Capitulo 23

Eso fue lo que Roger tuvo que experimentar tan solo unos días más tarde.

Era miércoles por la tarde y como siempre se encontraba en el mercado del centro de Smithfield. Freddie estaba a su lado, ambos detrás del puestecito de libros, pero desde la pelea que ambos tuvieron en ese mismo sitio unos días antes no se dirigían la palabra nada más que para lo necesario. 

No podía negarlo. Aquello le dolía porque estar tanto tiempo sin poder hacer bromas o simplemente mantener una conversación con su mejor amigo hacía de sus días una eterna tortura. Suerte que al menos Brian había estado visitándolo todas las mañanas porque de no ser así ya se habría vuelto loco. 

Ya era tarde en el día. Pronto el sol acabaría poniéndose entre los edificios y solo les quedaban unos minutos para empezar a recoger. Roger observó al frente. Hoy no había tanta gente como siempre solía haber. El mercado no estaba a rebosar por lo que la gente paseaba con más calma. Entre toda esa pequeña multitud quedó con la vista perdida. Estuvo así durante unos largos minutos hasta que la cabellera pelirroja de una persona conocida se abrió paso entre la gente. 

Roger puso los ojos en blanco y se estiró, intentando aparentar que no lo había visto distrayéndose con los libros puestos sobre el improvisado mostrador. Freddie observo de reojo como esa persona que nunca le había caído bien se acercaba a pasos grandes a su puesto. Y estando en el estado de ánimo en el que se encontraba le dieron ganas de agarrar unos cuantos libros y lanzárselos a la cabeza, pero quiso que Roger sufriera un rato con su presencia indeseada por lo que se detuvo y se mantuvo con el oído abierto pero con la vista pegada al suelo.

-Roger -Dylan terminó por acercarse del todo. Apoyó las manos en el mostrador y se inclinó un poco. Parecía que había estado corriendo una maratón por como su respiración estaba un poco acelerada y por unas gotitas de sudor que le resbalaban por las sienes. 

-Hola -forzó una sonrisa para no parecer tan desagradable aunque el intento se quedó en solo el intento porque era más que obvio que no quería pasar un segundo más con él. Dylan claramente lo notó pero optó por no decir nada.

-Hola -dijo aún un poco sofocado-. Esto... sé que te va a parecer raro pero necesito que vengas conmigo -la mirada de Roger se puso de nuevo sobre la suya con la expresión clara de "¿lo dices en serio?"

-En realidad no me sorprende -suspiró -. ¿Qué quieres? ¿No ves que estoy trabajando?

-Sí, pero créeme -lo miró con seriedad -, es muy importante. 

-¿Qué es tan importante como para dejar esto solo? -preguntó señalando el puesto. Freddie no dejaba de mirarlos de reojo, de repente el tema de la conversación le llamaba mucho la atención y no podía evitar sentirse curioso al respecto.

Dylan soltó un pesado suspiro.

-Es sobre Brian.

Aquellas tres palabras hicieron que Roger lo mirase con algo de preocupación en su expresión, aunque tan pronto como llegó, aquello fue reemplazado por el enojo y la desconfianza. Miró a Dylan con el ceño fruncido y se alejó un pequeño paso.

-Espera, ¿de qué conoces tú a Brian? -que él recordase jamás le había mencionado su nombre. Sí que le había contado una pequeña parte de su historia con él hacía ya un tiempo pero de no haber mencionado su nombre estaba completamente seguro.

-Eso no es importante ahora -Roger quiso protestar, Dylan lo supo porque con una mayor expresión de enfado abrió la boca para decir algo pero no le dio tiempo a hacerlo -, y sé que te interesa muchísimo saberlo. Me lo vas a acabar agradeciendo.

La mirada de Roger era de una completa incógnita. Ahora no sabía qué decir, estaba completamente intrigado pero al mismo tiempo no se fiaba del todo de que aquello fuese cierto. Bien podía tratarse de una trampa para volver a emborracharlo y hacer con él lo que quisiera. Aunque de ser así no tenía muy clara la razón por la que Dylan conocía a Brian.

El silencio pareció ser eterno. De pronto Roger sintió como alguien le pinchaba el hombro con un dedo y giró la cabeza para encontrarse con la mirada de Freddie puesta sobre él.

-Ve con él -señaló al pelirrojo. Roger lo miró incrédulo.

¿De verdad Freddie le estaba diciendo que se fuese con Dylan a solas?

-¿Lo dices en serio? -preguntó en voz baja aunque Dylan pudo escucharlo perfectamente. Aun así decidió mantenerse al margen.

-Sí, tranquilo -asintió -. Por raro que yo lo diga, parece que habla en serio. Ya recojo todo esto yo y lo llevo a casa.

-¿Estás seguro? -Fred volvió a asentir.

-Sí, de verdad.

Roger asintió lentamente y aunque seguía sin estar seguro del todo, las palabras de Freddie le dieron ese último empujón que le faltaba para obedecer al mayor. Volvió a poner la mirada de nuevo sobre Dylan y antes de salir de detrás del puesto le señaló con su dedo índice.

-Como todo esto sea una broma juro por Dios que te mato -habló lo más cortante que pudo aunque esas amenazas siempre habían parecido adorables a ojos de Dylan. 

-Te prometo que no lo es, solo tenemos que ir algo rápido.

Roger seguía observándolo con la incertidumbre clara en su mirada y comenzó a caminar detrás de Dylan cuando este empezó a alejarse a una velocidad moderada. Antes de desaparecer entre la poca gente que aún quedaba en el mercado giró una última vez la cabeza para observar a Freddie quien le dedicó una diminuta sonrisa para tranquizarlo.

Realmente lo agradeció porque no podía evitar sentirse nervioso.

De nuevo la pregunta de por qué Dylan conocía a Brian comenzó a rondar su mente pero no se atrevía a volver a preguntarlo. Por alguna razón sabía que el mayor acabaría ignorando la pegunta y llevándose la respuesta a su terreno. Era lo que siempre hacía.

Caminaron durante unos minutos en completo silencio pero Roger ya no podía aguantarlo más. 

-¿Me vas a decir lo que pasa de una vez? -preguntó cansado de toda esa situación. Dylan lo miró unos segundos para después volver a poner la mirada por donde iban. Poco a poco dejaban atrás las calles de Smithfield.

-Prefiero que lo veas por ti mismo.

-Pues tanto misterio me está cabreando mucho, ¿sabes? -Dylan hizo una mueca que bien podría haber sido interpretado por una risa sin gracia.

-Sé que no confías mucho en mí -admitió -. Pero por una vez deberías hacerlo, te va a venir bien y vas a darte cuenta de quién es el verdadero villano en toda esta historia -Roger rió.

-¿Villano? ¿Qué es esto? ¿Una tragedia griega?

-Ahora te ríes pero no te va a hacer tanta gracia dentro de un rato -Roger no supo qué más decir. Tan solo se dedicó a negar con la cabeza y a seguir sus pasos que terminaron por detenerse unos metros más adelante.

Dylan hizo que frenara en seco poniendo su brazo sobre su abdomen. De repente Roger volvió a sentirse algo nervioso y tragó saliva para intentar tragarse el nudo que sin darse cuenta se le había quedado atascado en la garganta.

-Bien - después de asomar la cabeza por la esquina de la calle en la que se habían detenido, Dylan se giró hacia él. Tomó sus manos y las estrechó con las suyas. Roger no fue capaz de apartarlas y lo miró sin poder ocultar su nerviosismo -. Antes de que veas nada necesito que entiendas que todo esto lo he hecho por ti, ¿vale? Para que dejes de vivir en una mentira. 

-¿Puedo verlo ya? -Dylan ignoró la pregunta.

-Y que también lo he hecho porque eres importante para mí.

Esas palabras no se las esperaba para nada, pero lejos de todo parecían ser bastante sinceras y la mirada que le dedicó Dylan lo demostraba.

El rubio lo miró confundido. Dylan tomó aire y tiró de la mano con la que lo sujetaba para que ambos asomasen su cuerpo por la esquina.

En un principio Roger quiso reír porque no vio nada fuera de lo normal. Frente a él se situaba un pequeño parque rodeado de árboles y con una bonita fuente en medio. Pero entonces su vista pareció enfocarse en algo. Algo que más bien era alguien. Allí, sentados en un banco de piedra bajo la sobra de un árbol, se encontraba Brian con un bonito traje negro y su cabello rizado brillando ante la luz del atardecer. Pero eso no era lo que se salía de lo normal.

No estaba solo.

A su lado, tomando sus manos, había una mujer. La joven acariciaba las manos de Brian con las suyas y reía de vez en cuando con las palabras que decía el mayor. Y Roger no habría tenido por qué pensar algo que no debía, podría haber sido perfectamente una amiga o un familiar. 

Pero los amigos no se besan.

Y los familiares tampoco.

Por eso, cuando los labios de la joven se posaron durante unos pocos segundos sobre los de Brian, Roger sintió su mundo detenerse. Ni siquiera se derrumbó, no sintió ese típico dolor en el corazón que normalmente se sentía tener. No sintió nada de eso. Simplemente no sintió nada. 

Y como no era capaz de sentir, no pudo evitar hacer lo siguiente que hizo.

-Rog -Dylan intentó llamarlo pero el rubio, más pronto que tarde, había comenzado a caminar a paso decidido hacia la pareja -. ¡Roger! Joder -rápidamente se situó a su lado y miró su rostro. Un rostro que estaba pálido, con la mandíbula apretada y la mirada fija sobre un punto concreto. También apretaba los puños y Dylan podía jurar que tendría apretados hasta los dedos de los pies.

La pareja no se dio cuenta de que dos muchachos se acercaban hacia ellos a toda velocidad hasta que los tuvieron en frente. 

Elizabeth sintió una sombra a su derecha y alzó la cabeza para observar a dos jóvenes parados a su lado. Brian, sin embargo, sintió su corazón detenerse y cómo su mundo se venía abajo en un solo momento. 

-Hola -dijo Dylan algo incómodo ya que ninguno de los otros tres parecía tener la intención de hablar. Brian se puso en pie de un salto y apartó las manos de Eli de las suyas de un tirón. Pero la chica ni siquiera se percató de ese gesto, ella tan solo observó a ambos jóvenes de arriba abajo y lentamente también se puso en pie, simulando una sonrisa para no parecer descortés.

-Hola -saludó la mujer un poco incómoda y situándose al lado de su prometido -, ¿os conozco?

-En realidad...

-No -las palabras de Roger fueron cortadas rápidamente por las de Brian. El rubio le miró con intensidad, aún su expresión no revelaba ningún tipo de sentimiento. Ni ira, ni tristeza, ni enfado o decepción. Nada. Estaba expectante porque aún no sabía cómo digerir todo aquello y necesitaba respuestas sinceras.

A lo mejor se lo estaba imaginando todo.

A lo mejor no se habían besado y solo se lo había imaginado.

-Solo es... -Brian pensó rápidamente. Tenía la boca seca y su voz se escuchaba increíblemente ronca y débil -, un amigo.

La chica miró de uno a otro un poco confundida. Roger, sin embargo, no dejaba de mirar a Brian con una intensidad tan insensible que el rizado tenía que apartar la mirada de vez en cuando para no tener que salir de allí corriendo. 

-Oh -sonrió Eli, aunque no comprendía cómo es que Brian tenía amigos de ese tipo, tan diferentes a ellos social y económicamente hablando, pero lo agenció a que su futuro marido era un hombre muy simpático y amable, imposible no caerle bien a una sola persona -. ¿Cómo te llamas? -preguntó mirando a Roger directamente. Era como si Dylan no existiera porque el chico se había quedado a un lado el rubio pero apartado de toda conversación. Tan solo escuchando.

-Roger -esa era la primera vez que Roger se dignó a mirar a la joven. Y no pudo evitar sentirse increíblemente mal. La chica era guapísima. Morena y de ojos azules brillantes parecidos a los suyos. Con una sonrisa reluciente de dientes blancos. De más o menos su altura, con un vestido floral precioso. Era preciosa. 

Era preciosa y era una mujer.

-Mi nombre es Elizabeth -continuó sonriendo y por un segundo Roger quiso borrarle esa sonrisa con malas palabras. Pero no podía hacerlo -. Soy la prometida de Brian -se acercó a él y enrolló su brazo con el del hombre.

Y ya está. Esas cinco palabras dolieron tanto que no supo si en realidad le habían golpeado con una viga de hierro en el pecho, a la altura del corazón. Porque de repente sí sintió. Lo sintió todo. Sintió el ardor increíble del dolor abrasarle el pecho. Como si le estuvieran asfixiando desde dentro. Quería llorar y gritar. Pero no pudo hacer ninguna de las dos cosas. Simplemente no pudo moverse. 

Casi no podía respirar.

Era como si se estuviese ahogando.

Su mirada pasó lentamente de la de Elizabeth a la de Brian. Y el rizado hubiese querido apartarla pero simplemente quedó atrapado en ella. Porque sabía que se merecía esa mirada. Una mirada azul que pronto fue cubriéndose con una fina capa de lágrimas que eran retenidas por todos los medios posibles.

Porque Brian también sentía que se ahogaba.

También sentía como se asfixiaba.

Sentía dolor. Mucho dolor. Y la mayor parte de él era debido a aquella mirada. Una mirada puesta sobre la suya que era difícil de explicar. Pero era dolor, puro dolor. Auténtico dolor. Y él también quería llorar y gritar. Pero tampoco podía.

Ninguno podía.

Fueron unos segundos eternos en los que solo solo tuvo lugar ese intercambio de miradas tan desconocido para ambos. Porque nunca se habían mirado el uno al otro de aquella forma. Una forma tan desconocida e inaguantable.

-¿Qué? -la voz de Roger salió de entre sus labios tan aguda y débil que a los de alrededor les costó entenderlo. Pero lo hicieron.

-¿No te lo había dicho? -preguntó Eli un poco confundida. Miró a Brian -. ¿Por qué no se lo habías dicho, cariño?

Ni Brian ni Roger dejaban de mirarse. Querían pero al mismo tiempo no podían.

-No, es solo... -carraspeó. Le costaba demasiado encontrar las palabras y la voz suficientes para continuar hablado -, es que... se me olvidó.

-Oh -la joven forzó una sonrisa. No le gustaba que Brian se olvidase de algo tan importante como eso pero no quiso darle mucha más importancia. Volvió a mirar a Roger aunque de vez en cuando miraba a Dylan que aún se mantenía al margen -. Pues nos casamos este domingo -dijo con un saltito de emoción. 

Roger volvió a sentir un gran peso sobre su espalda. 

Seguía siendo asfixiante.

-Ahí mismo -señaló la iglesia que había detrás de su espalda -. Estábamos viendo un poco el exterior para imaginarnos cómo será. Estamos muy emocionados, ¿verdad, mi amor?

Brian asintió con lentitud y cerró los ojos para decir: -Claro.

Hubo un silencio de unos minutos. Un silencio eterno y abrasador. Un silencio que no era del todo silencio porque dos personas en concreto eran capaces de escuchar cómo sus corazones se rajaban por todas partes, cómo chillaban de dolor y cómo caían sus pedazos hechos cenizas. 

-Pues enhorabuena -ese fue el momento de Dylan para romper ese silencio incómodo. Al igual que fue la primera vez en que la mirada Brian dejó mirar a Roger un momento para mirarlo a él. 

Y de pronto todo tuvo sentido. Conocía a ese chico. Lo conocía y por alguna razón supo que el causante de todo aquello fue él. Él y solo él. Y quiso lanzarse sobre cuello y estrangularlo. Quiso matarlo. Pero no lo hizo. Mantuvo su dura mirada sobre la suya para tan solo recibir una sonrisa triunfante de su parte.

Todo había sido adrede.

-Gracias -dijo Elizabeth con sinceridad. Y otra vez el silencio.

En esta ocasión Roger no fue capaz de volver a mirar a Brian. Tuvo que bajar la mirada al suelo porque los ojos le quemaban con la cantidad de lágrimas que se retenían en ellos, amontonándose y esperando para caer incesantemente. 

Esa asfixia que hasta entonces había estado padeciendo de pronto pareció detenerse, al igual que la sensación de ahogarse. Porque ahora ya solo sentía dolor. Un dolor que no pudo aguantar más. No podía, necesitaba aire, necesitaba salir de allí. Necesitaba alejarse.

Eli quiso decir algo más para volver a romper ese maldito silencio tan incómodo pero no pudo porque Roger se adelantó.

-Me dis... me disculpáis -dijo con la voz débil. No esperó respuesta, tampoco nadie le detuvo. Se dio la vuelta y comenzó a caminar a paso acelerado, tropezándose con cualquier cosa absurda que se cruzaba en su camino.

Pero tampoco podía ver nada. Porque nada más darse la vuelta rompió esa cadena que retenía todas sus lágrimas y pronto su bonito rostro estuvo cubierto de todas ellas, deslizándose por la palidez de su rostro sin descanso, abrasando el tramo de piel que recorrían.

Tampoco tardaron en llegar los sollozos. Unos sollozos que no tuvo vergüenza en dejar escapar porque de repente no veía nada a su alrededor. Tampoco sentía nada.

Porque cuando te arrancan el corazón con tanta fuerza ya no te queda nada por lo que sentir.

•••

@DCBA_dorling te lo has creído, amor.

No admito amenazas, que todos sabemos que sois unos amantes del drama (aunque puede que no más que yo).

Os amo y espero que vosotros sigáis haciéndolo akdbdkdbjd.

AHORA VIENE LO QUE MÁS ME GUSTA A MÍ EN LAS HISTORIAS:

Sufrir.

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