Capitulo 34

Al abrir la puerta e ingresar de nuevo en la habitación en la que el rubio permanecía desde hacía cuatro días, Freddie suspiró agotado. Cerró la puerta detrás de él y se cruzó de brazos, observando a su amigo como una madre enfadada. Sin embargo, Roger no le hizo el menor caso y ni siquiera se molestó en mirarle.

-¿Por qué sigue ese plato lleno? -preguntó señalando con la cabeza un plato hasta arriba de sopa de verduras que se encontraba sobre la mesilla al lado de la cama.

Roger levantó la mirada y observó de su amigo al plato y del plato de vuelta a su amigo. Se encogió de hombros.

-No tengo hambre.

-¿Ves cara de que me importe? -se señaló el rostro de un modo que en cualquier otra circunstancia Roger habría reído, y se acercó a grandes zancadas hacia la cama. Se sentó en la silla de siempre y tomó el plato entre sus manos. Este ya se había quedado frío del tiempo que llevaba sobre la mesa -. ¿Voy a tener que darte de comer como a los niños pequeños?

-Cómetelo tú.

La pasividad e indiferencia solo conseguían cabrear más a Freddie por momentos. Su amigo podía llegar a ser mucho más testarudo que él en ocasiones y esa era una de las cosas que menos soportaba. Lo había soportado sin decir ni una palabra esos últimos días por el estado en el que estaba el rubio. Porque no era oportuno discutir con él después de lo que había pasado. Pero tenía un límite y ese límite estaba siendo sobrepasado.

-Ya estoy harto -dejó de nuevo el plato sobre la mesilla de un golpe, haciendo que un poco de la sopa rebasara del mismo y manchara la madera. Freddie miró al menor con autoridad mientras que la expresión de Roger seguía sin reflejar nada -. Estoy harto de tu comportamiento tan egoísta. Sí, lo que te pasó fue una mierda, Roger, pero pon un poquito de tu parte. No puedo hacer yo todo el trabajo para que vuelvas a estar bien.

Roger se mordió el labio con fuerza. Hubiera dicho algo que fuera atacante o insultalte, pero simplemente no pudo. Había aguantado demasiado no llorar en esos días porque estaba harto de hacerlo, pero escuchar a Freddie le hizo sentir de nuevo las lágrimas en sus ojos. 

Y su voz tembló al pronunciar de un modo demasiado sincero un "lo siento". Algo que Freddie fue capaz de escuchar a pesar de lo débil que fue su volumen de voz. 

El moreno cerró los ojos y suspiró. Se pasó ambas manos por el rostro y cuando volvió a abrir los ojos observó a Roger mirar su regazo distraído, sumido en sus recuerdos y pensamientos.

-Tranquilo -comprobó una pequeña lagrimita caer del ojo de su amigo y no pudo evitar sentirse terriblemente mal de nuevo. Alargó la mano para limpiarla con su pulgar y Roger se sorbió la nariz algo más tranquilo.

El menor miró a su amigo de reojo y con algo de vergüenza preguntó:

-¿Me alcanzas la sopa? -Freddie soltó una pequeña risa y asintió.

-Claro -y bastante más tranquilo y feliz se la acercó.

Roger comió tranquilo. Por lo menos era capaz de hacerlo por sí solo. A decir verdad había mejorado hasta el punto en que podía sentarse sobre la cama y ya no tenía que estar todo el día tumbado, algo que le estresaba bastante.

Pasados unos minutos, más o menos cuando Roger había tomado la mitad del plato, Freddie tuvo que preguntar aquello que llevaba atormentándole los últimos días. 

-¿Me vas a decir ya quién te hizo esto? -la pregunta pilló a Roger por sorpresa lo que hizo que dejara de comer por un momento. Dejó la cuchara dentro del plato y se acomodó, hablando sin atreverse a mirar a Freddie a los ojos.

-¿A qué te refieres?

-Sabes a qué me refiero -continuó -. ¿Quién te ha hecho esto?

-Ya lo visteis -contestó rápidamente esta vez clavando la mirada en la de Freddie para parecer convincente -. Fue todo el mund...

-No -interrumpió mientras negaba con la cabeza. Roger observó a su amigo con nerviosismo mientras Freddie intentaba mantener la calma y no alterarse. Fuera de esa habitación era un manojo de nervios todo el tiempo, contestando y hablando mal a todo el mundo, pero con Roger debía controlarse -, sabes a lo que me refiero.

El silencio del rubio le hizo comprender que sabía a lo que se refería. Por lo que tras tomar una larga bocanada de aire soltó la bomba.

-¿Crees que no sé que fue Dylan? 

La mención de ese nombre hizo que Roger le mirara con los ojos muy abiertos, asustado, y solo eso le hizo verificar sus propias sospechas. Mostró una sonrisa milimétrica por su triunfo al descubrirlo, aunque en el fondo estuviera ardiendo en rabia. Quiso controlarse pues a pesar de las ganas que tenía de buscar a ese maldito pelirrojo y asesinarle a golpes tenía que hacerlo por Roger para no asustarlo más de lo que posiblemente estaría. 

-No haré ningún tipo de comentario sobre lo que te dije o no acerca de mis sospechas con ese tipo -habló Freddie pasados unos segundos. Roger había bajado la mirada al suelo ahora mucho más visible su nerviosismo y temor -, y solo diré lo que necesitas escuchar.

Con esas últimas palabras captó de nuevo la atención de Roger quien se alzó para mirarle. 

-No te preocupes más por él, no te volverá a hacer daño. Ni Jim ni yo lo permitiremos, ¿vale? -Roger asintió con lentitud. Realmente era lo que había necesitado escuchar todo el tiempo, en el que sus pensamientos eran ocupados tanto por Brian como por Dylan, y se sentía tan agotado psicologicamente que necesitaba a alguien para tranquilizar ese temor constante en su interior -, y a este paso John tampoco lo permitirá -añadió con gracia -. Ese chico ha estado estos días tan pendiente de ti que un poco más y me supera.

-¿John?

-Sí, John.

-Vaya... -comentó desanimado, básicamente por decir algo porque las ganas de hablar habían cesado de nuevo por completo. Observó el plato de sopa que aún tenía en la bandeja sobre él y volvió a tomar la cuchara para continuar comiendo. No porque tuviera hambre sino para no volver a escuchar los regaños de Freddie.

El mayor, sin embargo, se mantuvo unos minutos más en silencio y atento a que terminara el plato pero sin decir nada.

Pasado ese tiempo Roger le pasó la bandejita de plata para que Freddie volviera a colocarla en la mesilla.

-Deberíamos irnos -dijo Roger entonces y provocando que el moreno le mirara ceñudo.

-¿Cómo?

-De aquí -añadió -, ya estoy mejor. Quiero ir a casa.

-Tengo que discutirte ambas cosas. La primera; aún no puedes casi ni caminar.

-Sí puedo -dijo con voz grave casi interrumpiéndolo. Freddie quiso volver a discutirle pero se adelantó -, es absurdo que estemos aquí más tiempo -hizo el amago de quitarse las sábanas de encima para levantarse pero Freddie no se lo permitió, tomándole de la mano para evitarlo.

-Ya, pues lo segundo que tenía que discutirte es que no podemos ir a casa -la expresión de Roger, confundida, obligó a Freddie a continuar con sus palabras a pesar de que no quería sacar a relucir de nuevo el tema que había acabado con ellos en esa casa -, no podemos porque allí todos te conocen. Y bueno, a mí también porque estoy seguro que ahora pensarán que somos pareja o algo.

Roger dejó caer el peso de su cuerpo sobre el colchón pensando en sus palabras. Y tenía razón. Con todo lo que había pasado desde que despertó se le había olvidado el detalle de que seguramente todo Smithfield supiera de su orientación sexual. 

Soltó un suspiro al pensarlo.

Su vida solo iba de mal en peor.

-¿Y qué haremos? -preguntó agotado.

-Ya lo he hablado con Jim e iremos a su casa cuando salgamos de aquí. Pero yo tenía pensado que lo haríamos en unos cuantos días más, no ahora. Tengo que hablarlo con él para ir antes si de verdad te quieres marchar ya. Al fin y al cabo es su casa, no la nuestra.

Roger asintió de acuerdo. Pero el simple hecho de pensar que probablemente se quedaría allí unos días más le agobiaba y frustraba demasiado. Quería marcharse y necesitaba hacerlo cuanto antes. Aún recordaba las palabras latentes de Elizabeth obligándole a marcharse lo antes posible.

Entonces, la puerta que hasta ese momento había permanecido entornada, chirrió al ser empujada para abrirla, revelando el esbelto cuerpo de Jim y una pequeña sonrisa tímida en sus labios.

-Lo siento... Os he escuchado -dijo cerrando la puerta detrás de él después de ingresar del todo en la habitación. A Freddie se le pusieron las mejillas rojas -, pero no tengo ningún problema en que vengáis ahora a mi casa. En realidad lo estoy deseando, no me gusta estar aquí.

-¿Estás seguro? -preguntó Freddie. Jim asintió.

-Por supuesto.

-Eres un amor, ¿lo sabías? -sonrió. Ahora a quien se le pusieron rojas las mejillas fue a Jim que, a pesar de ello, no pudo apartar la mirada del moreno sonriendo con sinceridad.

Roger miró de uno a otro con dos sentimientos aflorando en su interior. El de la felicidad y el de la envidia. Deseando tener algo así en algún momento de su vida. Algo que parecía no querer llegar nunca.

-Voy a avisar entonces -Freddie se levantó de sus sitio y antes de salir de la habitación miró a Jim -, ayúdale a levantarse y calzarse, ¿quieres? -el aludido asintió y avanzó hacia la cama cuando la puerta volvió a cerrarse. 

Una vez a solas Roger apartó las sábanas que lo cubrían y con ayuda de Jim quedó sentado al filo de la cama con las piernas colgando en el borde de la misma. Soltó un quejido al realizar el movimiento, uno que asustó un poco a Jim quien no pudo evitar mirarle con preocupación.

-¿Estás bien?

-Sí, sí -asintió. El mayor se agachó al suelo y comenzó a calzarle y atarle los cordones de los zaptos. Todo ante la atenta mirada del rubio. Esa acción le hizo sonreír un poco.

Jim le caía bien. Era bueno para su amigo.

-¿Te gusta Freddie? -la pregunta fue tan repentina e inesperada que Jim se atragantó con su propia saliva al escucharla. Roger rió un poco cuando el mayor empezó a toser levemente y se incorporó una vez el calzado estuvo bien atado.

-Ehm... -hubiera dicho que no pero las cejas alzadas y la media sonrisa de Roger daban a entender que de hacerlo no le creería. No le quedó más remedio que reír -, ¿tanto se me nota?

-Bueno... -comentó gracioso -, solo un poco -mintió. Se le notaba mucho. A ambos.

-Pues sí -admitió -, ¿te parece mal? -la pregunta resultó algo tímida. Claramente eso era lo que más le había preocupado desde que conoció a Freddie. Sin duda Roger era la persona más importante de su vida y ganárselo a él significaría tener vía libre para estar con el moreno. 

Roger negó y sonrió pequeño.

-No. Solo quiero que sea feliz -no como yo -, y creo que tú podrás conseguirlo.

Jim también sonrió.

La puerta volvió a abrirse y esta vez apareció Freddie al lado de Elizabeth y Brian.

No había vuelto a ver al rizado desde que hablaron la última vez y tenerle de nuevo frente a él hizo que los nervios que había mantenido a raya esos últimos días volvieran a florecer con velocidad. Tragó saliva nervioso y apartó la mirada hacia Jim de nuevo quien se había puesto en pie.

-¿Te vas? -preguntó Brian. Nadie contestó. 

Freddie se acercó con malos humos hasta él y con la ayuda de Jim, agarrándolo cada uno de un brazo, consiguieron ponerlo en pie. Roger se tragó sus quejidos y gemidos mordiéndose la lengua, pero sus expresiónes aun así lo delataban.

Intentó dar unos pasos pero le dolía demasiado tanto las costillas de aguantar el peso como las piernas que tenía entumecidas por no haberlas usado en muchos días. Brian lo notó.

-Aún no estás bien, deberías quedarte un poco más.

-Quieren irse, Brian -masculló Elizabeth entre dientes.

Brian la ignoró.

-Por favor -Roger levantó la mirada y por primera vez en mucho tiempo se perdió en sus ojos. Le suplicaba con la mirada que se quedara, que él le cuidaría, que se recuperaría.

El intercambio de miradas entre ambos pareció durar una eternidad y por un segundo pareciese que todo a su alrededor había desaparecido, que volvían a ser ellos dos de nuevo, solos contra el mundo.

Y dudó. Dudó durante al menos un segundo pero no podía permitirse hacerlo. Ya no.

Parecía ser que todos esperaban por su respuesta. Una respuesta que no tardó en decidir.

-Vámonos.

Pero la única que pareció satisfecha con ella fue Elizabeth.

Antes de que Roger pudiera volver a caminar Jim no le dejó, pasó uno de sus brazos tras su espalda y otro por debajo de sus piernas, alzándole para llevarle en brazos. Roger se dejó. Lo único que quería era salir de allí cuanto antes.

Avanzaron hacia la puerta con Freddie detrás de ellos.

-Gracias por tu hospitalidad, Elizabeth, has sido muy amable -dijo mientras bajaban las escaleras de la casa. Eli y Brian los siguieron, este último no sabiendo muy bien ni qué decir ni qué hacer para evitar que se marcharan.

-No es molestia.

Lo había sido pero eso no lo diría en voz alta.

Llegaron a la puerta de entrada la cual Freddie abrió rápidamente para que salieran. Y lo hicieron.

No querían decir nada más, no querían esperar un segundo más. Bajaron las escaleras de entrada y avazaron por el pequeño patio frontal. Fue en ese momento cuando Roger se permitió mirar por encima del hombro de Jim, a los ojos de una persona que esperaba a un lado de la puerta.

Brian le observaba con una expresión difícil de entender, pero que a la misma vez mostraba demasiados sentimientos. Y Roger se sintió débil, expresando también con su mirada su desagrado por alejarse de nuevo de él.

Y así, mientras se observaban alejarse, Elizabeth cerró la puerta de su hogar con un portazo, cortando cualquier tipo de mirada que ambos pudieran haber compartido y volviendo a romper otro de los pequeños hilos que aún los mantenía unidos.

•••

¡Hola, hola! 

Últimamente hago muchas notas de autor y eso no es algo que me guste mucho, pero aparezco por aquí para comunicaros una cosilla. 

Esta semana que entra me voy de viaje y no vuelto hasta el sábado que viene por lo que no podré actualizar hasta ese día. Solo es una semanita, no es mucho pero aun así me siento triste :(

Y tengo la bonita obligación de decíroslo. Os quiero, bebecitos ❤️

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