Cerró los ojos, esperándose lo peor, pero extrañamente, cayó sobre algo blandito.

Con el corazón a mil por hora, abrió los ojos, encontrándose en la parte de atrás de un descapotable. El moreno que lo conducía la miró, sarcástico.

-¿Qué?

-Ah, no sé. Esperaba que me dijeras por qué estabas colgando de una ventana. Pero si no quieres no, eh... Sin presiones.

-Gracias-se acostó-. Porque no tengo ganas de contártelo.

-Rocío...

-Álvaro...

-Teniendo en cuenta que te acabo de salvar de hacerte tortilla, creo que merezco una explicación.

-Es complicado...

Álvaro aparcó en su plaza y se volvió a mirarla.

-Tengo tooodo el tiempo del mundo.

Rocío se apoyó en el asiento delantero y lo miró fijamente.

-Pues verás. Resulta que mi hermana es un desastre, ¿vale? Le gusta mucho Dani.

-¿El calladito de clase?

-Sí, ese, y el caso es que la he ayudado a acercarse a él, y todo eso. El problema es que mi hermana tiene novio, que se llama Blas.

-Aaajá.

-Pues resulta que Blas acaba de llegar al internado como alumno nuevo, porque echa de menos a mi hermana. Y ella estaba con Dani. Así que me he pegado el carrerón del siglo para avisar a mi hermana. ¿Y como me recompensa? Tirándome por la ventana.

-Y yo creía que las cosas aquí eran raras.

-Eso es que aun no nos conoces bien. Soy la buena, pero allá donde vayamos causamos problemas.

-Me lo creo-salió del coche.

-¿Qué haces?

-Me da a mí que no nos podemos quedar así de por vida, aunque me encantaría. Vamos...

Asintió y fue con él.

Blas había llegado a la habitación.

-¿Sí?

-El cartero.

Al minuto, abrí la puerta.

-Imitas muy mal, que lo sepas.

-Pero me amas.

-Un poco, nada más. ¿Qué haces aquí?
-He venido a quedarme.
-¿Qué?-me cambió la cara. Eso Rocío no me lo había dicho.
-Sí. Te echo de menos y he conseguido entrar. No preguntes como.
-Vale... ¿Te importa irte? Tengo un par de cosas que hacer.
Me dio un pico y se marchó. Yo me quedé sentada, pensando. Todo se estaba complicando demasiado...