-Saracha...

-Paulacha...

-Si no os calláis, os doy una hostia a cada una-murmuró Sonia.

-¡Oye!-se defendió la rubia-. Yo solo he respondido a Paula.

-En fin, ¿sabes dónde está mi hermana?

-Sip, Nair y ella han ido a la biblioteca. Lo que es raro, porque Nair es prácticamente alérgica.

-Gracias-murmuré, centrándome de nuevo en el libro que tenía entre mis manos.

En la biblioteca...

-¿A dónde vas?-se extrañó Rocío.

-Me aburro. Voy a la máquina de bebidas... Y no me mires así, llevo meses sin beber. Estoy bien.

-No sé yo...

-Confía en mí... Por cierto, preparate para lo del sábado.

-Nair, no sé si...

Pero ya había salido por la puerta. Rocío suspiró. Le daba cosa saltarse las normas de esa manera. Sobre todo por la culpabilidad. Viendo entrar a su profesor favorito, se le ocurrió una idea.

Lo cogió de la mano, pillándolo por sorpresa y lo arrastró.

-Tengo que contarte algo.

-No me asustes.

-No es para asustarse. Solo necesito decírselo a alguien.

-A ver, ¿qué pasa?

-Este sábado es el cumpleaños de Carlos.

-Gracias por la información...

-Van a irse de fiesta, y yo también.

-¿Qué? No pueden salir...

-Bueno, Dani, Sonia y yo sí podemos... Ellos se van a escapar.

-¿Y me metes a mí en esto? Ahora soy cómplice.

-Solo necesito que nos ayudes. Si alguien preguntara, están en una habitación, jugando a las cartas.

-Sí... Se lo van a creer, ¿sabes?

-Solo necesito una noche. Necesito juntar a Paula y a Dani, necesito estar con Carlos a solas... Por favor...

-Pero-le cortó.

-Gracias, gracias, gracias. Te quiero, sabía que lo entenderías-y le dio un beso en la nariz, saliendo dando saltos.

Álvaro la miró abrumado.

-Menuda chica...