Capitulo 31
Después de aquel grito, la plaza se sumió en un silencio absoluto. Freddie era incapaz de ver nada debido a las cabezas y cuerpos delante de él que tapaban su visión, pero imaginó que estaban a punto de presenciar una escena que, desgraciadamente, no era nueva u original. Sino algo que tenía lugar prácticamente todas las semanas, varias veces, desde lo ocurrido en Hole.
Así que prefería no mirar y desentenderse, pues cada vez que tenía la obligación de presenciarlo porque ocurría frente a sus narices, quedaba sin probar bocado lo que restaba del día. Y en su condición eso no era sano.
Pero fue la voz de esa persona lo que le hizo fijarse más de lo que debería. Porque a pesar de la ira que cargaba, de lo ronca y grave que se escuchaba y de la lejanía de bastantes metros, había algo que le hacía reconocerla.
-¡Este es el peor de todos! -continuó. En ese momento los cuchicheos y exclamaciones de sorpresa comenzaron a ser intercambiados entre todos los presentes. John y Jim se mantenían con la mirada pegada al cúmulo de personas desde el que venía la voz, demasiado sorprendidos y espantados como para moverse -. ¡Intentó forzarme en ese callejón de ahí! ¡Así que haced lo que os salga de las pelotas con él! -los cuchicheos y susurros habían aumentado en comentarios de mal gusto, palabras obscenas y cargadas de repulsión -. ¡Pero haced que pague!
En ese momento Dylan soltó el único agarre que había mantenido sobre Roger desde que lo arrastró desde su casa. Cuando sus dedos se desenredaron de su rubio y enmarañado cabello, Roger sintió sus piernas flaquear y cayó al suelo cuando se vio incapaz de soportar todo el peso de su cuerpo. Sus rodillas se rasparon al contacto con la gravilla, al igual que los codos y las palmas de las manos. Pero no importó. Lo único a lo que le tomó importancia fueron las miradas de la gente. Él y Dylan estaban siendo rodeados por un gran número de personas, pero en realidad todos los pares de ojos que allí habían estaban puestos directamente sobre su persona.
Gente que conocía. Vecinos, compañeros, conocidos e incluso gente que trabajaba también en el mercado con la que se había llevado bien. Fue entonces cuando se dio cuenta.
Su vida terminó en ese momento.
-¡¿Acaso queréis que alguien como él viva en la misma ciudad que vuestros hijos?! -gritó de nuevo. Cuando Roger levantó la cabeza un poco para mirar al que había sido su novio, este estaba completamente desquiciado. Cegado por los celos y la ira y cometiendo uno de los mayores errores de su vida.
-No...
-¡Estoy seguro de que está planeando hacer cosas asquerosas con ellos! -algunas madres tomaron a sus hijos en brazos, niños que estaban asustados o que incluso habían empezado a llorar, otras tan solo los tomaron de la mano para marcharse. Temiendo que las palabras del joven fuesen ciertas. Roger volvió a mirar a la gente y les negó con la cabeza, intentando convencerlos de que nada de lo que decía era cierto. Era incapaz de decir algo. La cabeza seguía doliendo demasiado, y el mareo la somnolencia que le provocaban no le permitían pronunciar más que algún débil "no" -. Yo jamás permitiría que alguien como él viviera libre y con la tranquilidad de poder hacerlo.
No lo vio venir, pero Roger solo pudo soltar un grito cuando una patada golpeó con fuerza en su abdomen, provocando que cayera de lado, golpeándose de nuevo la cabeza contra el suelo y empezando a respirar con dificultad cuando el golpe hizo que todo el aire de sus pulmones se expulsara con urgencia.
Dylan había dado el primer golpe, pero ni de lejos sería el último.
Pero esa voz...
Freddie estaba convencido de que la conocía, tan convencido pero asustado al mismo tiempo que ni siquiera quiso creerlo en primera instancia.
-Espera... -salió de detrás del mostrador e intentó acercarse al cúmulo de personas que rodeaban lo que fuera que estuviera ocurriendo.
-Hey, ¿qué haces? -Jim le había tomado de la muñeca obligando a que se detuviera. John había avanzado unos pasos y se mantenía inmóvil y asustado tras el cuerpo de Jim.
-Tengo que verlo.
-¿Ver el qué? ¿Lo dices en serio? -de nuevo se escuchó otro golpe y otro grito. Las personas que formaban ese gran y denso círculo habían empezado a gritar insultos y lanzar amenazas al aire. Algunos se habían agachado al suelo a coger piedras y lanzarlas hacia el centro, la mayoría niños. Freddie empezaba a agobiarse.
-Sí, creo que... creo...
-No es buena idea -pero las insistencias de Jim no pudieron importarle menos en ese momento. Había llegado a la última fila del tumulto, muchos de ellos gritaban al aire.
Fue por un pequeño hueco que quedó entre dos personas. A penas fue un espacio de unos pocos centímetros para poder apreciar lo que estaba pasando pero suficiente para captar la cabellera rubia tan reconocible para él.
Quedó estático durante unos segundos.
-¡Seguid! ¡Matadlo! -solo el grito de rabia que escuchó de la mujer que tenía a su lado le hizo volver a la realidad.
-¡No! -por suerte, o por desgracia, su grito a penas se escuchó debido a que el resto eran mucho más numerosos y estruendosos que el suyo. Sintió una ola de adrenalina trepar por su espina dorsal y quiso lanzarse hacia el frente para empujar a todas y cada una de las personas que habían frente a él, con el objetivo de alcanzar a su mejor amigo y librarle de ese infierno.
Pero no pudo.
-¿¡Qué haces!? -Jim le había vuelto a agarrar del brazo pero esta vez con mucha más fuerza. Le acercó hasta él de un tirón y rodeó con su brazo su cintura, prácticamente inmovilizándolo.
-¡Suéltame! ¡Suéltame ahora mismo! -Freddie gritaba y golpeaba a quien le retenía ante la aterrorizada mirada de John que para ese momento no supo qué hacer. Bien podría haberse ido nada más comenzar el altercado, pero algo se lo impedía.
-¡No! ¡No puedes meterte ahí dentro! ¡Estás loc...!
Una fuerte patada en su pierna izquierda le obligó a detener sus palabras y a soltar a Freddie. El moreno se soltó con fuerza de sus brazos y volvió a correr hacia la multitud.
El círculo había disminuido en tamaño. La gente se había concentrado más para participar en la agresión y muchos de ellos habían decidido marcharse debido a la dureza de lo que podía verse. Pero solo se escuchaban golpes, tirones e insultos y amenazas. No se percibía ni un solo grito de dolor. Y aquello le asustó mucho más.
-¡No es cierto! -gritó empujando a los últimos en la fila para intentar moverlos pero sin éxito -. ¡Él no es gay! ¡Dejadle en paz! -desesperado se agachó, queriendo pasar entre las piernas de los presentes -. ¡Yo lo soy! ¡Yo soy g...!
Una mano aprisionó con fuerza sobre sus labios y volvió a tirar de él hacia atrás.
Jim lo cargó con su brazo libre mientras le tapaba la boca con el otro y se alejaba de la multitud, con John persiguiéndole como si fuera un perrito asustado.
Freddie pataleaba, le mordía la mano e intentaba soltarse, pero Jim juntó mucha más fuerza que la vez anterior y no le permitió la huida. Los tres, o más bien los dos porque Freddie iba en volandas, caminaron hasta la calle de enfrente donde tan solo se escuchaban gritos lejanos.
Jim le dejó de una buena ven en el suelo y le apoyó en la pared, pero no le destapó la boca y mucho menos soltó sus brazos, con los que Freddie pretendía golpearle a la mínima que se despistara.
-Deja de actuar así, Freddie, por favor -miró hacia ambos lados. Por suerte a penas había gente en esa zona y los pocos que se mantenían estaban más concentrados en el espectáculo a unos largos metros de ellos -. Vas a llamar la atención, sabes que no vas a conseguir nada de este modo -poco a poco Freddie paraba de forcejear. Seguía tenso, intentando soltarse pero había dejado de intentar gritar y golpear.
-Tiene razón -apoyó John. El chico tenía los ojos abiertos como platos y observaba a Freddie con miedo. Miedo por lo que estaba ocurriendo y porque sabía tal y como él que Roger era el centro de todo el espectáculo.
Freddie se había calmado por completo, o al menos eso parecía. Había cerrado los ojos con fuerza para intentar tranquilizarse pero los gritos, insultos y golpes que no cesaban en la lejanía solo le provocaban náuseas y ganas llorar de impotencia y frustración.
-Vale, voy a soltarte, ¿de acuerdo? -continuó -. Tienes que prometerme que no vas a gritar ni que vas a salir corriendo de nuevo -pasados unos segundos Freddie asintió.
Jim dejó escapar un profundo suspiro y lentamente apartó las manos del cuerpo del moreno. Freddie tomó aire y se llevó las manos a la cabeza, tirándose del pelo y repitiendo palabras entre dientes que eran incapaces de entenderse.
-Debería hacer algo, debería hacer algo, debería hacerlo... -los gritos le desconcentraban. Tenía la urgente necesidad de correr de nuevo hacia allí y clavarles los dedos en los ojos a todo el mundo, golpearlos y matarlos con sus propias manos. Y estuvo a punto de hacerlo, si no hubiese sido por las palabras de Jim.
-No puedes hacer nada, ¿qué pretendes? ¿Acabar como posiblemente acabe él? -la dureza con la que dijo aquello era totalmente intencionada. Sabía que solo había un modo para que Freddie le obedeciera, y ese modo era ir con la realidad por delante y decirla lo más claramente que se pudiera.
-Pero...
-No podrás ayudarle si tú estás hecho mierda también, piénsalo.
John se mordía las uñas a un lado. De nuevo se había quedado mudo pero como Jim parecía controlar bien la situación, no sintió que hiciera falta su intervención.
Pero Freddie no quería escuchar más. Ni las palabras de Jim ni los gritos en la lejanía. No lo soportaba. Así que se tapó los oídos con las manos e hizo fuerza con ellas, cerrando los ojos en el proceso para justo después soltar un grito de frustración.
Solo se repetía una imagen dentro de su cabeza, en bucle. Roger siendo golpeado y humillado frente a decenas de personas. Débil, vulnerable y solo. Completamente solo. Sin su ayuda sabiendo que probablemente podría hacer algo. Podía hacer algo y estuvo a punto de hacerlo.
Prefería mil millones de veces antes que los golpes y humillaciones que estaba recibiendo su amigo fueran recibidas por él. Haría lo que fuera por intercambiar su lugar, por sacarlo de allí y llevárselo a casa.
Quiso hacerlo, quiso correr de nuevo y gritar a los cuatro vientos que el único puto gay que quedaba en Londres y en toda la maldita Inglaterra era él. Para terminar con toda esa situación de una buena vez, terminar con los ataques y agresiones. Terminar con todo.
Y justo cuando estuvo a punto de volver a echar a correr, Jim le tomó de las mejillas y le obligó a abrir los ojos. Y observarlos como le hizo hacerlo pudo tranquilizarlo aunque fuera solo un poco. Porque eran tiernos, cálidos y acogedores. Porque le observaban con cariño y confianza, una confianza que quería que Freddie le otorgara. Porque le ayudaría a solucionar lo que estaba ocurriendo.
Sabía que lo haría.
Por eso no se movió.
Y unos cuantos minutos más tarde, los gritos cesaron, los golpes pararon y los insultos terminaron. Freddie dejó de acogerse en la mirada de Jim para observar tras su espalda. La multitud había comenzado a dispersarse aunque hasta el final solo habían permanecido unos pocos.
Siempre que ocurría una agresión así era igual, cuando la acción terminaba, que generalmente era cuando el agredido quedaba inconsciente, los espectadores y participantes se marchaban, dejándolo tirado en el suelo como si fuera un muñeco roto.
Eso era lo que parecía Roger desde la distancia.
Un muñeco destrozado.
-Rog... -Freddie echó a andar a gran velocidad.
Jim le siguió con John pisándole los talones. No quiso decir nada porque la comunicación no verbal de Freddie le indicaba que a la mínima que dijera algo esta vez le llovería una ola de golpes y patadas.
Cruzó la calle en menos de un minuto. Freddie se dejó caer a su lado y en un principio no supo cómo tocar, o si en realidad debería hacerlo. Sus manos temblaron ante la escena que tuvo que presenciar.
Porque prácticamente Roger ya no era persona.
Todo él era sangre, moretones y heridas. No llevaba camiseta, esta estaba hecha girones a su lado, y los pantalones se mantenían alrededor de sus piernas a duras penas porque estos también estaban rotos y destrozados. Rotos y destrozados como Roger. El rubio tenía el rostro irreconocible porque la sangre y la tierra cubría cada tramo de su piel. La sangre chorreaba desde la herida superior de su cabeza sin cesar, creando un charquito rojo en el suelo. Y todo su torso estaba en las mismas condiciones. Un gran moratón del tamaño de la palma de una mano cubría su piel sobre la zona de las costillas.
Y tenía los ojos cerrados.
Casi como si durmiera. Casi como si estuviera...
-Por Dios... -John se agachó a su lado y fue el único que se atrevió a poner sus dedos en el cuello del chico, en busca de un pulso que percibió estable pero débil. Muy débil.
Freddie tenía la mirada borrosa por las lágrimas pero aún no sabía qué hacer. Ni siquiera le había tocado todavía. Temía que al hacerlo le hiciera mucho más daño. Así que solo lo miraba, lamentándose en su cabeza y disculpándose por no haberlo evitado. Se sentía tremendamente culpable.
Jim observó a su alrededor. Los que aún permanecían en el mercado se giraban para mirarlos con el ceño fruncido, extrañados y en desacuerdo por la atención que aquellos tres le dedicaban al rubio. Así que miró a Freddie y habló con un deje de disculpa en su voz.
-Sea lo que sea lo que vayamos a hacer, mejor hacerlo cuanto antes.
Freddie asintió aunque su mente aún no parecía estar del todo presente allí con ellos.
-¿A dónde lo llevamos? -el mayor de los tres se agachó quedando a la altura de los otros dos. Contemplar el estado en el que se encontraba Roger hizo que su estomago se revolviera.
-No... no lo sé... -la voz de Freddie era débil, casi inaudible -. Tiene que verlo un médico pero yo... yo no tengo dinero para...
-Yo sé dónde llevarlo -dijo entonces John. Miró con seriedad a los otros dos esperando a que confiaran en él, cosa que en un principio Freddie no estuvo seguro de hacer -. Por favor, confía en mí -dijo mirándolo directamente a los ojos -. Quiero ayudar.
No tuvo que pensarlo mucho.
No quería imaginar el estado en el que Roger podría estar. No sabía qué tan graves eran sus lesiones, y podrían serlo tanto que probablemente alguna realmente grave llegaría a matarlo. Así que asintió. Y al hacerlo su mirada se endureció demasiado, como si hubiera pasado de la preocupación y el miedo a la rabia en menos de un segundo.
-Vale.
Con la ayuda de Freddie y John, Jim tomó a Roger en sus brazos. Lo cargó con la mayor suavidad del mundo para no hacerle más daño y empezaron a caminar.
Las miradas de los de su alrededor no tardaron en llegar, algunos comentarios e insultos por lo bajo tampoco, pero ninguno prestó atención. Callaron y siguieron hacia delante.
John iba en cabeza. Caminando con velocidad y no deteniéndose para nada. Estaba muy preocupado también, básicamente por dos razones. La primera porque la razón de la infelicidad de su mejor amigo estaba gravemente herida y probablemente luchando entre la vida y la muerte; y la segunda porque lo que había presenciado, a pesar de que él mismo no había aceptado la homosexualidad desde niño, no había sido para nada de su agrado. Porque al instante supo que el que una persona acabara siendo agredida de un modo tan brutal no era justo, y el imaginarse a Brian del mismo modo le hizo rechazarlo aun muchísimo más.
Pronto salieron de Smithfield y llegaron a un edificio grande y elegante. John abrió la puertecita del jardín frontal y caminó unos pasos hasta llegar a unas escaleritas que subían hasta una puerta de entrada. Antes de llamar se dio la vuelta y los miró.
Freddie le observaba con desconfianza.
-Probablemente la idea no te guste del todo, pero la opción es la mejor de todas, créeme -y antes de que Freddie pudiera decir algo, el menor estrelló los nudillos contra la madera refinada de la puerta y esperó.
Jim se acercó hasta las escaleras aguantando el peso de Roger en sus brazos. Pero prácticamente era como si no pesase nada, y estaba tan frío, tan pálido y tan inmóvil que a veces creía estar sujetando un cadáver.
La puerta se abrió a los pocos minutos revelando a una mujer joven vestida con un bonito vestido granate.
-Hola, John -saludó con una dulce sonrisa al mencionado, pero entonces su mirada no pudo evitar contrarse con otras dos personas detrás de él, o más bien tres. Personas que no conocía, pero al ver el cuerpo de Roger sobre los brazos de uno de los dos su sonrisa desapareció y su expresión cambió a otra de completo horror -. ¿Qué ha pasado? ¿Quién es? -llevó una de sus manos hasta su boca de la sorpresa, no podía dejar de mirar a ese pobre chico que incluso era incapaz de reconocer.
-Esto te va a parecer raro, Elizabeth, pero necesitamos que llames a un doctor.
La chica pareció quedarse bloqueada unos segundos, pero pasado ese tiempo asintió repetidamente y se apartó de la puerta para dejarlos pasar. No pudo decir nada más.
John se metió prácticamente de un salto y los otros dos le siguieron. Freddie aún seguía demasiado confundido por las palabras de John, pero su confusión se disolvió en cuanto escuchó la voz de una persona acercarse por uno de los pasillos de la mansión.
-¿Quién era, Eli?
Brian apareció tras una de las puertas transversales a la entrada.
Su mirada pasó de la de su mujer a las otras personas que le acompañaban. No le extrañó en absoluto ver a John, pero sí ver a Freddie en su propia casa. Una mirada que mantuvieron ambos durante lo que parecieron siglos. Freddie se abstuvo de decir algo, manteniendo los puños apretados y la mandíbula tensa, y Brian sintió el calor del nerviosismo escalarle por la espalda hasta los hombros.
Pero había alguien más. Dejó de mirar a Freddie para mirar a otra persona que no conocía, pero no fue esa persona quien le llamó la atención, ni siquiera se molestó en observarle mucho rato, sino que fue quien sujetaba en brazos.
En un principio le costó reconocerlo debido a su deplorable estado, pero solo tuvo que atar cabos para comprender que quien estaba allí con ellos, inconsciente y brutalmente herido, era Roger.
-No lo sé, John me...
-¿A dónde le llevamos? -interrumpió el mencionado.
Brian, sin embargo, era incapaz de apartar la mirada del rubio. En un primer momento no sintió nada pero a la vez sintió tantas cosas que incluso creyó marearse. Elizabeth observaba a su marido con los ojos entrecerrados, captando su increíble y para nada oculta preocupación.
-Arriba a la derecha hay una habitación libre. Iré a llamar a un médico y en seguida subo a ayudar -dijo la joven. Jim no tardó un segundo más en ponerse a subir las escaleras a gran velocidad con Freddie pisándole los talones, quien no se molestó en decir nada pues no quería malgastar sus energías en alguien como Brian, prefería reservar las pocas que le quedaban en Roger.
Elizabeth desapareció por el pasillo para buscar el teléfono. John y Brian se quedaron solos.
El mayor mantenía la mirada perdida en el suelo y solo reaccionó cuando escuchó los pasos de John acercarse.
-¿Qué ha pasado? -preguntó rápidamente clavando la mirada en la de su amigo. John suspiró.
-Creo que no soy el indicado para decírtelo -John era capaz de percibir los temblores en todo el cuerpo del rizado, temblores que venían en oleadas, al igual que los ojos húmedos que retenían toda la preocupación que era similar a la que él podría llegar a sentir por Anne.
Aquello disipó cualquier atisbo de duda que aún le quedara de si Roger era la persona más importante en la vida de su amigo. Lo era. Y ya nada podría indicarle lo contrario.
-¿Quieres subir a verle?
-¿Qué? -Biran lo miró con alarma -. No, yo no... No.
-Vale, tranquilo -levantó el brazo y le dio ligeros golpecitos en el hombro -. No pasa nada, ya nos encargamos nosotros.
Brian asintió. Tragó saliva y apartó la mirada. De repente necesitaba sentarse y pensar, las piernas habían comenzado a fallarle.
-Llegará lo más rápido que pueda -anunció Elizabeth taconeando por el pasillo hasta su ubicación. Miró una última vez más a Brian, quien parecía ausente, para después mirar a John -. Necesito tu ayuda, ¿vienes?
-Claro -miró una última vez más a Brian y se ahorró palabras de ánimo. No podía decir algo así delante de Elizabeth, no estaba en su derecho decirle la verdad de la cual, por mucho que ante sus ojos fuera obvia, no estaba completamente seguro hasta que Brian afirmase sus sospechas.
Así fue como unos minutos más tarde, Elizabeth y John subieron al cuarto al que habían llevado a Roger. En él se encontraba el rubio completamente desnudo. La ropa que le habían quitado estaba tirada en el suelo y solo hizo falta mirar un poco el estado de su cuerpo para saber que si se recuperaba, iba a tardar en hacerlo.
Dejaron el cubo que habían llenado con agua limpia en el suelo y Elizabeth mojó una toalla blanca en él.
Freddie se mantenía en una esquina desesperado, pero cuando vio a esa chica desconocida acercarse a su amigo avanzó los pasos que le separaban de la cama y la tomó por la muñeca.
-No -dijo cortante -. Yo lo hago -en cualquier otra circunstancia Eli le habría dicho que no, que una persona en su estado no podía encargarse de la curación de otra, pero le dio tanto pavor su mirada que solo pudo asentir y pasarle la toalla húmeda.
-Freddie, creo que será mejor que te sientes un momento, puedo hacerlo yo -intentó convencerlo Jim, pero ni él ni nadie conseguirían cambiarle de opinión.
-No -volvió a decir sin más -. Solo lo haré yo.
Y pese a su estado de ansiedad fue capaz de limpiar las heridas más superficiales y la tierra que manchaba su piel sin problema. Porque juntó todas sus energías en hacer todo lo posible para ayudarle.
Porque no volvería a dejar que alguien en quien no confiara volviera a acercarse a él, y mucho menos el joven rizado que en ese mismo momento lloraba solo y en silencio en el sofá de la primera planta.
•••
¡Hola! Aquí Nobis hablando e interrumpiendo este hermoso (y doloroso) capítulo de Laura.
Que quieren que les diga, Dylan es un joeputa al que quiero tirar de un barranco.
¿A ustedes qué les pareció el capítulo? ¿Opiniones? ¿Quieren que juntemos firmas para matar a Dylan con instrumentos de tortura medieval?
Espero que les haya gustado mucho y recuerden, se vienen algunas sorpresas... ¡Pero tienen que estar atentos!
No dejen que el sueño les gane.
Los amo demasiado💕
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