabras de su amigo. Roger se quedó mudo, no pudo decir nada y tampoco podía dejar de mirarle con expresión dolida.
-No te preocupes que no os volveremos a molestar -Freddie se adelantó y los empujó con violencia hacia la puerta -. Fuera de nuestra casa.
-Si a esto lo llamas casa... -murmuró John por lo bajo aunque con la clara intención de que lo escucharan.
No quiso escuchar más y cerró con un fuerte portazo. Durante unos minutos reinó un completo silencio que a cada rato se hacía más incómodo para el mayor. Finalmente, Freddie se dio la vuelta y enfrentó a su amigo. Roger tenía la mirada perdida.
-Rog...
-Tiene razón -murmuró e intentó mostrar una sonrisa forzada y que en realidad fue tan solo una mueca -. Alguien como él no debería perder el tiempo con nosotros. Solo ha dicho la verdad.
Freddie no sabía qué decir para hacerle sentir mejor. A él prácticamente no le habían afectado esas palabras porque de los dos él era el que menos importancia le daba, pero Roger era bastante más sensible y aunque intentase disimularlo no se le daba demasiado bien.
El rubio se dio la vuelta y fue hasta la habitación para después cerrar la puerta detrás de él.
Mientras tanto y lo que restó del día, Freddie estuvo planeando formas crueles de asesinar a quien le había hecho sentir así a su mejor amigo.
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PD: siento cambiar diez mil veces al día de portada pero una no es artística y no se aclara
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