Capitulo 14

No pudieron decir nada más hasta llegar a casa. Ni siquiera Roger quiso seguir insistiendo a Freddie con preguntas, lo que fuera que hubiese pasado tenía a Fred demasiado afectado, tanto que el rubio decidió dejarlo pasar por esa noche. Mañana sería otro día.

Los tres subieron al apartamento de los dos mejores amigos y Roger acompañó a Freddie a la habitación mientras Brian se quedaba esperando en el sofá.

Roger ayudó a su amigo a sentarse. El más mayor parecía estar ido, como si su cuerpo estuviese presente pero su cabeza no. Roger sintió como si estuviese tratando con un muñeco de trapo al que podía mover a su antojo. Quiso tomar la camiseta entre sus manos para ayudarle a desvestirse pero Freddie agarró sus manos con las suyas y lo miró.

-No -dijo prácticamente en un murmullo -. Prefiero dormir así.

-¿Estás seguro? -Freddie tan solo asintió y se tumbó sobre la cama, dándole la espalda. Roger se limitó a observarlo con preocupación y antes de marcharse lo cubrió con las sábanas. Freddie se abrazaba a sí mismo -. Llámame si necesitas algo -dejó un besito sobre su frente y salió.

Cuando llegó al salón, después de cerrar la puerta de la habitación, soltó un profundo suspiro y se sentó al lado del otro. Brian lo miró de reojo. Roger tenía el ceño ligeramente fruncido. Seguía enfadado pero aquel enojo estaba ligeramente cubierto por una capa de preocupación y culpabilidad.

-¿Qué tal está? -se envalentonó a preguntar pero o Roger no lo escuchó o ignoró por completo su pregunta.

-Ha sido mi culpa -musitó con los dientes apretados. Estaba enfadado pero ya no creía estarlo con el tipo que parecía haberle hecho daño a su amigo sino consigo mismo. Si aquello había pasado fue porque lo había dejado solo. De haber estado con él jamás habría permitido que ocurriese. Se sentía pésimo -. Totalmente mi culpa.

-Hey... no digas eso.

-¿Cómo no voy a decirlo? -lo miró con la cara roja de impotencia -. Si hubiese salido con él como habíamos dicho desde un principio nada de esto habría pasado.

-En todo caso también sería mi culpa -continuó Brian encogiéndose de hombros -. Fui yo quien vino a buscarte.

-Pero... -Roger lo miró mientras Brian compartía una diminuta sonrisa a la espera de que continuase -, no es tu culpa. Tú eres demasiado bueno.

-¿Qué tiene eso que ver? -rió.

-No lo sé -Roger sonrió y apartó la mirada. Le encantaba escuchar a Brian reír pero a la vez le encendía tanto las mejillas que le daba vergüenza que lo viese.

-De todas formas no soy tan bueno como piensas -admitió pasados unos segundos. Aquello pareció volver a captar toda la atención del más pequeño puesto que Roger volvió a mirarle directamente a los ojos esperando por más información.

Pero Brian no sabía qué más decir. Obviamente pensaba lo que había dicho pero... lo peor de todo es que la imagen de Elizabeth fue lo primero que se le pasó por la cabeza al pronunciar aquellas palabras. No sabía por qué se sentía como se sentía; culpable. Pero esa culpabilidad no tenía una razón fija. 

Aunque pensándolo bien...

Tuvo que reconocerlo, aquello ya no era ningún misterio. No podía negar que con Roger estaba sintiendo exactamente lo mismo a lo que sintió con Eli nada más conocerla. Puede que incluso más fuerte. Pero, ¿por qué? ¿Por qué tenía que ser así? No debería comenzar a tener sentimientos por ese chico, estaba mal por muchísimas razones.

-Ah, ¿no? -la voz de Roger volvió a traerle de nuevo al mundo real. El rubio lo miraba con una sonrisa de medio lado que no mostraba los dientes -. ¿Qué es aquello que no te hace ser tan bueno?

Que tengo la sensación de estar engañando a mi prometida...

Obviamente Brian no podía decir eso.

-Cosas -se limitó en contestar. Roger lo miró serio durante unos minutos para después soltar una pequeña risita. Brian lo miró confundido -. ¿De qué te ríes?

-Eres raro, Bri.

-Vaya, gracias -la pequeña risita del más pequeño continuaba y aquello lo obligó a sonreír. Podría escuchar aquel melodioso sonido todo el día.

-No lo sé -dijo al fin y se acercó un poco a él. Brian se tensó pero no se movió -. Eres misterioso y eso me atrae.

La cercanía tan repentina hizo que el calor recorriera todo el cuerpo de Brian de los pies a la cabeza, pero siguió sin moverse. No le incomodaba, al contrario, le gustaba. Observó la mirada de Roger penetrar con fuerza en la suya, casi analizándolo con ella y por un momento temió porque el más pequeño descubriese algo que no estaba dispuesto a contarle. Al menos de momento. 

No quería que supiera de Elizabeth. No sabía si estaba mal o no, pero no se lo diría. 

-¿Te atraigo? -se atrevió a preguntar aunque su voz resultó ser a penas un susurro. Roger no dijo nada, en su lugar tan solo sonrió (en su interior gritando de emoción) y se acercó más todavía. Se acurrucó contra Brian y rodeando con un brazo su cintura apoyó la cabeza en su hombro. 

Por un momento el rizado se quedó inmóvil. Roger lo estaba abrazando. Roger tenía la cabeza apoyada en su hombro. Roger estaba acurrucado contra él. Podía sentir la respiración de Roger erizar la piel de su cuello. Sintió vergüenza al pensar que el rubio pudiese estar escuchando los rápidos y violentos latidos de su corazón.

¿Pero desaprovecharía esa oportunidad? Claro que no.

Terminó por rodear el cuerpo del chico con sus brazos, pegándolo más contra su cuerpo. No pudo verlo pero Roger mostró una pequeña sonrisa y se acurrucó más contra él. Brian apoyó la barbilla sobre la cabeza del rubio y aspiró su dulce aroma que, para posible sorpresa de muchos, resultó ser delicioso. Delicioso porque pertenecía a Roger y todo lo que tuviese que ver con él ya le resultaba delicioso de por sí.

Se mantuvieron así durante unos largos y reconfortantes minutos. Roger levantó un poco la cabeza y contempló la mirada de Brian descansar en la suya. Hasta que sus celestes ojos viajaron a la piel de su cuello y se terminase de acercar lo suficiente para dejar unos pocos besitos en ella. 

Brian se estremeció ante el contacto pero no lo rechazó, sino que levantó un poco la cabeza para que el pequeño tuviese más espacio. Ni siquiera era algo sexual, era... no tenían muy claro lo era, pero era tan bonito y resultaba tan natural que se mantuvieron así un rato.

Los labios de Roger dejaban besitos en cada rincón que encontraba sacándole pequeñas risitas al otro. Sus besos subieron hasta la barbilla y volvieron a bajar. Los brazos de Brian lo apretaron más contra él, acariciando su espalda en el proceso. 

Era raro porque actuaban como si aquello lo hiciesen todos los días, incluso como si fuesen una pareja, pero no lo eran y mucho menos lo habían hecho antes. Brian se deleitó con los labios de Roger rozar la piel de su cuello. Jamás en la vida se había sentido así, ni siquiera Elizabeth le había hecho sentir aquello con ese simple tacto.

¿Qué tenía Roger que le volvía tan loco?

De pronto la cabeza de Brian volvió a mirar hacia abajo para conectar mirada con el rubio. Roger dejó lo que estaba haciendo para devolverle la mirada. No esperó encontrarse con los penetrantes ojos del mayor dilatados como estaban. Hasta que observó sus labios.

Quería besarlo... Vaya que si quería hacerlo. 

Pero tenía miedo a su reacción. 

Estaba aterrorizado al rechazo. No quería que Brian desapareciese de su vida tan rápido como había llegado. No quería volver a acostumbrarse a la única compañía de Freddie, no quería no volver a sentir por nadie. Algo que nunca había hecho pero que con Brian todo se volvía tan real. Con él su corazón palpitaba a cada instante que sentía su mirada sobre él, con él las mejillas se le coloreaban de un rojo intenso y el rostro le ardía de emoción. Con él todo era muy bonito, desconocido y emocionante. 

No quería que desapareciese. 

Brian levantó el brazo y llevó un mechón rubio tras su oreja. Su mano terminó por descansar en su mejilla la cual acarició como si se tratase de lo más valioso y delicado del mundo y como si, al mismo tiempo, fuese lo más preciado para él. Roger sonrió en el momento en que Brian lo acercó para dejar un beso sobre su frente que duró unos segundos.

-¿Te quedas a dormir? -preguntó el rubio en voz baja. 

-Si me lo permites sí.

-Claro que te lo permito, bobo -Roger sonrió y se alejó. Tomó una manta de lana fina que descansaba en la diminuta mesita de centro y se quitó los zapatos lanzándolos a cualquier parte del salón.

-¿Qué haces? -preguntó Brian observándolo.

-Ponerme cómodo -contestó como si fuese lo más obvio del mundo. Brian terminó imitándole y tras estar descalzos los dos se acomodaron en el estrecho y diminuto sofá.

Pero a ninguno pareció importarle. Durmieron abrazados, Roger descansó la cabeza en el pecho del mayor y enredó sus piernas con las suyas mientras que Brian rodeó su cuerpo con sus brazos. 

Tardaron en dormirse a pesar de la comodidad de estar el uno en los brazos del otro. Pero tampoco querían que esa noche acabase, y quizás debería haber sido así.

°°°

A la mañana siguiente el primero en despertar fue Roger. Abrió los ojos con lentitud, acostumbrándose poco a poco a la potente luz solar que se colaba por la ventana. Ya debería ser tarde. 

Pero no tuvo tiempo de pensar en la posible hora que sería ya que al intentar moverse un poco algo se lo impidió por completo. Unos largos y fuertes brazos le rodeaban tras su espalda y lo acercaban al ardiente pecho de la persona sobre la que se había quedado dormido. Cuando su mirada se puso sobre el impoluto rostro de Brian no pudo evitar sonreír nervioso.

Apoyó la barbilla en el hombro del mayor y se le quedó mirando, apreciando cada precioso rincón con el que tenía la bonita suerte de encontrarse. Brian estaba profundamente dormido, con la boca ligeramente abierta y emitiendo unos flojos ronquidos. Aquello le hizo reír un poco.

Con cuidado, para no ser muy brusco y despertarle, levantó uno de sus brazos y lo acercó a los labios de Brian. Quería tocarlos, acariciarlos y sentirlos de tantas formas distintas... Con la yema de su dedo índice le rozó el labio inferior.

No sabía cómo sentirse. Sabía que lo que estaba empezando a sentir por él era demasiado fuerte, ya no podía negarlo, y al mismo tiempo sabía que estaba mal, que no debería tener sentimientos hacia él pero... era muy complicado no tenerlos. Tanto que ya no podía siquiera alejarse de él. Eso tuvo que haberlo hecho desde un principio y ya entonces era complicado.

Los párpados de Brian comenzaron a removerse indicando que estaba despertando. Roger alejó la mano de un tirón y en el momento justo en que los cansados ojitos de Brian recibieron los suyos. El rizado llevó su propia mano hasta ellos y los frotó, bostezando.

-Buenos días -dijo dentro de ese bostezo. 

-Buenos días, ¿qué tal has dormido? -por algún casual ninguno se alejó. Estaban demasiado cómodos y no pretendían alejarse el uno del otro. Roger le observó con los ojos brillantes y abiertos. Tanto que al otro le costó un poco concentrarse.

-Genial -no iba a mentir, dormir abrazado a Roger había sido lo mejor que había hecho en su vida. O al menos una de las mejores noches -. ¿Qué hora es? -el más pequeño miró su reloj de muñeca.

-Casi las diez.

-¿En serio? Mierda... -Brian dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó un profundo suspiro.

-¿Es que tienes que ir a algún sitio? -preguntó con una sonrisa pícara. No quería que se fuese, quería pasar el día entero con él.

-No, pero mis padres ya estarán despiertos y me acribillarán a preguntas cuando vuelva.

-Es raro que con la edad y el dinero que tienes aún vivas con tus padres -comentó curioso. Aunque al mismo tiempo la sombra de la tristeza le cruzó el corazón. Echaba muchísimo de menos a sus padres, ojalá tuviese él la oportunidad de volver a vivir con ellos. 

-Ya... es que son unos antiguos -rió y lo miró -. Hasta que no me case no me dejarán vivir solo.

El silencio de ese momento por parte de Roger le permitió pensar en sus propias palabras. Y no pudo estar más arrepentido de pronunciarlas. 

Mierda, mierda y más mierda. Se mordió la lengua en su propio intento de castigarse. ¿Por qué había dicho eso? Era imbécil, estúpido y un bocazas. 

Con miedo y nerviosismo volvió a dirigir la mirada a la de Roger que lo observaba con ojos curiosos mientras jugueteaba con los botones de su camisa.

-¿Hasta que no te cases? -su voz no parecía sospechar nada, por suerte, pero se entendía un poco de decepción en ella -. ¿Tus padres tienen alguna chica pensada para ti? -esa última pregunta resultó ser a penas un susurro porque le costaba demasiado realizarla. 

El simple hecho de imaginarse a Brian en el altar junto a una mujer vestida de blanco... le revolvió el estómago. Y sí. Se puso celoso, muy celoso.

Brian tardó unos segundos en contestar porque no tenía ni idea de qué decir. Ese hubiese sido el momento perfecto para decirle que sí, que tenía prometida y que, de hecho, se casaría en unas pocas semanas. Pero... no pudo.

-No -contestó en seco. Y la contestación resultó tan cortante que soltó una pequeña sonrisa nerviosa para disimularlo -. No pero es lo que dicen siempre -Roger pareció tragárselo porque asintió con una sonrisa feliz que intentaba disimular sin mucho éxito.

Brian sintió su corazón romperse.

-Entonces mejor me voy -dijo de repente. No podía aguantar un minuto más allí, se sentía pésimo por haberlo engañado pero no pudo hacer otra cosa. 

-Oh... está bien -ambos, para su desagrado, se separaron y se pusieron en pie. Roger observó como el mayor recogía sus zapatos de cuero y se los ponía.

El silencio de pronto era incómodo. El rubio se removió en su sitio y cuando Brian estuvo listo lo acompañó hasta la puerta.

-Saluda a Fred de mi parte -pidió antes de salir. Roger sonrió.

-Claro.

Sin previo aviso y para su sorpresa, Brian lo acercó a él y dejó un beso en su frente como ya otras veces había hecho. Le encantaba cada vez que lo hacía, le hacía sentir querido y apreciado. Era un gesto muy bonito.

Y tras una última y suave caricia en su mejilla se marchó.

Roger se quedó un rato con la puerta abierta y la mirada perdida en los escalones por los que Brian había desaparecido, hasta que finalmente cerró la puerta mostrando una diminuta sonrisa. 

Con la felicidad floreciendo de cada extremidad de su cuerpo avanzó dando saltitos hasta la habitación que compartía con Freddie, y nada más abrir la puerta la realidad volvió a golpearle con fuerza. La sonrisa se le borró por completo y observó a su mejor amigo tumbado boca arriba sobre la cama y con la mirada perdida en el techo.

Se preguntaba si habría conseguido dormir algo esa noche.

-Fred -llamó bajito y se acercó hasta sentarse a los pies de la cama -. ¿Cómo te encuentras? -el nombrado se tomó unos segundos en responder hasta que finalmente unió su mirada con la del rubio. Y para sorpresa de este último, Freddie sonrió un poco.

Con dificultad, y ayuda de Roger, se sentó con la espalda apoyada en la pared.

-Estaré bien -contestó con la voz floja y ronca. Comenzó a jugar con sus manos mientras Roger lo miraba con la mayor preocupación que había expresado nunca.

-¿Vas a decirme qué pasó? -habló con una suavidad que no recordaba haber usado jamás. Freddie se veía extrañamente sensible y vulnerable y no haberlo visto así nunca le incomodaba y preocupaba al mismo tiempo.

-No es importante.

-Lo es -insistió -. Todo lo que tenga que ver contigo lo es. Y siento muchísimo haberte dejado solo -aquello último lo susurró y tuvo que apartar la mirada. Freddie, en su lugar, lo miró -, no habría pasado nada si hubiese ido contigo.

-No sabes eso -Freddie alargó el brazo y enlazó su mano con la de Roger. El rubio volvió a conectar miradas con su amigo y solo ahí supo, o al menos lo sintió más fuerte, que si algo le llegaba a pasar a Freddie jamás podría vivir con ello. 

Ya había perdido a sus seres más queridos, a su familia, y perder al que ya consideraba el último miembro de ella lo acabaría volviendo loco por completo. De pronto la imagen de Brian apareció en su mente, ¿podría ser que Brian se estuviese haciendo su propio hueco al lado de Freddie?

-Solo... prefiero olvidar lo que pasó, ¿vale? -le suplicó con la mirada mientras acariciaba la mano de Roger. El más pequeño lo miró unos segundos hasta que finalmente asintió. Los ojos de Freddie estaban un poco húmedos y no pudo evitar acercarse y darle un fuerte y cariñoso abrazo. Fred se dejó fundir en él, hundiendo el rostro en el cuello de su amigo y relajándose mientras el más pequeño le acariciaba la espalda por encima de la camiseta.

Estuvieron así unos reconfortantes minutos hasta que terminaron por separarse. Freddie se apartó las pocas lágrimas que se le habían escapado de los ojos.

-Sé de algo que te animará -sonrió Roger para volver a ponerse en pie de un salto. El otro lo observó curioso mientras el rubio abría la puerta medio descolgada del armario y comenzaba a revolver todo.

-Si es ropa interior nueva no me interesa.

-Cállate -ambos soltaron una diminuta risa.

Unos segundos más tarde Roger sacó la cabeza del armario con algo en sus manos. 

Freddie casi se desmaya cuando su amigo levantó los brazos y le mostró el precioso y elegante traje que sostenía. Comenzó a cerrar y abrir la boca como un pez mientras temía por que sus ojos se escapasen de sus cuencas de lo abiertos que los tenía.

Casi le da un infarto y casi muere.

-Rog, eso... es...

-Precioso, lo sé -se acercó hasta él y dejó el traje en su regazo. Freddie llevó las manos a su pecho con miedo a que si lo tocara desapareciese -. Sé que te gusta la moda así que sabría que te encantaría -rió cuando Freddie miró de sus ojos al traje y del traje a sus ojos, aún incapaz de decir nada -. Antes de que digas nada -alzó un dedo -, no lo he robado, ¿vale? Me lo regaló Bri.

Solo entonces Freddie se permitió acariciar el terciopelo del traje. 

-¿Por qué...?

-No preguntes tanto y pruébatelo -volvió a reír -. Puedes ponértelo las veces que quieras, sabes que mi ropa es tuya.

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