El corazón me latía a mil por hora. Había alguien en la habitación, estaba segura.

Me levanté de la cama, pero alguien me cogió del cuello. Llevaba guantes en las manos y una especie de cuerda. ¿Qué pretendía hacer con ella?

Pensé que me iba a secuestrar, pero en su lugar tiró de la cuerda alrededor de mi cuello. Quería ahogarme y lo iba a conseguir.

No podía respirar bien, trataba de gritar, de hacer algo por que advirtieran de lo que sucedía, pero nada. Cada vez apretaba más fuerte y me fallaban las fuerzas. Iba a morir, estaba mentalizada. Entonces, aflojó la cuerda y acercó su boca a mi oído. Tenía voz metálica, falsa, para que no identificara de quien se trataba. Yo estaba llorando y respiraba desesperada.

-Date cuenta de que si quisiera, ya estarías muerta. Ten mucho cuidado con lo que haces a partir de ahora, te estoy vigilando.

-¿Qué quieres de mí?-logré pronunciar.

-De ti nada, pero voy a hacer sufrir a toda persona que te importe en el mundo. Puedo empezar con David... Luego Blas... Luego tus amiguitas Sonia, Nair y Sara... Y por último tu queridísima hermana.

Se me heló la sangre. No, por dios, ella no...

-Ya la hago sufrir indirectamente... ¿En serio quieres que muera, como tu noviecito Dani?

Negué con la cabeza. Dejé de notar presión en mis hombros, se estaba alejando. Siempre había estado de espaldas a él/ella. Escuché un grito, que me sonó a celestial.

-¡Paula! ¿Dónde estás? Te estoy buscando.

Miré, ya no estaba. No sabía donde se había metido, pero corrí hacia la puerta, la abrí y me tiré sobre Blas. Él me abrazó y aguantó mi llanto.

-¿Qué te ha pasado?-se preocupó al ver las marcas de cuerdas en el cuello.

-Acaba de intentar matarme, Blas.

Lloré un buen rato, hasta que llegaron las cuatro.

-¿Qué ha pasado? ¿A quién matamos?

-Al asesino.

Empezaron a hacer preguntas, pero yo miré a Rocío. Su camiseta favorita y parte de los pantalones estaban manchados de ¿sangre?

-¿Y eso?

-Os lo explico luego, ahora voy a ducharme.

Asentí, extrañada. ¿Por qué estaba cubierta de sangre?