Capítulo 34
En el internado había una pequeña terraza. A simple vista, era sencilla, pero eran sus vistas lo que más me gustaban. El internado estaba en medio de la nada, pero las montañas y el prado lo rodeaban. Era precioso.
Ahí me encontraba esa misma tarde. Estaba pensando en todo lo que había sucedido, desde mi ruptura con Blas hasta el rechazo de Dani. Ese era el problema. Dani me tocaba una fibra que no conocía.
Se abrió la puerta de la terraza. Miré. Hablando del rey de Roma...
-Perdona, no sabía que había alguien aquí-dijo seco-. Ya me voy.
Avancé hasta él y le sujeté por el brazo. De ese día no pasaba.
-Espera, quiero hablar contigo.
-Pues yo no.
-Dani, por favor... Me está matando que me trates con tanta indiferencia.
-Creo que te la has ganado después de lo ocurrido. Nos engañaste a ambos.
-Es que... Me enamoré de ti, ¿vale? Eres muy distinto a todo lo que he visto hasta ahora. Eres sencillamente increíble y me he dado cuenta de que no puedo vivir sin ti. Y lo sé, esto es lo más cursi que he dicho en mi vida.
Debía de estar roja como un tomate. Dani me miraba, sus ojos me perdían, pero era su seriedad lo que me preocupaban. Pero yo tenía una dignidad.
-Olvídalo-hice amago de irme, pero Dani me sujetó.
-No-me miró-, no voy a olvidarlo.
Se me acercó, podía sentir su aliento... Pero abrieron la puerta.
-Paula, tía-era Sara-. ¿Interrumpo?
Nos miramos un instante.
-¡No!
-Vale, pues ¿a qué no sabes a quienes acabo de ver liándose?
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