Sara me arrastró por los pasillos del internado. Esa puerta llavaba sin abrirse para mí desde hacía mes y medio. Daba gusto salir fuera.

El instituto organizaba una comilona en una zona con mesas de picnic. Sara debió de ver a su madre rápidamente, porque salió corriendo y me dejó casi sola.

-Esta chica nunca cambiará.

Asentí ante lo dicho por Sonia. Mi madre levantó la mano y me acerqué hacia ella.

-Hola.

-Hola pequeña...-me abrazó. Después de dejarme dos meses encerrada con un asesino, me abrazó.

-¿Qué tal?

-Os echamos de menos...

-¿Y por qué no nos volvemos con vosotros? Joder, hay un puto...

-¡Paula, qué palabrerías son esas!

-Olvídalo.

Parecía incapaz de escucharme. Si Rocío estuviera aquí, fijo que convencía a mi madre, pero no... Estaba en un lugar ligándose a mi novio.

-Me han dicho que tienes novio nuevo-me miró mal. Mi historial de novios no es lo q se diga... impecable.

-Es un chico muy bueno y dulce... Te caerá bien. Si le cae bien a Rocío, vamos bien.

-Ah, pero también le caía bien Blas, y era un impresentable.

Me dieron ganas de matarla, pero eso no me ayudaría en salir de aquí.

Sara se acercó. Lo que faltaba para que mi madre creyera que estaba en buenas manos.

-Tía, ¿has visto a Nair? Su madre la busca.

-La ultima vez que la vi fue esta mañana, cuando aún dormía.

-Ya no está ahí, acabo de ir.

-Así vamos...

-¡Paula!

Un gritito de emoción me sacó de la conversación con Sara. ¡No me lo podía creer!

-¡Alba!

Corrí a abrazarla. Era la hermana de David, una chica rubia con californianas rosas. Estaba guapísima.

-¡Joder, estás genial! ¡Cuánto tiempo sin verte la cara!

-¿Y tú qué, pelirrosa...?

-Aquí... buscando a mi hermano. ¿No sabrás donde está, cuñi?

-Ni idea, no lo he visto desde esta mañana.

-Jo-puso un puchero y se fue con sus padres.

-¿Dónde está tu hermana?-mi madre me miró.

-Está fuera, ha salido... ¡Ay! ¿Sabes qué? ¡Va a cantar en al actuación!

-¿Rocío, cantando? Creía que le daba miedo...

-Y le da, pero mi novio y el profesor que nos da tutoría le han ayudado.

-Me alegro por ella-habló mi padre.

-Se lo merece.

Todo siempre iba a Rocío. Cualquier cosa que hiciera estaba bien... No podía decir lo mismo de mí. Solo esperaba que vieran a su novio...