Capitulo 45

Fueron unos días lentos. Algunas noches, Roger regresaba a casa de Jim para dormir allí, siendo recibido por las preguntas insistentes y ansiosas de su mejor amigo, pero la mayoría las pasaba en la casa que aún compartían Elizabeth y Brian.

Ella obviamente no se opuso, al contrario, se la veía feliz cada vez que Roger le comunicaba que se quedaría. Y por dentro de sí misma comenzaba a acostumbrarse. Seguía amando a Brian, realmente era muy difícil dejar de hacerlo, pero el dolor se había transformado en satisfacción de ver a la pareja feliz. Aunque algunas noches su conciencia le obligara a llorar lágrimas que, a medida que los días pasaban, iban menguando.

Y todo eso también hacía de sus días mucho más amenos. Era mejor pasarlos en compañía de otra gente, riendo por tonterías y charlando hasta altas hora de la madrugada, e incluso en algunas ocasiones John los visitaba junto a Anne y eso los hacía muchísimo más entretenidos.

Eli se encontraba preparándose en su habitación. Se había puesto uno de sus bonitos vestidos de diario y peinado su melena morena y lisa. Se maquillaba ligeramente en su tocador. Esa mañana Brian la había interceptado en la cocina mientras se preparaba su té matutino. Le había hecho mil preguntas sobre un asunto que le tenía nervioso y en vela desde hace días, una nueva sorpresa para Roger. Una mucho más grande. Y ella no pudo evitar aconsejarle. 

Después de haberle preguntado unas quince veces si estaba seguro de lo que le estaba diciendo.

Es que era una locura, una de las más grandes que ella había conocido nunca, pero era inevitable pensar que fuera un error. No lo era porque nada de lo que estaba pasando era un error ni lo sería nunca.

Se escucharon unos golpecitos suaves en la puerta que hicieron que se diera la vuelta ligeramente sorprendida.

-Oh, perdona -Roger asomaba la cabeza por el hueco de la madera con las mejillas coloradas de vergüenza. Eli sonrió con dulzura -. Estaba buscando a Brian y pensé que a lo mejor estaría aquí.

-No está.

-Está bien, me voy entonces...

-No, tranquilo -sus palabras le hicieron detenerse y volver a asomar la cabeza por el lado de la puerta. Elizabeth le hizo un gesto con la mano para que se acercara -. Estoy a punto de terminar y la verdad es que me aburro sola -hizo un puchero y a Roger no le quedó más remedio que ceder con una pequeña sonrisa.

-De acuerdo -se hizo a un lado y entró en la habitación por completo volviendo a cerrar la puerta detrás de él. 

La chica sonrió emocionada y le indició con la mano que tomara asiendo en la otra banqueta con tela de terciopelo que tenía a su lado. Roger lo hizo y, poniendo ambas manos sobre sus rodillas, observó a Elizabeth continuar con su labor. 

-¿Y por qué buscabas a Brian?

-Nada en especial... -contestó arrugando la nariz -, es que desapareció del salón hace media hora diciendo que iba al lavabo y aún no ha vuelto.

-Quizá tenga incontinencia -ambos se miraron de reojo y empezaron a reír.

Elizabeth intentó frenar sus carcajadas para que su maquillaje no se corriera. Realmente lo de la incontinencia era lo último que pensaba, lo más seguro es que se hubiera ido a seguir preparando la sorpresa o la ceremonia tan arriesgada que quería hacer, pero se habría ido a ponerse nervioso a otro lado y no frente a Roger. 

Sin otra cosa más que decir, la joven continuó con su labor mientras la atenta mirada de Roger seguía cada uno de sus movimientos, parecía estar incluso más concentrado de la chica. Elizabeth le observó a través del espejo. Con una sonrisa alejó el brillo labial que había estado aplicándose.

-¿Quieres probar? -la completa confusión quedó plasmada en el rostro de Roger, una consfusión que fue adquiriendo matices de vergüenza a medida que se daba cuenta de lo que se refería.

-¿Qué? No... -apartó la mirada con las mejillas rojas como un tomate y negó con la cabeza -. Claro que no.

Eli soltó una diminuta risita y le miró con las cejas alzadas.

-¿Seguro? Yo creo que no hay ningún problema en probar cómo te queda. Además... -pasó la mirada con curiosidad por toda la habitación haciendo que la de Roger volviera a quedar sobre ella -, yo no veo a nadie por aquí. Estamos solos.

-Pero eso no... -se mordió el labio. Le daba vergüenza el mero hecho de hablar de lo que estaban hablando -, eso no es de...

-¿De hombres? -terminó por él. Roger asintió -, ¿acaso hay cosas de hombres y de mujeres?

-Voy a parecer estúpido.

-Deja de decir tonterías -tomó la silla de Roger con una mano y empujó hacia ella obligando al chico a acercarse. Se puso nervioso cuando Eli le miró con los ojos brillantes de emoción y dos productos de maquillaje en cada una de sus manos. Tragó saliva.

-Si alguien me ve voy a morir de la vergüenza.

-¿Tú quieres hacerlo? -preguntó -. Porque si de verdad no quieres no lo haremos -dejó los productos de nuevo sobre el tocador y Roger los miró con decepción. Soltó un suspiro.

-Es que... -sus palabras quedaron en el aire y Elizabeth tuvo que hacer un gran esfuerzo para no sonreír.

-Eso es que sí -solo tardó unos eternos segundos pero Roger terminó asintiendo. 

-Pues la puerta está cerrada, estamos solos y yo no voy a decírselo a nadie -le aseguró con una sonrisa tranquila y que le transmitió seguridad -. Solo pasaremos un rato divertido.

Roger miró a la puerta y dos segundos después volvió a mirarla a ella.

A la mierda. Puedo hacer lo que quiera.

-Está bien -Eli aplaudió feliz y se puso manos a la obra. Abrió los cajoncitos de su tocador, buscando productos que quedaran bien con la tonalidad de la piel de Roger y preguntándole a él mismo lo que le parecían. Mientras Roger lo único que hacía era encogerse de hombros con cada pregunta, no sabiendo para qué era cada cosa y sintiéndose más perdido de lo que había estado nunca.

Elizabeth empezó echándole una base de un tono claro para tapar las cicatrices que aún marcaban ligeramente su rostro. Lo hizo con cuidado y concentración. En más de una ocasión Roger tuvo que estornudar porque se le metía polvito en la nariz y una vez lo hizo frente al rostro de Eli pues no pudo evitarlo y le pilló por sorpresa, pero ella, lejos de molestarse, empezó a reír hasta que le faltó el aire, algo que Roger también acabó haciendo. 

Después de la base le aplicó sombra de ojos de un tono marrón claro, profundizándolos, usó un lápiz de ojos para marcar el contorno y colorete para las mejillas. Máscara de pestañas para hacerlas ver más grandes y finalmente el brillo labial.

Al finalizar su trabajo Elizabeth quedó bastante satisfecha. Le contempló durante unos largos segundos con una sonrisa grande y las manos unidas. 

-¿Soy un payaso? -curioso, quiso darse la vuelta para observarse en el espejo pero la chica le sujetó por las mejillas antes de que pudiera hacerlo y le miró con severidad.

-Ni se te ocurra, antes tengo que peinarte.

-Eso no estaba en el trato -pero sus palabras fueron ignoradas. De nuevo, Eli volvió a rebuscar en sus cajones y sacó varios cepillos y peines diferentes, probándolos para descubrir cuál le dejaba mejor el pelo.

-¿Por qué tienes tantos? Llevo toda la vida peinándome con los dedos y sino con un tenedor -no pudo evitar reír cuando el rostro espantado de Elizabeth puso su atención en él.

-Antes de que vuelvas a tu casa te daré todos los cepillos que quieras, no vuelvas a peinarte con un tenedor.

Siguió peinándole. Recogió dos de los mechones de su flequillo en una pequeña trenza por detrás de la cabeza y poniendo un lacito al final de esta.

-Ya está -dijo volviendo a sonreír.

-Así es como peinan a las niñas.

-Si dejas de quejarte te daré un caramelo, niña -cogiéndole de los hombros hizo que al fin se girara y quedara frente al espejo. La sorpresa no tardó en hacerse cargo de toda su expresión.

Era raro... No dejaba de sentirse extraño pero no se veía mal. De hecho se veía bien. Se sentía guapo y por alguna razón no se avergonzó de sentirse así. Sonrió con la imagen que veía a través de ese espejo. De un chico haciendo lo que quería hacer y siendo quien quería ser. Eli también sonreía a su espalda satisfecha con su buen trabajo.

-Wow -fue lo único que pudo decir -. Me veo más gay de lo normal.

Aquella declaración volvió a provocar risas descontroladas en ambos jóvenes quienes tardaron por lo menos dos minutos en recomponerse.

-Ahora queda el toque final -Roger miró a la muchacha con confusión y miedo.

-¿Qué toque final?

Elizabeth se acercó a saltitos hasta uno de sus armarios, en el que guardaba solo los vestidos, y abrió las puertas. Se giró hacia él y le sonrió.

-Elije uno.

-No -negó frenéticamente con la cabeza -. No pienso ponerme un vestido.

-Oh, por supuesto que vas a ponerte un vestido -se acercó hasta él y tomándolo del brazo lo acercó al armario -. Y si no lo elijes tú lo haré yo.

-No, esto se nos está yendo de las manos.

-¿Puedes dejar de ser un abuelo gruñón?

-Ni siquiera me van a valer.

-Tenemos casi la misma estatura y con lo delgado que estás estoy segura que lo harán. Vamos -no atendió a los pucheros de Roger ni a sus insistencias de que le daba vergüenza. Era obvio que quería probarse uno pero no dejaba de ser un hombre poniéndose ropa de mujer y maquillándose. Obviamente iba a poner pegas al principio -. He de reconocer que tengo buen gusto para la moda así que te van a encantar. ¿O prefieres falda y camisa?

-¡No! -el gritito sorprendió a la joven antes incluso de que se acercara a su otro armario a rebuscar en los cajones. Se aclaró la garganta al darse cuenta que se había dejado llevar por la emoción y continuó fingiendo calma -. Prefiero vestido.

-Sabía que querrías -feliz sacó sus vestidos preferidos del armario y los extendió sobre la cama. A Roger le costó decantarse por uno pero finalmente quiso probarse uno de tela fina y suave y de color rosa palo, un poco más apretado a la cintura y despegado en las piernas haciendo un poco de volante, sin mucho escote y de media manga.

Elizabeth le ayudó a ponérselo al igual que los zapatos. Unos tacones bajos de charol que les hicieron reír en más de una ocasión cuando Roger casi acaba despatarrado en el suelo, cosa que se evitó gracias a Eli que acudía a su rescate cuando le escuchaba gritar.

-Es increíble que podáis caminar con esto.

-A penas son unos pocos centímetros, exagerado.

Hicieron un improvisado pase de modelos, probándose diferentes vestidos y diferentes zapatos. Presentándose el uno al otro, riendo. A Roger le hacía sentir feliz tener una referencia femenina en su vida por fin, una amiga. Era un modo diferente de divertirse y pasar el rato. A veces más cercano a lo que a él le gustaba. 

Ni siquiera se dieron cuenta de cuánto tiempo había pasado. Roger llevaba un vestido similar al primero que se probó pero de flores, con unos zapatitos de tacón y estaba paseándose por la habitación para aprender a caminar con ellos.

"No me iré de aquí hasta que sepa caminar con dignidad" sentenció veinte minutos atrás. Elizabeth le animaba sentada sobre la cama, riendo cada vez que se tropezaba.

Pero la puerta se abrió. Elizabeth soltó un grito agudo cuando divisó la pelambrera de Brian asomarse tras ella y Roger soltó otro grito al asustarse por ese grito y por el sonido de la puerta. Brian pegó un salto por tanto alboroto inesperado y solo pudo ver y escuchar un movimiento veloz. Roger corrió a tirarse detrás de la cama para esconderse pero el mayor pudo apreciar el aspecto que llevaba.

Y ni siquiera le dio tiempo a reaccionar o al menos a procesarlo cuando Elizabeth había corrido a su encuentro a propinarle golpes en el brazo y el pecho para echarle.

-¡¿A ti nadie te ha enseñado a llamar?!

-¡No os encontraba a ninguno y escuché risas!

-¡Me da igual! ¡Fuera! -Brian solo recibió manotazos -. ¡No has pensado que podías haberme pillado en algo privado! ¡Cotilla! -cerró la puerta en sus narices y lo único que el mayor pudo hacer fue quedarse plantado frente a la madera, observándola con los ojos abiertos y escuchando más insultos por parte de la chica a través de ella pero ignorándolos.

Estuvo así un rato largo, intentando procesar lo que había visto porque... porque Roger llevaba... Roger estaba vestido y pintado como una... ¿chica?

Y hubiera vuelto a intentar entrar para cerciorarse, para volver a ver con sus ojos la imagen tan gloriosa que se había perdido por la sorpresa tan inesperada que se encontró. Pero no lo hizo. En su lugar cerró los ojos e intentó quedarse con esa imagen dentro de su cabeza intentando salvaguarla ahí para siempre por si no tenía la buena suerte de volver a verla. 

Intentó escuchar tras la puerta pero lo único que apreciaba eran susurros lejanos. Supuso que no era buena idea intentar escuchar y se marchó sonriente.

Mientras, al otro lado de la puerta, Roger permanecía tumbado en el suelo, donde se había escondido tras la cama, con la mirada perdida en el techo y lamentándose avergonzado. Elizabeth intentaba tragarse la risa y animarle. Pero Roger estaba pálido y perdido en sus lamentos. 

Una imagen graciosa teniendo en cuenta que la joven sabía perfectamente que Roger no tenía de qué avergonzarse. Sobre todo por la cara de tonto enamorado que se le quedó a Brian cuando lo estuvo echando a empujones de la habitación.

°°°

Para él era un día decepcionantemente normal. Desde hacía semanas estaba de ese modo. 

Con los días había conseguido recuperarse de los golpes que tanto Roger como Brian le habían dedicado la última vez que se vieron. ¿Que si Dylan estaba molesto? Por supuesto que lo estaba pero ya no solo eso. Tenía ira dentro de sí mismo, eso era indiscutible, pero también comenzaba a apreciar los signos de la derrota. Sabía que esos dos estaban enamorados, cualquier tonto se daría cuenta, pero era frustrante no haberse percatado de la intensidad tan profunda de esos sentimientos y haberlos podido evitar desde un principio. Debería haberlo hecho. Debería haberlo intentado porque ahora lo había perdido todo.

Le encantaría tenerlos delante para asesinarlos, a los dos, uno a uno. Estaba cabreado y triste, y esa tristeza no funcionaba en Dylan como en el resto de las personas. Sino que su tristeza se transformara en frustración por no saber evitarla y esa frustración lo cabreaba aún más.

Ojalá pudiera saber dónde estaban. Eso es lo que pensaba cada día. Lo anhelaba.

Así que ese día también salió de casa con el objetivo de caminar y encontrarlos, como hizo la última vez con Roger. Aunque esta vez fue diferente.

Ni siquiera llevaba dos cuadras, pero pronto sintió las miradas sobre él. 

Estaba cerca del mercado de Smithfield, llevaba varias semanas sin pisarlo y le apetecía caminar un poco por esa zona para descubrir lo que se encontraba. Pero el paseo fue incómodo porque había gente mirándolo.

En un primer momento solo fueron unos pocos. Miraba hacia sus lados y se encontraba con mujeres mirándolo de reojo y empezando a cuchichear con el que tuvieran al lado. Metió las manos en los bolsillos y mantuvo la cabeza hacia al suelo, repitiéndose una y otra vez que era mero engaño de su imaginación y que esas miradas y cuchicheos no iban por él.

Hasta llegar al mercado. Ahí fue peor.

La mirada ya no era solo de mujeres. Hombres y niños empezaron a señalarle con expresiones poco agradables, algunos hablando con otros en voz baja e incluso llegó a escuchar palabras como... ¿maricón?

-Yo que tú tendría cuidado al salir a la calle -se giró inmediatamente después de escuchar esa voz a sus espaldas. Porque ahí, a tan solo unos metros de distancia, se encontraba Freddie. Observándole de brazos cruzados y con una sonrisa ladeada en los labios. Tragó en seco.

-¿A qué coño te refieres?

-Ya sabes... -lentamente pasó su mirada alrededor y suspiró como si algo estuviera saliendo según lo planeado. Volvió a mirar a Dylan esta vez con las cejas alzadas y una sonrisa aún más grande -. No puedes andar por ahí acostándote con otros hombres. No es normal, estás enfermo y ojalá que nadie se de cuenta jamás, ¿cierto? -Dylan miró a su alrededor, cada vez estaban siendo rodeados por mucha más gente, más susurros y más miradas de odio. Quiso salir corriendo -. Quién sabe lo que podrían hacerte si se enteraran.

El pelirrojo vio las intenciones del moreno de marcharse y dejarle en medio de todo esa gente que se aglomeraba a su alrededor. 

-¡Espera! -Fred giró la cabeza para mirarle, esperando a que hablara -. ¿Qué les has dicho?

-Tú solo piensa en Roger y en todos esos pobres chicos gays que pasaron injustamente por lo que estás a punto de pasar tú ahora. La única diferencia es que, en tu caso, lo tienes bien merecido -y dedicándole un guiño desapareció entre el tumulto de personas que con gran velocidad le habían rodeado. 

De repente todo quedó en silencio. No escuchó los insultos hasta que le gritaron directamente en la cara y no sintió los golpes hasta que el primero de ellos arremetió contra su estómago.

Y con esa preciosa música creada por los dioses, formada por gritos de dolor, insultos homófobos y huesos rompiéndose por los golpes, Freddie se alejó de allí, silbando y dando saltitos de alegría de vez en cuando. Pensando que ese había sido un día bastante productivo.

•••

¡Hola, bonitos y bonitas! ¿Cómo estáis? Seguro que estupendos.

Hago esta notita para enseñaros un dibujo que hizo una persona súper bonita sobre la historia, a ver si sois capaces de situarlo en la escena concreta;

BitchRogtayloruwu muchísimas gracias por esto tan precioso. Tienes talento, es hermoso y me he enamorado enteramente. Eres una bolita de arte <3

Poco más que añadir pues el arte habla por sí solo. Espero que os guste tanto como me ha gustado a mí.

¡Hasta pronto!

💛💛💛💛💛

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