Fotografías
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Fotografías
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Kei se tiró encima de Sora, haciendo que este cayera con él, seguido segundos después por todos los demás.
Una bala traspasó el cristal de la ventana e impactó contra el suelo, donde minutos antes estaba Sora.
-¿Un ataque? ¿En esta época? -preguntó confuso Akira.
-¿Qué está ocurriendo? -preguntó Akemi, despertada por el disparo.
-¿Nos atacan? -cuestionó Ame, despierto al igual que su hermana.
-Es improbable, se supone que vosotros no deberíais existir en esta época -dijo Dino, intentando asomarse para ver quién había disparado.
Solo detectó una figura borrosa entre los árboles que había a las afueras de la mansión.
-¿Podría ser...? -Tsuna miró a su hijo, quien estaba pensativo.
-¿Tanto se habrá molestado? -Sora hizo una mueca.
-¿Qué ocurre? -preguntó Kei.
-Bueno... es que antes, mamá me encontró con la ayuda de tío malvavisco y tío piña junto a Miu cuando le buscaba... y resulta que me encontró discutiendo con un idiota.
-Ese imbécil quería llevarse a Sora a algún lugar -se enfadó el castaño mayor.
-¿Eso es cierto, Sora? -frunció el ceño Kei.
-Ya ves, ¿idiota, eh? -se rió-. ¡Quería sobornarme con caramelos! ¡A mí, por Dios!
El niño de ojos violáceos sonrió. A Sora sobornarle con dulces era buena táctica, pero era lo suficientemente listo para saber que no se acepta eso de desconocidos, además que contaba con su intuición Vongola.
-Debe ser muy tonto -rió.
-Le dí su lección. Pero parece que iba en serio cuando dijo que eso no quedaría así.
-Debí haberlo congelado -se lamentó Tsuna-. O como mínimo, dejárselo a Reborn.
-Moo~, pero no me hubieras dejado participar en la tortura, mamá...
-Claro que no. Eso no es para un niño -se negó Tsuna-. Y menos si tenemos en cuenta de que eres mi hijo.
-Y el abuelo Reborn tiene los mismos derechos -infló las mejillas-. Incluso papá me deja disciplinar herbívoros.
-¿Aún no te has dado cuenta de quién manda, Sora? -sonrió su madre con sadismo.
Ah, era cierto. Su papá y su abuelo nada tenían que hacer ante el enfado de su madre. Nadie cuestionaba sus decisiones, menos si era respecto a su pequeño e único hijo.
Algo recorrió a Sora en ese pensamiento. Una sensación que no sabría describir si de mala o buena.
-Parece que se ha rendido -dijo Dino, mirando de nuevo por la ventana.
Con cautela, se levantó y rápidamente bajó la persiana, haciendo que el campo de visión desde fuera sea nulo.
-Voy a encender la luz -dijo Kei, levantándose del suelo al que había caído junto a Sora al protegerlo.
Sin embargo, tropezó con algo y volvió a caer. Se detuvo con los codos para no caer de golpe al suelo, y alguien se dedicó a encender la luz para que no estuviera oscuro.
-¿Estás bien, Kei? -preguntó Sora desde pocos centímetros de distancia de su amigo.
El aludido pestañeó y se asustó al verlo tan cerca, echándose hacia atrás con rapidez. Su rostro adquirió un tono rojizo.
-¿Estás bien, hermanito? -el brazo de Miu le rodeó.
-Perfectamente.
-¿Seguro?
Kei asintió y miró mal a Sora, quien se reía claramente en su cara. Normalmente, el de cabello azulado solía burlarse de la torpeza del pequeño castaño (era hereditario, para la lástima de Reborn). Por tanto, era tremendamente divertido para Sora el verlo así.
Dino propuso salir de esa habitación, pues sería arriesgado quedarse en ese lugar por más tiempo, podrían ser nuevamente atacados. Ninguno puso objeción, menos Ame, quien quería seguir echándose su siestecita y se ponía de muy mal humor cuando alguien le levantaba.
Cuando salieron, se encontraron con un azabache de patillas rizadas de brazos cruzados y bastante molesto.
-¡Reborn! ¿Qué tal...?
-Nada de «qué tal». ¿Dónde demonios estabas, Dame-Tsuna?
-Am, bueno, tú sabes que las cosas se complicaron y pues...
Un mazo le golpeó en la cabeza.
-¡Itte! ¡Reborn!
-Deja de quejarte, sólo han sido veinte kilos, no cuarenta.
-Gracias -ironizó, acariciándose la cabeza.
-¡Tío Reborn! -sonrió Miu, y esa sonrisa no le gustó para nada a Kei, quién conocía a su hermana-. ¿Sabes dónde está el tío alondra?
-Yo lo vi -dijo Dino-. Estaba buscando a Tsuna...
-Tío Dino, a ti ya te emparejo con tío Enma. Soy multishipper pero no me quites la OTP. ¿De acuerdo?
El aludido pestañeó sonrojado como un tomate.
-D-de acuerdo...
-Creo que lo vi irse por la cocina.
-¡Por eso eres mi tío favorito! -exclamó Miu muy alegre-. ¡Vamos, tío Tsuna, tengo hambre!
Cogió la mano del castaño y echó a correr. La mansión Millefiore no había cambiado demasiado en el futuro, y ella vivía ahí.
-¡Sora, Kei! ¡Venid vosotros también!
Y los dos niños suspiraron y la siguieron.
Mientras, Dino seguía asimilando toda la información.
-Papá, papá -llamó Riku, tirándole de la camisa.
El rubio le miró con una sonrisa algo tensa.
-¿Qué ocurre?
-¿Dónde está mamá?
-¿Mamá...?
-Sí, ya sabes, pelo rojo, ojos rojos...
Riku sonrió y Dino se sonrojó.
-Am, ya, sí... no lo sé, la verdad...
-¿Dino-san?
Hablando del rey de Roma...
El rubio se dio media vuelta para mirar a unos ojos rojizos que le observaban con sorpresa, seguramente preguntándose qué hacía ahí.
-Enma-kun... -sonrió, algo nervioso-. Verás, yo...
-¡Mamá!
Y Riku corrió a abrazar al pelirrojo.
-Hola, Riku -Enma le cogió en brazos, alegre-. ¿Has dormido bien?
-¡Sí!
Akira miró divertido la reacción del Cavallone al verlos juntos, como la familia que tendría en un futuro.
Reborn bufó al ver la estúpida cara que se le había quedado a su alumno.
Ame bufó. Su humor al despertarse no era precisamente el mejor, y si era despertado aún menos. Y empeoraba viendo cursilerías.
Su madre le decía que había salido demasiado parecido a su viejo.
Akemi suspiró viendo el mal humor de su hermano. Ella dormía con él, compartían habitación y lo conocía perfectamente. Eran hermanos después de todo.
-Vamos, Ame -cogió del brazo al albino-. Con suerte, habrá carne para que comas.
El rostro del niño se iluminó ante la mención.
-¿Y a qué esperamos? ¡Corre!
Sí, dos niños sueltos podrían ocasionar desastres.
Mientras, en la cocina ya se desarrollaban suficientes desastres.
Miu interrogaba a cualquiera que se le cruzaba para saber si habían visto al azabache mientras exigía que le dieran una bolsa de malvaviscos para ella y su hermano.
-¿Vosotros queréis algo? -preguntó a los castaños-. ¿Atún?
-Un bocadillo de atún no estaría mal... -dijeron ambos a la vez.
-¡Dos bocadillos de atún!
Y los pobres cocineros acataron la orden mientras ella interrogaba a una de las sirvientas.
-Hmm, ¿puede ser ese chico tan guapo que preguntaba por un castaño?
-Ese mismo. Pero no hables así de él delante de su novio -guiñó un ojo, señalando a Tsuna y su clara molestia en su rostro.
-Oh, ¿es su novio? -los ojos de la muchacha se iluminaron.
-Sí, tengo material de ellos dos si te interesa... Y ese pequeñajo castaño de ahí es su hijo.
Sora se dio por aludido y miró a la sirvienta con una ceja arqueada.
-Miu-chan, ¿qué es eso de mate...?
-¡Es monísimo! -chilló la joven al ver al niño.
-Sí, el otro que está junto a él es el idiota de mi hermano. También tengo material de ellos. Pero hay más en la web...
-¡Miu! ¿¡Qué demonios estás diciendo?!
-Se llama Kei. Es un histérico como mamá. Te puedo dar un poco de material de estos también si me dices dónde ha ido el tío alondra.
-El chico se fue a la sala, si mal no tengo entendido.
-Ya, ten.
De su bolsillo sacó una pequeña cartera. Y de esta un par de fotografías.
-Muchas gracias.
-No es nada, guárdalas bien. Son material exclusivo.
Cogió sus bolsas de malvaviscos, dándole una a su hermano. Los bocadillos les fueron entregados poco después.
-¿Qué contienen esas fotografías, Miu-chan?
-Hmm, no quieras saberlo. Tengo una herencia fotográfica, ¿no lo sabías?
-¿Herencia? -preguntó Kei.
-¿No has visto el lugar secreto de mamá? Ese que tiene repleto de fotos de papá.
-No...
-Triste vida la tuya.
-Mukuro está loco. Esto ya lo he comprobado -suspiró Tsuna.
-Pero gracias a ello no son tan lentos como tú y papá y son mayores que yo -bufó Sora.
-¿Tanto quieres ser mayor?
-¡Sí!
-Oye, si os ponéis, avisas para...
-¡No me vas a tomar fotos! -exclamó sonrojado Tsuna.
-Eh, eh, tranquilo, era una broma... -volvió a guardar disimuladamente la cámara.
-Eso espero.
Tsuna se apuntó mentalmente el poner alta seguridad en su casa cuando fuera mayor. Mejor dicho, en su habitación.
-Miu, se te ha caído... -Kei recogió una fotografía del suelo-. ¿¡Qué demonios es esto?!
Sora miró curioso la imagen, y se ruborizó profundamente.
-¡Miu, maldita! ¡Me dijiste que las quemaste!
A Tsuna le dio mala espina y soltó la mano de la albina para tomar la imagen.
En la fotografía se podía ver a un sonrojado castaño de ojos azul grisáceo con un top y una falda negras con unas orejas de conejito en sus cabellos.
-¿Qué demonios...?
-¡Trae! -Miu saltó y atrapó la fotografía-. ¡No podéis ver esto si no estáis suscritos!
-¿¡Alguien puede ver eso?!
-No a cualquier precio -guiñó un ojo-. Eres muy cotizado, Sora.
-¡No comercies con mis fotos!
-¿Qué más hay en esa cartera? -preguntó Sora-. ¡Dámela!
-¿Qué? Son mis muestras, ni lo sueñes.
-¡Que me la des!
Y se tiró encima de la niña para sacarle la cartera.
-¡Oye! ¡Déjame!
-¡Dame la cartera!
-¡Miu, dásela! -dijo Kei.
-¡Ni de broma! ¿Tú sabes lo que me ha costado? ¡Han sido años de esfuerzo!
-Chicos, par... -una mano tapó la boca del castaño mayor, y sin que ninguno de los pequeños se diera cuenta, había desaparecido.
Tsuna se asustó ante la perspectiva de ser secuestrado, pues de un segundo a otro se vio en un espacio oscuro y cerrado, y estuvo a punto de atacar cuando sintió unos labios sobre los suyos.
Se sonrojó al saber quién era.
-Hi-Hibari-san...
-Shh, no hables -le susurró-. O la hija loca de ese herbívoro vendrá.
El castaño asintió lentamente, sin comprender demasiado bien por qué estaba en ese estrecho lugar junto al chico que le gustaba, pero no estaba por hacer objeciones.
Menos cuando el azabache le volvió a besar, sin darle demasiado tiempo a plantearse alguna pregunta.
Mientras, los niños seguían en su disputa por la cartera de Miu.
-¡Que me la des! -Sora había recurrido al arma letal.
-¡N-no! ¡Es mi tesoro!
-En los pies, Kei.
-Sí, sí, ya lo hago.
-¡Parad ya!
-La cartera, Miu -exigió Sora.
La albina estaba muriéndose literalmente de risa. Los dos niños le habían empezado a hacer cosquillas y ella no tenía manera de resistirse.
-¡Todo sea... por el yaoi!
-¡Miu, no te las hagas de heroína! -dijo Kei.
-¡Tú no lo entiendes! ¡Yo quería tener un gemelo fundashi y no lo tengo! ¡No sabes lo cruel que es!
-¡No seas dramática! -exclamó Sora.
-¡Si llegas a tener una hermana, será una fujoshi! -le espetó la albina-. ¡Me encargaré de ello!
-No voy a tener una hermana -se burló el castaño-. Y aunque la tuviera, no dejaría que se acerque a ti.
-¿Cómo estás... tan seguro? -sonrió la albina.
Sora dejó de atacarla para mirarla con escepticismo.
-¿Qué sabes?
-Hmm, nada en realidad. Solo es mi instinto -rió-. ¿Tú no tienes hiper intuición? Deberías sentir algo.
Sora hizo una mueca y Kei le miró con curiosidad.
-¿Sora? ¿Estás bien?
-Está dudando, parece que no le gusta eso de que ya no será el hijo único.
-Calla -dijo el castaño, sacudiendo la cabeza-. Me lías y entorpeces mi intuición.
-Eso quiere decir que tienes la duda -sonrió Miu.
-Dios, ¿por qué me diste una gemela tan loca?
-Dios, ¿por qué me diste un gemelo que no acepta su homosexualidad?
-¿¡Qué dices?! ¡Yo no...!
-Ya, ya, eso dicen todos -restó importancia-. Luego acaban como acaban.
-¿Cómo? -cuestionaron los niños.
-Mejor que no lo sepáis.
Sora y Kei se miraron entre sí.
-Hay que prohibirle el internet -dijo el castaño.
-Registraré su ordenador -dijo el de cabellos azules.
-Buena suerte -se burló la albina-. Mi ordenador tiene contraseña. Y el tío Sho-chan lo ha configurado para que nadie pueda hackearlo.
Kei y Sora suspiraron ante la burlona mirada de la niña.
Definitivamente, estaba loca.
»◦✿◦«
Salut, lectores~.
Bueno, ya era hora de que actualizara, ¿no?
-Nomematéissoyjoven-
ES QUE TOY LIADA VALE D=. Yo pensaba que las vacaciones serían puro vagueo y escribir pero no. NO.
ME TIMARON WE.
Okiz, me calmo.
Lo importante no es llegar rápido sino llegar.
#FrasesConAle-chan #AprendeConAle-chan
...
¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?
¡Au revoir! Nos leeremos... pronto.
<3
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