Capitulo 19
Así es como empezó todo. Con simples e inocentes caricias.
Roger tenía la cabeza apoyada sobre la almohada, con la mirada puesta sobre el perfil de Brian que miraba al techo. A pesar de la oscuridad del cuarto era capaz de ver sus ojos abiertos, claramente despierto. No había dejado de acariciar con una deliciosa lentitud su brazo derecho, el que tenía más cerca, proporcionándole unas cosquillas agradables y relajantes.
Así llevaban por lo menos una hora.
-¿No puedes dormir? -preguntó Roger en a penas un susurro. A pesar de ser los únicos en casa y de que no hubiese posibilidad de molestar a alguien.
-No -negó y por primera vez en toda esa hora giró la cabeza para conectar ambas miradas. Roger paró con las caricias.
-¿Prefieres hacer otra cosa? -preguntó y, aunque fue pronunciada con un tono de voz inocente, la mirada que le dedicó el rubio le dio a entender que estaba lejos de serlo. De inmediato se puso nervioso pero intentó que no se le notase.
-¿Como qué? -se atrevió a preguntar. Durante unos segundos Roger se mantuvo quieto y en silencio. Pese a la oscuridad Brian fue capaz de ver como se mordía el labio.
Después de un nervioso intercambio de miradas, Roger tomó la iniciativa y se acercó poco a poco, por si en algún momento sentía que Brian se echaba para atrás con la indicación explícita de que no quería seguir con aquello. Pero le tranquilizó que eso no ocurriese. Fue capaz de besar los labios de Brian con lentitud, degustando el sabor de su lengua y su boca. Con una mano le acarició el cuello queriendo profundizar un poco más en el beso pero sin llegar a subirlo de tono.
Cuando se separaron volvieron a mirarse a los ojos. Unos ojos brillantes y relucientes. Expectantes por lo que pasaría a partir de ese momento.
Fue Brian quien dio el siguiente paso. Sentándose sobre la cama hizo que Roger se sentara sobre su regazo, haciendo que sus piernas rodeasen su cintura y volvieron a besarlo con pasión. Un beso que esta vez duró unos minutos largos. Brian pasó sus largos dedos por su ardiente espalda y Roger pasó los suyos por detrás de su nuca, profundizando el contacto de sus labios.
Volvieron a separarse para disgusto de ambos. Mientras se observaban a los ojos Roger aún sentía las suaves y cálidas manos del mayor acariciarle la espalda baja. Él subió las suyas hasta enredar sus dedos con su pelo rizado, peinándolo con ellos.
Entonces captó algo. Algo en el nerviosismo de la mirada de Brian que le desvelaba un pequeño secreto. No pudo evitar enternecerse y preguntar.
-¿Has hecho algo con alguien alguna vez? -esa pregunta lo pilló desprevenido y el sonrojo de la vergüenza le invadió las mejillas al instante. Tuvo que apartar la mirada de la del más pequeño avergonzado pero Roger lo tomó del mentón con delicadeza y le obligó a mirarle de nuevo.
Brian solo negó.
Y sintió que su corazón ardía de felicidad. Tenía la oportunidad de ser la primera vez de Brian May. ¿Cómo de especial podía llegar a ser aquello? Sentía que tenía el mundo entero en sus manos en ese momento. Pero intentó relajarse y lo único que hizo fue sonreír.
Volvió a acercarse hasta él para depositar un nuevo beso sobre sus labios. Uno que fue demasiado corto porque Brian se alejó al momento.
-¿Y tú? -preguntó. Ya creía saber la respuesta, supuso que era demasiado evidente, pero necesitaba escucharlo de su propia boca. Aunque estaba seguro que la respuesta no le haría mucha gracia -, ¿es esta tu primera vez? -Roger soltó un diminuto suspiro pero al momento volvió a sonreír pequeñito.
-Digamos que esta es la primera vez que me apetece hacerlo de verdad.
Esa no era la respuesta que esperaba pero lejos de molestarle, porque evidentemente la respuesta había sido negativa, solo hizo que se sintiese muy bien. Porque sus palabras fueron muy sinceras y nada forzadas, las sentía de verdad.
-Así que... -el tono de voz del rubio cambió un poco. En esta ocasión se ensombreció y lo miró con una mirada pícara. Puso las manos en sus hombros y lo empujó, haciendo que Brian quedase boca arriba con él sentado sobre su abdomen -, haré que tu primera vez no la olvides nunca -se agachó hasta dejar su rostro a escasos centímetros del suyo -. Tú solo déjate llevar.
Brian soltó un suspiro ahogado. Pero en lugar de recibir los labios de Roger sobre los suyos como había imaginado, fue la cálida piel de su cuello la que recibió aquella deliciosa atención. Cerró los ojos y como dijo el chico se dejó llevar cuando sintió las lamidas sobre la piel de su cuello. Roger mordía, chupaba y lamía cada rincón de su piel, haciendo que esta misma se le pusiera de gallina y provocando que roncos y diminutos gemidos se escapasen de entre sus labios. Y Roger jamás llegó a imaginar que disfrutaría tanto de unos gemidos.
Pero Brian no estaba dispuesto a ser un simple muñeco de trapo. Era virgen pero no estúpido. Con agilidad llevó las manos de nuevo a la espalda del rubio y acarició toda su extensión, dirigiéndose poco a poco al borde de su ropa interior. Lo único que ambos aún llevaban encima.
Roger dejó de besarle el cuello para volver a mirarlo a los ojos. Sus labios estaban húmedos y rojos, su mirada cristalina ardiente de deseo y su respiración un poco acelerada, tal y como la de Brian. Volvió a bajar su rostro esta vez para acercarlo al pecho del mayor. Brian volvió a soltar un gemido en el momento en que la lengua de Roger comenzó a jugar con uno de sus pezones, lamiéndolo, mordisqueándolo y tirando de él. Provocando pequeños espasmos en el cuerpo del rizado que le dieron pie a seguir con su trabajo.
Dejó de darle atención a sus pezones para comenzar a lamer con su lengua toda la extensión de su pecho. Mientras lo hacía levantó la mirada para contemplar los ojos cerrados de Brian y su expresión de placer. Un placer que aún le quedaba mucho por disfrutar. Porque la lengua de Roger era experta. Sabía buscar los puntos dulces de sus parejas y encontrarlos, utilizarlos y explotarlos a su antojo. Pero ninguno antes le había resultado tan exquisito e importante como Brian en ese momento. Quería proporcionarle el mayor placer del mundo, hacerle ver las estrellas, que recordase ese momento de por vida siendo él, Roger Meddows Taylor, su primera vez. Tan solo pensar eso le emocionaba demasiado.
Era capaz de sentir su propia erección en su mayor tamaño y necesidad de atención, pero no podía perder el tiempo consigo mismo. Esa noche era para mayor disfrute de Brian, algo que no negaba su propio y más delicioso disfrute también.
Volvió a elevar el rostro y unió sus labios en un nuevo beso, esta vez más hambriendo y necesitado que los anteriores. Sin separarse, bajó su mano acarciando todo el abdomen de Brian hasta introducirla en su ropa interior. Brian gimió dentro del beso cuando sintió la ardiente mano de Roger rodear su erección. Abrió los ojos y lo miró.
Roger disfrutó de aquella mirada mientras comenzaba con un vaivén que en el inicio era exquisitamente lento. El mayor llevó sus manos hasta su nuca y le obligó a volver a juntar sus labios.
Era magnífico.
Era como estar en el paraíso del placer.
Al separarse Roger volvió a mirarle de esa manera con la que el contrario se sentía desnudo. Para su desacuerdo dejó de sentir la mano de Roger darle el placer que tan loco lo estaba volviendo para comenzar a alejarse de él.
-¿Estás listo para ver las estrellas? -preguntó con un deje de picardía en su voz. La mirada del rizado le contestó. Pupilas dilatadas, labios húmedos y entreabiertos. Quería más. Lo quería todo.
Con rapidez se deshizo de los calzoncillos dejando ver aquello con lo que llevaba fantaseando mucho tiempo. La erección de Brian estaba alzada delante de él. Ardiente, hinchada y palpitante. Deliciosa. Lamió sus labios y se inclinó hacia ella. Brian lo miraba expectante.
El mayor dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó un ronco gemido cuando sintió como la punta de su miembro era lamida con una rica experiencia por la lengua del rubio. Roger jugó un rato de esa forma. Pasando su lengua por toda su extensión sintiendo, si aquello aún era posible, como esta se engrandecía aún más.
Necesitaba probarla ya. Estaba demasiado impaciente.
Y no esperó más.
De golpe metió todo lo que pudo en su boca, sintiendo como la punta le rozaba la garganta. Brian gimió y por inercia llevó las manos hasta el cabello de Roger, guiándolo en unos movimientos que no tardaron en llegar. Roger subía y bajaba, lamiendo todo aquel trozo de carne y jugando con su lengua, generando movimientos que, efectivamente, hicieron que el mayor viese la estrellas.
-Dios... Rog -era demasiado, era fantástico. Necesitaba más. Quería que aquella sensación durase de por vida. Roger le estaba proporcionando un placer que jamás había llegado a imaginarse.
Sabía que el sexo era fantástico, todo el mundo lo decía, pero nada se asemejaba a como lo era en la realidad.
-Rog, estoy... -quería seguir hablando, decir que estaba a punto de correrse y que le parecía un poco mal hacerlo en la boca el rubio pero era imposible hablar. Sentía el calor propio del orgasmo recorrerle el cuerpo de los pies a la cabeza, haciendo que arquease la espalda.
Pero paró.
Roger se detuvo y sacó el miembro de Brian de su boca para mirarlo con una sonrisa.
-¿Por qué paras? -preguntó con la voz ronca y ahogada. Roger rió un poco y a gatas volvió a acercarse a él.
-No es momento para eso -intentó volver a besarlo pero Brian fue más rápido y más hábil y esta vez quiso tomar la iniciativa.
De un rápido movimiento tumbó a Roger sobre su espalda y fue su ocasión de ponerse sobre él. Pudo comprobar su expresión sorprendida pero increíblemente excitada. El más pequeño temió correrse por la mirada que Brian le estaba dedicando, completamente hambrienta.
-Ahora es mi turno -habló para volver a unir sus labios. Durante el beso Roger llevó sus manos hasta sus calzoncillos y con la ayuda de Brian pudo quitárselos desesperadamente. Ahora ambos estaban completamente desnudos, haciendo que sus pieles sudorosas se rozasen entre ellas.
Roger se separó del contacto de sus labios para soltar un gemido cuando Brian comenzó a frotar sus erecciones entre ellas. La fricción era maravillosa. Ambos suspiraban, gemían y pronunciaban palabras completamente inteligibles. Todos sus movimientos y sus acciones habían dejado de lado la inocencia de una primera vez y habían dejado paso a la lujuria del inicio de una noche de sexo.
Esta vez fue el turno de Brian de atacar el cuello de Roger con sus labios. Mordiendo y succionando como había hecho él antes. Y era delicioso. Besar a Roger de aquella forma tan exquisita le nublaba los sentidos.
Y solo unos minutos más tarde frenó el constante roce de sus erecciones y dejó de besarle el cuello. Levantó la cabeza y volvió a mirarle, ambos con las respiraciones aceleradas chocando entre ellas. Brian quería preguntar qué era lo que venía ahora.
Pero no hizo falta.
Roger tomó una de sus manos y la llevó hasta sus labios. Brian observó entre suspiros como el más pequeño comenzaba a lamer sus dedos uno a uno, introduciéndolos en su boca seguidamente. Brian soltó un jadeo cuando sintió la calidez y humedad de su boca empaparle los dedos, sintiendo como la lengua del rubio jugaba con ellos. Todo sin apartar la vista el uno del otro ni un momento.
Unos breves minutos más tarde, Roger sacó los dedos de su boca y empezó a deslizar la mano de Brian hacia abajo. Entonces comprendió.
-Creo que no hace falta que te explique nada -susurró y soltó la mano del rizado para que fuese él el encargado de continuar.
Y no. No hizo falta. Roger llevó sus propias manos a los cabellos de Brian para volver a juntar sus rostros en el momento en que sintió un par de dedos buscar su anhelado agujero. Separó las piernas lo máximo que pudo y disfrutó de la sensación de los dedos del Brian juguetear con el borde de su entrada.
Mientras lo hacía, Brian no paró de dejar pequeños besos en cualquier parte de su rostro que tenía al alcance. Los labios, las mejillas, los párpados, la nariz, la frente y el mentón. Todo cuanto podía era víctima de dulces besos.
Con una lentitud que para Roger fue infinita comenzó a meter un primer dedo.
Y había sentido esa sensación más de un centenar de veces. Había perdido la cuenta de ello. Pero nunca había sentido esa embriaguez, esa sensación tan maravillosa, de lujuria y excitación máximas. Quería más, muchísimo más, y soltó un gemido agudo cuando ese dedo que le llevó a gloria comenzó a moverse de dentro a fuera.
No pudo evitar sonreír cuando los labios de Brian viajaron hasta su cuello volviendo a devorarlo con agresividad. Él tiró de sus mechones mientras tanto, enredando su pelo y apretándolo contra esa parte del cuerpo que le volvía loco. Volvió a gemir cuando un segundo dedo acompañó al primero.
-Bri... -murmuró entre un cúmulo de gemidos ahogados. Pero Brian seguía lamiendo su piel llevándole al extremo de la locura.
Bajó una de sus manos acariciando el pecho y el abdomen de Brian hasta llegar a su enorme erección. La tomó entre sus dedos y comenzó a masturbarlo a la misma velocidad con la que él le daba placer.
Eso era lo único que se escuchaba en esa casa, en esa habitación. Los gemidos de ambos que intentaban ser camuflados con palabras bonitas.
Pero entonces Brian paró. Y como él lo hizo Roger también paró. Abrió los ojos y observó los iris marrones del contrario que le observaban con las pupilas dilatadas de deseo. Seguían queriendo más, seguían suplicándolo.
No fueron necesarias las palabras. Roger volvió a abrir sus piernas y miró a Brian con la mayor seguridad y exitación. Tenía los labios entreabiertos y suspiraba con la mirada que el mayor le dedicó que, tras dejar de observar sus ojos, bajó la vista hasta sus piernas y lo que tenía entre ellas.
-¿Ya estás listo? -preguntó con un deje de lujuria en su voz. Aunque la pregunta tenía que realizarla. Seguía siendo Brian May; un caballero ante todo.
-Cállate y hazlo de una vez.
Brian sonrió y se lanzó hasta situarse de nuevo sobre su presa. El rubio gimió al volver a sentir el roce de sus erecciones pero pronto eso desapareció. Brian besó sus labios con pasión mientras alineaba su miembro contra su entrada que, gracias a la saliva con la que lo había dilatado, estaba lo suficientemente lubricada.
Y la sensación...
Brian entró lentamente. Ambos dejaron de besarse pero permanecieron juntos. Suspirando contra sus labios y gimiendo sobre ellos, disfrutando de aquella maravillosa sensación. Roger clavó las uñas en su espalda cuando este estuvo dentro de él por completo. Las clavó y lo rasguñó en el proceso, justo en el momento justo cuando Brian comenzó a moverse con una lentitud espasmosa. Sintió esa pequeña indomodidad y dolor del incicio, pero incluso eso era completamente excitante.
Era tan maravilloso...
La estrechez húmeda y la calidez que rodeaba toda su erección. La sensación de sentir a Roger contraerse alrededor suya, arquear la espalda a medida que la velocidad iba en aumento. Todo era fascinante.
¿Cómo podía haber estado tantos años de su vida sin saber lo que era el sexo de verdad?
Pero una cosa tenía clara. Estaba seguro de que una escena no sería tan placentera si no la estuviese compartiendo con Roger.
Los minutos pasaban y con ellos aumentaba la velocidad. Brian había dejado de atacarle con besos para poder concentrarse en su labor más importante, la cual encontró justo cuando Roger soltó un grito agudo, enterrando aun más sus uñas en su espalda.
-¡Bri! -chilló, cerrando los ojos y dejando caer su cabeza hacia atrás -, ¡justo ahí!
Le complació. Comenzó a golpear directamente en ese punto que hacía al más pequeño gritar su nombre entre gemidos de placer. Golpeó con fuerza haciendo que la cama rebotara contra la pared produciendo sonidos secos. Pero eso solo hacía la situación mucho más excitante.
-Espera... -pidió y para su propio desagrado Brian se detuvo.
Roger lo miró con una sonrisa pervertida y lo empujó para que saliese de él. Quiso preguntar si pasaba algo pero de un violento y bruto movimiento Roger lo tumbó de espaldas sobre la cama y de inmediato se subió sobre él. Tomó la erección del mayor con sus manos y la colocó de nuevo bajo su entrada dejandose caer de de golpe.
Volvieron a gemir alto. Brian llevó sus manos a las caderas del rubio y las apretó entre ellas con fuerza, pensó que dejaría marcas pero aquello lo excitaba aun más. Roger comenzó a saltar encima de él, haciendo que el miembro de Brian entrase hasta el fondo volviendo a golpear ese delicioso punto que le sacó nuevos gritos de placer.
Así estuvieron durante un buen rato. El choque sordo de sus pieles y sus jadeos eran lo único que se escuchaba en la habitación. La piel de sus cuerpos estaba perlada por el sudor y los cabellos se le pegaban a sus rostros. Roger tenía unas pequeñas lágrimillas de disfrute resbalando por sus mejillas y Brian era un completo lío de suspiros y gemidos incontrolables.
Y supo que estaba cerca del orgasmo cuando empezó a sentir ese calor tan reconocible recorrerle todo el cuerpo. Rápidamente llevó una de sus manos a la erección del rubio y comenzó a masturbarlo con velocidad, una velocidad que se asemejaba a sus embestidas que eran increíblemente rápidas y certeras. Roger gimió de nuevo en alto cuando sintió la cálida mano de Brian rodear su miembro. Se mordió el labio y se dejó hacer. Él también estaba cerca.
Muy cerca.
Tan cerca...
Y de pronto Roger se corrió sobre sus cuerpos con un grito ahogado. Solo bastaron un par de embestidas más para que Brian también se corriese dentro del cuerpo del rubio.
Sus pechos subían y bajaban a una velocidad desorbitada y sus ojos estaban cerrados. Roger se levantó un poco para que Brian saliese de él y se dejó caer a su lado, tumbándose con los ojos cerrados y la respiración acelerada.
-Lo siento -murmuró Brian pasados unos segundos. Roger abrió los ojos y lo miró un tanto confundido -, por... correrme dentro.
Aquello hizo que Roger soltase una pequeña risa y rápidamente se acercó, acurrucándose contra él y hundiendo su rostro en el hueco de su cuello.
-No te preocupes. Me ha gustado.
Brian sonrió. Girándose un poco rodeó la cintura del más pequeño con su brazo y lo acercó hasta él. Pudo apoyar su rostro contra el cabello de Roger y aspirar su dulce aroma como tanto le gustaba, pero esta vez lo percibió un poco distinto. Era su aroma natural mezclado con el del sexo. Mucho mejor que el normal, siendo sinceros.
-Gracias -volvió a hablar.
-¿Mhm? -Brian rió un poco pues era consciente de que Roger se estaba quedando dormido poco a poco. De hecho, dudaba enormemente de que le estuviese prestando la más mínima atención. Pero aún así tenía que decirlo.
-Por hacer tan especial mi primera vez.
Y era cierto. Había sido realmente increíble. Y lo mejoraba increíblemente un hecho que él consideraba importante.
Era la primera vez desde que lo conoció que, estando con él y además en un momento tan íntimo, no había pensado en Elizabeth ni un solo segundo.
•••
Y ya está. Para todos vosotros que sois unos golosos que estaban deseando esto con ansias ajdbdjdbdj.
Espero que haya estado a la altura porque sinceramente es la primera vez que escribo algo así :')
DCBA_dorling hora de hacerte pasar vergüenza, que quiero que sepáis que esta señorita era la más impaciente de todos.
Espero que lo hayáis disfrutado❤️
Pronto se va a ir todo alv ah.
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