-Oye... ¿Qué es esto de que me quites el sitio?

Rocío le miró, divertida.

-Nadie ha dicho que no te puedas sentar conmigo. Además, es culpa tuya.

-¿Mía?-Álvaro se hizo el ofendido-. ¿Y eso?

-Has mandado muchos deberes. Mira, hay demasiados-pasó las hojas velozmente.

-Ya, ya... Tú lo que quieres es que te ayude.

-Chico listo-le acarició la nariz, sonriendo.

-Pues vamos allá.

Álvaro tomó asiento al lado de la pelirroja. La siguiente hora estuvo basada en economía y en sus principios básicos, todo ante la atenta mirada de Mary.

-¿Es cierto lo que dicen?-Rocío sacó un tema cuando estaban terminando
.
-Yo que sé, dicen muchas cosas-sonrió-. ¿De qué hablas?

-De que esta mañana han encontrado a un profesor muerto, en tu habitación. ¿Es cierto?

-Sí... Nada mejor para despejarse que encontrar un muerto colgando de la lámpara.

-¿En serio estaba así?

-Sí, hija, sí. Pero en fin...

-No parece importarte mucho.

-Si algo he aprendido, ha sido a no darle importancia a las cosas.

-Y a sonreír como un ángel-susurró.

-¿Has dicho algo?

-No, tranquilo.

-¿Sabes que mi novia te va a matar un día de estos?

-Estaré preparada. Me llevaré un quita-bichos a la cama.

-No seas mala...

-No lo soy. Era un chiste, y has sonreído. Así que te ha gustado, aunque no lo vayas a admitir. Y no me lo niegues.

Rocío se levantó, llevándose sus cosas. Siempre sonreía mucho, pero Álvaro sacaba un lado de ella que le encantaba.

Ya saliendo recibió una llamada.

-Dime Sara-contestó al móvil.

-Blas y Paula están teniendo una bronca impresionante. Ven y solucionalo.

-Solucionalo tú, cacho vaga. Si me meto yo, se van a enfadar conmigo. Han roto, y no me puedo poner del lado de nadie. Él es mi mejor amigo, y ella es mi hermana.