Pasaron dos días. El profesor parecía haber olvidado los exámenes y se centraba en un nuevo tema. Rocío estaba de los nervios con ese tema.

-Bien, gente-dijo con alegría Gango, tirando su maletín al escritorio-. Hoy revisaremos los exámenes.

Se armó un gran revuelo, todos sabían de la apuesta de Rocío, pero absolutamente nadie sabía con quien la hizo. El profesor sacó con parsimonia un sobre gigante en el que los llevaba. Parecía que disfrutaba con nuestro sufrimiento.

Por fin, empezó a repartirlos. La primera persona fue Sonia, que suspiró con tranquilidad. Justo después, se dirigió hacia mí. Me sudaban las manos y estaba con el corazón a un millón por hora. Me lo tendió y lo miré con rapidez.

-¿Qué tal?-Rocío me miró, asustada.

Solté todo el aire acumulado y le enseñé mi examen.

-He sacado un siete-sonreí.

-Enhorabuena-parecía un pelín más relajada.

-Eh, tranquila. Saldrá bien.

-¿Y si soy yo la que ha suspendido? Me he preocupado por todos, pero no he pensado en mí...

-Rocío, no te permito que te infravalores. Eres muy lista. Mira, Sonia tiene que estudiar para sacar esas notazas, pero tú eres lista natural... Te irá bien.

-Ya hice el examen-sonrió.

Siguió dando notas, la de mi hermana no salía. Creo que la gente estaba aprobando, Rocío podría ganar.

-Toma-Gango le dio la nota.

Ella cerró los ojos, resoplando.

-¿Qué tal?

-Un nueve y medio.

-¿Y te quejabas? Si no fueras mi hermana, te daba una hostia.

Se rió. Ya estaba más cerca.

-Chicas, ¿qué tal?

-Yo un siete, y Sara un seis y medio-sonrieron.

-Menos mal...

-Tranqui, Ro. Saldrá bien...

-Queda Carlos...

Lo miramos las cuatro, como por resorte. Carlos miraba su examen. Sonó la campana.

-Voy a averiguarlo-se decidió Rocío.

Se acercó y...