Peleas
Peleas
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Si ya estaba preocupado de por sí, ahora lo estaba más.
No era ya sólo la desaparición de su querido hijo, sino que Tsuna parecía haberse puesto mal de repente y llevaba como media hora en el baño, devolviendo lo que fuera que hubiera comido. Le había dado un mareo increíble que por poco no se cae, y segundos después el color pareció desaparecer de su rostro.
Para cuando por fin salió, tenía un aspecto deporable.
—Tienes que descansar —sentenció al verlo—. Tienes muy mal aspecto.
—¿Tan mal me veo? —sonrió, pero se notaba que se forzaba—. En serio, estoy bien, sólo debe ser que ayer comí demasiados pasteles con Sora... no le vuelvo a dar el gusto.
—Me da igual, tienes que descansar.
—Pero...
—Nada, y si no quieres caminar, te llevo yo.
Rodó los ojos, pero luego sonrió sinceramente.
—Está bien, nunca cambiarás —rió.
Empezaron a caminar directos a la habitación, aunque el castaño tenía que apoyarse muy de vez en cuando en el azabache para mantener el equilibrio.
Al cabo de cinco minutos, Kyoya se hartó de verlo así y recurrió a lo más simple. Le tomó en brazos y lo llevó como si fuera una princesa.
—¡Kyoya! ¡Bájame! —exclamó, y un sonrojo se pudo ver en su rostro.
Al menos ya tenía algo de color.
—No lo haré, no puedes ni caminar.
—¡Sí que puedo!
—Si a tambalearte cada rato lo llamas caminar, bien, pero no te bajaré.
Tsuna suspiró. No tenía caso. Kyoya era bastante terco en ese aspecto, ya lo había comprobado cuando tuvo a Sora.
En su embarazo, no le dejaba ni a sol ni a sombra, y ni hablar de intentar hacer siquiera el menor esfuerzo. Estuvo prácticamente los nueve meses en cama, y pobre del que le molestara.
Sin embargo, había veces que, por mucho que Kyoya se opusiera, no podía evadir sus responsabilidades.
Y de hecho lo agradecía, ¡iba a tener un hijo, no estaba inválido!
—Duerme un poco, lo necesitas —dijo el azabache en cuanto lo puso en la cama.
—Pero los niños, incluso Riku y...
—Lo sé, para cuando despiertes estarán aquí, ¿de acuerdo?
—Sabes que eso es improbable —sonrió.
—Pero no imposible —el castaño rió y le acarició la mejilla.
—Te quiero...
—Yo te quisiera ahora mejor dormido —el menor infló las mejillas ante su respuesta—. Te mueres de sueño, hace mucho que no duermes bien.
—¿Y por culpa de quién? —le miró acusatoriamente, sacándole una sonrisa al azabache.
—No sé, te desvelas sin razón —se encogió de hombros, fingiendo ignorancia.
—Mentiroso —le dio la espalda en un gesto de falsa molestia, para luego reír.
—Ya lo sabes, no te quiero ver rondando por ahí.
—De acuerdo —rodó los ojos y escuchó la puerta cerrarse.
Intentó levantarse, pero un dolor de cabeza se lo impidió y segundos después, un dolor de estómago le hizo quitarle las ganas de volver a intentarlo.
Pero tenía que hacerlo como fuera, debía traer de vuelta a su hijo... y esquivar a Kyoya, porque seguramente no le gustaría que desobedeciera su orden.
Aunque, ¿qué tan malo podía ser? El azabache nunca le haría daño, ni siquiera lo intentaría, así que, ¿qué pasaría si no hiciera caso?
Una sonrisa traviesa surcó su rostro. Habría que averiguarlo.
•~•
—Por fin...
—Ha costado lo suyo, pero al fin están callados.
—Estoy hecho polvo.
—Kufufu, estos niños dejan agotado a cualquiera.
—Venga, chicos, no hagáis tanto ruido o los despertaréis.
La advertencia del castaño hizo que a todos les recorriera un escalofrío. No, por Dios, otra vez no. Si esos pequeños se llegaban a despertar, se volvería a armar una guerra.
—Quien los despierte, los cuida —amenazó Reborn cruzándose de brazos.
Ninguno se atrevió a discutirlo.
Lo cierto era que habían pasado por muchas, pero muchas cosas hasta llegar al maravilloso instante en el que los pequeños habían caído al fin dormidos en una de las habitaciones de la mansión de los Millefiore.
Demasiadas cosas, a decir verdad...
«—¡Está bien, me rindo!
Los dos niños acabaron por desistir de combatir contra Sora. Aunque le superaban en número, el pequeño castaño parecía aprovechar su desventaja y acababa ileso de cualquier intento de ataque.
Hayato y Takeshi pensaron que sería mejor separarlos antes de que se hicieran daño, pero Reborn y Natsu les hicieron desistir de la idea con un «ya se cansarán», y así fue, una media hora después.
—Tío Dino y tío Enma estarían defraudados de ti, Riku —le dijo al rubio de orbes rojizos, quien le fulminó con la mirada—. Y tú, Kai, pensaba que eras tan inteligente como tío Hayato, veo que me equivoqué —el azabache de orbes verdosos le dedicó su mejor mirada asesina.
—Vete al infierno —mascullaron ambos.
—Yo también os quiero —guiñó un ojo, divertido.
—Venga, calma. Dejad de pelear —sonrió Takeshi—. Ha sido un juego divertido, pero ya fue suficiente, ¿no créeis?
—¡Él empezó! —acusaron los dos niños al castaño.
—¿Yo? ¡Si soy un ángel!
—Caído será —rodó los ojos Riku.
—Te odio cuando te pones en plan odioso, Riku —le miró con una mueca de molestia.
—Y yo a ti cuando te pones en plan arrogante, cielito —rebatió el rubio con una burlona sonrisa.
—¡No me llames así! ¡Sólo mamá puede!
—¿Y quién me lo impide? ¿Tú, cielito?
—¡Repítelo si te atreves!
—Venga, chicos, ya...
La oración de Kai quedó cortada debido a una llamarada de fuego qué pasó rozando su mejilla.
Takeshi lo cogió en brazos con rapidez al ver el repentino ataque, poniéndose a la defensiva. Los demás no tardaron en rodearlo y buscar de dónde había salido aquel ataque.
—¡Cuidado! —tarde llegó la advertencia, pues no lograron apartarse a tiempo de un cuerpo que se dirigía a ellos a toda velocidad.
Sora fue el peor parado en el choque, pues lo recibió de lleno y acabó volando por los aires. Intentó equilibrarse y cayó sentado encima de algo... ¿blando?
—¡Itee! ¡Duele! —sonó un quejido debajo suya, y el pequeño de orbes azul grisáceo miró a quien lo emitía con sorpresa.
—¿Mamá...?
Tsuna tardó un poco en reaccionar ante esa voz, no estaba acostumbrado después de todo a que le llamasen así.
—¿Sora...? —se sentó en el suelo y puso al pequeño en sus piernas—. ¡Eres tú! ¡Estás bien! —le abrazó con fuerza.
—Mamá... no... respiro...
—Te lo mereces por asustarme de esa manera —contrario a soltarle, le apretujó más, haciendo que el pequeño soltara una maldición—. ¡Eh! ¡Esa boca! —de propina, recibió un leve golpe en la cabeza.
—¡Itee! ¡Mamá! —al fin, el castaño le soltó y recibió una mirada de molestia por parte de su hijo.
—No me mires así, sabes que es tu culpa y te lo merecías —advirtió señalándole con el índice.
—Pff... —Riku y Kai apenas contenían la risa.
—Ni una palabra, o os muerdo hasta la muerte —Sora les miró de reojo con amenaza.
—No se amenaza a tus amigos, ellos no están haciendo nada malo —un leve tirón de oreja se llevó por sus palabras el pequeño castaño.
—¡Pero mamá...!
—Pero nada.
—Siempre lo he dicho, el tío Tsuna es el mejor —Riku sonrió ante el regaño que Sora se estaba llevando.
—Aunque estemos en el pasado, sigue pudiendo controlar a Sora, increíble —opinó Kai.
—Pero, ¿qué ha sido esa llama de antes? —preguntó Takeshi.
—Akemi-chan, me estaba persiguiendo pero parece que la he despistado —respondió Tsuna.
—¿La has encontrado? —preguntó curioso Riku.
—Sí, y no ha pasado nada bueno... aunque me lo esperaba.
—Dame-Tsuna, ¿quién es esa Akemi? —cuestionó, cómo no, Reborn. Nadie más llamaba así al cielo mientras Sora estuviese presente.
—Es la hija de Xanxus y Squalo —un escalofrío recorrió al castaño mayor al recordarlo—. Es letal, muy peligrosa.
—Y Ame es su hermano —apostilló Sora—. Aunque no me dan miedo, son buenos para jugar un rato.
—Ame es muy bueno con la espada —sonrió Kai—. Me encanta combatir contra él.
—No lo menciones, tonto, que... —la oración del pequeño rubio con ojos rojos quedó en nada cuando sintió el filo de una espada en su cuello— viene.
—¿Qué estabas diciendo de mí, basura rubia?
—Sí, definitivamente es el hijo de Xanxus —afirmó Tsuna al escucharlo.
—Sólo es un herbívoro ruidoso y molesto que maneja la espada —añadió Sora, agitando una mano para restar importancia—. Nada más.
Pegó un salto y cayó detrás de Ame, quien en un rápido movimiento había intentado atacar a Sora por detrás.
—Atacar por la espalda es de cobardes, Ame, ya deberías saberlo —puso las manos detrás suya, entrelazadas, y con agilidad fue retrocediendo en cortos saltos conforme el pequeño espadachín le iba atacando, esquivando todos sus ataques.
—Te atrapé —Ame esbozó una sonrisa lasciva cuando acorraló a Sora entre su espada y la pared.
—¡Parad ya! —exclamó un preocupado Tsuna.
—¡Oh, no, piedad! —hizo una expresión de terror, para luego esbozar una burlona sonrisa—. ¿Eso esperabas que dijera? —puso su mano encima de la espada, y esta se duplicó—. La tía Chrome me ha enseñado algunos trucos —guiñó un ojo.
—Desgraciado —Sora enfrentó el ataque bloqueándolo con el duplicado del arma.
—Tranquilo, Ame, no diré a nadie que perdiste en una batalla de espadas —sonrió mientras salía del acorralamiento y se pusieron a combatir entre ambos.
Los dos eran muy buenos, no lograban hacerse ni una herida.
—Basta ya —ambas espadas volaron por el aire de un solo golpe, y miraron a Takeshi, quien había decidido intervenir en la pelea—. Estáis preocupando a Tsuna.
—Gracias —el décimo cielo Vongola pudo respirar tranquilo al ver a los niños desarmados.
—Chicos, sabéis que no debéis hacerle eso al tío Tsuna —recordó Kai desde los brazos de su madre, habiendo sido trasladado cuando su padre decidió intervenir—. Recordad lo que pasó la última vez que le preocupasteis así.
A Sora y Ame les recorrió un escalofrío.
—¿Qué pasó? —Tsuna ladeó la cabeza, confuso.
—Am... ¡nada! ¡Nos diste pasteles! —mintió Sora—. Por cierto —cambió de tema rápidamente—, ¿y papá? No lo veo.
Una de las reglas de oro de Sora era simple: siempre que quisiera cambiar de tema en una conversación con su madre, lo más efectivo era desviarla hacia su padre.
Si estaban los dos juntos, mucho mejor, pues se ponían cariñosos y él tenía la oportunidad de escapar.
—N-no lo sé —un leve rubor apareció en las mejillas del adolescente—. Nos separamos cuando Akemi-chan nos perseguía con Miu-chan...
—Oh, no, ya va a empezar a divagar... —suspiró Natsu.
—¡Calla Natsu! —dijo avergonzado el castaño, y entonces pareció darse cuenta de sus palabras—. Un momento, ¿tú desde cuándo hablas?
—Dame-Tsuna tenía que ser —dijeron Reborn y Natsu a la vez.
—Vosotros... —un tic se instaló en la ceja derecha de Tsuna.
—Sólo el abuelo Reborn puede decir Dame-Tsuna a mamá —Sora golpeó levemente la cabeza de Natsu—. Tú no.
El leoncito se quejó, pero el niño lo ignoró olímpicamente.
—Yo le di a Nat una cosa de esas para que hable —respondió Sora a su madre.
—¿Qué cosa? ¿Y Nat? ¿En serio? —miró a su mascota, que suspiró con resignación.
—No preguntes. Este niño hace lo que quiere.
—Pues claro —afirmó Sora—. Papá me ha enseñado que soy libre de hacer las cosas como crea que son correctas, y que puedo disciplinar a herbívoros que sean demasiado molestos o ruidosos.
La sonrisa que el niño esbozó hizo que Natsu retrocediera inconscientemente un paso.
—Pero no lo amenaces a...
La frase de Tsuna quedó en el aire cuando sintió algo que le pasaba cerca del cuello, esquivándolo a tiempo. Esto se incrustó en la pared, y parecía un... ¿cuchillo?
—¿Pero qué...?
El cielo giró para ver a Kei, quien estaba parado con otros cinco cuchillos así.
—¡Perdón tío Tsuna! —se disculpó con rapidez el pequeño—. ¡Pensaba que tío alondra se había escondido de...!
Repentinamente, el niño cayó inconsciente. Sin embargo, no llegó a sufrir el golpe del suelo, pues fue recogido antes de tocarlo.
—Estos niños no son tan herbívoros como pensaba —suspiró Kyoya mientras dejaba a una inconciente Akemi con Kei en el suelo.
—¿¡Qué demonios le has hecho a mi hermana!? —exclamó Ame furioso.
—Solo duerme, dio mucha guerra.
—Normal, es mi hermana.
—¿Y Miu-chan? —preguntó Tsuna, y el azabache sonrió ladinamente al recordar.
—Está bastante ocupada.
El castaño parpadeó ante esa respuesta pero no dijo nada más.
—¡Papá! —Sora se abrazó a la pierna del azabache y señaló acusatoriamente a su madre—. ¡Mamá no me defiende! ¡Es injusto!
—¡Eso no es verdad! —se defendió.
—Sus razones tendrá —declaró Kyoya, haciendo que el niño le mirara con incredulidad.
—¡Esto es una injusticia! —se indignó, separándose de él—. ¡Infravaloras el amor a tu hijo! ¡Esto demuestra que le quieres más que a mí! ¡Vale que os amáis y todo eso pero esto es denunciable!
Ambos aludidos se sonrojaron, uno demostrándolo más que otro. Cierto ex-arcobaleno hizo una mueca de fastidio al recordar la futura relación de esos dos.
—¡Pero qué dices! —Tsuna escondió su rostro entre sus manos.
—¡La verdad! ¡Debéis quererme más! ¡Soy vuestro único hijo! —se cruzó de brazos—. ¿Y vosotros de qué os reís? —fulminó con la mirada a sus amigos/primos.
¡Por favor, si incluso Ame, el irascible Ame, se burlaba de él!
—No te quieren, cielito —rió Riku.
—¡Cállate! —se enfadó Sora, abalanzándose sobre él...
Y esa no era sino una de las muchas peleas que tendrían lugar a lo largo del día...»
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¡Salut lectores!
¿Cómo vamos? Tiempo sin actualizar nada... EXÁMENES.
Bueno, como iba diciendo. Am, si, eso, que iba a hacer algo... Ah, si. Que voy a hacer una especie de... ¿glosario? Para que no os lieis con los pj porque hasta yo lo hago XD, aunque es a petición de Moira11 :)
Sora: Usea el prota XD. Hijo de Tsuna y Kyoya. Cabello castaño y ojos azul grisáceo. Tiene un lado sádico que sabe Dios de dónde a heredado, pero adora a su familia y no dejaría que nada les pasase. Tiende a molestar a sus amigos pero es bastante querido por todos.
Riku: Hijo de Dino y Enma. Rubio de ojos rojos, algo bastante torpe y tímido pero peligroso si se enfada, y como pasatiempo le encanta molestar a Sora.
Kai: Hijo de Takeshi y Hayato. Cabello negro y ojos verdes. Le encanta el béisbol, el esgrima y tocar el piano. Se lleva muy bien con Sora y Riku.
Ame y Akemi: Hijos de Xanxus y Squalo. Ame es el menor y tiene el cabello blanco y los ojos rojos, domina la espada. Akemi es albina de ojos grises, se le da mejor controlar las llamas con sus manos y últimamente tiene bastante amistad con Miu.
Kei y Miu: Hijos de Mukuro y Byakuran, hermanos gemelos. Kei tiene el cabello azulado con el peinado almohada de su padre malvavisco y los ojos violetas, se le dan muy bien las ilusiones y es sobreprotector con su hermana.
Miu es albina con el peinado frutal que todos conocemos y los ojos heterocromáticos, buena ilusionista con aires de diva, adicta a los malvaviscos, y fujoshi con varios shippeos entre sus amigos por influencia de su tía Chrome.
Ambos tienen tendencia a molestar en lo posible a Kyoya, influencia de Mukuro.
Akira: Ha salido poquito, pero io lo pongo XD. Es el hijo de Bel y Fran, cabello rubio y ojos verdes. Es el más... "maduro" de todos, y suele ser poco expresivo pero tranquilo. Pero si se le enfada es bastante peligroso. No se lleva muy bien con Kei.
Puede que aparezcan más 7u7. Quien sabe.
Bueno, ¿qué os ha parecido? Espero que os haya gustado n.n
¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?
¡Au revoir! Nos leeremos pronto~.
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