Capítulo 15
Jamás él se ha mostrado tan comprensivo conmigo, me sorprende mucho. Seguramente ha entendido que necesito apoyo, sentirme segura y no gritos y regañinas. Me gusta esta parte suya, ojalá fuera así todo el tiempo, pero probablemente, en cuanto lleve a cabo mi misión de protección del Campamento de Adiestramiento, vuelva a ser igual de duro y exigente conmigo. Está detrás de mí, su respiración me da en la nuca impidiendo que pueda concentrarme. Apoya sus manos en mis hombros y las aprieta para infundirme ánimos, supongo.
—Vamos, puedes hacerlo —susurra en mi oído.
Me estremezco de nuevo. Sé que lo odio. Aún lo odio más cuando me hace esto y me hace sentir así. Esto debería estar prohibido. Cierro los ojos con fuerza, aprieto los dientes y los puños. Me concentro en mi misión intentando olvidar las manos de Azul sobre mis hombros y su respiración contra mi cuello. No puedo dejar que me intimide, ni que me desconcentre. Mi cometido consiste en envolver todo el campamento en una capa de protección, hacerlo invisible. No sé si lo conseguiré, pero tengo que intentarlo. Tengo que hacerlo. Porque tengo que ir a la siguiente misión y ayudar a acabar con el gobierno que quiere destruir mi mundo. Con el gobierno que ha matado a mi familia. Y a las familias de mis compañeros.
Vamos, Marina. Tú puedes. Tienes que hacerlo. Envuélvelo.
Imagino nuestro pequeño hogar desde el aire, visualizo como va desapareciendo bajo mis pies, cubriéndose con un manto de transparencia que nadie podrá quebrantar ni traspasar, con el que estaremos seguros.
Hazte realidad.
Noto como una fuerza inmensa, gigantesca emana de mi mente, de mis manos, de mi cuerpo, de mí, se propaga por todo cuanto se extiende a mi alrededor con un destello azulado, luego desaparece. Miro a Azul que me estruja de nuevo los hombros. Estoy asombrada.
—¿Lo he conseguido? —le pregunto incrédula con los ojos brillantes.
Él asiente y retira las manos de mi cuerpo, me parece atisbar en su rostro una pequeña sonrisa fugaz, pero no sé si de verdad era una sonrisa. Tampoco me importa. ¡Lo he conseguido! Dejo escapar un chillido ahogado de alegría y doy un salto alzando los brazos. Sonrío tanto que creo que se me va a desgarrar la cara. Lo he hecho. Azul me mira extrañado con la nariz arrugada y los brazos cruzados en el pecho. Ahora sí distingo una media sonrisa entre sus labios mientras sacude la cabeza.
—Anda vamos a entrenar que te hará falta —dice y eso significa que iré a esa próxima misión y no puedo evitar volver a saltar y dar algunos aplausos llena de alegría e ilusión—. No te emociones, yo no seré como Joss.
Últimamente estoy entrenando con Joss. La verdad es que no me ayuda mucho, porque se distrae mucho, está todo el rato rodando por el suelo. Pero tengo que entrenar con él, aunque después de lo ocurrido se me hace un poco incómodo, sobre todo cuando me mira de esa manera..., me gustaría cambiarle de un puñetazo esa cara de bobo cuando me mira. Pero no puedo. Se ha convertido en mi amigo en este poco tiempo que llevamos aquí y aunque no me guste eso, ni lo entienda, lo único que puedo hacer es actuar como si nada ocurriese.
En resumidas cuentas, tengo que cambiar de compañero de entrenamiento, pero no quiero que se sienta ofendido, así que me toca aguantarme y no mejorar, arriesgándome a las palizas que por la noche me da Azul. Aunque como he aprendido a protegerme ya no consigue hacerme tanto daño. Lo sigo hasta la zona de adiestramiento y me detengo en el centro del círculo rojo que hay dibujado en el suelo, justo en la cruz roja. Lo observo mientras da vueltas a mi alrededor mirándome de arriba abajo con su expresión de siempre; la seriedad, con el ceño fruncido. Me pone nerviosa. Cambio el peso de pie tragando saliva.
—¿Puedes parar? —le digo—. Pareces un buitre.
Él no me hace caso y sigue dando vueltas en círculo alrededor de mi cuerpo.
—Estoy esperando a que hagas algo —responde tras unas vueltas más.
Yo me encojo de hombros y resoplo. Entonces recuerdo algunas de sus palabras.
—No puedo enfrascarme en una pelea porque no estoy capacitada. Solo tengo que defenderme y usar mi ineluctabilidad para hacerle daño a mi contrincante, pero no debo ser la primera en atacar, menos de frente.
Él se detiene en seco para mirarme a los ojos ladeando la cabeza. Asiente y cruza los brazos en su pecho.
—Bien, veo que me escuchas por fin —dice en un resoplido.
Yo asiento dedicándole una sonrisa de suficiencia. En realidad, siempre lo he escuchado, a pesar de que es un ser odioso, pero sus consejos a veces van bien. Sin que yo lo espere se abalanza sobre mí haciéndome caer al suelo con él encima. Ahogo un grito de sorpresa que se intenta mezclar con otro de dolor. Me he llevado un buen golpe. Intento rodar por el suelo para arrastrarlo conmigo sin mucho éxito. Apoya sus manos a los lados de mi cabeza para mirarme desde ahí con el ceño fruncido, como siempre. Aprovecho su momento de guardia baja para sacar una pierna de debajo de las suyas, con la que luego las envuelvo, extraigo mis manos de debajo de su cuerpo para sujetar las suyas. Ruedo a un lado y ahora sí consigo arrastrarlo, quedando encima de él. Sonrío maliciosamente antes de lanzar mi puño derecho a su mandíbula.
Quiero hacerte daño, Azul.
Y se lo hago. Me gustaría que se retorciese de dolor bajo mi peso, pero lo único que consigo es ver como aprieta la mandíbula. Maldita sea.
—¿Eres como un diamante o algo así? —digo enfadada por no conseguir hacerle daño de verdad.
Arruga la frente y alza las cejas.
—Los diamantes son bonitos, a todos les gustan los diamantes, entonces... ¿Te gusto?
El corazón me da un vuelco, siento como empiezo a sofocarme, a ruborizarme. ¿En serio? El chico al que odio, el tipo duro de ojos verdes, esa persona que no hace más que gritarme a todas horas y que cuando hago algo bien ni me dice una simple palabra de aliento, ese mismo, ¿me está preguntando que si me gusta? Esto es surrealista. Seguro que estoy soñando. Pero soñar con esto es algo muy..., ¿cruel?
—No a todas nos gustan los diamantes —le respondo y dejo que mi puño izquierdo impacte con su nariz.
No sangra. De un momento a otro volvemos a rodar por la tierra que se me enreda en el pelo manchándome la ropa negra, vuelve a aprisionarme debajo de él.
—¿A qué viene eso? —le pregunto aún desconcertada.
Él se encoge de hombros y sonríe. Su sonrisa no me gusta nada, es una sonrisa malvada y arrogante.
—Bueno, a todas les gusto —vale, eso ha sido demasiado hasta para él, no puedo evitar reírme y él aprieta sus manos contra mis muñecas—. No sé qué te hace tanta gracia. Pero quería dejarte claro que no a todos nos gustan las defectuosas —me guiña un ojo, me suelta y se levanta.
No entiendo nada de lo que está ocurriendo. ¿De qué va ahora? Por favor..., yo no soy como las demás. Y él es un estúpido. Me levanto mientras me sacudo la ropa, pero antes de que haya terminado estoy contra un árbol. Azul va a lanzar su puño contra mi estómago, lo percibo y me protejo. Sonrío triunfante al ver como su puño choca con mi barrera azul transparente.
—Una pregunta —digo mientras esquivo su puño que va directo a mi cara; él asiente y yo lanzo mi pierna hacia su cuerpo y la esquiva—. ¿Por qué no os han descubierto en todo este tiempo? Quiero decir, ¿cómo habéis estado tanto tiempo sin esa protección?
Seguimos enzarzados en nuestra pelea sin que ya ninguno de los dos reciba los golpes del otro y empieza a hacerse aburrido, como con Joss. Creo que deberíamos dejar de hacer esto.
—Antes no teníamos a una ineluctable de nivel diez —contesta—. Y tampoco nos habíamos expuesto directamente a ellos. Apuesto lo que sea a que tu amiguito no sabía que estábamos organizados en un campamento.
Bueno, eso no era nada nuevo. No sé que responderle. Me irrita el tono que ha puesto al decir tu amiguito. Se refiere a Ce. Pero Ce no es mi amigo y creo que lo odio tanto como a Azul. No respondo, simplemente me concentro en hacerle daño, quiero hacerle daño, he de hacerle daño. Pero no consigo nada más que quedarme exhausta.
—Dejémoslo por hoy —dice.
Me sorprende que diga eso. Azul nunca me da un respiro. Aunque supongo que hoy he ganado puntos extras por haber conseguido proteger el campamento, hacerlo invisible, indestructible. Me acompaña en silencio hasta la puerta de la cabaña de los ineluctables de dieciséis años, está a punto de amanecer y con ello empezará mi día. Otro día de duro entrenamiento con Rojo. Antes de que suba las escaleras su mano se aferra con fuerza a mi muñeca para tirar de mí hacia él. Quedamos muy cerca. Más de lo que me gustaría.
—Elige un compañero para la misión —murmura—. Y elige bien, ¿de acuerdo?
Asiento mirando con firmeza sus ojos verdes que parecen absorberme en este momento. Me suelta, así que aprovecho para con un carraspeo me alejo de él, entro en la cabaña en silencio y me tumbo en la cama para dormir el poco tiempo que pueda. Tengo que escoger un compañero para la misión. No sé a quién escogeré. Es una difícil elección. Miro a mi alrededor. Joss. Dafne. Collin. Jess. Lucy. Amy..., o los que no están aquí: Katy, Russel o Penny. No sé. Son todos buenos y seguro que todos estarían encantados de venir, si es que no van a hacerlo ya, pero tampoco quiero meterlos en un peligro innecesario. Siempre puedo elegir a otro compañero que no sea ninguno de mis amigos, pero probablemente se sentirán ofendidos si no los escojo y lo peor será cuando le diga a uno de ellos que venga conmigo y deje a los demás excluidos. Me siento mal por esto. Espero que todos vengan a la misión sin tener que ser mis compañeros, eso me haría sentir mucho mejor. Y si no..., podría pedírselo a Azul. ¿He pensado eso de verdad? Esa no es una opción. Joss, él tampoco es una opción. Se distraería con facilidad, poniéndonos en peligro a los dos. Además, me resulta más cómodo elegir a otra persona.
Dafne, ella es pequeña, fuerte y rápida. Pero es tan diminuta que parece que va a romperse, que es frágil. Aunque en realidad todo lo contrario. No ella no. Aunque en realidad no quiero elegirla y es porque le tengo envidia. Es tan perfecta que..., a veces la odio. Collin, sería una buena opción. Pero eso me lleva a Jess. Collin y Jess son como un paquete, si eliges a uno el otro va también y solo puedo escoger uno. Así que eso los descarta a los dos. Lucy, es genial. Nunca deja ningún cabo suelto. Es fugaz, fuerte, inteligente, habilidosa y letal. Pero, aunque nos llevemos bien últimamente, perdería los estribos conmigo con el más mínimo fallo y eso no es nada bueno. Así que eso también la deja a ella fuera mi selección. Amy, ella..., ella no. Necesito a alguien más fuerte que yo, mejor que yo. Y ella es igual que yo y con menos ineluctabilidad. No es que la menosprecie, es más, la quiero mucho, pero no. Katy, Katy..., no puedo fiarme de ella. Aunque sea una buena opción, está muy loca, lo que necesito es seguridad, no peligro. Russel, dudo que a Dafne le siente bien que venga conmigo. Aquí son todos una panda de celosos. Así que ya está decidido. Estaba decidido antes de que pudiese tomarme mi tiempo para pensar. Penny es una buenísima opción. Ella tiene muchas características positivas que me serán de gran ayuda y sobre todo nos llevamos perfectamente. Aunque no quiero exponerla al peligro, pero es la mejor persona que se me ocurre. Penny es rápida, serena, pequeña pero letal, inteligente y hábil.
Así que elijo a Penny como mi compañera para la misión. Luego le preguntaré si quiere venir, aunque supongo que sí. Ahora una duda aborda mi mente. ¿Qué clase de misión estoy a punto de llevar a cabo?
—Pelear es como danzar con tu oponente y para ganar tienes que bailar mejor que tu contrincante —me dice Azul.
Creo que eso ya me lo había dicho antes, aun así, asiento con la respiración entrecortada por el esfuerzo. Avanza acercándose mí con paso decidido, intimidándome. Pero en vez de sublevarme ante él y mostrarle mi debilidad, me yergo con seguridad, dejo escapar el aire de mis pulmones entre mis labios entreabiertos que le da en la boca. Me coge por las muñecas antes de que pueda reaccionar y darle en la mandíbula, me atrae hacia él aún más. Sus ojos miran mis finos labios, luego vuelven a mis marrones ojos repitiendo el proceso una y otra vez.
¿Qué narices hace? Azul nunca baja la guardia, nunca se distrae con nada. Me está decepcionado. Aprovechando su momento de distracción lanzo mi rodilla a su entrepierna, así acabo con esto. Me suelta las muñecas, lleva sus manos a la zona afectada por mi golpe mientras aúlla de dolor. Se tira al suelo retorciéndose, manchando así su ropa negra de arena. Sonrío satisfecha. Creo que he querido ver esto desde que me acorraló en el cuartel, aunque en ese momento en realidad él me buscaba para salvarme y yo no lo sabía, pensaba que era el enemigo.
Qué equivocada estaba. Ce me engañó todo lo que pudo, quiso y más. Aprieto los puños, la mandíbula y cierro los ojos con fuerza. He de desatar mi rabia. Tengo que conseguirlo. Imagino de nuevo ese páramo inhóspito y Azul herido se tambalea frente a mí mientras el color rehúye de sus mejillas bronceadas y sus labios se vuelven de color morado. No siento pena por verlo así. Me sorprende lo cruel que soy, me regodeo de su dolor. ¿En qué me he convertido? Pero ya no hay marcha atrás. Noto ese cosquilleo salir de mí como cuando cubrí el campamento de una capa de invisibilidad. Es una fuerza poderosa que emerge de mi cuerpo, se propaga por el aire haciendo mis más profundos deseos y pensamientos realidad. Abro los ojos y ahí está Azul igual que en mi mente. Pálido, tiritando de frío, desangrándose. Pero su expresión es otra. El paisaje en el que me encuentro también es el mismo que el de mis ensoñaciones. No puedo creerlo. Él da voz a mis pensamientos.
—Bien, lo has conseguido —logra tartamudear.
¡Sí! ¡Lo he conseguido! Ahora tengo que aprender a revertirlo, no puedo dejar esto así para siempre. Ni tampoco que Azul muera congelado y desangrado. Oigo una voz lejana que me llama repetidas veces en medio de este desierto helado. Es como si procediera de la ultratumba. Cada vez es más cercana, lo que me rodea se desvanece en la oscuridad, se aleja de mí. Azul también desaparece con el paisaje. Ahora la oscuridad me envuelve, me guarece por unos instantes, mientras esta, también va desapareciendo. Solo escucho esa voz cada vez más cercana, además noto un cosquilleo recorriéndome desde el brazo hasta el cuello y desde el cuello hasta la mejilla y vuelta a empezar.
—¡Marina, despierta! —grita la voz.
Abro los ojos lentamente, me remuevo en la cama. Ha sido un sueño. Demasiado bonito para ser cierto. Pero ¿qué? ¿Bonito? ¡He estado soñando con Azul! ¡Nada de bonito! Por fin distingo la figura que se cierne ante mí. Es Joss que está sentado en el borde de la cama y me acaricia la mejilla con el dorso de una mano. Aparto su mano de mi cara para incorporarme. Su contacto me produce escalofríos. Creo que no capta muy bien mi mensaje. Le doy la espalda para levantarme.
—Buenos días —mascullo entre dientes.
No me ha gustado soñar eso. Yo quiero que sea real. Quiero poder emplear mi ineluctabilidad al máximo. Y no es así.
—No parecen muy buenos —contesta a mi espalda.
Ladeo la cabeza asintiendo brevemente y nos dirigimos a la puerta. Aún estoy sucia de anoche, necesito una ducha, pero primero me espera un duro día de entrenamiento. Tantas cosas ocurrieron... Hablé con Ce, conseguí crear una capa invisible que envuelve el campamento y como premio Azul me deja ir a una misión con alguno de mis compañeros, la elegida a quien tengo que proponérselo es a Penny, que tiene un año menos que yo, pero seguramente mucha más experiencia.
—No lo son —respondo, aunque luego sonrío algo más optimista; ¡anoche conseguí crear una capa de invisibilidad que envuelve el campamento! ¡Voy a ir a una misión! ¡Claro que son buenos días! —. Bueno, tal vez sí lo sean.
Sonríe un poco confundido, pero sonríe y asiente. No sabe de qué hablo, ¿por qué hace eso? ¿Sabe algo que yo no sepa?
—¿Algo que quieras contarme? —dice.
Yo tendría que ser la que formula esa pregunta. Bajamos las escaleras de la cabaña, entonces nuestros pies pisan la hierba que se extiende a través de todo el campamento, el aire caliente y pegajoso del verano me golpea en la cara adhiriéndose a mi piel como si fuera sudor. Es asqueroso. Y pensar que me encanta el verano. Sacudo la cabeza a los lados, luego arriba y abajo. No pensaba decir nada, porque no sé si es un secreto. Pero quiero hablar de mis logros, que mis amigos sepan que también sé hacer cosas además de darme golpes contra el suelo.
—Bueno..., ayer hice algo con Azul —digo sonriendo.
No me doy cuenta de lo mal que suenan esas palabras hasta que mis labios no las pronuncian. Joss pierde la sonrisa y su rostro se vuelve serio, pálido, inexpresivo.
—¿Q-qué hicisteis? —tartamudea.
Parece que ha visto un fantasma o algo así. No sé qué se espera. Además lo que yo quiera hacer es asunto mío y no debería importarle ni reaccionar así en el hipotético caso de que yo hiciese lo que está pensando que he hecho.
—Qué hice —lo corrijo; hago más grande mi sonrisa y continúo—. Bueno, pues me pidió que protegiera el campamento para que el gobierno no pueda encontrarnos y lo he hecho. ¡Lo he cubierto de una capa invisible! —alzo los brazos para enfatizar mi "hazaña" y después doy unas cuantas palmaditas.
Él sonríe, volviendo a respirar aliviado, el color vuelve a sus mejillas, pronto su expresión vuelve a ser la de siempre. Ambos nos reímos. Él histéricamente avergonzado por lo que fuese que estuviera pensando y yo de su reacción.
—¡Eso es genial! ¡Es un gran paso! —me da un abrazo y yo me quedo paralizada.
Me falta la respiración. No. Esto no puede seguir así. Aunque él lo haga con toda la buena intención del mundo como cualquier otra cosa, yo malinterpretaré cada una de sus acciones hacia mí después de lo ocurrido aquel día. Creo que se da cuenta de que he dejado de respirar, por lo que me suelta, cojo una gran bocanada de aire caliente y pegajoso pero que me sabe como el aire más puro y limpio del mundo. Luego ambos carraspeamos repetidas veces incómodos.
—¡Marina! —chilla una voz que se acerca a una velocidad vertiginosa hacia mí.
Un cuerpo vestido de negro se abalanza contra mí abrazándome tan bruscamente que me hace perder el equilibrio, ambos caemos al suelo mientras oigo como se alza su risa. A mí no me hace gracia, la verdad. Pero entonces veo de quién se trata y yo también me uno a su risa mientras nos incorporamos.
—¡Penny! —digo; es justo la persona que andaba buscando—. ¡Tengo que hablar contigo!
Ella asiente sonriente, mira a Joss, luego a mí. Mi rostro se ensombrece y sacudo lentamente la cabeza. No sé si está pensando lo que yo creo, pero si es así desde luego que se equivoca.
—¡Vale! —dice arrastrándome del brazo hacia un lugar alejado de él—. Tienes dos minutos para contarme todo con todo lujo de detalles, no quiero llegar tarde al entrenamiento y a ti tampoco te conviene porque que seas de nivel diez no quiere decir que hagas lo que se te antoje. ¡Vamos, dispara!
Ha hablado atropelladamente, tan rápida que no sé si he captado lo que ha dicho, pero le dedico un leve asentimiento con una mirada de confusión.
—Lo sé, lo sé —respondo con voz cansina—. No es nada de lo que estás pensando —en cuanto digo esto su sonrisa desaparece como si estuviera decepcionada—. Es algo mucho mejor.
Penny sonríe místicamente esperando que le cuente lo que sea que tengo para contarle, así que no me demoro más y le relato lo ocurrido en la noche anterior en menos de un minuto. Ella se limita a mirarme con expresión de asombro.
—¡Vaya! —dice cuando acabo—. ¿Ese Ce es el cabrón del cuartel? ¡Habrá que descuartizarlo! —exclama alzando el puño en alto.
Me rio con ella y sacudo la cabeza. Esta chica no tiene remedio. Pero me encanta. Nunca he tenido amigos como los que he encontrado aquí. Son perfectos. O al menos eso creo.
—Nada de descuartizar a nadie, Penny. Ese chico puede serme útil —respondo cogiéndola de las muñecas.
Ella deja escapar una risa sarcástica.
—¿Útil para qué? ¿Para matarte? Marina... —empieza, pero la corto con un gesto tajante de mi mano.
No quiero que me diga lo que ya sé. Que me engañó y me utilizó para saber cómo funcionamos. Que él mató a mi familia, o al menos participó en el ataque contra mi avión. Un avión de civiles inocentes. No quiero sacar ese tema.
—Azul me dijo que eligiese un compañero para la misión —le digo con voz fría—. Y quiero que seas tú.
Ella sonríe, empieza a dar saltitos de alegría. Eso significa que viene. Genial. Todo será perfecto. Ahora ya solo queda prepararse para la gran misión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top