Capitulo 17

-Entonces, ¿qué tal está Elizabeth? Hace bastante que no la veo -dijo John para después dar un pequeño sorbo de su taza de té humeante. 

Aquella pregunta pilló a Brian por sorpresa, quien había estado los últimos diez minutos con la mirada perdida a través de la ventana de la cafetería en la que se encontraban pensando en todo lo que estaba ocurriendo en su vida últimamente. 

-Bien -contestó simple volviendo a poner la mirada sobre su amigo -, nerviosa.

-Ya -rió -. ¿Quién no lo estaría? Se casa en dos semanas, es normal.

Brian se tragó el nudo que se le había formado en la garganta y asintió. No comprendía por qué se sentía así, tan mal con respecto a una boda de la que hace semanas estaba tan ansioso y emocionado. Ahora lo único que rondaba en su cabeza era la expresión de Roger hace dos días cuando el rubio le pidió ir a la boda de su "prima". Su mirada de ilusión y su sonrisa resplandeciente. Disfrutando de una mentira.

Ni siquiera había podido ir a verle en esas últimas cuarenta y ocho horas porque no sabía cómo afrontar esa situación. El triángulo amoroso que se había formado sin necesidad alguna.

De repente odió el día en que se le ocurrió ir a Smithfield. Aunque al mismo tiempo sabía que no lo hacía.

-¿Y tú? -volvió a preguntar John cuando contempló que el silencio de su amigo parecía querer ser infinito -, ¿tú cómo estás?

-Bien.

Las cortas respuestas de Brian le dieron una idea de que el mayor no estaba de muy buen humor o de que, al menos, no tenía ganas de hablar con él en ese momento. 

-Wow, Bri, no hace falta que me abrumes con tantas palabras a la vez -dijo sarcástico. Brian le dedicó una mirada un tanto extraña; no de enfado pero tampoco es que fuese una muy agradable.

-Perdón, es que estoy un poco cansado.

-Vale... -observó a su amigo tomar su taza de té que debido al tiempo que llevaba intacto sobre la mesa se había quedado frío y le dio un sorbo que, desde dónde él veía, solo era por hacer algo ya que no había dado ni un solo trago -. Oye -habló de nuevo -, ¿no has vuelto a ir a...?

-No -contestó rápidamente -. Ni voy a volver a ir, cuando te lo prometí lo dije en serio.

John asintió conforme. Brian se veía bastante convencido, tanto que hasta le sorprendió un poco. Pero lo dejó pasar.

-Mejor me voy ya -dijo Brian unos minutos más tarde mirando la hora de su reloj. Ya eran las siete de la tarde. Con la mirada confundida de John sobre él se puso en pie y dejó un par de billetes sobre la mesa.

-¿Ya? Pero si llevamos aquí solo veinte minutos.

-Sí pero te he dicho que estoy cansado y mi padre quiere que mañana me levante temprano para que lo acompañe a otra de sus aburridas reuniones de empresa. Lo siento, Johnny.

-Odio que me llames Johnny -se quejó y Brian soltó una pequeña risa.

Casi corriendo salió de la cafetería y caminó hacia el único sitio que últimamente le transmitía calma y libertad. 

Había estado esos dos días sin verle, sí, pero ya no aguantaba más. Le daba igual John, Elizabeth, sus padres y su maldita boda. 

Sabía que dentro de poco se casaría y que eso haría mucho daño a Roger, muchísimo, pero en ese momento solo pudo pensar egoístamente y disfrutar lo poco que le quedaba de libertad.

°°°

Roger se tiró de cabeza sobre el sofá de su diminuto apartamento. Freddie colocó el carro que llevaba su pequeño puesto de libros en la esquina donde siempre lo dejaban y se sentó a su lado. Rió y le acarició la espalda mientras Roger soltaba insultos y palabras de frustración con la cara ahogada contra un cojín.

-Eres un enamorado muy gracioso.

-No estoy enamorado -tomó el cojín con una mano y lo lanzó hacia atrás, sin mirar y esperando que hiciese contacto con la cara de su amigo. Y le hizo pero Freddie solo pudo reír más fuerte.

-Dime un chiste más gracioso, rubia -indignado, Roger se estiró y quedó sentado a un lado del otro de brazos cruzados. Freddie contempló su expresión de enfado, con los morros apretados y las cejas fruncidas. Era todo un espectáculo.

-¿Por qué no ha venido aún? -soltó al fin levantando las manos al aire -, a lo mejor se arrepiente de todo.

-Han sido solo dos días, Rog, a lo mejor está ocupado.

-Pues más vale que tenga una buena excusa porque solo me hace pensar cosas malas.

-¿Pero echas de menos a Brian o echas de menos la vida de rico? -preguntó con una ceja alzada. Roger lo miró y le dio un puñetazo en el brazo que a pesar del dolor inesperado lo hizo reír -, ¡solo digo! Vives como un rey cada vez que sales con él.

-Ya, pero cállate que ya sabes la respuesta -y claro que la sabía pero se divertía mucho picándole.

Esos dos últimos días el ánimo de Freddie había mejorado considerablemente. Claro que todo aquello era gracias a Roger que no lo dejaba solo ni un solo momento. El hinchazón de su ojo ya era completamente inexistente y las marcas rojas y violáceas ya estaban bastante difuminadas. 

Pero aún así Roger sentía que su mejor amigo ya no era el mismo. Que lo que pasó en Hole le había cambiado un poco ya que ahora lo único que quería hacer siempre era volver a casa y no salir de allí nada más que para ir al mercado. Esperaba que con el tiempo la cosa mejorase.

De repente alguien llamó a la puerta con tres suaves golpecitos. 

Roger giró la cabeza como un búho y miró a Freddie con los ojos como platos.

-¡Mierda! ¿Y si es él? -habló en un susurro para que quien fuese quien estuviese tras esa puerta no los escuchase.

-Puede que lo sea. Venga, abre.

-¿Pero qué dices? -preguntó como si se hubiese sentido ofendido -, abre tú que si lo hago yo pareceré un desesperado.

Freddie rió y tras negar con la cabeza se puso en pie y se acercó hasta la puerta. Asomó el ojo por la perilla de la misma y después volvió a mirar al otro.

-¡Es él! -susurró emocionado. Roger se puso de pie de un salto y comenzó a mirar a todos lados con desesperación.

-Ahora lo abres, espera -quiso correr hacia la habitación pero la voz de Freddie lo detuvo.

-¿A dónde narices vas?

-Si cuando esté aquí salgo de la habitación tranquilamente no pareceré un desesperado -contestó como si fuese lo más obvio del mundo. Freddie se golpeó la frente con la palma de su mano.

-Eso es muy perturbador, de la única forma en la que te puedes entretener solo en una habitación es haciéndote una paja lo cual estoy seguro que pensará. Pon tu culo en ese sofá, Roger -ordenó señalándolo y a Roger no le quedó otra que obedecer. De todas formas las palabras de su amigo le habían hecho pensar que sí, que quizás era un poco raro hacer eso así que corrió hasta donde le había indicado Freddie y se sentó lo más recto que pudo.

Después de que los mismos golpecitos, esta vez más impacientes, volviesen a retumbar sobre la puerta Freddie mostró su mejor sonrisa y la abrió.

-Hola, querido, qué sorpresa -se hizo a un lado para dejarlo pasar y Brian avanzó con ese porte que le caracterizaba. 

-Hola -sonrió pero su mirada dejó en seguida la de Freddie para inspeccionar la casa en busca de una persona en particular. Su mirada se encontró de pronto con la de Roger que se había puesto en pie nada más escucharle.

El rubio lo miraba un poco nervioso y avergonzado desde detrás del sofá y Brian no pudo evitar dedicarle una sonrisa. Él también estaba un poco nervioso pero volver a tener a Roger delante de él lo tranquilizaba. Era casi mágico.

Freddie observó de uno a otro y quiso decir que parecían unos estúpidos, pero sintió que a lo mejor su presencia allí molestaba un poquito así que a pasos cortos fue avanzando hacia la habitación.

-En fin, mejor os dejo solos -ninguno le hizo caso, ni siquiera le miraron. Pero antes de cerrar la puerta de la habitación grito: -, ¡pero que conste que no me haré ninguna paja!

Eso sí pareció volver a traer a Brian a la realidad del mundo ya que parpadeó y mirando a Roger confundido rió.

-¿Qué? 

-Nada -rió él también -, tú ignóralo -salió de detrás del sofá y avanzó hacia él, pero lo único que hizo fue situarse en frente y quedarse quieto.

Era curioso porque hasta después de haberse besado como lo hicieron pareciese que volvían a ser unos simples conocidos de tres días. Era una incomodidad y unos nervios que no resultaban ser del todo negativos. Era una sensación extraña pero agradable al mismo tiempo.

Porque Roger quería creer que aquello era el inicio de un enamoramiento.

-¿Por qué has venido? -preguntó para iniciar un tema de conversación porque en realidad Brian parecía estar más nervioso que él, y eso que el mayor solía ser el más relajado de los dos.

-No estoy seguro -comentó con una pequeña risa -, hoy he venido sin ningún plan, simplemente me apetecía verte.

Aquello revolvió el estómago del más pequeño. Sintió un pequeño cosquilleo crecer desde la punta de los dedos de los pies hasta los hombros. No pudo evitar la diminuta sonrisa que se posó en sus labios. 

Y esta vez ni siquiera fue su iniciativa. Se sorprendió a la vez que deleitó cuando Brian acercó su rostro al suyo y sin esperar permiso como la primera vez, posó sus labios sobre los suyos en un cálido y pequeño beso. 

Ni siquiera profundizaron, fue el simple contacto de sus labios, pero hasta eso le hizo sentir a Roger como nunca antes un beso le había hecho sentir. Pletórico.

Cuando Brian se separó de él mirándole con los ojos brillantes una idea se le cruzó por la cabeza. 

-¿Puedo llevarte yo a un sitio hoy? -preguntó con una ceja alzada y como Brian notó una ligera picardía en su tono de voz no pudo evitar asustarse un poco.

-Claro, mientras vuelva vivo a casa.

-Vivo sí -dijo -, pero entero... a lo mejor no.

-Me das miedo -rió aunque la situación no sabía si le hacía gracia del todo. Roger se alejó y dando saltitos hasta el sofá tomó su chaqueta.

-Tú confía en mí -se acercó hasta él y le tomó la mano -, de todas formas ya no tienes excusa para decir que no.

-¿No a qué?

Pero Roger no le contestó. Se dedicó a reír y a arrastrarle por las calles de Londres hasta el destino que él más frecuentaba para el desconocimiento del mayor. Sin embargo, cuando los ojos de Brian se pusieron sobre las escaleras que bajaban a un oscuro callejón del que se escuchaban voces y música ahogada comprendió.

O más que comprender; recordó.

-Debí imaginarlo -antes de bajar las escaleras Roger levantó la cabeza para mirarlo.

-Es que tú ya me has enseñado cómo es tu vida -comentó levantando los hombros -, ahora quiero mostrarte cómo es la mía.

Y Brian no podía estar más dispuesto a ello.

Aunque con algo de desconfianza, se dejó guiar por Roger como hizo la última vez. El rubio le hacía caminar a su lado, con las manos enlazadas. Brian miraba a su alrededor para encontrarse con el mismo panorama como el de la última vez. 

Esta vez se sintió mucho más cómodo que la última. Seguía sin resultarle la mejor experiencia de su vida pero ya no se veía obligado a apartar la mirada de alguna pareja besándose en una esquina o contra la pared. Todo lo veía más normal aunque su mente le gritase en su interior que no lo era. Para ese momento ya solo se dejaba guiar por su corazón que lo único que le pedía era seguir los pasos de la persona que lo tenía agarrado de la mano.

Pronto estuvieron dentro de un local. La música, a pesar de ser con instrumentos en vivo, sonaba increíblemente alta. La gente aglomeraba el espacio y a penas dejaba hueco para moverse. Todos reían, gritaban, saltaban, bebían y bailaban unos pegados contra otros, y solo entonces Brian sintió aquella incomodidad que ya había pensado no volver a tener.

Una vez frente a la barra, Roger le soltó la mano para pedir a saber qué al barman. Mientras, Brian se dedicó en hacer una ronda con la vista a su alrededor. De momento nadie parecía prestarles atención pero entonces detectó la mirada de un chico joven sobre su cuerpo. El muchacho lo devoraba con la mirada de arriba abajo y cuando se dio cuenta que Brian también lo miraba le hizo un gesto obsceno con la boca y los dedos que hizo que lo mirara con la boca abierta, increíblemente sorprendido de aquella desvergüenza.

Cuando se dio la vuelta con una copa en cada mano, Roger siguió la mirada de Brian y se dio cuenta de lo obvio. Pero esta vez no le enfadó, esta vez sonrió y tras dejar una de las copas sobre la mesa, llevó esa mano a la nuca de Brian y le hizo pegar sus labios con los suyos en un beso caliente y húmedo que obligó al más mayor a continuar. 

Se separaron y entonces Roger volvió a conectar la mirada con el chico que había estado devorando a su Brian para guiñarle el ojo.

-Toma -le tendió sonriente una de las copas mientras Brian intentaba asimilar lo que acababa de pasar. Asintió y tomó esa copa para darle un gran trago. 

El líquido ardiente le recorrió toda la garganta y le obligó a soltar un gruñido cuando separó el cristal de sus labios.

-Está fuerte -dijo y Roger rió dándole un trago mucho más grande a su propia copa pero sin hacer ningún tipo de gesto.

Bebieron y charlaron durante un rato. Cuando sus copas estuvieron completamente vacías y su vista comenzaba a dar un poco de vueltas ante sus ojos, Roger volvió a enlazar su mano con la del mayor.

-Vamos a bailar -le susurró en el oído y Brian se dejó arrastrar hasta la pista de baile.

Apartando un poco de gente con ligeros empujones consiguieron situarse en el centro. La música había pasado de ser animada a una más tranquila. Empezaron a bailar pegados. Roger no tenía ni idea de bailar, él solo se movía como su mente alcoholizada le ordenaba y Brian el único paso de baile que sabía era el que había estado practicando con su madre para la boda. Y tampoco era plan de bailar eso allí.

Sin embargo ya todo a su alrededor dejó de importar. Roger levantó sus brazos y los situó tras la nuca de Brian quien le rodeó con los suyos la cintura. Estaba bien y era bonito, pero no dejaba de sentirse un tanto extraño.

Roger debió reconocer su expresión.

-Aquí puedes ser tú -dijo acercándose y hablando sobre sus labios. Brian se perdió en aquella mirada celeste de la que comenzaba a sentir cosas extraordinarias. Y podía estar perdido en ella durante una eternidad.

Sentía la respiración del rubio sobre sus labios, unos labios que no pudo evitar volver a besar porque incluso con el poco tiempo que llevaba saboreándolos, ya comenzaba a hacerse adicto a ellos. Apretó su cintura con los dedos en el momento en que Roger metió la lengua en su boca. Todo era maravilloso y todo lo disfrutaba como nunca había disfrutado nada antes. 

-¿Sabes por qué este es mi sitio favorito en el mundo? -preguntó una vez que separaron sus labios. Brian lo miró esperando a que continuase -. La gente dice que Hole es peligroso, pero yo siempre he pensado que fuera de aquí la gente es mucho más mala y la vida mucho más cruel.

Brian detectó un ligero toque de tristeza en sus palabras. Levantó una de sus manos y le acarició la mejilla, algo que le sacó una pequeñita sonrisa.

No sabía qué contestar a lo que dijo pero tampoco hizo falta hacerlo, Roger volvió a besarlo porque se dio cuenta que le encantaba. Le encantaba sentir los suaves y cálidos labios de Brian sobre los suyos, le encantaba enredar los dedos en la esponjosidad de su cabello y le encantaba sentir como el mayor le apretaba contra su cuerpo. Porque le encantaba sentir su cuerpo. Y le encantaría sentirlo en todos los significados de la palabra.

Ese pensamiento lo excitó un poco. Provocó que el beso fuese mucho más lascivo y húmedo. Casi no dejaban tiempo para respirar. Era como si estuviesen hambrientos de ellos mismos y estuviesen a punto de devorarse en medio de la pista. Todo desapareció, solo eran ellos dos. 

Y así fue durante gran parte de la noche. Lo único que hicieron fue bailar, beber y besarse cada vez que podían. Y Brian tuvo que admitirlo, se lo pasó como nunca.

Pero en un punto de la noche la cosa se torció. En medio de una canción bastante animada en la que Brian se pasó todo el tiempo observando los bailes descontrolados ed Roger, la mirada del rubio se puso sobre algo tras su espalda. 

Y su mirada dejó de ser una alegre para pasar a ser a una de completa cólera.

Brian giró la cabeza para contemplar aquello que le había hecho cambiar de actitud tan repentinamente y con lo único que se encontró fue con mucha gente, lo mismo que durante las últimas horas.

-Retiro lo que te dije antes -dijo de pronto Roger haciendo que el mayor volviese a mirarle -, Hole está a punto de convertirse en el lugar más peligroso de todo Londres.

-¿Qué? -preguntó confundido pero Roger no quiso seguir contestando. 

Observó como el rubio dejaba su lado y avanzaba entre todas las personas que seguían bailando hasta un grupo de hombres grandes y mayores que se situaba a un lado de la pista.

Ese fue el momento en que Brian reconoció a uno de ellos y entonces lo entendió todo. El color le abandonó el rostro y entró en pánico.

-¡Roger! -intentó llamarlo pero o no lo escuchó o no quiso escucharlo. Brian corrió detrás de él para alcanzarlo. Vio como Roger le quitaba un vaso de cristal a una joven que bailaba de una forma muy provocativa junto a otra. Ni siquiera le molestó.

Roger se paró frente al grupo de hombres y mostró su más amplia y falsa sonrisa. Brian consiguió situarse a su lado y fingir tranquilidad para que no los matasen, intentó preguntarle qué narices estaba haciendo pero el rubio habló antes de que pudiese hacerlo.

-Hola -en total eran tres hombres que pusieron su mirada sobre el chico al instante. Lo inspeccionaron de arriba abajo, algo que cabreó un poco a Brian, siendo sinceros.

-Hola, rubio -Brian lo miró con desconfianza y se acercó un poco más a Roger para intentar protegerlo con su escudo imaginario -, ¿buscas diversión? -lo miró con una sonrisa torcida que le generó un asco que le costó bastante disimular.

-Vengo a buscar otra cosa -hablaba tranquilo y con aquella sonrisa falsa de la que aún no se desprendía. Los tres hombres lo miraron expectantes, pero en especial el del centro -, venía a explicarte un par de cosas.

-¿Anatomía masculina? -aquel comentario consiguió sacarles una carcajada a los otros dos y solo terminó de borrar por completo la sonrisa que había estado forzando.

-No -dijo esta vez con la cara roja de enfado -. Vengo a por esto -y con toda la fuerza que pudo reunir en una misma pierna la levantó y le golpeó con el empeine la entrepierna. Fue tal la fuerza empleada que obligó al hombre a encogerse y a soltar un grito grave de puro dolor -. ¡Eso es por atreverte a tocar a mi mejor amigo sin su puto permiso! -levantó el vaso de cristal con fuerza y lo estrelló contra su cabeza haciendo que el objeto se rompiese en mil pedazos y que incluso algunos se clavasen en su mano. Pero ni siquiera lo sintió -. ¡Y eso por la cantidad de otros chicos a los que se lo habrás hecho!

Aquel ataque tan inesperado dejó a Brian con la boca abierta, a los amigos del agredido con las miradas desorbitadas de la impresión y los que tenían alrededor dejaron de bailar para observar la escena.

De pronto todo quedó en silencio. Hasta la música había dejado de sonar. El hombre estaba de rodillas sobre el suelo, casi había perdido el conocimiento pero se mantenía en pie. Roger respiraba acelerado debido a la adrenalina del momento y los otros dos pusieron las miradas sobre él, como dos leones hambrientos a punto de lanzarse sobre una pequeña cebra.

-Joder... -murmuró Brian mirando hacia todos lados.

-Matadlo -escucharon el susurro del que aún estaba de rodillas en el suelo y sangrando por la cabeza.

Le obedecieron.

-¡Corre! -giró sobre sus pies y tomó la mano de Brian en el momento en que los otros dos se lanzaron sobre ellos para atacarlos. La gente se apartaba de su camino para dejarlos pasar con miedo a que ellos también se llevasen algún golpe.

Y lo único que hacía Roger mientras corría era reír como un loco de su peligrosa diversión y venganza. ¿Y qué es lo que hacía Brian mientras corría? Gritar desesperado a todo pulmón que esa noche morirían asesinados por unos violadores.

•••

Tengo que hacer ahora esto porque estas personitas se están haciendo muy importantes para mí aquí en Wattpad y en todo en general.

Porque le dan mucho apoyo a esta historia y para mí es muy importante y atacan mi palpitoso y sensible corazón.

dorling_
Nobis_Placet
_JohnMcTaylor_
AtnasMay
Ladynoirshipper16

Sois preciosas y os amo con todo mi corazoncito❤️

Y mil gracias también al resto. Me dais la vida, en serio.

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