A la mañana siguiente...

Nos dirigíamos a la primera clase. Rocío seguía pasando de mi cara, y como yo pensaba, había hecho muy buenas migas con Dani.

Con éste aun no me atrevía a hablar. Tras lo ocurrido, me daba muchísima vergüenza mirarle, solo de pensar en hablar con él...

-¿Qué clase tenemos?-pregunté a Sara y a Nair, que estaban a mi lado, caminando.

-¡Economía! ¡Tengo unas ganas!

Lo que al principio pensé que era sarcasmo, resultó ser verdad. Realmente Sara era muy rara.

-¿Estás de broma? ¿A quién puede gustarle Economía?

-A todo el mundo-me contestó Nair. La miré raro y continuó-. Sobre todo con el bombonazo que tenemos de profesor.

-¿En serio? ¿Os fijais en el profesor?

-Para no hacerlo, chica. El tío está más bueno que un buen queso. Y consigue que le prestemos atención.

-Sí... Las chicas debéis aprender un montón...-dije, sarcástica.

-Lo digo en serio. Tiene una manera de ser que hace que hasta los chicos le presten atención. Luego las notas son una mierda, pero estamos callados y atentos.

-Y esa voz ronca tan sexy, y la barba recién recortada...

-Deja a Sara, está delirando. Anda, vamos dentro, que vas a flipar.

Nair me arrastró dentro de la clase. Busqué a mi hermana con la mirada. En segunda fila. Charlaba con Dani animadamente, sí que se llevaban bien... ¿Celosa? Jamás.

-¿Qué? ¿Ganas de empezar?

Rocío simplemente se encogió de hombros. Yo suspiré y saqué las cosas cuando se abrió la puerta.

Miré, por curiosidad. Tenían bastante razón. El tío no estaba nada, pero nada mal.

Tenía un aire a buena persona y a inteligente, que extrañamente le daban más atractivo.

Todas suspiraban, como las niñas que eran. Rocío se entretenía buscando su estuche.

-Bien, clase. Espero que las navidades hayan ido bien, pero es hora de trabajar. Vamos a empezar...

Y se escuchó algo que caía. El profesor había tirado el maletín al suelo, y miraba, pálido, a alguien. A mi lado.

Por su parte, a Rocío se le abría la boca al ver quien era su profesor...
Álvaro.