Capítulo 10

   La batalla entre Seiya y Hades había acabado. El dios de la muerte, quien ahora se encontraba en el cuerpo de Shun, se encontraba en batalla contra Shaka de Virgo. Seiya, inclusive el hermano de Shun, Ikki, había fallado en intentar regresar a su hermano. El santo de Virgo estaba a punto de llevar a cabo su movimiento final cuando la diosa Atena se apareció entre ambos hombres, evitando que siguiesen peleando.

     ―Al fin das la cara, Atena ―dijo Hades con tranquilidad.

     ―Hades, ¿Qué le has hecho a mi hija? ―le cuestiono la peli violeta con seriedad.

     ―Por ella no te preocupes, preocúpate más por tus caballeros ―le respondió el hombre con una sonrisa―. Todos y cada uno de ellos han fallado en su misión.

     ―Por favor, te ruego que hagas desaparecer el eclipse que has creado en la tierra y que le devuelvas la luz al mundo ―le rogó la diosa.

     ―Lo haré, si me entregas tu cetro y renuncias a tu título de guardiana de la tierra ―le propuso el dios de la muerte mientras le señalaba con su lanza―, también...debes morir.

     ― ¡Diosa Atena, no lo haga! ―exclamó Shaka con fuerza.

     ―Voy a hacerlo, sé que mi hermana te terminará destruyendo ―le dijo Atena mientras apretaba la hoja filosa del centro, lastimándose.

     ―Ella terminará muriendo al igual que tú, y todo...por unos seres inmundos ―dijo él dios con desdén.

   Hades sujeto con fuerza del cuello de la peli violeta, haciendo que no pudiese respirar sin embargo esta no soltó la hoja afilada. La sangre de Saori bajó lentamente por el mango del cetro y mojó la mano de Hades; en aquel momento, el alma de Shun cobró fuerza y reintentó expulsar nuevamente al espíritu del dios. Cuando por fin Shun pudo liberarse, el espíritu de Hades sujeto con fuerza al cuerpo de Saori, llevándosela con él.

    Shaka y los demás caballeros corrieron detrás de su diosa pero se encontraron con un muro que les evitaba surgir. Intentaron todo, usaron toda la fuerza de su cosmos para romper el muro pero les fue imposible.

     ―Esto es malo, sino hacemos algo....Hades matará a mi esposa y a mi hija ―dijo Seiya con preocupación.

     ―Nuestros poderes son nulos contra este muro ―añadió Shaka.

     ―Es cierto, pero eso solo sucede cuando usamos nuestros cosmos individualmente ―la voz del caballero de libra, Dokho, quien venía acompañado por Aioria, Milo y Mú―. Si usamos nuestros cosmos unidos, podremos destruir el gran Muro de los Lamentos.

     ―Pero si hacen eso...morirán ―dijo Shun.

     ―Ustedes tendrán la misión de derrotar a Hades, para mantener al planeta en paz ―dijo Aioria con seriedad.

     ―Aioria, no puedes hacer esto. No puedes hacerle esto...a mi hija ―murmuró Seiya con los ojos llenos de lágrimas.

     ―Tanto ella como yo hicimos un juramento, dar la vida por nuestra señora. Si es la mujer de la cual me enamoré...sabrá entender mi decisión ―le explicó el rubio mientras se le acercaba―.Dile de mi parte que fue, es y siempre será la única mujer a la que he amado con locura.

   Seiya asintió levemente y sucedió algo completamente impresionante: la armadura de sagitario salió de su cuerpo. Las armaduras de los difuntos caballeros dorados aparecieron frente a los demás y rápidamente tomaron la forma de sus dueños, frente a Seiya y sus amigos se encontraban los doce caballeros dorados.

   Aioria sonrió al ver a su hermano y a los demás caballeros nuevamente. Todos se abrazaron con alegría y miraron a los caballeros de bronce.

     ―Nosotros haremos un agujero para que ustedes puedan entrar a los campos Elíseos, deben detener a Hades y salvar a la Diosa Atena ―les dijo Aioros con una sonrisa.

     ―Recuerden que estamos orgullosos de los caballeros en que se han convertido y que siempre estaremos a su lado ―añadió Aldebarán.

     ―Haremos que se sientan más orgullosos de nosotros, destruiremos a Hades ―les prometió Shiryu.

   Los caballeros dorados sonrieron antes de elevar sus cosmos a su máximo nivel. Aioros acomodó su arco y su flecha dorada, en la cual iba todo el cosmos de cada caballero dorado. Una vez que todo el poder se encontraba en la flecha, el caballero de sagitario la lanzó con fuerza contra el muro de roca sólida, haciéndole un agujero lo suficientemente grande.

   Con una gran sonrisa, los caballeros dorados fueron desintegrándose, dejando sus armaduras en forma representativa frente a los caballeros de bronce, la única que no había regresado a su forma fue la de sagitario que regreso nuevamente al cuerpo de Seiya. Las lágrimas recorrían las mejillas de los cinco guerreros que miraban las armaduras con infinito dolor, sus grandes amigos ya no estaban.

     ―Los voy a extrañar, jamás podré olvidar todo lo que has hecho por mi Aioria ―susurró Seiya mientras cerraba sus puños con fuerza.

     ―Será doloroso regresar al santuario y no verlos nunca más ―añadió Shun entre lágrimas.

     ―Primero debemos destruir a Hades, debemos cumplirles su última petición ―dijo Shiryu―. Se han sacrificado para darnos la oportunidad de vencer al mal de una vez por todas.

   Todos asintieron antes de entrar por el agujero del muro y correr hacia los campos.

   Mientras Seiya y los demás iban en dirección al templo de Hades, el mismo había regresado a su cuerpo y traía consigo a Atena. Al ver esto, Shiori rápidamente se acercó para quitársela de los brazos más fue aleja con rudeza por un escudo invisible; se volvió a levantar y reintento hacer lo mismo varias veces con el mismo resultado

     ― ¡¿Qué es lo que le harás maldito?! ―le cuestionó la pelirosa con ira.

     ―Va a tener el castigo que se merece ―le respondió Hades mientras la colocaba en una vasija que la cubría hasta el cuello.

     ―Conozco esa vasija... ¡Sácala de ahí ahora mismo! ―le ordenó Shiori―, sácala o...

     ― ¿O qué? Tu amado caballero no vendrá a rescatarte, ni él ni nadie ¡Todos están muertos y sus almas me pertenecen ahora! ―exclamó mientras reía―. Todo está saliendo como lo había planeado.

     ―No...esto....no puede ser verdad ―murmuró Shiori mientras negaba repetidas veces―. Aioria no puede haber muerto... no puede ser.

   La pelirosa cayó de rodillas sobre el blanco mármol mientras de sus ojos salían lágrimas por montón. Sujetaba con fuerza el collar que le había entregado su amado mientras repetía lo mismo. Todo su ser estaba destruido, ya ni siquiera sentía fuerzas para seguir de pie. Hades se acercó lentamente y se agachó a su lado, rodeándola con sus brazos.

     ―Ahora que ese estorbo no está más en nuestro camino, me entregaras tu cosmos―le susurró el dios mientras colocaba su cabeza en su hombro―, cubriré el mundo con mi oscuridad y lograré conseguirlo con tu poder más el mío.

     ―Pensé que querías...que me querías a mí ―murmuró sin dejar de llorar.

     ―En parte, pero lo que más deseo es tu cosmos ―le respondió con malicia―. Tú cosmos, junto con el de Atena es de los más poderosos y si no puedo tener el de tu madre...tendré el tuyo.

   Justo cuando los labios del más grande estuvieron a punto de posarse sobre los de Shiori, la menor reaccionó, propinándole un puñetazo en la mejilla. Se levantó rápidamente y lo amenazó con su cetro.

     ― ¡Jamás seré tuya, solo le he pertenecido a un hombre y eso nadie lo va a cambiar! ―le gritó con ferocidad.

   La menor salió corriendo en dirección a donde estaba su madre y golpeo con fuerza el escudo, rompiéndolo. Usó toda su fuerza para romper la vasija, pero causó que se formara una pequeña fisura. Siguió golpeando hasta que Hades la sujeto del cuello y la lanzó contra un pilar, rompiéndolo en el choque.

     ―Maldita niña. No me esforcé tanto para llegar hasta aquí para que lo arruines todo ―le escupió aun sin perder su serenidad―. Si no me entregas tu cuerpo y tu poder por las buenas, te arrebataré todo por la fuerza.

     ―Jamás...te entregare nada ―le dijo mientras se levantaba débilmente―, me vengaré, lo haré por todos los que murieron por intentar detenerte.

     ―Veamos cuanto duras en con esa idea ―le dijo mientras se ponía en pose de batalla.

     ―Vas a perecer Hades, y este será el último lugar que verás ―dijeron tanto Shiori como Afrodita.

   Shiori transformó su cetro en una al igual que Hades, se pusieron en guardia antes de empezar a luchar; daban giros y hacían chocar la hoja metálica de las espadas. Saori miraba con la poca fuerza que le quedaba como su hija luchaba, influenciada por la ira y la venganza. Sabía que ese no era el estilo de pelea de Shiori, pero no podía hacer nada en ese momento.

   Justo cuando chocaron nuevamente las espadas, una explosión se escuchó a lo lejos, ambos dioses se miraron y bajaron la guardia por varios momentos. Shiori respiraba agitada, en esos momentos en que ambos habían bajado la guardia pudo sentir el cosmos de su padre cerca, miró nuevamente a Hades antes de suspirar.

     ― ¿Tan rápido te rindes, diosa Afrodita? ―preguntó el dios de la muerte con sorna.

     ―No, es solo que me he dado cuenta que estaba atacando segada por la sed de venganza―le respondió la menor con tranquilidad―. Pero finalmente tengo la cabeza fría, puedo pensar bien y ya sé cuál será mi siguiente movimiento.

     ― ¿Y cuál sería ese "siguiente movimiento"? ―preguntó Hades con cierto interés.

     ―Hagamos un trato Hades: Mi vida a cambio de que regreses a los doce caballeros a la vida y de que liberes a mi madre de esa vasija ―le propuso la diosa con una sonrisa.

     ― ¿Me crees estúpido? ¿Por qué la liberaría después de lo mucho que me costó encerrarla allí? ―le preguntó el dios con diversión.

     ―Porque con mi cosmos más él tuyo...ella no tendrá forma de destruirte, serás invencible ―le respondió Shiori.

     ―Hija no...no lo hagas... ―la débil pero preocupada voz de Saori resonó en el lugar, captando la atención de su hija.

     ― ¿Cómo sé que cumplirás? ¿Cómo sé que no es una jugarreta? ―le preguntó el mayor con una sonrisa altiva.

     ―Sabes que siempre he sido una mujer de palabra ¿Cómo sé que tú no me traicionaras en el último instante? Si haces eso, mi cosmos no te servirá para nada ―replicó mientras regresaba la vista al más grande.

     ―Está bien, reviviré a esos tontos caballeros y liberaré a tu madre, tendrán la vida que solían tener, pero únicamente para destruirlos con tu poder al final ―dijo Hades ante la serena pero atenta mirada de Shiori.

      ―Hija...no tiene sentido que sacrifiques tú vida, será en vano ―le dijo Saori con preocupación.

     ―Mi decisión está tomada, ¿Tenemos un trato, Hades? ―le preguntó Shiori mientras extendía su mano.

     ―Está bien, trato hecho ―justo cuando estaba por estrechar su mano, Shiori la alejó rápidamente.

     ―Cumple con tu parte primero ―le ordenó con seriedad. El dios suspiró pesadamente antes de cerrar los ojos. Susurró un par de palabras y abrió nuevamente los ojos con una sonrisa―. Muy bien, está todo hecho, tenemos un trato.

   Estrechó con fuerza la mano de Shiori, comenzando a absorber el cosmos y la vida de la diosa con lentitud. La menor comenzó a sentir como comenzaba a debilitarse, arrodillándose lentamente en el suelo. Su vista comenzaba a nublarse al igual que sus demás sentido. Con la poca fuerza que le quedaba miró a su madre, quien era liberada de su encierro mientras lloraba débilmente. Sonrió antes de cerrar los ojos y caer inerte completamente.

   Hades sintió como el cosmos de Shiori recorría todo su cuerpo, elevando su cosmos al máximo.

     ―Tú hija no fue tan lista, hizo un pésimo trato ―Dijo Hades mientras miraba a Atena―Aunque los haya revivido el final será el mismo eclipsaré nuevamente el sol y mi reino de oscuridad devorará a toda la raza humana.

     ―No importa...que tan difícil se pongan las cosas, la luz siempre encontrará la salida ―murmuró Saori con el ceño levemente fruncido―. Este no es el final, pronto verás cómo las cosas cambian.

     ―Ahora...ya es tarde ―le dijo Hades antes de tornar sus ojos rojos.

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HOLA GENTE!!!!!!!!! POR FIN HE REGRESADO. Espero que les haya gustado en capitulo y si fue así dejen estrellita y comenten. Nos vemos en otro capitulooooooooooooo

Bye Bye!!!!

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