Capitulo 28

Dos semanas.

Habían sido dos largas e infinitas semanas.

Pero Brian y Elizabeth llevaban siendo marido y mujer durante medio mes. Y Roger era incapaz de superarlo aún.

Bien es cierto que el haber estado esas dos semanas sin verle le habían conseguido aliviar un poco. No podía negar que lo echaba de menos, lo hacía infinitamente, pero de un modo u otro tendría que superarlo. Porque no era la primera persona en el mundo a la que le habían roto el corazón, ni sería la última, y si la gente era capaz de superarlo él también debería serlo. Por mucho que doliese.

Y estar con Dylan durante esas dos semanas habían servido muchísimo para olvidar a Brian la mayoría de las veces. Prácticamente vivían juntos. Si no estaban en casa del mayor estaban en la de Roger, les acompañaba al mercado durante todo el día aunque siempre se quedara al margen. Y tenían relaciones absolutamente todas las noches. En esos momentos era cuando más se acordaba de Brian. Era imposible evitarlo.

¿Y qué es lo que opinaba Freddie de todo esto?

Bueno... Freddie se mordía la lengua la mayor parte de las veces. No soportaba a Dylan y no soportaba que se pasara todo el día en su casa o persiguiéndoles el culo a todas partes. Y era incapaz de hablar del tema con Roger porque sabía que ese chico era lo único que le distraía del tema de Brian. Lo único. Por lo que, por el bien de su amigo, debía callarse sus propias inconformidades y opiniones.

Por lo que Freddie se levantó esa mañana de la cama la cual estaba vacía. Pensó que Roger se habría ido a pasear al perro a la calle, es decir, a Dylan, y salió tranquilamente de su habitación en dirección a la salita de estar.

Pero al llegar puso los ojos en blanco al encontrarse a la indeseada pareja comiéndose la boca sobre el sofá.

Avanzó lentamente hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua.

Ninguno parecía darse cuenta de su presencia. Freddie bebía mientras les observaba con el ceño fruncido. Era completamente visible la lengua de ambos entrando y saliendo de sus bocas. Pero eso podía soportarlo. El que Dylan metiera la mano en el pantalón de Roger para apretarle el trasero ya no le agradó tanto. 

Se atragantó con el agua y puso cara de horror.

-¡No frente a mí, malditos cerdos!

Roger y Dylan se separaron de golpe, aunque más por la sorpresa que por la vergüenza de que los pillaran de esa guisa. 

Freddie se limpió con la manga de la camiseta el agua que se le había escurrido por toda la ropa mientras los miraba con cara de asco.

-No es para tanto -contestó Dylan con una sonrisa. 

¿Que no era para tanto?

A Freddie le dieron ganas de lanzarle la zapatilla a la cabeza.

-¿No tienes tu propia casa? -esa era la primera vez que decía algo negativo con respecto a la presencia de Dylan en sus vidas. Y aunque había sido tan solo una pregunta, el motivo de su reacción estaba claro. Quería que se fuera -. Digo, para que folles ahí y no en mi sofá -completó y le guiñó un ojo.

Roger se llevó una mano a la cabeza y negó. 

-El sofá no es solo tuyo, ¿cierto?

-Fue mío antes que de alguien más, y ni se te ocurra discutirme -dijo señalándole con un dedo. Pero aquella situación y la reacción del mayor parecía causarle gracia a Dylan quien no borraba la sonrisa de la cara ni un solo momento. 

-¿Podéis dejar de discutir? -preguntó entonces Roger. Dylan se giró para mirarle.

-Yo no estoy discutiendo.

Freddie observó cómo el pelirrojo se acercaba para volver a dejar un beso en los labios del menor. Aquello solo le dieron ganas de vomitar pero optó por no decir nada al respecto. Entonces se escucharon unos golpecitos en la puerta lo que hizo que Freddie, a parte de agradecerlos para que aquellos dos se separaran de una vez, fue ponerlo increíblemente nervioso.

-Menos mal -dijo avanzó hasta la puerta. Roger le observó con una expresión de confusión, pero no le dio tiempo a decir nada pues Freddie ya había abierto la puerta revelando la figura de un hombre detrás de ella.

-Hola -la sonrisa que ese joven le dedicó a Freddie era muya amable y llena de cariño. El hombre era atractivo, de más o menos su edad y estatura, pelo castaño oscuro y ojos marrones. 

-Hola, cielo -se hizo a un lado y permitió al desconocido a entrar en casa. 

Roger se obligó a sí mismo a ponerse en pie y avanzar hacia ellos dos. Dylan, sin embargo, se levantó pero se mantuvo parado en su sitio.

-Oh, sí -Freddie dejó de mirar a ese joven para poner la mirada sobre Roger quien había tenido que carraspear para llamar su atención -. Roger, este es Jim. Jim, este es mi amigo, Roger.

-Hola.

-Encantado -ambos se dieron la mano. Roger mantenía una sonrisa pequeña pero amigable para intentar rebajar los ligeros nervios que Jim parecía estar sintiendo. Cuando se soltaron Freddie puso los ojos en blanco y señaló a Dylan.

-Y ese es Dylan, un intruso indeseado -el nombrado soltó una pequeña risa y Roger miró mal a su amigo.

Pero lejos de molestarle, Dylan se acercó hasta ellos y también sacudió la mano de Jim quien a estas alturas ya no sabía si sonreír o no. No estaba acostumbrado a un ambiente tan tenso y desconocido al mismo tiempo.

-Un placer.

Roger aprovechó la ocasión para mirar a su amigo con un interrogante plasmado en su mirada. Freddie sonrió.

-Bueno, Jim es un chico que conocí en el mercado hace un par de semanas, ya sabes, cuando tú no podías venir -habló con sutileza mientras miraba a Roger. Habían sido dos semanas sin mencionar el tema de Brian para no derrumbar el ánimo del rubio que por suerte había parecido mejorar un poco en ese tiempo. Roger tan solo asintió.

-Ah, ¿sí? -preguntó mirando a Jim. 

-Sí, Freddie fue muy amable conmigo -dijo y ambos, tanto él como Freddie, soltaron una pequeña risa. Roger los miró confundido. Algo pasó entre aquellos dos.

-Ya, es parte de su encanto -dijo con ironía. Freddie le dio un golpecito en el hombro a modo de broma. 

-Pues nada, ya le conoces -dijo y empezó a empujar a Jim hacia la puerta -. Solo vino a recogerme, nosotros ya nos vamos así que podéis hacer lo que queráis... -pero se detuvo. Se dio la vuelta y los miró de un modo amenazante -, menos eso.

-Hay muchas cosas para hacer que no llegan a ser eso pero que se parecen -contestó Dylan con socarronería y pasando uno de sus brazos por los hombros de Roger. A estas alturas el rostro del rubio era similar a la tonalidad de un tomate.

-Ya me has entend...

-¡Venga va! Fuera -Roger se adelantó y empujó a Freddie fuera de casa junto Jim que ya se encontraba en el pasillo del edificio. Le dio un beso en la mejilla y sonrió -. Que os divirtáis.

-Maldita rub... -pero sus palabras fueron calladas cuando Roger cerró la puerta de un golpe. 

Quedó con la espalda apoyada en la misma y miró a Dylan. Al momento ambos rieron.

-Creo que empiezo a caerle bien -comentó Dylan. Se acercó hasta Roger quedando separados por tan solo unos centímetros. El menor sentía la respiración del otro hacerle cosquillas en el rostro y le dieron ganas de besarlo, pero se mantuvo quieto y asintió.

-Poco a poco, yo creo que sí.

-Sí... -Dylan rozó sus labios con los suyos hasta que finalmente compartieron un beso lento y apasionado. 

Y como cada día de esas últimas dos semanas, acabaron teniendo sexo después de ello.

Pero no era como si Roger siguiera haciéndolo para vengarse de Brian, tenía que reconocer que en un principio fue así, pero poco a poco se iba acostumbrando positivamente a esa especie de "relación" amorosa que estaba compartiendo con Dylan. Porque no eran nada oficial ni ninguno parecía querer hablar del tema. O eso es lo que Roger pensaba.

Horas más tarde, Dylan no tuvo que insistir mucho para hacer salir a Roger esa noche. Le convenció para que ambos fueran a Hole ya que hacía varias semanas que no iban. Pero ese día Roger se sentía más animado que los anteriores. Quería creer que era debido a que estaba superando lo sucedido, aunque su subconsciente siguiera mantirizándolo de vez en cuando con la imagen de la boda.

Por lo que se tomó el privilegio de volver a divertirse esa noche como siempre lo había hecho.

Llegaron al estrecho callejón cuando el cielo negro de esa noche cubrió el cielo. Era tarde pero Hole, como siempre, estaba lleno de vida a esas horas.

Dylan le llevaba de la mano. Le arrastró por los pasillos estrechos y encharcados, acercándole a los locales que cubrían las paredes a ambos lados. Ese día parecía haber muchísima más gente que otras veces. Era bastante difícil caminar incluso en el exterior de los locales, teniendo que abrirse paso con los brazos, caminando uno detrás del otro.

Pero consiguieron acceder a uno de ellos con éxito. 

Ahí dentro la gente parecía estar en otra dimensión. Todos bailaban en sincronía la melodía que la pequeña banda de ese local producía con sus instrumentos, pegándose y restregándose los unos contra los otros. 

Roger sonrió. Había echado de menos eso. Lo dependiente que se había vuelto el último mes de Brian había hecho que se alejara de lo que más le entretenía y gustaba en ese mundo, que era acudir a Hole cada noche. Pero estando con Dylan podía volver a hacerlo.

Llegaron hasta la barra y ambos se apoyaron en ella. Dylan pidió dos vasos de whisky que aterrizaron frente a ellos en menos de un minuto.

-Me alegra que hayas querido venir -comentó Dylan con una sonrisa alegre.

-Y yo me alegro de haber querido venir -sonrió también -. Echaba de menos esto.

-Yo creo que Hole también te echaba de menos -ese comentario provocó que Roger riera, lo que a oídos de Dylan fue una melodía más agradable que la música que ocupaba el lugar -. Eres de sus mejores clientes.

-Ya la has cagado -dijo riendo. Le propinó un puñetazo en el brazo que también hizo reír a Dylan.

-¿Acaso es mentira?

-¿Lo dices porque venía cada día? -preguntó -. ¿O porque follaba con todos?

Dylan se frotó la barbilla con los dedos y fingió pensar. 

-Podrían ser ambas -dijo finalmente, por lo que acabó recibiendo un nuevo puñetazo en el mismo brazo -. ¡Oye!

-No puedes quejarte. Tú también probaste un pedacito de Taylor gracias a eso.

-Sí, pero ahora lo pruebo a diario -Dylan le dedicó una mirada un tanto provocativa y pasó uno de sus brazos tras su espalda para acercarlo a él -. Además, puedo quejarme un poco porque haberte tirado a tantos tiene sus consecuencias -con la otra mano se llevó su propio vaso a los labios para después indicarle con la cabeza que mirase detrás de él.

Roger giró el cuello y se topó con la mirada lasciva de dos hombres sobre él. 

A uno le conocía de haber estado con él unos días antes de conocer a Brian. Y el otro no tenía ni idea de quién era, aunque supuso que era por lo mismo.

Cuando volvió a mirar a Dylan vio que este sonreía a los dos hombres de forma triunfante, para justo después tomar a Roger por la nuca y besarle de un modo húmedo y descarado. El rubio siguió el beso con la misma intensidad y cuando se separaron soltó una risa.

-¿A qué ha venido eso?

-Es mi modo de dejar en claro con quién estás -Roger le miró ceñudo.

-¿Es que estamos juntos? -Dylan se encogió de hombros y le dedicó una mirada inocente.

-¿Quieres?

-He preguntado primero -Dylan rió un poco y comenzó a jugar con uno de sus mechones de pelo rubio.

-Para decir que sí primero necesito que contestes tú.

-Oh -dijo aguantándose las ganas que tenía de sonreír -. ¿Estás pidiéndome que seamos novios?

-Puede -paró de acariciarle el pelo y puso su mirada fíjamente sobre la de Roger. Esta era tan penetrante y profunda que el menor se quedó perdido dentro de ella, hasta que finalmente le escuchó hablar -. ¿Quieres ser mi novio?

Roger tragó saliva. Tardó unos segundos en contestar porque su cabeza estaba procesando la información poco a poco. Asegurándose de que había escuchado bien. Ser novio de un hombre era peligroso, definitivamente ponía en riesgo sus vidas y nadie debería saberlo nunca. Pero mantenerlo en secreto y saber que, en definitiva, lo eran, le creaba cierto morbo y alegría infinita al mismo tiempo.

Se dio cuenta que estaba tardando demasiado en contestar cuando sintió la mirada tensa del pelirrojo sobre la suya. 

Sonrió y asintió.

-Claro.

Esa respuesta pareció relajarle pues pronto su postura perdió la rigidez que había estado manteniendo durante esos segundos. Dylan no dijo nada más, tan solo se acercó hasta él de nuevo y justo después de sonreír volvió a besarle.

No pudo evitar pensar en Brian. De nuevo esa sensación, como si estuviera engañando a alguien, siendo infiel, traicionándolo. Pero es que ellos jamás habían sido nada, ni en ese entonces estaría engañándolo. Pero no se daba cuenta que esa sensación era porque en realidad a quien estaba engañando era a su corazón. Porque ese maldito órgano solo estaba enamorado de una persona en concreto, y aunque Roger quisiera olvidarlo, su corazón aún no lo hacía.

-Estoy intentando mantener mi emoción a raya -comentó Dylan después de separarse. Llevó de nuevo el vaso a sus labios y se lo terminó todo de un trago. Roger rió debido al comentario.

-Tampoco es que vayamos a hacer algo diferente.

-Ya, pero saber que somos novios me pone muy feliz.

-A mí también -dijo e ignoró la presión que se instaló en su pecho después de pronunciar aquello.

-Me gustaría pedirte otra cosa -dijo pasados unos cortos minutos.

-Hoy es el día de pedirme cosas -contestó con gracia aunque eso solo consiguió sacarle una sonrisa al más mayor. Después de eso, Dylan se aclaró la garganta y habló.

-Quería pedirte que... bueno, que vinieras a vivir a mi casa -la expresión de sorpresa que presentó Roger al escuchar aquello hizo que el pelirrojo se pusiera más nervioso aún y tuvo que volver a hablar antes de que el otro dijera algo -. Sé que es precipitado -continuó -, pero teniendo en cuenta que prácticamente hemos estado viviendo juntos estas dos semanas y que, bueno, ahora somos novios... No sé, lo veía oportuno.

Roger no tuvo que pensarlo mucho. Lo único que se interponía entre la fantasía de vivir con Dylan era Freddie. Pero supuso que su amigo podía apañárselas solo perfectamente, e iría a visitarle todos los días. Además que parecía haber encontrado amistad con otro hombre, y teniendo en cuenta las miradas que se dedicaron ambos... puede que incluso algo más.

Sonrió.

-Vale.

De nuevo Dylan sintió relajarse por completo.

-Wow -comentó con gracia -. Hoy aceptas todo lo que te propongo. 

-¿Vas a quejarte de algo? -preguntó levantando una ceja.

-No, de hecho ya que estás diciendo que sí a todo te iba a proponer follar en medio de la pista -se acercó hasta su boca para morderle el labio inferior. Roger sintió su piel erizarse pero aun así rió y se alejó para negar.

-Tampoco te pases.

-Tenía que intentarlo -contestó con una mueca -, ¿pero sí aceptas bailar?

-Estaba deseando que me lo pidieras.

Entonces ambos se tomaron de la mano y avanzaron hasta situarse en el centro de la pista. 

Roger tuvo que reconocer que esa noche todo era mucho más agobiante que otras veces. Parecía haber mucha más gente, todos estaban tan pegados que el calor que eso le producía provocaba los sudores que le bajaban por el rostro y, prácticamente, por todo el cuerpo.

Dylan se acercaba a él para bailar pegados, aunque de todas formas no es que pudieran bailar más separados. Sintió mordidas en su cuello, Dylan se encargó de marcarle chupetones sobre los que ya tenía y que habían comenzado a desvanecerse.

Roger simplemente suspiraba al sentir esa sensación. Ese momento había comenzado a excitarlos y ya eran capaces de sentir las erecciones del contrario crecer ante el roce de las mismas. 

Tenía los ojos entrecerrados. Miraba hacia la puerta y abrazaba a Dylan por los hombros mientras este seguía con su labor en la piel de su cuello. 

Roger vio a alguien entrar en el local. Era un hombre vestido de negro. No le tomó importancia porque de todas formas ese sitio estaba a rebosar de gente, ni siquiera sabía por qué le llamó la atención desde un inicio.

Sintió las manos de Dylan colarse dentro de sus pantalones y apretarle las nalgas con fuerza sacándole un gemido involuntario. De nuevo otra persona entró al local. Roger pudo fijarse, pese a la excitación y embriaguez del momento, que iba vestido similar al anterior y que compartieron unas breves palabras. 

Las manos del pelirrojo se acercaron peligrosamente a la parte delantera de sus calzoncillos, comenzando a acariciar con ella su miembro. Aquello hizo que perdiera la concentración durante unos segundos, pero volvió a recuperarla cuando los dos hombres vestidos de negro se volvieron más, como cinco o seis, y estos se dispersaron hacia todas las esquinas del local.

-Dylan... -suspiró intentando llamar su atención, pero a penas pudo seguir pronunicando su nombre pues las caricias en su erección se habían vuelto más animadas y le costaba demasiado pronunciar palabra alguna. 

Solo tenía a la vista uno de esos dos hombres. Y entonces todo tomó un color demasiado turbio. Ese mismo desconocido sacó algo de una bolsa. Era una especie de tela negra, como una maya oscura, que se colocó en la cabeza dejando solo a la vista sus ojos. Y por un momento aquellos ojos parecieron ponerse sobre los suyos. Unos ojos que le observaron de arriba abajo; a Roger siendo abrazado, tocado y besado por otro hombre.

-Dylan -dijo esta vez más alto.

-¿Qué?

Entonces el caos empezó.

Simplemente vio cómo ese mismo hombre sacaba otro objeto de la bolsa. En esta ocasión un objeto grande y afilado; peligroso. Era un machete. 

Y se escuchó un disparo.

Un único disparo que alertó a todo el mundo, que provocó una avalancha, el caos absoluto, el descontrol y el pánico. 

-¡VAIS A MORIR TODOS MALDITOS MARICONES!

Otros dos disparos. Después de esos no hubieron más.

Roger sintió a todo el mundo echarse encima de él, intentando llegar a la puerta como podían, empujando, golpeando, gritando y corriendo. Él también quiso correr pero había dejado de sentir a Dylan a su lado. Intentó darse la vuelta para buscarlo con la mirada pero algo golpeó con fuerza contra su cabeza haciéndole caer al suelo de espaldas. 

Durante un segundo creyó perder la conciencia. Todo a su alrededor se volvió una neblina oscura y espesa que no le permitía ver nada y un pitido ensordecedor era lo único que captaban sus oídos. Se sintió mareado y a punto de vomitar.

Estuvo así durante un rato. Ni siquiera sintió las pisadas de la muchedumbre que corría desesperada buscando una salida. Pisadas que le aplastaban cualquier extremidad de su cuerpo, incluso alguna llegó a parar sobre su cabeza, pero el golpe inicial le había dejado tan ausente que a penas podía sentirlo.

Recuperó la vista en el momento que su cuerpo giró hacia la izquierda. Abrió los ojos y lo que se encontró le dejó sin habla.

A su lado había un chico joven, más joven que él, tumbado, estirado, con los ojos abiertos y la mirada perdida. Tenía el agujero de un balazo en la sien y sangre a borbotones escurriéndose de la herida, empapando el suelo y su propia ropa. Roger soltó un gemido lastimero cuando sintió su brazo húmedo.

Tuvo una arcada y la necesidad urgente de vomitar, pero alguien le agarró con fuerza del brazo y le hizo ponerse en pie de un fuerte tirón.

-¡Roger, vamos! -Dylan le tenía fuertemente agarrado del brazo. Los empujones seguían, la gente aglomerada en la estrecha y única puerta del local se apelotonaba, impacientes por salir, golpeándose entre ellos para acceder al exterior. 

-¡VAIS A IR AL INFIERNO! -los agresores seguían persiguiendo a cualquier persona que se encontraban. Algunos tenían palos, otros machetes o navajas. Pero la pistola no había vuelto a sonar.

-¡Por aquí! -Dylan tiró de él alejándolos de la puerta. Fue entonces cuando Roger entró en pánico al alejarse de ella.

-¿¡Qué haces!?

-Hazme caso -siguió empujándole. Roger solo veía a gente en el suelo, ensangrentada y herida, algunos seminconscientes y otros con los ojos cerrados; inertes. Unos pocos eran los valientes que se habían atrevido a enfrentar a los agresores, golpeándoles con lo que podían y todo lo que podían. 

Fue entonces cuando llegó el siguiente nivel. 

El fuego.

Las llamas no tardaron en hacer presencia. El incendio comenzó en la zona del bar, justo donde estaban expuestas las bebidas alcohólicas, provocando un petardazo que les hizo a ambos agacharse para que los cristales no se les clavaran en los ojos. 

-¡AAAAGH! -un grito grave les sorprendió por la derecha. Al girarse Roger se encontró con el hombre que le había mantenido la mirada unos segundos antes de atacar. Este se acercaba hacia ellos a toda velocidad y con el machete en alto.

Dylan le dedicó tal empujón que le hizo caer al suelo de un golpe, clavándose algunos cristales en los brazos y en las manos. 

Pero no le dio tiempo a quejarse. Cuando volvió a levantar la mirada observó a Dylan forcejeando con el agresor. Tomándole de los brazos para parar el filo del machete que parecía querer ser dirigido hacia su rostro. 

El pelirrojo le arreó una patada en las rodillas que les hizo caer al suelo a ambos, él siendo empujado por la sujeción que el hombre aún tenía sobre él. 

Roger se quedó estático durante unos segundos. Solo observando, aunque ausente, la escena frente a él. Dylan parecía perder la partida poco a poco. Recibiendo golpes, cortes y puñetazos en cualquier parte de su cuerpo. Porque ese hombre era mucho más grande que él y por lo tanto más fuerte.

Dylan se encontraba con el agresor sobre él, forcejeando para que su arma no se clavara en su pecho que era hacia donde estaba siendo dirigida. Y el filo de la misma cada vez estaba más cerca, rasgándole la camiseta cada vez más.

Roger no dudó ni un segundo en levantarse y tomar una de las sillas de la barra. Alzándola y depositando toda su fuerza en sus brazos la dejó caer hacia abajo.

Cuando la madera aterrizó estrepitosamente en su cabeza esta se hizo añicos y el hombre cayó al suelo inconsciente y con un hilo de sangre resbalando por la piel de su calvicie. 

-¡Cuidado! -Dylan volvió a tomarle de la muñeca y lo tiró al suelo a su lado. 

Solo pudo escuchar el sonido de algo clavarse en la carne y el gemido de dolor de una persona. Se giró tembloroso, poco a poco, y se encontró con Dylan sujetando el machete por el mango, el cual estaba enterrado en el hombro de otro hombre con pasamontañas.

-Está... -no pudo hablar. Dylan soltó el arma y se puso en pie con velocidad, obligándole a él también a levantarse.

Los gritos seguían presentes, los golpes y las caídas. Y el espeso humo negro ahora era un impedimento para la visión dentro del local. Las llamas cubrían casi todas las paredes, las mesas y las sillas. Todo era de madera. El fuego avanzó con velocidad. 

-Corre, va... vamos -era muy difícil hablar con tanto humo ingresando en sus pulmones. Ambos comenzaron a toser a medida que caminaban. Roger se cubrió la boca y la nariz con la manga de su chaqueta. 

Dylan abrió una puerta que los llevó a un almacén. Allí dentro las llamas aún no habían accedido pero el humo estaba mucho más espeso y acumulado debido a la ausencia de ventilación. Entonces visualizaron una ventana. 

Corrieron a ella y Roger intentó abrirla pero estaba atrancada.

-¡No se abre!

-¡Apártate! -Roger se quitó de en medio de un salto y observó a Dylan estrellar un tablón de madera contra el cristal, el cual se hizo pedazos al impacto -. Sube -le ayudó a subir a la ventana, ya que esta era pequeña y se encontraba por encima de sus hombros. 

Ya tenía medio cuerpo fuera del edificio cuando escuchó una fuerte explosión en un local cercano. Más gritos. Roger se tambaleó y cayó de bruces contra el asfalto soltado un pequeño grito. Dylan no tardó en saltar también y caer a su lado.

Ambos comenzaron a toser, intentando recuperar la respiración regular. Pero sus pulmones se sentían muy pesados, ardiendo, y la garganta les escocía horrores. 

-Vamos -habló Dylan entre toses mientras se ponía en pie -. Tenemos que salir de aquí.

Roger se lamentó con un gemido al volver a ponerse en pie. Pero al observar el estado de Dylan su preocupación pasó de estar puesta sobre él mismo a estar sobre su novio.

-¿Puedes caminar? -preguntó con la voz ronca. El humo le había afectado demasiado en la garganta. 

Dylan tenía el rostro cubierto de sangre y moretones, y con una mano se tomaba de la cadera.

-Sí, no te preocupes -tomó su mano y no esperó un segundo más. Salieron de ese diminuto callejón sin salida al pasillo central de Hole para encontrarse con el auténtico caos. 

Decenas de personas corrían hacia todos lados, muchas de ellas estaban tiradas en el suelo, algunas inconscientes. Las llamas y el humo salían del interior de por lo menos cinco locales en esa sola calle, mientras que del resto solo salían personas heridas y afectadas. 

Dylan decidió tomar el camino por uno de los callejones trasversales al central, intentando pasar desapercibido entre tanto infierno. Caminaron rápido. Sin mirar atrás.

Sin pararse a pensar en lo que estaba sucediendo. 

Y salieron de Hole por una entrada inutilizada al final de los mismos callejones. 

Sobreviviendo a lo que fue una masacre ocurrida en Londres ese día. Una matanza a personas por lo que en ese entonces se consideraba un pecado.

•••

Hey, soy DCBA_-SaturnMay , tal vez me conozcan por películas como... Nah, no es cierto.

Hoy decidí subir el capítulo de la buena Laura, ¿Por qué no?

¿Les ha gustado?

¿Se preguntan por qué subo yo su capítulo?

Sin duda estas autoras ocultan un poco más de lo que muestran. Referencias y mensajes ocultos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top