Capítulo 40
Observé a la distancia a Jungkook conversar con sus amigos mientras se apoyaba en el capó de su propio auto. Por supuesto que como de costumbre se encontraba rodeado y disfrutaba de la atención que recibía, se le veía entretenido mientras bromeaba a carcajadas con todos exageradamente, y hacía contacto visual conmigo a la distancia.
Él me había intentado convencer de quedarme junto a él, de hacer más amigos. Lo cierto es que, si bien apreciaba sus intentos de integración, esas personas no eran de mi agrado, y nunca lo han sido.
Me encogí de hombros restándole importancia. Me gustaba que mi novio tuviera sus amigos y tiempo personal. No obstante, no podía dejar de pensar en los sucesos que han estado transcurriendo últimamente. Mi mente no abandonaba el hecho de que hoy en la mañana, Jungkook ni siquiera estaba en casa, y evadía mis preguntas acerca del tema. Mi nivel de sospecha no era inexistente, sino que aumentaba con el correr de las horas y el secretismo con el que Jeon manejaba sus asuntos privados.
¿Estará relacionado con él siendo todo un playboy?
Porque eso es lo que menos me importa, no es un secreto para nadie.
¿Habrá cometido un delito? ¿Ha lastimado a alguien? ¿Tendrá segundas intenciones conmigo?
En ocasiones él se ausentaba con excusas ridículas, lo veía a escondidas hablando con su padre, escondía prescripciones médicas debajo de su almohada. Estaba decidida a enfrentármele una vez tuviera la suficiente evidencia como para que mis temores fueran coherentes cuando se los expresara frente a frente, mientras tanto no era el momento.
Mi acosador no ha mandado más mensajes desde la última vez, la cual ha sido ya hace unos dos días. No me atrevía a mandarle nada, a inquirir que me enviara más información. Esta debería llegar a su tiempo justo, no debería apresurarla.
Sintiendo mi estómago rugir, miré el reloj de mi muñeca, no faltaba mucho para la hora de salida. Revolví mi morral prácticamente vacío en busca de una manzana. Me entumecí al entrar en contacto con un objeto pequeño y metálico. Lo saqué sumida en pura extrañeza, para encontrarme con un pequeño pendrive cuyo contenido desconocía. Miré a mis alrededores, alguien debió haberlo puesto en algún momento en el que no miraba. La paranoia comenzaba a ejercer presión en mi cabeza, haciéndome sentir observada nuevamente.
Algo no colaba nada bien.
[...]
Luego de esperar tortuosas horas de clases interminables, y un trayecto a pie hasta la residencia, mi impaciencia se encontraba a tope, repiqueteando en cada célula de mi cuerpo. Tenía la respiración trancada en la garganta mientras subía los escalones intentando amortiguar mis pisadas lo más posible.
En medio de mi trayecto recordé el insignificante hecho de que yo no tengo computadora.
Excelente, ¿Cuál es el plan B?
Visualicé la recámara de Jeon al final del pasillo. Sonreí para mis adentros sabiendo que aún tenía unos momentos antes de que llegara debido a que no quiso marcharse del instituto conmigo ya que quería conversar más tiempo con sus amigos.
Me deslicé dentro del cuarto cerrando la puerta detrás de mí.
Con la velocidad de un rayo me senté en su escritorio abriendo la laptop y agradecí que la misma no contara con contraseña alguna. Inserté el dispositivo misterioso, suplicando porque no tuviera ningún tipo de virus o software malicioso. Abrí la carpeta que el mismo albergaba, encontrándome con varios archivos fotográficos cuyo contenido aún era todo un misterio para mi persona.
Tragué grueso, una brisa helada recorría mi vertebra de forma cruel.
Abrí el primero.
La foto de una chica vestida de enfermera sonriendo en dirección a la cámara me estremeció desde lo más profundo por alguna razón. Sus ojos grandes y bonitas facciones eran atractivos, aunque nada fuera de este mundo.
Pasé a la segunda foto, esta generó más incomodidad en mí.
Parecía sacada de detrás de unos arbustos, por medio de una ventana, como si la misma hubiese sido acechada. Totalmente absorta en su tarea de enfermería, la chica desconocía el estar siendo observada por alguien.
En el momento que abrí la tercera foto, me recorrió un escarmiento. Mi garganta comenzaba a molestarme, generando que tuviera que aclarármela de inmediato. Mis extremidades se tensaron ante la vista.
Una foto de sus ojos cerrados, con el rostro parcialmente pegado a su almohada se mostraba ante mis inquisitivas cuencas.
La estaban acosando.
Pasé a otras fotos, cada una peor que la anterior. Una de ella bañándose, otra cambiándose de ropa, otra usando el váter, otra sin ropa encima de un muchacho cuya identidad desconocía.
Mis extremidades, ahora entumecidas, actuaron automáticamente en el momento que escuché pasos avecinarse por la escalera. Retiré velozmente el pendrive, cerrando la laptop en tiempo récord. Me puse de pie planeando mi escape, visualicé como el pomo de la puerta lentamente comenzaba a girar.
Mi corazón martilló en el pecho. Di grandes zancadas hasta el armario, adentrándome en el mismo y deslizando la puerta de esterillas para cerrarlo y crear un refugio que me aislara del ser descubierta.
Con la respiración totalmente irregular, contemplé por medio de las aberturas de las maderas del closet, a un Jeon entrando a su habitación con pasos arrastrados, luciendo cansado.
Suspiró de forma muy audible mientras cubría su rostro con las manos.
Algo no andaba bien, la preocupación –como si fuera posible- aumentó más. Mi cuerpo vibraba de ansiedad y angustia, todo esto debía acabar si no quería quedar hospitalizada por el estrés.
Arrojó su bolso violentamente contra un rincón de su cuarto, teniendo las manos libres para ahora despojarse de su sudadera y hacer lo mismo con ella. Desabrochó sus jeans despreocupadamente, haciéndome tragar saliva independientemente de que este no fuera el momento ideal para verlo como un pedazo de carne.
En el momento que estiró su brazo en dirección al closet temí estúpidamente por mi vida.
Lo abrió.
Pegué un chillido sin atreverme a verle a los ojos.
− ¿___?- Le escuché en pura confusión. A duras penas, le miré entre mis pestañas, detectando una sonrisa socarrona. Me miró fascinado con la escena. − ¿Y bien? ¿Qué es todo esto?- Soltó disfrutando de mi vergüenza y mofletes colorados.
− Em....-Solté sin sentido alguno. –Esto.... Esto tiene explicación...-Musité nerviosamente sin saber qué inventar a continuación.
Arqueó una de sus cejas con pura diversión. –Oh, seguro que la tiene. Qué pena que haya interrumpido el striptease, ¿No?- Soltó con picardía mordiéndose el labio.
Tragué saliva por milésima vez. Me puse de pie intentando huir por la puerta, no tenía ninguna excusa por mi comportamiento y él lo sabía. Antes de siquiera olfatear la libertad, apoyó su brazo sobre la puerta ahora cerrada, dejándome imposible el paso. Su respiración revoloteaba los cabellos cortos de mi frente debido a la insoportable cercanía. Observé tímidamente sus ojos, ahora teñidos en lascivia exacerbada y un velo misterioso que se posaban sobre mi figura temblorosa.
−No estoy de humor ahora.-Me excuse intentando a duras penas apartarlo de la puerta, por supuesto que sin éxito alguno.
Sonrió de forma ladeada, acortando los centímetros entre nuestros rostros. − ¿Ah, no? ¿Te haces la difícil ahora?- Relamió su labio inferior lentamente. − ¿Y por qué? ¿Estás enojada?- Se mordió el labio mientras su mirada se posaba aún más profundamente sobre la mía. –Me pone mucho que te enojes conmigo...- Suspiró lentamente, esta vez rozando su nariz con la mía. Mis rodillas temblaban, y no sabía si era por el miedo a ser descubierta o por el deseo que sus expresiones despertaban en el fondo de mí ser. –Yo te dije que podías acercarte a mí y mis amigos, ellos no muerden, nena...-Musitó sobre mi oído provocando escalofríos inmediatamente. Tragué duro intentando resistir mis impulsos animales de arrancarle lo que le quedaba de vestimenta. Sus labios rozaban con los míos casi imperceptiblemente cada vez que decía algo. Me exalté en el momento que sentí su mano en mi espalda baja, acercándome a su cuerpo. –Te estás haciendo la difícil hoy, eh...-Pronunció demasiado lento, mientras sus dedos acariciaban la piel por debajo de la cinturilla de los jeans. No iba a resistir mucho tiempo si me quedaba allí. No sabía si era correcto acostarme con él luego de haber estado dudando tanto.
− Es que...-Titubeé insegura ganándome su atención. – Ahora no me estoy sintiendo muy bien, caminé mucho hasta aquí y estoy un poco mareada.-Intenté excusarme. Su semblante se relajó automáticamente, adoptando una postura de preocupación. Apartó la mano de la puerta para acunar mi rostro con ella, observándome a los ojos de aquella manera que solamente él sabía hacer. Con su otra mano aún sobre mi trasero, me presionó contra él.
− ¿Quieres que te prepare un baño caliente?- Inquirió con su semblante intranquilo. Besó mi mejilla de forma suave, dejando sus labios calientes allí por más tiempo del necesario Negué con una pequeña sonrisa, observándolo a los ojos, los cuales me miraban de la forma más tierna posible. Desperdigó varios besos húmedos sobre el mismo lugar mientras la calidez de su cuerpo me envolvía.
¿Qué pudo haber hecho este hombre como para ser odiado? ¿Como para que alguien tenga información de él?
¿Qué escondes Jungkook?
Mientras más voten, más rápido sale el otro capítulo ^^ Nos leemos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top