Capítulo 15
Me senté en la cama, ya con el pijama puesto. Tras lo ocurrido, había vuelto a ver a Rocío y a Dani coqueteando.
Eso había empeorado mi humor.
Sara entró en la habitación, pegando saltitos... Un momento... ¿Sara?
-¿Qué haces aquí?
-Me acoplo con vosotras.
-No creo que eso se pueda...
-¿Y? Somos chicas problemáticas, no creo que nadie se muera.
Extendió un saco de dormir en el espacio que había entre mi cama y la de Nair. Fue entonces cuando ella entró.
-¿Qué haces aquí, loca?
-Y dale. Que me quedo a dormir con vosotras. Me siento marginada durmiendo sola.
-¡Porque debes dormir sola!-dijo Nair, encrispada-. ¡Eres un peligro!
Sara se encogió de hombros y se sentó en el suelo, dispuesta a meterse en el saco de dormir.
Nair comprendió en ese momento que la cabezonería de Sara no iba a desaparecer, suspiró y se acostó.
Me pasé la primera media hora dando vueltas. Dani me gustaba en serio, pero parecía más interesado en mi hermana...
Cuando por fin conseguí dormirme, empecé a escuchar gritos. Y venían de mi misma habitación.
-¡Sara, basta! ¡Estate quieta, por el amor de dios!
Me levanté de un salto y por poco no suelto una carcajada. Sara estaba sentada encima de Nair, a puntito de dislocarle... algo.
-¡Paula, despiertala!
Al principio no lo entendí, pero recordé que era sonámbula.
-¿No sabes lo malo que es despertar a un sonámbulo? Se vuelven súper agresivos.
-¡Sara ya es agresiva! ¡Despiertala!
Al escuchar los gritos de Nair, en lugar de despertarse, Sara optó por levantarla a la fuerza y la tiró contra la pared. No puedo comprender como esa niña tiene tanta fuerza.
Yo seguía riéndome, mientras Sara descargaba su furia contra la pobre Nair.
-¡Paula Cabrera Torregosa! Mas te vale que me saques de aquí.
-Ya voy-me reí.
Me levanté, creyendo que sería sencillo, pero cuando Sara me tumbó de una llave de karate, cambié de opinión.
-Ya no es tan divertido, ¿no?-Nair encarnó una ceja.
-Sara se ha metido con la chica equivocada.
Me levanté de un salto y cogí un bate de béisbol que de casualidad estaba allí (vete tu a saber por qué). Le di en la cabeza, e inexplicablemente, se tumbó en el suelo a dormir como un angelito.
Nair y yo la miramos, extrañadas, y sería poco decir que nos descojonamos.
Sara era un caso.
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