Capítulo 73

-Una pregunta... -miro a Álvaro. ¿Qué hace?

-Tú dirás -La chica se sienta en el sillón del profesor, tan agusto.

-¿No has pensado que es un poco raro que nos mates y vosotros estéis vivos cuando esto acabe?

-Bien pensado, Alvarito, pero tranquilo. Soy inteligente, estoy preparando esto desde hace mucho. Nair es la cuestión.

-¿Qué pasa con ella?

-¿No lo sabes?-se empiezan a reír los dos y nosotros no nos enteramos de nada-. Ay, por dios, que ingenua... ¿No sabes que Nair está loquita por Dani? Bueno, estaba.

-¿Qué? Eso es imposible, ella...

-Ahora escuchame bien, Pau -pronuncia mi apodo con asco-. Te voy a contar lo que le voy a decir a la policía cuando venga.

Se pasea, dándole vueltas a la pistola. Yo la sigo con la mirada.

-Verás, Nair tiene problemas con el alcohol, como ya sabes. Durante las vacaciones, sus padres la tuvieron muy controlada, así que no lo tocó. Llegó aquí con síndrome de abstinencia. En cada persona es distinto, pero a ella le provocó graves ataques de ansiedad y agresividad. Empezó a matar, y matar, y matar. Un día, decidió declararse a Dani, el chico que le gustaba. Él, por supuesto, la rechazó y ella, presa de ira, se lo cargó.

Hace un sonido, como de crujido, y continua.

-Luego continuó, dándose cuenta de que tú eras el problema. Decidió hacer daño a la gente que te importaba. Ella sabía del triangulo amoroso que tenía tu hermana y decidió matar dos pájaros de un tiro. Pero claro, Rocío los salvó. Ahí decidió acelerarse, cada vez más y más furiosa. Primero, mató a Rocío por interponerse en su camino. Luego, nos secuestró a los cuatro, os mató a vosotros dos y casi nos mata a nosotros -hace un puchero. La reviento-. Ella cree que nosotros estamos muertos, así que acaba la faena con la única persona que se preocupa por ella. Sara. La mata y después, ¡PAM! Se suicida. Nosotros escapamos, avisamos a las autoridades y somos héroes.

-¿Y cómo...?

-Nos autolesionaremos. Uno a sí mismo, no me apetece que este me traicione. Ahora, David... Matala.

Le tiende la pistola y él la coge, decidido. Me apunta a la cabeza. Yo cierro los ojos, ya estoy muerta, pero tengo dignidad. No pienso suplicar.

Lo único, espero que al menos aparezca la policía, que Álvaro no muera y que cuide de mi hermana. No confiaría en nadie más.

Oigo un disparo, pero no me duele nada. ¿Tan fácil es morir?

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