12
—Entonces... —Eva agarró una Carta Blanca en lata y la abrió con una mano —Un día llegó bien crudo a mi casa con un... —le dió un sorbo —con un pinche ramote con una tarjetita que decía "Eva comparteme de tu Edén".
—Wow —me reí de ese juego de palabras. —Y con eso... —sonreí negando la cabeza.
—Nombre güei si, —imitó una estocada al corazón —me ganó.
—¿Y cuanto llevan juntos? —le dí un sorbo a mi cerveza.
—Ya va para cuatro años —me miró luego de haber movido la palanca de cambios de su carro. —¿Y a ti como te pidió Ricardo que fueras su novia?
—Eh... -. Eva se estacionó frente al bar. —Es una larga historia. —dije quitandome el cinturón de seguridad.
A pesar de que habíamos llegado relativamente temprano el lugar estaba casi lleno.
—Vente vamos arriba. —me hizo un gesto con la cabeza.
Subimos unas escaleras donde en un punto tuvimos que agacharnos y entramos a otro bar con la misma ambientación que el de abajo, en este seguía habiendo gente aunque era un poco más pequeño.
—¿Ya habías venido? —preguntó.
—Abajo si, acá arriba no.
El escenario estaba en una esquina con la palabra WOKO sobre él.
Me llevó al camerino. Ahí estaban tres mujeres sentadas en los sillones tomando cerveza y comiendo papitas.
—Mira ya llegó la Eva —avisó la pelirubia dandole un golpe con el codo a la otra mujer.
—¡Hola zorrinsky! —. De alguna parte de la recordaba.
—Hola mi Evis —se paró y se acercó para darle un beso en la mejilla. Estaba vestida tan elegante que si no fuera por la otra comediante y Eva me sentiría muy insegura con mis jeans rotos y mis converse. —¿Tu eres la novia de Ricardo verdad?
—Si —reí y me saludó de igual manera, con un beso en la mejilla. Tenía un olor demasiado rico, a frutas.
—Hola mi shtanup.
La fiesta de Mau.
—Hola —. No estaba segura de que me recordara, así que preferí no meterla en aprietos saludandola tan efusivamente.
—¿Y la Bea no ha llegado? —preguntó Eva.
—¿Si se acordaría que tenía show la cabrona? —dijo la mujer con voz ronca y después se rió de su propio comentario.
—Hola —. Una mujer de baja estatura y dos cebollitas como peinado entró saludandonos de forma individual. —Hola Moni —le dijo a la rubia dandole un abrazo.
—¡Hasta que llegaste zorrona! —. Soltó el humo del cigarro que se estaba fumando.
—Perdón chicas había un chingo de gente en el pinche metro. —dejó su mochila negra en el sillón y se sentó junto a ella. — ¿Abre Alexis?. —miró su reloj morado de mano.
—Si. Anda acá en el 139. —dijo Eva con voz calmada.
—Ay, ni te ofrecí nada mana. —. Mónica se disculpó conmigo. —¿Qué tomas? Hay Ultra, XX Lager, Indio, una cubita. —contaba con sus dedos cada una de las bebidas alcohólicas que mencionaba.
—Una cubita. —arrugué mi nariz asintiendo.
Ella misma le chifló a un mesero que apenas iba por las escaleras.
—Traenos una cubita. —le ordenó al mesero.
—Dos. —dijo la mujer de voz rasposa.
—Dos cubitas y ¿Todas Ultra verdad? —señaló a las demás presentes. —Y una cubeta de Ultras. ¡A mi cuenta! ¡Chingue su madre! —lo dijo con un tono demasiado gracioso que no pude evitar soltar una carcajada.
Una mujer joven de vestido largo venía subiendo las escaleras a un paso acelerado. Llegó saludando con abrazos a las comediantes.
—Ah chinga ¿Y tú quién eres? —me dijo sorprendida y con sarcasmo para luego reíse de mi 'no reacción'. —Es broma —me abrazó. —Ricardo nos, —achicó sus ojos y cambió su tono de voz al de una señora. —Ricardo nos ha contado mucho de ti.
—¿De verdad? —reí un poco. Sí imaginaba que Ricardo le habría contado de mí a sus amigos, pero no contaba con que su medio era del tanaño de un arroz.
—Pero nos ha contado cosas bonitas. Sí se nota que lo haces muy feliz y que bueno por que ya le hacía falta —. Ricardo no me había contado mucho de su última relación, de lo poco que sabía era que ambos se habían hecho mucho daño por estar en una relación que hacía mucho tiempo debió de terminar.
—Gracias —me hizo sonreír.
—Bueno, ya voy a salir chicas. —me dió unas palmadas en el hombro.
—Suerte —dijimos todas.
Y una a una, a lo largo de la noche, fueron saliendo a dar show mientras que yo me quedaba platicando y riendo con las que estaban ahí.
...
Tomé uno de los tres rollitos de jamón que quedaban en la bandeja.
—¿Si vas a ir a la casa de Isabel? —le preguntó la Bea a Alexis y todas pusimos nuestra atención a su respuesta.
-No sé fijate.
—Caele un ratito zorrona —dijo Isabel dejando caer su mano en su muslo.
—No sé chicas, mañana tengo show temprano.
—Aparte vives cerca de Isa ¿No? —preguntó Eva, quien estaba parada a un lado mío con una cerveza.
—Nos vamos juntas, yo tengo yoga también temprano —propuso Mónica.
—Ok —. Alexis rodó sus ojos.
—Pues vamonos ya —dijo Eva buscando las llaves de su carro en los bolsillos de su pantalón.
—Si ya... —Mónica se paró tomando su llamativa bolsa amarrilla que convinaba a la perfección con sus tacones.
Bajamos las escaleras entre risas y murmullos.
Salimos del bar y caminamos al carro de Eva el cual estaba abajo de un foco. A poco menos de un metro, ella presionó el botón del control de sus llaves para abrirnos las puertas de su auto.
—¿Puedo irme con ustedes chicas? —preguntó la Bea.
—Simón —respondió Eva.
Entramos al carro y el ambiete estaba frío por lo que se me erizaron los vellos de mis brazos y me dió un pequeño escalofrío.
—Oy —dijo la Bea riendo, me giré sonriendo, ella estaba viendo su celular. —Y aguantate porque este coche lleva inviernos sin calefacción.
Me reí.
—Ya lo voy a vender ¿pa' que chingados lo arreglo? ¿Si o no? —me extendió otra cerveza.
...
—Es que mira, —eructó sonoramente girando al lado opuesto donde estaba mi cara. —te voy a decir una cosa. —tocó rápidamente mi pierna para llamar mi atención. —la mujer en la comedia es un pinche putazo, si tú le das un micrófono a una mujer es una pinche bomba de inteligencia y los hombres no lo quieren admitir. —se volvió a acomodar en el respaldo de su silla. —Y les da un chingo de miedo güei que les quitemos sus pinches lugares, pero güei... A ver ¿Tú cuantos años tienes? Por ejemplo.
Arrastraba las palabras y había cosas que no le entendía muy bien, una parte por lo ebria que estaba aquella mujer que se presentó como Pachis y por el otro: reggaeton tan fuerte que retumbaba en el piso.
Apenas le iba a contestar pero Eva llegó jalandome muy preocupada.
—Güei se acabó el chupe, acompañame al Oxxo.
Salimos de la casa de Isabel esquivando a todas las mujeres que estaban en la sala bailando y perreando. Vi de reojo el foco de luces con Bluetooth que estaba en la sala.
—Oye ¿pero si andas bien? —. Yo estaba borracha pero no tanto como no para preguntar si podía manejar al ver que sacó sus llaves.
—Es aquí a la vuelta. —señaló sin mucha importancia. Me dieron seguridad sus palabras y nos subimos al coche.
Entramos a la tienda y estando en los refrigeradores para elegir la cerveza que llevaríamos preguntó:
—¿No tienes hambre? Se me antojó cabrón un Vikingo.
—Pues seh. —me acoplé a su plan. ¿Quién era yo para negarle un Vikingo a media peda?.
Lo pagamos y después nos lo preparamos para irnos a las mesas a disfrutarlo antes de volver a seguir tomando.
El ambiente del Oxxo tan limpio e iluminado me reconfortaba.
Mientras comíamos estaba a punto de preguntarle qué hora era porque dejé mi celular en su carro, pero me arrepentí para que no pensara que ya me quería ir o algo parecido.
Escuché la campanita de la puerta al abrirse, era un hombre con un paso apresurado, miré de reojo.
—¡Ahora sí hijos de su puta madre ya valieron verga todos! Dame tu pinche celular pendejo y todo el pinche dinero— le apuntó al cajero con su pistola.
Estaba cagada.
El cajero simplemente asentía agachado la cabeza, yo sólo miraba.
—¡No no no no! —Eva se paró. —¡A chingar a su madre culero!
El asaltante volteó para con nosotras.
—Eva callate... Deja de gritarle güei. —trataba de agarrarle la mano pero se soltaba.
—¿Qué güei? ¿Muchos huevitos? Vaya a chingarle pendejo eh.
Nos quedamos en silencio por unos segundos.
—Ya vete a la verga culero —le tronó los dedos. —¿O en tu primaria trunca no te enseñaron a hablar?.
El asaltante se salió no sin antes tomar una gorra.
—Eh eh eh eh ¿Pa' donde? Dejamela aquí.
Se la aventó a los pies con fuerza y se fue.
—Gracias —dijo el cajero con una mano en el corazón. —Ay Dios gracias gracias —cubrió sus ojos con las palmas de sus manos.
Eva sólo negó con una sonrisa y me miró.
—Se me bajó la peda —me reí.
—Pues a seguirle güei pa' que se te vuelva a subir —caminó a un refrigerador y agarró dos veinticuatros de cerveza.
...
—¡Danna! —escuché mi nombre detrás de mi cuando estaba a pocos centímetros del rerigerador para tomar otra cerveza.
—Están llegando vatos por si le quieres hablar a Ricardo para que le caiga —. Asentí presionando mis labios.
Agarré mi celular y le marqué a Ricardo.
—Hola mi amor —escuché su voz tranquila y ronca que conmigo hacía aguda.
—Oye. —me senté en una silla alta de la barra. —¿Estas ocupado? —apoyé mi cara en mi mano.
—Mmh, mas o menos ¿Por qué?
—Ah ok, no, está bien.
—¿A dónde me ibas a invitar? —dijo juguetón.
Reí un poco.
—Es que al final si llegaron hombres a la fiesta y te quería preguntar sí querías venir.
—Es que de hecho estoy a punto de hablarle a una chica hermosa que acabo de ver.
—... ¿Qué?
—Mira a tu izquierda.
Volteé y a mi lado estaba una señora de pelo grisáceo tomando una cuba.
—¡¿Me vas a dejar por un saco de huesos?! —reclamé. Ella volteó a mí abriendo bien sus ojos y se paró de su silla con los brazos cruzados.
—¡Oyeme! ¿Qué te pasa?
—Hola mi amor —llegó Ricardo pasando una mano por mi espalda hasta llegar a mi hombro. —Te dije que a Paty no le gustan ese tipo de chistes. —rió nervioso.
—Ah ¿Es tu novia? —ahora se dirigía a Ricardo.
—Si ¿Algún problema? —cruzé también mis brazos y dí un paso acercandome a ella.
—Sí, es mi novia —le sonrió —y no, no tenemos ningún problema, —me miró. —de hecho... ¿Qué? —giró hacia atrás de él buscando a alguien. —Creo que Iván nos está hablando —nos señaló con su dedo. —¡Ya vamos Iván! Lo siento debemos irnos Paty, fue un gusto verte. —entrelazó sus dedos con los míos y me llevó al rincón donde estaban todos sus amigos antes de que la mujer pudiera decir algo más.
—Que grosera ¿Verdad? —le dije en el camino.
—Si —arrugó su frente y negó. —¿Qué le pasa no? No es como si le hubieran dicho “saco de huesos” ¿Verdad? —me sonrió riéndose. —Te pasaste de verga.
...
—Voy al baño —le dije a Ricardo al oído al mismo tiempo que le daba unas palmadas en su muslo.
—¿Si sabes dónde está? —asentí. Ya había lo había visitado tres veces anteriormente.
Estando con Ricardo y sus amigos seguía tomando y no me había parado desde hace un buen tiempo así que, al hacerlo sentía que en cualquier momento me iba a caer.
Toqué la puerta con mis nudillos porque estaba cerrada. No escuché ninguna voz comunicándome que estaba ocupado y desde afuera podía ver que la luz estaba apagada. Así que entré, pero la puerta se atoró a escasos diez centímetros de abierta, pensaba que se trataba de un problema de la bisagra pero en las veces que había venido no tuve un problema así. Volví a abrirla con un poco más de fuerza.
—Ay —escuché de adentro. Puse la lampara desde mi celular y vi a una mujer tirada en el piso, con su mano agarrando la puerta para que dejara de golpearle el muslo.
—¿Estás bien? —pregunté tratando de no iluminar su cara para no encandilarla. La parte superior de su vestido estaba vomitado.
—Ayúdame no me puedo sentar. —reaccioné unos segundos después por que por su mala dicción, gracias al alcohol, no le entendía muy bien.
—A ver, voy a entrar eh —avisé pero ella no hizo ningún movimiento. Me puse en cunclillas y empujé sus piernas para poder abrir más la puerta porque yo no cabía.
Entré al baño metiendo la panza y teniendo cuidado de no pisarle una mano.
En un paso crucé desde su cadera hasta sus piernas para prender la luz.
Ella se cubrió la cara con su mano.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —pregunté acercandome a su torso para poder levantarla.
—... No sé.
—A ver, te voy a sentar. —pasé una mano bajo su espalda y la otra abrazando su cintura por arriba. —Una, dos, tres —. Y creo que ese conteo fue más para mí que para ella.
La jalé hacia mi y por primera vez pude ver quién era esa mujer: Marcela Lecuona. No era mi persona favorita en el mundo pero tampoco podía dejarla ahí como la basura que sabes que está debajo del mueble y te da hueva barrer.
—Voy a vomitar —abrazó la tasa del baño con sus manos y yo juntaba su cabello en una cola para que no se lo ensuciara. Empezó a vomitar de un color amarillo claro, con olor a cerveza. No me daba asco porque mi orgullo me impedía vomitarme frente a la ex de mi novio. —Listo —me miró y por su reacción supuse que fue la primera vez que lo hizo. —Sueltame —empezó a manotear. —Vete.
—Mínimo te ayudo a pararte —agarraba sus manos pero se soltaba de mi agarre.
—Déjame, sí puedo —se apoyó del inodoro para tratar de incorporarse pero se cayó de sentón.
—Ni siquiera te puedes parar, dejame ayudarte.
—¡No! —gritó comenzando a llorar. —¡Vete a la verga!
—Marcela...
—¡Él era mío! ¡Lo ibamos a volver a intentar y llegaste tú! Todos los días me meto a mis redes sociales y todos me dicen que soy una puta por tu pinche culpa. —. Fran Hevia entró y nos miró a la dos. Se arrodilló frente a Marcela y la ayudó a pararse.
—Abrazame, ya te voy a dejar a tu casa—le dijo Fran y me miró con su cara roja y sus mejillas mojadas.
—Pero tú eres la puta. —. Nunca me habían dicho eso con tanto odio y tanto resentimiento.
—Perdón. —se disculpó Fran. Yo negué y ambos se fueron.
Apenas iba a salir del baño pero Ricardo entró.
—¿Estas bien? —asentí y lo abracé.
...
Me desperté por el sonido de llamada de mi celular.
Era Eva.
—¿Bueno? —dije ronca.
—Hola perdón ¿Te desperté? —sonaba apenada.
—Si, pero no pasa nada —reí.
—Oye... Ay güei, disculpame por lo del Oxxo ayer, estaba borracha y pues te expuse, nos expuse muy cabrón, neta perdón.
—No te preocupes, no nos pasó nada.
—No güei —se rió nerviosa. —No me perdones, no mames que pendeja me vi.
—Pero no nos pasó nada, o sea, no lo vuelvas a hacer pero... —soltó una carjada.
—Pues para eso te hablaba, me acabo de despertar y me acordé de eso y me tuve que disculpar. Perdón
—Te perdono. —sonreí. Eva bostezó.
—Pues te dejo, me voy a volver a dormir.
—Ándale pues, bye.
Colgué y Ricardo se volteó.
—¿Qué pasó?
—Es que ayer Eva y yo fuimos al Oxxo a comprar cerveza pero Eva ya...
———
Holaaa! It's been a long time pero acá andamos de vuelta a las andadas. Les quería comunicar que oficialmente soy universitaria y me andan dado una arrastrada las tareas. Cryes in covid. Y pues me ausento pero seguímos continuando diría el Daniel Sosa.
Que juerte el cap ¿no? Espero que les haya gustado mi sentido del drama jajajaja.
Fun Fact: La vomitada de Marcela alguna vez ha sido mi vomitada.
Ya sabes que si te gusta este fanfic agregalo en tu biblioteca, pícale a la estrellita y sígueme aquí, en Twitter y en Instagram como @ladelfanfic aunque en Instagram estoy más activa que en Twitter.
Les quiero mucho, muchas gracias por todo lo que hacen. Y si toman no manejen plis
Xoxo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top